31 enero 2020

TRISTEZA DE ENERO (PERIODICO IDEAL, 31 DE ENERO DE 2020)

La imagen puede contener: texto

                                                                                                           


                                                                                                        Por José Antonio Flores Vera

Dicen que enero tiene el lunes más triste del año. Una tristeza que es fronteriza con la melancolía. Por su propia naturaleza los lunes son tristes. La tristeza entra por la ventana de la sala de estar el domingo por la tarde, y ya se queda a dormir en casa como ese invitado indeseable al que no es posible convencer para que se vaya a un hotel. Porque las habitaciones de los hoteles también son tristes. Lo son todo el año.
Este año he decidido fijarme en ese lunes triste de enero, en los rostros de la gente que pasa por la calle, pero no ha sido tristeza lo que he visto sino apatía. Una apatía que se va formando a base de hartazgo. Es posible que el exceso navideño tenga mucha culpa y hasta el próximo festivo aún queda mucho. Es como si la tristeza o la melancolía o la apatía no tuvieran nada que celebrar.
En enero los días son fríos, incluso donde no hace frío. El sol se asoma muy levemente, como si quisiera despedirse para siempre. Y todo eso tiene mucho que ver con el estado de ánimo. También el cargo de la tarjeta de crédito de los excesos de diciembre. Esa alegría material que se hace número y que luego duele. Por eso enero es bueno para la introspección. Para ajustar cuentas con la reflexión y los sentidos. Un mes más alejado de lo material a pesar de las rebajas. Posteriormente llegará febrero que de manera imperceptible irá dando color a las cosas, como si fuera preparando la primavera en la que ya se verán las cosas de otra manera. Habrá más presencia en las calles. Y más terrazas. Y más ruido. Los gritos ahogados reverberarán por las esquinas.
En realidad, enero es nuestra hibernación natural como si algo de nuestros antiguos genes de animales prehistóricos de vocación reptiliana necesitaran manifestarse una vez al año. Pero ocurre que nuestra hibernación humana casi nunca es compatible con nuestras obligaciones sociales y laborales. Por eso son tan ansiadas las vacaciones posnavideñas: para hibernar; para desaparecer de la calle; para poder encerrarse en las cuatro paredes del hogar, para no estar. Casi para no existir. 
En una sociedad tan digitalizada como la nuestra, en la que Internet y las redes sociales tienen cada vez más presencia en nuestras vidas, hasta el punto de que ya no es fácil saber qué tanto por ciento es virtual y qué tanto por cierto es físico, la impronta de enero también es muy notoria. El interés por comentar y exhibirse es menor, como si se tratara de una especie de hibernación digital, una especie de introspección virtual muy necesaria para replantearse los excesos del resto del año, para decidir qué proyección queremos dar de nuestro yo virtual en el futuro. Por tanto, enero es purificador. Lo es tanto en el ámbito real como en el virtual. Una purificación que podría ser la respuesta real a esos propósitos de principio de año que jamás se cumplen. 


02 diciembre 2018

EBOOK: RELATOS Y ARTÍCULOS DE VIAJES: ROTHENBURG



Si nadie le cuenta al hipotético lector nada sobre el pueblo de Rothenburg no habrá forma de imaginarlo a pesar de haber llegado ya a su pequeña estación de tren, de presencia tan poderosa en cualquier rincón de Alemania. Una estación correcta, ni nueva ni vieja, y un paisaje a su alrededor que le dice poco al viajero. Y aunque nada sepa de esta población, de casi once mil habitantes, es posible que alguien le pueda filtrar que se trata, quizá, de la urbe alemana más visitada por turistas japoneses. Ese dato lo pondrá en guardia porque es conocido que nuestros lejanos vecinos de la tierra del sol naciente eligen los rincones del planeta, por muy recónditos que estén, en función de su atractivo fotografiable. Por tanto, el viajero se dirá que debe estar ante un lugar verdaderamente singular.
Y lo está.
El viajero ya iba arengado por la singularidad del sitio, pero eso no fue suficiente. Es una población que, quizá, ya se haya soñado y, tal vez, no se sepa (porque de todos es conocido que la mayoría de los sueños se olvidan al despertar). Una población que ya se ha visto en la imaginación o en alguna película o se ha imaginado leyendo algún cuento medieval. Pero nada será comparable a ese elixir que correrá por sus sentidos cuando el viajero alcance a contemplarla con sus propios ojos. Lógicamente, ayuda mucho el hecho de verla totalmente ataviada de adornos navideños, pero según le contó su acreditada acompañante, también en primavera es una ciudad-espectáculo. Probablemente, lo sea todo el año.
La mayor parte de pueblo —es posible que todo—, está dentro de una antigua fortificación, que conserva sus murallas y su exquisita puerta de entrada, que también existe en la parte suburbial. Ambas puertas —ignora el viajero si habrá una tercera— son tanto de entrada como de salida y al contemplarlas es posible imaginarse, en tiempos ancestrales, el acceso o la salida de los carruajes medievales tirados por caballos pecherones propios de Baviera. No cuesta mucho hacerlo. Incluso, por muy poco desarrollada que esté la imaginación del visitante que mire con ojos asombrados.
Quiso el destino –o su belleza— que Rothenburg no fuera destruido por los países aliados durante la liberación de la Segunda Guerra Mundial, gracias —le cuentan al viajero— al parentesco de un señor de la guerra norteamericano con alguien de la ciudad. Es un privilegio del que gozaron muy pocas ciudades alemanas. Pero también mucho habrá que deber a sus gestores, los cuales han sabido conservar su estado primigenio, hasta el punto de parecer detenido en el tiempo.  Por tanto, sumergirse en ese entorno es vivir como en una especie de cuento; es como vivir dentro de un pueblo de juguete y durante toda la visita el viajero, su pareja y su acompañante no dejan de preguntarse por el momento de sus vidas en el que ya han creído ver este lugar, aunque tan solo fuera en visión onírica (el viajero insiste mucho en ese hecho, pero esas fueron las notas que tomó in situ). Lógicamente, no es tarea fácil saberlo, como nunca lo es acordarse de todo lo que se ha soñado, como ya se ha comentado.
Una vez traspasada la puerta amurallada de entrada, presidida por dos coquetos tejados terminados en punta, que le recuerdan a los que coronan muchos de los edificios del Madrid de los Austrias mayores, una empedrada calle repleta de comercios, elegantemente ataviados con sus productos y motivos navideños, los deposita en su curiosa plaza central, la cual está presidida por un enorme árbol natural de Navidad, repleto de pequeñas guirnaldas de diversos colores. Además, para la ocasión, la plaza está rodeada por pequeños puestos navideños, en los que se venden artículos y productos propios de la época, y se dispensan salchichas cocinadas al estilo bávaro, licores y el siempre presente vino caliente, que tan bien sienta a los helados cuerpos e impresionados espíritus de los visitantes.
La plaza mayor o principal, enclavada en una leve pendiente, no es circular pero tampoco rectangular. Se podría decir que no tiene una forma geométrica definida. El aspecto que presenta invita—consideró el viajero— a embriagarse del ambiente y de paso iniciar el ritual que cientos de personas a esas horas de la tarde ya están llevando a cabo: tomar un vino caliente y alguno de esos fuertes licores bávaros, líquidos contenidos en unas pintorescas jarras decorativas —que pueden ser adquiridas como recuerdo o recuperar el dinero que se deja a tipo de fianza—. Por tanto, bien abrigados y con las jarritas en sus manos, el viajero y sus acompañantes comienzan a deambular por todas y cada una de las calles que surgen desde la misma plaza. En esos momentos, no son las piernas las que caminan: es la imaginación y la infinita capacidad de asombro. Todo lo que ven los atrapa. Se detienen ante el escaparate de una repostería y cuando aún no lo han decidido ya están dentro del comercio comprando alguno de sus exquisitos dulces con forma de bola; se detienen ante el escaparate de motivos navideños y cuando aún no está decidido ya están dentro guiados por sus sentidos y sus ojos, asombrándose con todo lo que ven: figuras de madera de todo tipo, adornos de belenes y árboles navideños inimaginables e infinitos, relojes cucús de todos los tamaños y formas.... Nada parece faltar en las abigarradas y decoradas tiendas. Pero, aun así, todavía no sospechan lo que se van a encontrar a continuación, algo que supera con creces a todo lo que han visto hasta ahora en cuanto a decoración y motivos navideños. Se trata de la fastuosa tienda museo Käthe Wohlfahrt. Advirtamos previamente que el disfrute de este sitio conlleva poseer, al menos, unos gramos de espíritu navideño. Y si esos se poseen, dejarse llevar por sus laberínticos pasillos, perfecta e inimaginablemente decorados, puede ser una de las mejores experiencias propias de esta época jamás vivida. Un pasillo conduce a una sala enorme, y de esa sala enorme salen nuevos pasillos que desembocarán en otro gran espacio en el que se podrá contemplar un árbol de Navidad gigantesco, abigarrado de todos los motivos y luces navideñas posibles junto al cual se señorea un trineo a escala real repleto de regalos en el que se sienta una figura de Papá Noel también a escala real y que es arrastrado por renos de tamaño natural que parecieran labor de taxidermista.
Por tanto, a estas alturas del recorrido el viajero ya se encuentra tan atrapado y embebido por el espíritu navideño que se plantea quedarse a vivir allí. Hasta ese momento creía que este tipo de cosas tan solo se veían en las películas navideñas hollywoodienses de alto coste que inundan nuestras pantallas en estas fechas.
Cuando salen de aquel sitio, aún con los ojos repletos de la infinita plasticidad que acaban de ver, les aguarda el espectáculo de la noche en las empedradas y coquetas calles de Rothenburg. Y, entonces, se abre ante ellos una nueva perspectiva. Las luces de las calles, las guirnaldas de sus árboles y la exquisitez de sus comercios los invitan a patear de nuevo los lugares que ya habían visto a pleno luz del día, sin que a ninguno se les ocurriera ni tan siquiera referirse al momento de despedirse de ese mágico pueblo de la Baviera alemana.
Pero había que hacerlo si querían llegar a buena hora para apurar sus últimas horas en Würzburg y dar buena cuenta de una inolvidable última cena. Así que cuando salían por el arco por el que habían entrado unas horas antes, el instinto les decía que era mejor que no miraran atrás, como suele ocurrir en las sentidas despedidas. O quizá, en los mismos sueños. Una vez en el tren de regreso comprendieron que ese lugar ya iba a formar parte de sus recuerdos más selectos. Probablemente, para el resto de sus vidas.  

