Lo prometido es deuda, dicen. En dos sentidos: volvemos a los miércoles poéticos, pasados ya los fastos, tan agradables pero también tan anárquicos en cuanto al caos con el que transcurren los acontecimientos; y en el otro sentido, hace un par de semanas dejé dicho que dedicaría a nuestro amigo Aleandro unos poemas de Miguel Hernández, el poeta de Orihuela, que tanto gusta a él y a mí.
Leí mucha poesía de Miguel Hernández, y se podría decir que con sus versos descubrí parte de la buena poesía. Por eso es para mí un referente. Sin embargo, no conocía el poema que incluyo hoy: "Las abarcas desiertas". Rebusqué en su antología que guardo con esmero y me pareció el poema más indicado para las fechas que tocan. Espero que lo disfrutéis como yo lo he hecho.
Leí mucha poesía de Miguel Hernández, y se podría decir que con sus versos descubrí parte de la buena poesía. Por eso es para mí un referente. Sin embargo, no conocía el poema que incluyo hoy: "Las abarcas desiertas". Rebusqué en su antología que guardo con esmero y me pareció el poema más indicado para las fechas que tocan. Espero que lo disfrutéis como yo lo he hecho.
LAS ABARCAS DESIERTAS
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto,hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto,hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
Preciosos versos, verdaderamente, José Antonio. Más de uno y una debería leerlos y ver cómo mucha gente encuentra el vacío mientras el resto disfruta en demasía de la abundancia.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias Jose Antonio.
ResponderEliminarNo sé que tiene Miguel Hernández que como comente me remueve las entrañas... además me sucede que cuanto más leo de él, más me gusta y más me estremece.
Creo que otra poesía a aplicar a estos días sería la de ACEITUNEROS, que aunque se refiera a Jaén, mis padres en Graná, hay están abareando igual que nuestros antepasados, con el frio que hace, los olivos centenarios que han sido los "culpables" de estar donde estamos.
ACEITUNEROS
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Aleandro.
No conocía este poema -precioso y desgarrador- de Miguel Hernández, y eso que es uno de mis poetas favoritos. Cuando era joven leí mucha de su poesía y hace unos años una biografía. Aparte de un grandísimo poeta fue una persona admirable.
ResponderEliminarPor cierto, que casualidad, porque llevo un par de semanas a causa de los viajes y las celebraciones navideñas sin tiempo para navegar por Internet, y veo que la última película que has visto es "Cuento de Navidad" y también citas "It's a wonderful world" de Capra, obras a las que hago referencia en mi última entrada.
Feliz Año y un abrazo
Gregorio,cada vez estoy más convencido que no hay que perder la referencia de la poesía. Nos hace más humanos y más pegados a la tierra ¿ no crees ? Por cierto, planteamos una tirada larga pronto.
ResponderEliminarHa sido un placer dedicártelo Aleandro. El verso que reproducies es Miguel Hernández en estilo puro. cuando volvía a releerlo no paraba de sonar en mi cabeza la música de Paco Ibañez, que también versionó a los poetas españoles del 98 y 27. ¡ Ay los olivos, siempre tan dentro de nuestra historia! Cuando corro del Pantano a Pinos Puente, son los que siempre me acompañan y eso me agrada sobremanera. Saludos
Vacuit, he comprobado las coincidencias cinematográficas y así te lo comentaba en tu blog. Yo creo que mientras podamos ver cada año este cine no todo está perdido. Celebro que hayas podido recordar a Miguel Hernández, un poeta puro.Saludos.
Gracias Joasé Antonio por regalarnos esta poesía tan preciosa...saludos
ResponderEliminarQuerido amigo, cada vez me gusta más este tipo de poesía directa y despojada.
ResponderEliminarSí.
2009 debe suponer una vuelta a la simplicidad, que no simplismo, de la vida.
¿Has leído algo de Murakami finalmente? Devoré Tokio Blues casi de dos sentadas. Inmejorable.
Paco, tenemos que contar con la poesía, siempre. En estos tiempos se torna imprescindible. Podrías sumarte, amigo, a estos miércoles poéticos. Hay buena poesía y prosa relacionada con el correr. Anímate.
ResponderEliminarQuerido Alter, deseando hincarle el diente a Murakami. Ya sabes que adquirí After dark, y es el que pienso leer en primer lugar. Después te lo pasaré a tí para que lo devores.
Es imposible decir que estos versos no emocionan incluso al más despistado.
ResponderEliminarEste gran poeta del pueblo, supo sacar todo el jugo posible en su corta y triste vida. Escribía y plasma sobre todo aquello que le rodeaba.
"Me vistió la pobreza...
"Ningún rey coronado, tuvo gana para ver el calzado de mi pobre ventana."
Estos versos son antológicos.
Saludos republicanos 2009.
Toni Sagrel.