De nuevo el fútbol ha protagonizado un artículo publicado en el diario Ideal. Y es que el fútbol me interesa cada día más a nivel sociológico en la misma medida que me interesa cada vez menos a nivel deportivo. Y no porque no sea un deporte. Lo es en los niveles más bajos y más alejados de la profesionalidad. Pero cuando entra en ésta, los argumentos son económicos y crematísticos. Unos intereses que, además, están casi siempre al margen de los regulados. Dinero negro, enjuagues, capitales desconocidos, evasión fiscal. Y por encima de todo el circo moderno que es capaz de aglutinar en torno a él todo el orbe mediático. Como bien digo en el propio artículo: que el circo entre en la propia casa del ciudadano. Y, para colmo, a los políticos les ha salido un grano en el culo el día antes de las elecciones más pequeñas y menos importantes para los ciudadanos, por mucha Europa que haya en juego: la final más mediática de Europa. Y como tal, todo el empuje mediático va a estar de parte de circo deportivo, con dos equipos -para colmo, también- españoles. De todo eso trato.
Por tanto, si no ha sido posible que lo pudierais leer en papel, algo que es normal cuando Ideal no alcanza límites geográfico que sí alcanza Internet, lo reproduzco aquí en el blog.
Espero que os diga algo.
FÚTBOL Y ELECCIONES
Dos enormes acontecimientos se darán cita en los
últimos días de este mes. Y en ambos mucha gente se la juega, aunque por
distintos motivos. Fútbol y elecciones, a nivel europeo.
Una
prueba evidente de que el español medio ya le habla de tú a Europa, a pesar del
maltrato que ésta nos viene infligiendo por aquello de la crisis y no haber
tenido los deberes económicos hechos a tiempo. Algo así como el colegial pésimo
con las matemáticas pero virtuoso con el balón en los pies, que es tal vez como
nos ven más allá de los Pirineos. Pero al menos nos ven, que en estos tiempos
no es difícil desaparecer como país y como ciudadano cuando los credenciales
consisten en tener los bolsillos vacíos y el futuro raquítico.
Pero
al menos queda nuestro fútbol, nos decimos, que no es otra cosa que un
espejismo fabricado para dar contenido a los sueños. Pero como los sueños no
están fabricados del mismo material que la realidad, no conocen ni de cifras ni
de deudas. De hecho no debe ser otro el motivo por el que el fútbol aún no ha
atravesado como es debido el desierto de la carencia y la ignominia que ya han
sufrido todos los seres sintientes en este irreal país. Entre otras cosas,
porque hay un marcado interés extradeportivo para que eso siga siendo así. Si
ya lo hizo la poderosa Roma con sus afamados gladiadores en momentos de crisis
imperial cuando aún no existían los poderes mediáticos, sería absurdo no
hacerlo ahora con las múltiples posibilidades que hay para que el circo entre
en la propia casa del ciudadano.
Y
ante tal acontecimiento universal que representa el fútbol, me temo que muy
poco se podrá hacer para que el otro gran acontecimiento que representan las
elecciones europeas ocupe algún lugar en la atención del ciudadano ese fin de
semana cargado; si bien, si somos francos, el fútbol de forma aislada no puede
ser juzgado por restar protagonismo a las urnas que decidirán en veintiocho
países cómo nos lo montamos en Europa otros cuatro años. Ese mérito no puede
ser más que imputado a quienes dirigen al cotarro, un ingente ejército de
políticos muy bien pagados y burócratas que según opinión generalizada poco
hacen por elevar el nivel de vida del ciudadano al que gobiernan. Y si esa
ilusión no ha brotado en los últimos cuatro años, ni en los anteriores, ni en
los anteriores a éstos, poco se puede hacer en pocos días que, además, llegan
tan cargados de emociones futboleras, mucho sol y mucha playa.
Pero
aún así, no dejaremos de escuchar cantos lastimeros de políticos patrios para
evitar la alta abstención electoral que se espera. Habrá discursos pasionales
sobre lo que nos jugamos los demócratas y encendidas diatribas acerca de lo
mucho que está costando llevar a buen puerto el proyecto de la progresiva unión
de los países europeos. Incluso, hasta es probable que algún que otro político
más lanzado intente terribilizar con el discurso hegemónico y antieuropeo de
Rusia, pero poco o nada de eso servirá para que el ciudadano español se
ilusione ante unas elecciones que cada vez se perciben más lejanas. Y si es eso
lo que se está cociendo en España, imaginemos lo que podrá estar considerando a
estas alturas el ciudadano portugués y griego, los cuales con toda probabilidad
estarán también más pendientes del espectáculo futbolero que del futuro de
Europa. Los primeros por ser la sede de la gran cita futbolística y los
segundos por aferrarse a cualquier divertimento que les haga olvidar su actual
triste papel en el viejo continente.