29 noviembre 2013

MÚSICA CLÁSICA: JOSEPH HAYDN (SINFONÍA Nº 94 en G Mayor -Suprise- )

La música clásica es atemporal; de ahí su éxito. Pero si hay algún periodo del año en el que sea muy agradable escucharla es éste. Por tanto, cada sábado de diciembre -si no tercia nada que merezca la pena más- introduciré un corte de algunos compositores que me gusten -y espero que vosotros-as- también-. Comenzaré por Haydn, el compositor austriaco nacido en el siglo XVIII y al que se le considera creador de la sinfonía. Además, mentor de Mozart, según se dice,  y uno de los pocos músico que Mozart llegó a admirar. 
Su obra más conocida es 'La creación', pero a mi particularmente me gustan mucho sus sinfonías, porque ponen en juego la mayor parte de los instrumentos de una orquesta y está dotada de enorme vitalidad y musicalidad. La que inserto, es la  94 en G Mayor -Suprise-, interpretada en este caso por la Orquesta St. Cecilia. No la más conocida del compositor, pero muy estimulante.  




   

27 noviembre 2013

EL DINERO DEL FÚTBOL Y LA SELECCIÓN (IDEAL, 27/11/2013)

He hecho la cuenta por encima y creo que con este ya son cinco los artículos que he publicado en Ideal con relación al fútbol, es decir, protestando y quejándome sobre los privilegios y oscuridad de este opio del pueblo o el reactualizado 'Panem et circenses'. 
Nada tengo contra el fútbol. He jugado muchos años, incluso federado, y me parece un noble deporte, pero no lo que le rodea; no con los privilegios y los oscuros e interesados personajes que lo manejan.
Porque si España está jodida y se está metiendo en cintura a tantos sectores, ¿Por qué el fútbol sigue con esas ínfulas? 
Un artículo que establece un paralelismo con la España rica que fuimos y lo que es ahora, con referencia también a la selección. 
Por si por lo que sea no has podido leerlo en papel, aquí lo reproduzco completo:   



EL DINERO DEL FÚTBOL Y LA SELECCIÓN


          

          Cada día me interesa menos el fútbol, porque la nebulosa que circunda a su alrededor es poco menos que nauseabunda por mor de la excesiva entrega al dinero que, además, cuenta con el beneplácito del gobierno, el cual temeroso de provocar una descomunal protesta e, incluso, una subversión ciudadana, prefiere dejarlo estar y no someterlo a rigores presupuestarios, fiscales o, sencillamente, contables, como sí ha hecho con otros sectores del espectáculo más minoritarios y silentes. Pero eso no es una acción de un gobierno serio. Un gobierno serio tiene que intervenir en el dinero poco claro del fútbol profesional y despejar de una vez por todas las dudas que se generan en torno a este monumental negocio, por lo general, poco transparente.
            Un gobierno serio (¿cuándo tendremos un gobierno serio?) tiene que hacer lo que hacen algunos gobiernos europeos, es decir, imponer que las cuentas de los clubes españoles estén totalmente claras y saneadas para evitar que no tengan esas deudas dantescas a la Hacienda Pública y a la Seguridad Social que tienen la mayoría de los clubes profesionales, mientras que los jugadores cobran cantidades insultantes a la vista del resto de los ciudadanos. Nada tengo que objetar a eso. Si las cuentas fueran transparentes y los clubes se financiaran correctamente a través de lo que pagan el espectador en directo o el televisivo nada objetaría, porque lo mucho que cobren otros no debe ser preocupación de los que no tenemos ese privilegio. Pero todos sabemos que eso no funciona así. Los clubes prefieren hacen fichajes millonarios antes que saldar sus deudas públicas o privadas y un gobierno serio no debería permitirlo.
            Dicho esto, contemplemos el lamentable espectáculo pesetero (esa palabra no debería perderse de nuestro léxico costumbrista, a pesar del euro) que últimamente está montando la selección española y que hace que vaya dejando trozos de su bien ganado prestigio por países sin importancia futbolística. Una selección entregada al becerro del oro gracias a la política que, en mi opinión, dicta el personaje que preside la Federación Española de Fútbol, un tipo que parece estar obsesionado con el dinero y el poder y que  contagia todo eso a directivos, técnicos y jugadores (el dinero es la enfermedad que más rápidamente se contagia). Porque, de qué otra forma se pueda entender que sin sentido, sin lógica y sin ganas, en el momento del año en el que estamos, jugadores ya de por sí riquísimos se planten en países africanos pobrísimos a perder partidos y/o mostrar un lamentable espectáculo. Eso sólo se puede entender si la pretensión no es otra que exprimir al máximo esa máquina de hacer fortuna en que se ha convertido la mejor selección nacional de todos los tiempos. Es algo similar a lo que nos pasaba a los españoles años atrás. Como éramos ricos, no importaba el futuro. Vivir el presente, ganar pasta sin control y gastarla sin mesura era lo importante. Porque el sol no permitía ver los nubarrones que indeleblemente se iban formando en el horizonte.