El viaje a Würzburg está incluido en Cuatro ciudades bávaras del ebook: Artículos y relatos de viajes, disponible en Amazon

29 noviembre 2018

EBOOK: RELATOS Y ARTÍCULOS DE VIAJES: NÙREMBERG


La ciudad bávara de Núremberg está marcada por la historia reciente. Citar a Núremberg conlleva, necesariamente, referirse al largo proceso judicial que allí tuvo lugar entre el veinte de noviembre de 1945 y el uno de octubre de 1946 contra funcionarios, responsables y colaboradores del régimen nacionalsocialista dirigido por Adolf Hitler.
El Derecho Penal Internacional no estaba todavía asentado, pero aún así las naciones aliadas, vencedoras de la Segunda Guerra Mundial (EE. UU., URSS, Gran Bretaña y Francia), decidieron juzgar a quienes cometieron crímenes contra la humanidad, basándose en un documento jurídico denominado la Carta de Londres que posibilitaba la creación de un Tribunal Militar Internacional compuesto por avalados juristas de estos cuatro países. Porque, para asegurar la futura convivencia, no era posible ignorar este tipo de crímenes.
Sin embargo, la segunda ciudad más importante del länder bávaro es mucho más que eso. Es innegable que su protagonismo, antes, durante y posterior a la Segunda Guerra Mundial le añadió una impronta que antes no poseía, pero también lo es que esta ciudad atesora una historia propia que se remonta al año mil cincuenta de nuestra era (año en el que aparece el nombre de la ciudad citado por primera vez documentalmente), pero que data desde la existencia del Imperio Romano de Occidente, dato fundamental para comprender el porqué de la elección de esta ciudad como uno de los puntos geográficos fundamentales de la obsesión hitleriana.
El hecho de que la urbe, verdaderamente, florezca a partir del Siglo XI conlleva que su trazado histórico aún conserve el diseño medieval, a pesar de la devastación infligida por la aviación aliada. Sin embargo, el tesón alemán y las grandes sumas invertidas por las naciones vencedoras de la Segunda Gran Guerra permitieron que resurgiera de sus cenizas basándose en los planos originales del Medievo. Ciudad también marcada por la Reforma Luterana, conserva aún su creencia protestante a la vez que la católica, ambas en perfecta armonía. No en vano el contribuyente alemán auspicia con sus impuestos a ambas confesiones de forma generosa.
Cuando el viajero contempla Núremberg por primera vez comprende que está ante una ciudad que cuida su pasado, su historia y sus tradiciones. Y si esa visión coincide durante el periodo del Adviento todo puede convertirse en mágico. Eso sí, se ha de estar dotado de un saneado espíritu navideño o, al menos, no estar en conflicto con este periodo. Y si se cumplen esos requisitos básicos, el disfrute de las calles, plazas, monumentos y comercios es máximo. No en vano, su Christkindlesmarkt (mercado de Navidad) pasa por ser el más famoso del mundo y uno de los más antiguos que aún permanece. Lógicamente, ayuda que el entorno esté tan cuidado y que posea uno de los cascos históricos peatonales más grandes de Europa.
Pero pongámonos en situación: el español celebra la Navidad aupado por la tradición. Decora su vivienda, sus espacios comerciales, sus calles, plazas y edificios, pero eso no bastará para comprender la impronta navideña que se respira en cualquier ciudad alemana. El ciudadano español, por lo general, cuida los detalles navideños, no lo duda el viajero, pero eso no bastará para pugnar con cómo los cuida el ciudadano alemán.
Se observa claramente en sus calles, en sus comercios, en sus casas. No sabe el viajero bien por qué, pero tiene la sensación de que pocos países en el mundo interpretan la Navidad como se interpreta en Alemania. Pero si la imaginación del hipotético lector de este relato —que no haya visitado aún Núremberg en esta época— tuviera a bien realizar un mayor esfuerzo, nada de éste podrá aún ni acercarse a la impronta navideña que sus sentidos captarán cuando se asome a esta ciudad bávara, imaginación que le servirá para guiarse por las distintas ciudades que irán apareciendo en estas crónicas viajeras de este länder. Una Navidad que ya hemos presentido en nuestro subconsciente pero que aún no conocemos; y cuando ya la hemos conocido, sabemos a ciencia cierta que era la que dormitaba en ese subconsciente.
Pero no se trata tan solo de la Navidad. Veamos, por ejemplo, sus bares y restaurantes. No es fácil para el viajero resumir cómo son ni, tan siquiera, le es fácil hacer una somera exposición del servicio que en ellos se recibe. Tan solo podría decir algo que, tan solo de forma atribulada, podría acercarse a una definición torpe: tradición. Tradición en la comida, en la cerveza, en sus diversas viandas servidas de forma especial. En la propia configuración de las —por lo general— amplias estancias. Pero ya habrá lugar de hablar de estos templos gastronómicos, aprovechando esas visitas a las cuatro ciudades que integrarán estas crónicas.
O, por poner otro ejemplo de tradición y amor a sus raíces, la renovada y permanente memoria de uno de sus hijos más dilectos: el pintor y escultor Alberto Durero. De hecho, su Casa-Museo parece haberse detenido en el tiempo, tanto como el entorno. Y no sería exagerado afirmar que el espíritu de su figura eminente aún transita por las calles y plazas de Nùremberg —su querida ciudad, en la que nació, vivió y murió—, y que esto se concibe como un orgullo pequeñopatrio para el ciudadano.
Definitivamente, una frase vino a la mente del viajero cuando paseaba por la ciudad: verdaderamente esta ciudad parece de juguete. Sin duda, una apreciación torpe, que en una exposición más amplia podría significar que se patea por una ciudad recién sacada de un cuento; una ciudad de esas en la que no se concibe que haya suciedad, excrementos varios, coches y ni tan siquiera avances modernistas. Una ciudad que podría ser un decorado y, a la vez, un lugar para vivir en sí, porque el diseño de sus muchas calles empedradas, sus medievales puentes y edificios y su calmado río Pegnitz, que rompe en dos su casco histórico, así lo manifiestan al cielo. De ahí que saltar de esa ciudad ensoñadora a la terrible realidad que atesora no sea un ejercicio fácil, aunque sea inevitable. Porque inevitable es conocer la megalomanía nazi de su colosal sede congresual a imagen y semejanza del gran circo romano y su ajada tribuna del Campo Zeppelin. Y es en ese aspecto en el que hay que loar la compleja y meritoria objetividad teutona a la hora de abordar en sus museos tanto la documentación que se baraja de la presencia nazi en la ciudad como la exposición detallada de lo acaecido en los procesos celebrados en su aún vigente Palacio de Justicia. Un chute de historia sin parangón.

El viaje a Würzburg está incluido en Cuatro ciudades bávaras del ebook: Artículos y relatos de viajes, disponible en Amazon

25 noviembre 2018

EBOOK: RELATOS Y ARTÍCULOS DE VIAJES: WÜRZBURG


Würzburg 


Cuando el viajero llega a Würzburg —ubicada a unos cien kilómetros al noroeste de Núremberg—, ya en noche cerrada, se encuentra ante una ciudad solitaria. Una estación de tren, propia de una urbe media de unos ciento treinta mil habitantes —contando todo su término municipal—, conduce a la avenida principal en la que afloran múltiples comercios y algunas grandes superficies.  
La calle está partida por las vías del tranvía en sentido doble y es utilizada indistintamente por vehículos privados y las sempiternas bicicletas. A lo lejos se aprecian altas torres de múltiples iglesias. Nuestra acreditada cicerone, que con tanta gratitud nos acoge en su domicilio y allí residente desde hace algunos años, nos cuenta que es una ciudad con muchas iglesias.
No podría afirmarse que le pareciera al viajero una ciudad triste ni que el frío fuera considerable en ese momento para tratarse de una ciudad ubicada en el noroeste del länd de Baviera, en la región de la Baja Franconia. Un posterior callejeo le abre una ciudad mucho más amplia, dotada de un esplendoroso y alegre alumbrado navideño, el cual contrasta con la soledad de sus calles y plazas. Sin embargo, los puestos del mercado navideño, silentes y ya clausurados a esas horas, no le ofrecen argumentos para creer en esa alegría. Pero, unos metros más allá, el romántico y solitario —a esas horas ya tardías para una ciudad alemana— puente de Carlos sobre el río Meno, el cual desembocará en el Rin, le sorprende por su belleza y lo invita a unas vistas nocturnas protagonizadas por la fortaleza de Marienberg, que se corona orgullosa a la izquierda, y un cauce fluvial amplio y caudaloso. El resultado del agradable callejeo por el centro de la ciudad lo convence de que se trata de una ciudad próspera y que, a pesar de la casi total destrucción infligida por la aviación británica durante la Segunda Guerra Mundial, hoy día conserva ese sabor antiguo propio de esta zona de Alemania. Esa idea permanece en su mente y la corrobora la visita al agradable restaurante en el que tiene mesa reservada en compañía de su pareja y su acompañante, que ya dijo era una acreditada cicerone.
El Backföfele, que así se denomina el restaurante, está ubicado en un antiguo barracón o amplia cuadra, cuidadosamente restaurado y decorado. No es el tipo de restaurante que se tenga la oportunidad de ver a diario. Repleto de detalles y esmerada decoración, se adereza con los elegantes motivos navideños. Las mesas, repletas de comensales, se ubican arracimadas sin una estructura ordenada, pero al mismo tiempo, exentas de improvisación. Se compone de varios comedores perfectamente comunicados y dotados cada uno de ellos de una decoración algo distinta, pero encuadrada en una misma categoría de decoración de impronta rústica. Unos espacios cuentan con más iluminación que otros, pero eso tampoco forma parte de la improvisación. A estas alturas del viaje, el viajero comienza a comprender que existe toda una vocación detallista en los restaurantes alemanes, algo a lo que ya se ha referido y, seguramente, lo seguirá haciendo. Otro elemento a tener en cuenta en la restauración alemana es el buen servicio. Así que, en poco tiempo, el viajero y sus acompañantes son atendidos por una camarera que les indica con amabilidad que no todos los platos están ya disponibles. Son más de la diez de la noche y a esa hora no es fácil que los restaurantes alemanes ofrezcan todas las viandas de su carta ya que van cerrando su cocina de manera paulatina. Aun así, hay mucho donde escoger: carnes cocinadas de distintas formas, amplias ensaladas generosas en verduras, quesos fundidos y guisos diversos. Quien acompaña al viajero y a su pareja, familiar de ellos —que aún no lo había mencionado— y, como ya ha dicho, residente en la ciudad, va traduciendo la carta y en pocos minutos la pequeña pero coqueta mesa que ocupan se llena de diversos manjares. Pero la cerveza en este país siempre merece una atención especial. Se trata de Alemania y no es fácil decantarse por alguna en concreto, sobre todo para un cervecero vocacional como es el viajero: Pilsen, tostada, de trigo, negra..., todas las imaginables abundan y de todas las marcas. Así que continúa su particular festival de cerveza, ya comenzado en Núremberg y que ya no acabará en todo el viaje. Un comensal vecino, comprendiendo la buena impresión del viajero y sus acompañantes, quizá orgulloso de su ciudad y sus restaurantes, se ofrece para hacerles una foto. Lógicamente, aceptaron. Porque es bastante habitual que en cualquier ciudad alemana sus ciudadanos se dirijan al visitante con absoluta espontaneidad, haciendo añicos el mito de la frialdad de trato teutona.  
La misma ciudad, que por la noche la encuentra el viajero serena y tranquila, por la mañana es otra. Lo aprecia enseguida cuando baja a comprar pan recién hecho, que en este país es mucho más que una rutina diaria. La panadería de enfrente de la casa en la que se hospeda está a rebosar en ese momento, tanto de clientes como de variedad panificadora. Por mucho que ya haya observado estas fastuosas panaderías que abundan por doquier en cualquier ciudad alemana, jamás podrá acostumbrarse al espléndido espectáculo de las estanterías repletas y perfectamente ordenadas de panes de todo tipo, tamaño y color. Es algo que forma parte de la cultura alemana y una de las cosas que mayormente disfrutará el viajero que visite este país. Las calles a hora temprana ya están repletas de gente que, junto al abundante comercio e incesante paso de los tranvías de atrevido colorido, forman un espectáculo único. El viajero vuelve a tener la misma sensación que ya tuvo en Núremberg: parece una ciudad de juguete. Piensa también que una nueva versión moderna de Canción de Navidad de Charles Dickens podría encontrar aquí su mejor decorado si se le añade nieve.   
Él y su pareja —ya sin su cicerone, que trabaja ese día—, callejean distraídos por la ciudad en busca de sus lugares más emblemáticos y en breve se topan con la Residencia de Würzburg, una impresionante mole de estilo barroco, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y cuya función principal fue servir de residencia de los obispos de la ciudad.  No lejos de allí, también se topan con la vistosa catedral de San Kilian, de estilo románico, que consta de dos amplias naves. Su concepción es muy sobria, pero elegante. En su puerta principal hay un enorme árbol de Navidad (porque como ya ha dicho en el relato sobre Núremberg estamos en plena fecha de Adviento) y al fondo de la animada calle, repleta de comercios, se atisba el puente de Carlos, formando todo ello una estampa idílica. Le recuerda un poco al de Praga, con el que comparte nombre y que ya conoció unos años antes.