            Pero se ve que en este país siempre hemos sido así. Es más, estoy convencido que si volviéramos a entrar en la fiebre del ladrillo, volveríamos a repetir el mismo esquema económico que nos ha llevado al desastre. Si perdimos un imperio, lo podemos perder todo. Mucho más el prestigio futbolístico mundial, que no es más que una escaramuza de la ilusión.       

  

26 noviembre 2013

LA MELANCOLÍA DEL OTOÑO

Esta tarde-noche, mientras paseaba por el centro de Granada, me he acordado de la melancolía portuguesa. Siempre consideré que una buena forma de morir en la nostalgia es pasear por una calle de Lisboa en otoño y a una hora tardía. Nada hay más melancólico que eso. 
Y si, durante tu andar solitario, consigues ver pasar un decrépito tranvía vacío que refleje su luz mortecina de pobre neón en la acera, ya conseguirás tener el plano perfecto para que la melancolía rebase tu piel y se extienda como una hiedra por tu cuerpo hasta que consiga acabar contigo súbitamente. Sin duda, es una buena forma de dejar este mundo. Al menos, es una buena forma poética.
Pero no ocurre de ese modo en el sur de España, aunque el otoño es melancólico en cualquier lugar del mundo. De hecho, las hojas caídas que alfombran las calles y  plazas muestran un tapiz de por sí melancólico y deja una leve sensación de sueños pretéritos. Pero en absoluto es Granada una ciudad melancólica. Todo lo contrario: es una ciudad de luz, la cual rebosa, incluso en las noches oscuras. Pero el frío, los escaparates clausurados, los bares semivacios y los pasos lentos hacen que cualquier ciudad lo sea.
Por eso me ha venido Lisboa al pensamiento. Una ciudad seria y de impronta británica, en la que todo es silencio, tanto como el sordo rumor de sus tranvías y en la que la luz del Tajo es insuficiente para eliminar su melancolía. Es más, una de las pocas ciudades en la que llegó a quebrar  un Macdonal. 
Como lo es Évora, la capital del Alentejo y ciudad más importante de la antigua Lusitania romana y en la que descubrí, no sin estupor de los sentidos, que una primorosa primavera puede ser un triste otoño. 
Pero, insisto, Granada no es así. La luz se quedó para siempre desde que fuera iluminada por esforzadas antorchas de su pasado nazarí. Una ciudad que no necesita un gran río que la ilumine. Basta con el blanco lumínico de la Sierra.
Pero la melancolía es un atributo del otoño y por eso me ha venido Lisboa a la mente esta tarde, mientras paseaba -paseábamos- por una hermosa Granada.

25 noviembre 2013

CINCO REFLEXIONES PRENAVIDEÑAS

I
   La Navidad, esa entelequia. Esa frase corta me asaltó cuando presencié las voluminosas y cegadoras luces de Navidad en el Corte Inglés del centro de Granada. Un espectáculo visual, sin duda, que incita al consumo.  Supongo que debe ser así, me dije. Porque la ilusión vende. La de los niños, por supuesto, esa que hace que los padres se arrasquen el bolsillo; pero también la de los mayores que, al menos, se retrotraen en el tiempo y se ven niños.  
   Luces solitarias, que a estas alturas de noviembre aún no vienen acompañadas por las públicas, las propias del ayuntamiento. Éste las conectará dos semanas más tarde. En tiempos de crisis unos necesitan que la luz propicie mayor consume y otros necesitan que la factura de la luz sea menor.     En realidad es triste suponer que las luces van a cambiar algo la perspectiva de la gente en tiempo de crisis. O, al menos, de la mayoría de la gente, la que padece los estragos violentos de recortes de nóminas o la sencilla eliminación de ésta. Sin embargo, otros siguen paseándose en su suntuoso coche por el centro de la ciudad, dejando que las abrasadoras luces se reflejen en los impolutos brillos del capó, como si se tratara de un fiel espejo. Es así como funciona el mundo. Supongo. 