En pleno centro de la ciudad, está ubicado su Christkindlesmarkt, que ya lo vio cerrado la noche anterior. Mucho más pequeño que el de Núremberg, se trata de un mercado navideño muy coqueto. Sus puestos guardan una gran armonía entre sí y cada uno de ellos parece obedecer a una especialización temática. Cerrando el mercado, se ubica un puesto de mayor tamaño que dispensa todo tipo de viandas propias de la gastronomía alemana: salchichas de todos los tamaños, carnes guisadas de distintas formas y el siempre preciso vino caliente propio de estos climas tan extremos. El mercado está muy concurrido de ciudadanos de Würzburg y visitantes. Entran en un pequeño puesto, repleto de motivos navideños, y vuelve a sorprenderlo su cuidada decoración. Todo parece tener vida propia. Asimismo, comprueba que los dueños de los distintos comercios que frecuentan son amables y se desviven por atender. Está claro que este país posee una enorme tradición en cuanto al fomento del pequeño comercio, algo que en España es cada vez más difícil de apreciar, piensa para sí.
Una nueva visita al puente de Carlos, en esta ocasión de día, y la contemplación de parte de la ciudad y su gran río convence al viajero de que está ante una de las ciudades más privilegiadas de Baviera, algo que se debe en gran parte a su prestigiosa universidad pública, una de las más valoradas de todo el país.
Por la noche, vuelven de nuevo a las andadas gastronómicas y observan que es muy difícil encontrar mesa si no se ha reservado con antelación. Debemos considerar que se encuentran en una de las zonas más ricas de Alemania, algo que se aprecia. Además, son días casi festivos. Finalmente, la encuentran en un coqueto restaurante que está atendido por camareras ataviadas con los vestidos tradicionales bávaros. Deben compartir mesa con un hombre de mediana edad, que dice ser austríaco, y que resulta ser un tipo agradable y parlanchín. En muchos países europeos es normal que se haya de compartir mesa con personas desconocidas, experiencia que resulta interesante, a pesar de las reticencias iniciales que en España se posee de esta práctica. Lógicamente, quienes comparten siempre acaban conversando. Comer une mucho y eso suele ser siempre una experiencia agradable como ya expondrá el viajero en sucesivas crónicas. 
El restaurante, como ya ha contado de otros, está provisto también de una cuidada decoración, aderezada por la navideña. Y la alta temperatura, las amplias viandas, la presencia colosal de la cerveza y la vestimenta de las camareras que los atienden con amabilidad, producen en el viajero y sus acompañantes unas inolvidables sensaciones; y la fuerte convicción de sentirse en lo más esencial y tradicional de la vieja Europa, cuya cultura ancestral tanto representa para el viajero. 

El viaje a Würzburg está incluido en Cuatro ciudades bávaras del ebook: Artículos y relatos de viajes, disponible en Amazon

22 noviembre 2018

CINE: MARY SHELLEY (UK, 2017)

Mary Shelley Shelley es una autora conocida, principalmente, por su universal obra Frankenstein pero su bagaje cultural y literario era muy amplio y la llevaron a sumergirse en otros géneros literarios, incluido el ensayo. No en vano sus padres eran destacados intelectuales de ese Londres victoriano y gótico que tantos talentos dio. En realidad, su nombre y apellidos de nacimiento fueron Mary Wollstonecraft Godwin. Su madre, Mary Wollstonecraft, fue una intelectual y activista preocupada por los derechos de la mujer y su padre, Willian un famoso filósofo y escritor. Ambos compartían una visión del mundo libertaria y es, quizá, por eso por lo que los apellidos de la hija, y después famosa escritora, aparezcan invertidos.
Lo de Shelley se debe al casamiento con el conocido poeta, uno de los más importantes de su generación. Y sería a raíz de ese casamiento cuando la escritora comenzara a sufrir enormes penalidades que unidas a su visión del mundo (muy gótico, hay que decir) la llevaron a crear esa magna obra, gracias a que también era una devota de la ciencia. Sin embargo, Frankenstein es más una metáfora que una obra de ciencia ficción. Una metáfora con un claro mensaje trágico del mundo que le tocó vivir a su autora. Una visión nada positiva del hombre al que enjuicia como un monstruo, que también puede hacer cosas maravillosas.
Hasta ahí más o menos lo que sabemos de la autora (muy resumidamente, por supuesto), luego, ¿qué nos cuenta este biopic fílmico de esta autora? Nos cuenta, no tanto vida completa, sino las distintas etapas vividas hasta la creación y publicación de la obra, que no las tuvo todas consigo al principio, principalmente, porque estaba escrita por una mujer y eso en una sociedad con una fuerte moral favorable al hombre y casi nada a la mujer suponía un problema. Es más, es posible que pudieran publicarse las primeras ediciones porque el prólogo o introducción estaba escrito por su esposo, Percy Shelley, ya consagrado como poeta y ensayista.
La película, sin tratarse de nada extraordinario, posee la calidad suficiente como para no despotricar de ella. Cuenta con un guión claro y una dirección correcta y eso ya es mucho en este tipo de películas, mucho más cuando se trata de vidas tan complejas como las de estos artistas e intelectuales británicos que vivieron a caballo entre los siglos XVIII y XIX. Se ofrece en la película, también, un importante protagonismo al poeta Lord Byron, que siempre se ha considerado como el exponente principal de esta generación. De hecho, la obra Frankenstein está muy relacionada con su figura (se ha llegado a decir que está inspirada en él) y surgió en la mansión de Ginebra donde los Shelley, la hermanastra de Mary y el médico personal de Byron, John Willian Polidori (autor del relato El vampiro que, como Frankenstein, surgió en aquella noche tan misteriosa y extraordinaria de tormenta y que se atribuyó Byron)  también escritor pasaron una temporada junto a Byron
La película Mary Shelley no es una película optimista ni alegre, como no lo fue la existencia de esta generación de grandes autores, que dejaron una impronta muy importante en la literatura británica y universal. Y, sí, merece la pena verla para conocer más sobre esta autora y su obra universal.

14 noviembre 2018

EL CUENTO DE NAVIDAD

Cuento de Navidad en Cadiz, Casa Palacio Aramburu: Horario y Entradas
 Desde que aquel británico de nombre Charles y apellido Dickens nos deleitara con su Canción de Navidad, muchos autores han querido seguir sus pasos y adscribirse a este género -porque es un género en sí- del cuento de Navidad, una época muy propicia para alegrar y entristecer con las palabras, porque ambas cosas hay en este género universal de la literatura.
El cuento de Navidad, como tal, está circunscrito a un periodo concreto. Descansa durante once meses y se levanta de su letargo el último mes del año. No diré que no haya lectores que gusten de leer en época no navideña, que los habrá, pero lo dudo. Lo que sí parece más claro es que quienes lo escriben parecen sentirse más inspirados en esta época. Es mi humilde caso. Los que he escrito, casi siempre -sino siempre-  en fechas cercanas o inmerso ya en periodo navideño. El motivo está claro: es cuando el espíritu se siente más conmovido e inspirado.
De hecho, este año también me he sentado al ordenador a escribir uno -es posible que salgan dos-, pero no es siempre así. Hay años en los que no encuentro inspiración o temas que abordar en un relato que, por lo general, no suele superar las dos mil palabras.
Es posible que no existe un mapa concreto para escribir un cuento o relato navideño, pero sí deben estar presentes motivos navideños para que pueda considerarse como tal. Y motivos navideños hay muchos. Están los materiales: la nieve, los adornos, las comidas familiares, los árboles de Navidad, los belenes... Pero también los hay internos, tal vez, muchos más. Unos están relacionados, como decía al principio, con la alegría y otros con la tristeza. Además, está la soledad, la nostalgia, la melancolía.. Sentimientos que parecen estar ocultos el resto del año -en ocasiones no tan ocultos- y que afloran en esta época. Por tanto, sigamos adorando este género, que perdurará mientras nosotros queramos que perdure.

09 noviembre 2018

LIBRO: LOS MEJORES POEMAS DEL XXV PREMIOS DE POESÍA DE TARIFA


Hoy al llegar a casa, me encontré en el buzón este pequeño y precioso libro que recoge los mejores poemas de los XXV Premios de Poesía Luz, convocado por el Ayuntamiento de Tarifa y editado por la editorial ImagenTa. Un buzón, que debido a la irrupción del mundo digital, ha quedado para poco más que para facturas y publicidad buzoneada, pero que aún guarda un rincón de sueños con correspondencia propia de otra época no tan lejana. 
La pequeña historia de mi relación con este concurso poético es peculiar, entre otras cosas, porque yo no soy poeta, o al menos, no me considero tal, sino una persona que le gusta escribir sobre casi todo y en ese todo se encuentra la poesía, que la concibo como un mundo de imágenes, síbmolos y palabras. El caso es que un buen día, acabado mi poemario, Me iré con el primer viento, deseché varios poemas. Todos sabemos que los concursos solicitan poemas inéditos, no publicados. Por tanto, si el libro iba a ser publicado (aún está en esa fase de espera o duda o ambas cosas), esos poemas ya no podrían presentarse a concurso alguno. Pero, como digo, había desechado algunos. Tal vez, los que me gustaban menos, los que consideraba menos trabajados y, sobre todo, todos esos temáticos que podrían ver la luz algún día en otro poemario, insisto, temático, como es el caso de los poemas relacionados con correr.
No soy dado a presentar cosas a concurso, pero un día vi anunciado este de Tarifa, sobre el que leí que era prestigioso a nivel nacional, por lo que alcanzaba un elevado número de participantes, algo que se corrobora en la contraportada del libro que he recibido. Así que me dije: no tengo nada que perder. Y envíe un poema corto (a vuelapluma creo que es el más corto de los seleccionados en el libro), uno de los que no consideraba demasiado trabajado, la verdad. Su título: Tiempo dormido. Pasaron los meses y olvidé el concurso. Está claro que si no se ponen en contacto contigo es porque no has ganado o, ni tan siquiera, te han seleccionado en la antología a publicar, que se anunciaba en las bases del concurso. Por tanto, como digo, pasó al olvido, hasta el punto que he tenido que 'tirar' de memoria para recordar por qué venía un poema mío en este libro. Han sido unos segundos de zozobra, sí, y confusos. No me habían notificado nada con antelación, he ahí el motivo de la confusión. 
Tras leer los dos poemas ganadores (muy buenos ambos, sobre todo el segundo premio) y otros a salto mata (los leeré todos, claro está), he comprendido que el nivel es enorme, que no se trata del clásico panfleto en el que pretendidos poetas garabatean unos versos, nada de eso. Puedo decir que yo, que no soy dado a sorprenderme fácilmente por lo que escriben otros y menos en poesía, he quedado gratamente sorprendido.
En fin, que no me enrollo más y os remito a las fotos del libro y de mi poema por si queréis echar un vistazo.
Estoy contento, sí, porque a veces llegan cartas...  