II

    Sin embargo, hubo un tiempo -hace pocos años- en el que todo era distinto: nadie se sentía víctima de crisis alguna. La ciudad poblada de grúas y las hormigoneras móviles sin detenerse durante las veinticuatro horas. Caras rebosantes de felicidad fatua y pieles de zorro o de visón en los nada elegantes cuellos de señoras de mediana edad, no hechos para estos menesteres. Grandes puros, grandes y suntuosos coches, grandes barrigas repletas de codillo, grandes de todo. Era otro tiempo. Pero ya pasó. 
    Recuerdo aquellos años con inquietud. Me asfixiaba en la calle ante tanta estulticia, ante tanta exhibición vacua. Había algo que no comprendía, pero años después lo comprendí -todos lo comprendimos- cuando se desmontaron esas grúas y se detuvieron esas hormigoneras móviles.

III

   ¿Dónde está ese dinero? ¿A dónde se fue? Pareciera que haya desaparecido por el arte de birlibirloque, como eliminado por un fuerte ácido sulfúrico altamente corrosivo, mucho más fuerte que el utilizado por Walter White en Breaking Bad. 
    Debió irse hacia alguna parte. Al parecer, los bancos no lo tienen o lo tienen y lo han desviado a otros lugares emergentes; tampoco, los constructores -o al menos eso mantienen-; tampoco, el gobierno. Parafraseando a lo que dijera Guillermo de Baskerville (¿Dónde están los libros? ): ¿Dónde está el dinero? 

IV

    El Corte Inglés tiene clara nostalgia de esa época de gasto descontrolado. El paradigma de las clases medias y medias altas tiene nostalgia. Es lógico. Y, quizá, por eso conecta sus luces, fiel y puntual, como siempre. Para que parezca que nada ocurre, que todo sigue igual. Pero nada sigue igual. 

V

Cuando llegó el día anunciado y el mayor y más conocido centro comercial de la ciudad no encendió sus luces navideñas, casi todo el mundo sintió indiferencia. No hubiera sido así en años anteriores, pero ese año que ya se iba evaporando no había sido en absoluto el mejor de todos".
Así es como comienza un cuento de Navidad que escribí. Un presagio de lo que podría pasar pero que, finalmente, no ha pasado. Quizá, por suerte.
  

23 noviembre 2013

MÚSICA: EPICA (Holanda, 2003-Actualidad)

En mi opinión, Epica (Holanda) es una de las mejores bandas de metal sinfónico y gótico que existen en la actualidad. Una banda que cuida y arregla sus temas como pocas y que posee una de las mejores voces femeninas (Simone Simons) una voz mezzo soprano que es muy adecuada tanto a las voces guturales masculina de Mark Jansen (ex After Forever) como para la instrumentalización clásica con la que suelen actuar en muchas ocasiones. También es una voz que va muy bien para la fuerte presencia de las dos guitarras y el bajo. 
De todos sus discos, el que más me convence es el que da título a este vídeo que inserto, 'The Phantom Agony', un trabajo de 2003 que probablemente es el que le lanzó a la fama mundial. Es un trabajo muy cuidado, que incluye en estudio y en directo la intervención de una orquesta clásica como podemos ver. En mi opinión, es un de los mejores discos de este género. 
Como ya he comentado, además de la voz femenina de la joven Simone Simons, utilizan la voz gutural masculina de Mark Jensen, que se ocupa también de una guitarra, otra guitarra más, bajo y teclado más sintetizadores, algo que define mucho a un grupo de metal sinfónico y gótico, sin que eso evite que se introduzcan de vez en cuando en el metal progresivo. También son dados a los coros. 
Os aconsejo que os hagáis con el disco.

20 noviembre 2013

IMAGINAOS QUE NOS OFRECEN IRNOS A UN PAÍS QUE.....

Imaginemos que somos apátridas y nos ofrecen irnos a un país que tiene estos 'nimios' inconvenientes:

-Una monarquía en continúa sospecha, con miembros imputados o a punto de estarlo (y si no lo están ya es por son quienes son y no hay güevos), mientras que la clase política, la judicial y la prensa los siguen protegiendo contra viento y marea.   
-Una clase política dotada de enormes privilegios y exenta de control. 
-Una clase empresarial que, por lo general, cuenta con una caja b más grande que la a.
-Unos partidos políticos que ajenos al artículo 6 de la Constitución se pasan la democracia interna por el forro.
-Unos sindicatos mayoritarios que ajenos al artículo 7 de la Constitución ni se molestan en defender los defender los intereses económicos y sociales que le son propios (los de los trabajadores) y viven instalados en las subvenciones gubernamentales.   
-17 Comunidades Autónomas y 2 ciudades autónomas que, no sólo van a su bola, sino que cada vez necesitan más financiación para seguir protegiendo sus intereses particulares (las de sus gobernantes, claro está), y cuyos casos de corrupción institucional no está ni en los manuales de Ciencia Política. 
-Un Poder Legislativo inexistente y entregado al Ejecutivo.
-Un Poder Judicial cada vez menos independiente.
-Una Fiscalía General que manda en todos los fiscales de carrera del país y cuyo Fiscal General es nombrado por el Gobierno.
-Un Tribunal Constitucional que es cada vez más político y cada vez menos intérprete de la Constitución.
-Una Constitución obsoleta y retrógrada, que nadie parece tener interés en reformar.
-Un sistema electoral pensado para que sólo favorezca a los dos partidos que se alternan en el poder y que, lógicamente, ninguno de ellos está interesado en reforma.
-Un Tribunal Supremo que cada vez dicta resoluciones judiciales más incomprensibles.
-Un gobierno y un legislativo que no dictan normas para evitar que tribunales exógenos puedan meternos los dedos en la nariz.
-Una tasa de empleo galopante que va camino de cargarse -si no lo ha hecho ya- a las clases medias y está provocando que los jóvenes más preparados tengan que emigrar cada vez más a Europa, Asia y América.
-Unas eléctricas que se comen con sus recibos la mitad de la nómina de los españoles ante la inactividad del gobierno que, eso sí, es donde se jubilan sus miembros con enormes emolumentos.
-Unos ayuntamientos que cada vez imponen más tasas a los ciudadanos porque alegan que el gobierno y las comunidades autónomas (que por lo general gobiernan sus propios partidos) no les envían el suficiente dinero para asumir sus competencias.  
-Un país al que llegan cada año miles emigrantes para ser favorecidos por los despojos del sistema de bienestar social que una vez parece ser que hubo y que danzan a sus anchas sin control. 
-Un país en el que el sistema educativo público cada vez es más privado, a pesar de que cuesta un pico mantenerlo.
-Uno de los países con más carga impositiva de Europa, pero con menos servicios públicos. 
-Un país con nacionalistas que se levantan cada mañana con la amenaza de convocar un referéndum ídem pero que jamás lo hacen porque lo que pretenden es más pasta para alimentar a sus burguesías rampantes. 
-Un país cuyo gobierno rescata a la banca pero no a los ciudadanos.
-Un país que permite que la banca rescatada eché a la gente de sus casas y que además le siga pagando una deuda que ellos mismos inflaron. 
-Un país en el que más ganan los futbolistas de todo el mundo, a pesar de que a los clubes no se les mete en cintura en cuanto a deudas con la Hacienda Pública y la Seguridad Social.
-Un país en el que la función pública cada es más denostada, cuando debería ser la garante del servicio público.
-Un país cuya ciudadanía, en gran parte, parece estar cómoda con la corrupción.  
-En definitiva, un país que una vez creyó ser rico y que se desangra por los cuatro costados por mor de la bestial deuda galopante.

Y a cambio nos ofrecen: 

-Sol.
-Playas.
-Tapas y paella. 
-Una selección de fútbol que te cagas.

¿Te irías a ese país? 

18 noviembre 2013

ONÍRICO

 
    Vengo de lejos y he visto cosas que nada tienen que ver con la distancia. Allí donde las flores son grandes y los cerdos diminutos. He visto grietas en el cielo y nubes en el suelo, pero el sol lucía como siempre y aguardaba a la luna a que tomara el relevo. Nada de otro mundo.
  He andado por caminos transparentes, a cuyos lados las acequias rumoreaban el agua negra, pero el otoño seguía siendo igual de hermoso como en todas partes. Y las hojas caían con ese estrépito de sordo silencio con que nos acostumbra esta estación misteriosa del tiempo. Y las hojas eran libros, como una biblioteca salvaje.
               No recuerdo haber bebido en fuentes diáfanas. Agua. Agua por doquier que no manaba de las fuentes sino de los árboles. Árboles. De ensueño. Árboles de libros.
               He buscado un sitio en el que detenerme para recobrar el aliento, pero no lo he encontrado. Tan solo caminos de origen desconocido que atravesaban campos de maíz abandonados.

              Pero por fin he regresado y ahora todo parece un inquieto sueño. Pero fue real como son los sueños.  Según dicen los que mucho han soñado. Los que se han sumido en una especie de vigilia repleta de imágenes. Y sentidos.
            Y ahora en la distancia todo es más cierto, tanto como se quiera asumir. Nada escapa al alma humana. 

           Por José Antonio Flores Vera
            


UN VIAJE A PARÍS (I)

Existen ciudades que pueden ser contadas y otras que tiene que ser visitadas para poder contarse. Entre estas últimas está París.      No es...