07 noviembre 2018

CINE: CASI 40 (ESPAÑA, 2018)

Casi 40Lo manifestaré ya desde el principio: me ha gustado la última película de David Trueba. Una película a pie de calle y fresca, que no elude la comedia o ese cierto regusto a drama que destila toda la película, en la que el fracaso, el éxito, la amistad y el amor van de la mano , cada uno a su paso, en ocasiones, pero también en perfecta comunión en otras. Ya digo, me ha gustado la frescura del guión y las buenísimas interpretaciones de Lucía Jiménez y Fernando Ramallo, que parecen disfrutar de los personajes que interpretan. Personajes muy cercanos a todos nosotros, a pesar del pasado reciente de éxitos musicales de la protagonista y posterior olvido por el gran público, que nos recuerda mucho a la trayectoria musical de un par de cantantes forjadas como tales en los noventa, que fue una etapa musical mucho más pobre que las de los ochenta, en mi opinión. 
Me ha gustado sobremanera, también, que la película se haya rodado en su totalidad en exteriores y que hayamos podido disfrutar de ciudades menos mediáticas, tal vez (me refiero a ciudades que no son Madrid o Barcelona, que suelen ser siempre las preferidas para rodar por los directores españoles). Nos trasladamos a Plasencia, a Segovia, entre otras, y eso siempre se disfruta, sobre todo para quienes nos gustan las ciudades interiores no demasiado grandes.
Curiosamente, la película no está tan bien valorada como otras del menor de los Trueba, pero estoy convencido que será mejor valorada por el público (no sé si por la crítica) a medida que más gente la vea, toda vez que es bastante reciente.
Por supuesto, la aconsejo, para quienes gusten del cine español o las películas sencillas. O ambas cosas. 

24 octubre 2018

RELATOS Y ARTÍCULOS DE VIAJES (EBOOK)


La literatura de viajes se caracteriza por un elemento fundamental: el autor convierte en literatura lo que observa. Por eso, resulta tan atractiva. En este libro, el autor nos acerca a distintas ciudades y lugares de España y Europa, y nos cuenta en tercera persona, a modo de relato, sus impresiones, anécdotas, vicisitudes, reflexiones..., todo aquello que jamás podremos leer en una guía o página de viajes de Internet. Se trata de la visión del viajero que busca convertir su experiencia en literatura. Por tanto, el lector, podrá disfrutar a través de sus relatos de todo aquello que ofrecen las ciudades y lugares que solo es posible ver a través de la observación y las palabras. Es por ello por lo que el relato de viaje como género literario gana cada vez más adeptos y resulta tan interesante. Además, cuenta con la particularidad de poder guiar al futuro viajero por lugares que no conoce, complementado de manera literaria lo que ya tiene previsto visitar; o bien, descubrir cosas nuevas de lugares que ya ha visitado, pero que es posible que no haya advertido. O incluso, viajar con la imaginación a través de los relatos mismos. Esa es la magia de la palabra escrita, la cual vinculada al viaje en sí, se convierte en algo único. 

Circunscribiéndonos al contenido del libro, el lector podrá encontrar en él relatos de lo más variopinto, contenido y extensión. Y eso es así, porque no hay dos lugares ni dos viajes iguales. Cada cual tendrá su propia personalidad. Es por eso, por lo que el autor de este libro está convencido de que es el lugar o la ciudad que se visita lo que determina si se ha de escribir sobre ello o no. Viajará a La Mancha quijotesca, pero después lo hará al desierto de Tabernas o a la Cádiz milenaria; o bien visitará a través del texto la mágica Irlanda o penetrará en las atiborradas pero correctas calles londinenses, o bien se perderá en la Roma eterna para después visitar cuatro ciudades de la Baviera alemana. Pero no serán solo esos lugares los que visitará, serán muchos más.
El libro se complementa con artículos relacionados con viajes que el autor ha publicado en prensa y en revistas. Asimismo, el lector podrá leer un relato de un viaje muy especial relacionado con la figura de Colón, un viaje iniciático desde Santa Fé a través de la Vega de Granada, tras exponer su proyecto del Nuevo Mundo a los Reyes Católicos, los cuales se encuentran a la espera de tomar Granada al último reino nazarí de la península ibérica. Este relato pertenece a su libro "Conversación en la taberna y 41 relatos".



LOS RELATOS DE LAS LAS CIUDADES Y LUGARES QUE APARECEN EN ESTE LIBRO SON:



ESPAÑA: CÁDIZ, CABO DE TRAFALGAR, SANCTI PETRI, TABERNAS, TOLEDO ALMUÑECAR, MADRID, BARCELONA, LA MANCHA



EUROPA: ALEMANIA (Cuatro ciudades bávaras: Múnich, Núremberg, Würzburg y Rothenburg), Berlín 
IRLANDA Dublín, Acantilados de Moher,
INGLATERRA: Londres,
PORTUGAL: Lisboa, Oporto, Coimbra, El Algarve, Valença Ponte do Lima, Do Minho, Viana do Castelo, Braganza, Évora, Elvas, ITALIA: Roma, Florencia y Bolonia. 

Ebook disponible en exclusiva en Amazon

19 octubre 2018

EQUIS QUERÍA CORRER (NOVELA CORTA) SERÁ PUBLICADA

Tras muchas horas de dedicación a mi novela corta Equis quería correr (mi primera novela que verá la luz), será publicada. He valorado mucho cómo hacerlo. Las vías no son demasiadas, sobre todo para un autor desconocido que jamás ha publicado una novela, aunque sí haya publicado otros géneros, que, hay que decirlo, tampoco han sido demasiado conocidos. A saber las vías son más o menos estas: A) envío del manuscrito a una editorial tradicional y prestigiosa, que no leerá porque se acumulan los manuscritos en sus oficinas, a no ser que llegue avalada por un agente, que tampoco es fácil encontrar, ya que estos también están hasta arriba de manuscritos. B) Buscar una editorial pequeña, que apenas tiene distribución física (en realidad casi ninguna) aunque sí la tenga mediante catálogo. A través de esta editorial pequeña se podrá publicar por varias vías, si se presta a ellas: enviar el manuscrito para que lo valoren y una vez valorado y decidan publicarlo, firmar un contrato, casi siempre leonino para el autor, y dejar que ellos lleven a cabo todo el proceso editorial, sin que tú apenas puedas hacer nada (he pasado por ahí o casi); y no poder hacer nada -y eso dependerá mucho del talante de la editorial- significa no poder elegir portada, tipo de maquetación, tamaño del libro, tipo de letra, corrección o precio. Son demasiados requisitos para un resultado que no será nada del otro mundo, porque tampoco la van a distribuir y, al final, todo el proceso de marketing lo tendría que hacer el autor, o sea, yo. Podría admitir algunas de estas cosas, pero hay otras que no. Por ejemplo, el precio. Este suele ser alto, sencillamente, porque al asumir la editorial todo el proceso editorial, intentará rentabilizar los costes y como sabe que no podrá hacerlo a través de miles de ventas lo hará gracias al amplio margen de ganancia que calculará por cada libro vendido. El resultado será que un libro que tiene un coste aproximado de cinco o seis euros lo venderá a quince, dieciséis o dieciocho euros y a esos precios un libro de formato estándar de medidas 15X21 y de unas doscientas cincuenta a trescientas páginas resultará caro, ya que es un precio más propio para un libro de mayor tamaño con tapa dura y de autores conocidos. Por tanto, lo idea es optar por una forma intermedia: asumir yo el proceso editorial, ayudándome de las editoriales honestas que prestan servicios pero que también llevan a cabo un proceso editorial solvente. De esa manera, podré opinar e intervenir en todo el proceso editorial y, lo que es más importante, fijar un precio más que razonable, que para un libro de las características antes anotadas no debería de estar por encima de los diez o doce euros.
Por tanto, dicho esto, este que os escribe desde este lejano rincón digital, va a publicar su primera novela, la cual ya casi he terminado de revisar por tercera vez, una vez leídos los borradores por mis lectores 0 y hechas sus sugerencias. Ya solo queda ese último o primer proceso editorial (depende cómo se mire): la corrección profesional y, posteriormente, todos los demás. 
Dicho también esto, expondré ahora los motivos por los que me ilusiona publicar esta primera novela. Son muchos, pero los trataré de resumir para no hacerme muy pesado (porque si habéis llegado hasta aquí es posible que dejéis ya de leer): el primer y principal es que he trabajado mucho en ella. No saldrá perfecta, porque ningún libro lo es, ni tampoco creo que vaya a ganarse a todos los lectores del planeta, pero es una novela a la que me he dedicado e intentado pulir lo máximo posible como el escultor pule una roca para sacar de ahí una escultura o un pintor da vida a un lienzo. El segundo, está más relacionado con mi proyección como escritor no profesional: necesitaba dar ese salto. Y aunque se trata de una novela corta (dedicaré otro día un post para hablar del proceso creativo que he seguido) que tendrá unas 53 000 palabras, necesitaba comprobar cómo me desenvuelvo en el género largo, más allá del relato corto, que es lo que más he escrito hasta ahora.
Hay más razones, pero las dejaré para otro momento. Tan solo comentarios (si ya habéis llegado hasta aquí, os pido un poco más de paciencia, por favor, que ya acabo), que no pretendo hacer una presentación como las anteriores -para quienes las hayáis vivido-, sino más discreta y con menos aforo. Llevo muy mal el compromiso de que se asista a la presentación de mis libros porque sea yo el autor y me conocéis. Prefiero que asistan cinco lectores que, en realidad, les interese mi libro y lo busque, a que asistan sesenta que lo hagan porque soy yo quien ha escrito el libro. Las presentaciones son pretenciosas y hay demasiadas, pero pueden ser divertidas y  emocionantes, además de un magnifico acto cultural, casi siempre enriquecedor. Por tanto, la haré en una librería, un lugar idóneo para presentar un libro y con poco aforo, muy a la americana. Intentaré que sea antes de que acabe 2018, pero queda aún bastante para culminar el libro y la Navidad está cercana y es mala fecha para presentar libros. Si no es posible, ya me iría al mes de marzo (los primeros meses del año sin realmente grises y oscuros) porque tampoco quiero llegar a la Feria del Libro, que se está convirtiendo también en algo muy pretencioso. 
Pero de todo eso ya hablaré otro día.  

02 octubre 2018

SEGUNDO CAPÍTULO DE LIBRO "TÚ PUEDES CORRER. COMIENZA A CORRER DESDE CERO" (EBOOK)

CAPÍTULO II: SI YA ESTÁS DECIDIDO, “CASI” PUEDES COMENZAR YA  

1. Si ya has tomado la decisión, ponte en marcha. 


El proceso mental decisorio ya lo has asumido. Ya sólo queda comenzar cuanto antes. En el título del capítulo rezaba el término “casi”, y eso es porque no es conveniente que te lances a los caminos, carreteras o calles, sin más. Y, lógicamente, correr no debería ser lo primero que deberías hacer, sobre todo, si no lo has hecho nunca. Debes de llevar a cabo con anterioridad una serie de cosas que te expondré. Porque, aunque correr pase por ser una actividad natural —y, de hecho, lo es—, debemos de llevar a cabo una serie de ejercicios previos para tonificar la musculatura que vamos a utilizar y que, probablemente, esté mal tonificada si no hemos hecho ejercicio en los últimos tiempos o nunca. De ahí que sea muy conveniente reforzar algo los músculos de las piernas y pies, por lo pronto. Si lo hace el corredor de élite, con más motivo lo deberá hacer quien comienza a dar los primeros pasos. Por tanto, andar, en principio, y reforzar es lo primero que deberemos hacer para iniciar esta aventura sin tempranas lesiones.     

2. Si quieres correr, comienza a andar.  

Sí, puede parecer un sinsentido, pero no lo es. Nadie debería comenzar a correr desde el primer minuto si no lo ha hecho nunca. Tampoco si no lo ha hecho desde los años del instituto o de la universidad. Lógicamente, aquí habrá que tener en cuenta le edad y el estado físico general antes de correr, pero eso tampoco será lo importante a la larga. Lo realmente importante es que es necesaria una mínima adecuación física. En este caso, andar no tiene por qué ser sinónimo de pasear. Es posible que estés acostumbrado a dar largos paseos, ir andando a la oficina o de compras por la ciudad, pero andar de manera concienzuda es otra cosa, en mi opinión. Es dedicar tiempo libre para hacerlo. Andar está dentro de lo que se denomina ejercicio aeróbico, como lo está ir en bicicleta, nada o correr, es decir un ejercicio que se caracteriza por la resistencia necesaria para llevarlo a cabo. Sin embargo, se trata de un ejercicio aeróbico de bajo impacto. No obstante, cuenta con la virtud de servir de base para acceder a otros deportes de base aeróbica de más resistencia y preparación. Entre éstos se cuenta correr. De ahí que sea muy necesario alternar en una primera fase correr y andar, predominando esto último.   

3. Adecuación física necesaria 

Pero hablemos de la adecuación física mínima para comenzar a correr. Ésta debería de comenzar por un chequeo, aunque sea básico (el sistema sanitario público lo podrá llevar a cabo sin problema alguno). No es necesario que ese chequeo sea exhaustivo, al menos al principio. Basta con que sea ordinario, siendo el propio médico de familia quien te lo puede tramitar. Piensa que los primeros meses la actividad, como decía, será de bajo impacto. Ahora bien, si con anterioridad has tenido alguna crisis cardiaca o cualquier otra enfermedad importante, no debes dar un paso hasta que no lo diga tu médico, porque siempre hay que ser prudente cuando se trata de afecciones graves relacionadas con el corazón, pulmones u otros órganos que tengan relación con el ejercicio. Incluso para gente que ha sufrido un infarto, será el propio médico especialista quien le aconseje un ejercicio moderado. Por tanto, no debe de haber problema inicialmente. Distinto será cuando alcancemos un nivel superior o nos propongamos llevar a cabo alguna competición, que exija un mayor esfuerzo. La importancia del chequeo viene dada, no porque no podamos comenzar la actividad aeróbica (que será de bajísimo impacto en un principio, insisto), sino porque es posible que padezcamos de alguna dolencia cardiaca que no conozcamos, si bien no es algo habitual. Además, se da la circunstancia que muchas personas que acceden al deporte por primera vez arrastran un hábito de vida totalmente alejado de éste. Es posible que sean fumadores, tengan malos hábitos alimenticios y sobrepeso. O sencillamente, posean un tren muscular inferior y abdominal poco desarrollados y necesiten reforzar determinadas zonas musculares. También es importante contar con algo de flexibilidad en los primeros pasos.  La buena noticia es que nuestro cuerpo y organismo poseen recursos más que suficientes de adaptabilidad, por lo que unas pocas sesiones —no es necesario apuntarse a un gimnasio, aunque también es una buena opción— en casa serán más que suficientes para comenzar a andar rápido y alternar andar con correr en poco tiempo.    Por tanto, mi consejo particular es que comiences a andar cada día una hora, a ritmo de paseo. Aquí lo importante no es tan sólo esa hora de ejercicio, sino ir creando un hábito. Sí es posible, arrebata una hora a tu tiempo libre y que esa hora sea la misma cada día. 

4. Cumplir con ese hábito a diario  

Como decía, de lo que se trata es de ir fabricando el hábito. Ser consciente de que esa hora la vas a dedicar a andar. Lógicamente, habrá días en los que no puedas salir a la misma hora o, incluso, que no puedas salir a ninguna. Pero procura que esos motivos que, en potencia, te pueden impedir salir a andar sean derogables. Que se trate de obligaciones personales, familiares, laborales, etc., que puedan esperar. Es necesario ser un pelín egoísta cuando inicias una actividad física, por lo general, solitaria. Es la única manera de cumplir el compromiso que te has fijado. A medida que lo vayas cumpliendo, te sentirás mejor contigo mismo, al tiempo que irás percibiendo que el organismo y la mente te piden esa hora de paseo, hasta el punto que te sentirás algo frustrado si algún día no has podido cumplir con tu actividad, mucho más si no has cumplido por motivos efímeros e injustificables. Repito, es así como se fabrica el hábito. Una vez conseguido, cuando llegue el momento de correr, te será mucho más fácil. 

5. Ponte en marcha, no esperes al fin de semana 

Es habitual que cuando se trata de actividad física nos fijemos el horizonte del fin de semana. Pero desde mi punto de vista es un error. Me explico. El fin de semana lo solemos asociar a ocio derivado del mayor tiempo libre. Y no diré que andar no lo sea, pero es importante que no lo consideremos así. Tampoco hemos de considerarlo una obligación, sino algo que debemos hacer, como comer, asearse, ir al baño…De ahí que sea muy importante integrarlo en el día a día y no dejarlo para el fin de semana. Porque si conseguimos integrarlo en el día a día, se creará en nuestra mente un hábito diario, mientras que sí solo andamos —o corremos— el fin de semana nos estamos diciendo que lo hacemos porque durante la semana no tenemos tiempo libre, que en definitiva no es más que procrastrinar. Hay que intentar que eso no ocurra. El fin de semana, ha de servir para redoblar nuestro esfuerzo diario, si cabe.  Todo eso tendrá más sentido cuando nos convirtamos en corredores habituales. Comprenderemos que no es necesario correr cada día, pero sí que es conveniente no correr solo el fin de semana. Insisto, la idea es integrar esta actividad en el día a día. No conozco mejor forma de crear hábito. 

6. ¿Cómo comenzar a andar?   

Lógicamente, no se trata aquí de enseñar a andar. Nada de eso. Nacemos con ese atributo genético. Se trata de ayudar a lanzarse a los caminos, las calles, los parques o por donde decidas hacerlo. Ponte algo cómodo y da el primer paso. Siempre me ha gustado distinguir la obligación de andar con la voluntariedad de andar. Por lo general, cada día andamos por obligación: para desplazarnos al trabajo si está cerca de casa, para coger el autobús, para ir de compras, para hacer alguna gestión…Por lo general, al tratarse de una obligación más no reparamos en ello. Nos desplazamos sin más, sencillamente, porque hay que hacerlo. Otra cosa muy distinta es andar de manera voluntaria. Programar esa hora a la que me refería anteriormente. Dejar todo y ponerse algo cómodo y lanzarse a andar. Es de esa manera como mejor se aprovecha el ejercicio, básicamente por un motivo: activamos la mente para esa actividad y todo se focaliza en ella. Todos los órganos se conectan de manera armónica para poder llevar a cabo esa hora de ejercicio. Ya no se trata de una obligación, sino de una actividad voluntaria. Y eso significa que cada paso que damos obtiene la máxima atención de nuestra mente, transmitiendo ésta esa atención a los órganos que intervienen en ese ejercicio: corazón, pulmones, piernas, pies… Por tanto, es en ese momento en el que hay que vestir algo que nos vincule con el deporte —un chándal, por ejemplo— y comenzar a dar los primeros pasos, conscientes de que vamos a estar una hora andando. Siempre he considerado que el primer paso motivacional para comenzar un deporte es vestirse con la ropa adecuada. Da confianza y, ya digo, mucha motivación. Prueba y verás que llevo razón.       

7. Sigue andando, pero prueba ya a correr un poco 

 Igual que ocurre con andar, también nacemos sabiendo correr. Sin embargo, es más fácil olvidarse de correr que de andar. Por una sencilla razón: se anda a diario, por poco que sea; correr, no. Por tanto, con el paso de los años perdemos el hábito y eso hace que perdamos también la flexibilidad y la técnica imprescindible para hacerlo. Y como resulta que cuando lo intentamos — normalmente, cuando no tenemos más remedio—, nos resulta desagradable y fatigoso, deseamos no volver a hacerlo. Pero es tan sólo una apreciación mental. Correr es otra cosa muy distinta. Siempre aconsejo que se corra algo cuando ya se llevan varias semanas andando. Pero ¿qué significa correr algo? Un buen principio podría ser el siguiente (no te voy a exponer un planing, que por lo general se acaban abandonando y no es ese el propósito de este libro): 

-Anda durante treinta minutos y corre durante cinco minutos. Posteriormente, anda quince minutos más y corre otros cinco minutos. Los últimos cinco que te quedan para completar esa hora diaria, hazlos andando. 

Esto lo puedes hacer cada dos días después de llevar tres semanas andando. 

No te aconsejo que incrementes por ahora el tiempo dedicado a andar ni a correr. Soy de los que piensan que los hábitos tardan mucho en ganarse y muy poco en perderse. Además, el mayor enemigo del hábito que va camino de afianzarse es el desencanto, la apatía o la falta de motivación. Por ese motivo, me parece muy importante ser muy conservador al principio. No ocurre nada si hacemos esos intervalos andar-correr durante un par de meses. Ya habrá tiempo para incrementar todo eso.  

Conozco a mucha gente que sin haberlo hecho nunca, o haberlo hecho en su juventud solamente, ha comenzado a correr a los pocos días de andar. Por lo general, han abandonado mucho más antes de lo previsto al haberse precipitado y obtener como respuesta malas sensaciones del organismo.  Andar y correr son parientes cercanos, pero no hermanos. Cuando andamos siempre tendremos apoyado un pie en el suelo, cuando corremos, por poco que elevemos los pies, no suele ser habitual. Ese esfuerzo conlleva que se activen músculos y arterias que no se activan cuando andamos. De ahí que sea muy importante comenzar a correr solo cuando se tenga una mínima idoneidad. Correr durante cinco minutos después de llevar andando varias semanas o meses no será un problema, pero será muy distinto correr durante veinte o treinta minutos. Para ese fin hay que tener paciencia y cierto bagaje físico.  Y hábito. Sin embargo, la buena noticia es que se consigue antes de que lo piensas. 


















NUEVOS PROYECTOS LITERARIOS YA CONSOLIDADOS

  Me refiero a nuevos proyectos literarios ya consolidados, porque por su propia naturaleza un proyecto no es otra cosa que una intención qu...