Javi en el MAPOMA 2010
Javi, miembro activo de Las Verdes, hizo hace unos días el blog del grupo unas trágica crónica de su participación en el MAPOMA de este año. Quienes conocemos a Javi, sabemos que se expresó con la sinceridad que le caracteriza y, además, no lo hizo en caliente.
Y leyendo la crónica (pinchad en "crónica" para acceder a ella) nadie se puede quedar indiferente: ni quienes tengan la experiencia de los 42 kilómetros; ni quienes no la tengan.
Algo de tragedia también describí yo cuando participé en mi primera maratón en el MAPOMA de 2007 (pinchad "MAPOMA" si queréis consultarla), pero ésta de Javi tiene elementos más trágicos, tantos que asusta.
Quienes hemos corrido el maratón podríamos comprender ese sufrimiento, pero ¿y quienes no lo hayan hecho aún y tengan planificado pronto uno? ¿Desistirán de su empeño? ¿Se amedrentarán tras leer la crónica de Javi?
Vayamos por partes.
Que nadie que no haya hecho jamás un maratón piense que se va a enfrentar a algo similar a hacer dos medios maratones o cuatro carreras de diez kilómetros y medio. Nada de eso. El maratón es otra cosa.
Particularmente -lo he escrito y dicho en varias ocasiones- yo jamás quise saber nada del maratón. Cuando compraba la revista Runner`s o Corricolari y aparecían reportajes sobre planes para preparar maratón, instintivamente los rechazaba; me ocurría algo similar a cuando voy pasando hojas del periódico y me encuentro con las secciones de noticias rosa o toros (últimamente también me ocurre con las noticias políticas). Nada quería saber sobre la distancia de Filípides, pero me atraía sobremanera la media maratón.
Pero el mundo del correr y los mundos del corredor son imprevisibles y acabé corriendo el primer maratón en 2007 y el segundo en 2009 ¿ Y qué he de decir con respecto a ellos?
Ya escribí en su momento sobre ellos, y ahora con la perspectiva que ofrece el tiempo he de decir que, aunque el sufrimiento acaba por olvidarse pronto, no olvido que decidir correr esta prueba exige un periodo de maduración serio, un lanzarse al vacío y ya no mirar atrás una vez tomada la decisión. La gran decisión.
Quizá por eso haya tantos corredores habituales que le tengan tanto respeto a esta prueba y jamás encuentren el momento para comenzar.
No soy amigo de consejos pero os diré como encaré "aquéllo".
La participación en el primer maratón, en Madrid, la decidí de una manera más improvisada que en el segundo, movido por la decisión de Mario, que me temo tomó la decisión de manera más improvisada que yo. De esa manera nos embarcamos en aquella vorágine e hicimos juntos algunos de los entrenamientos más largos preceptivos, aunque no demasiados.
Por tanto, no tuve jamás la sensación de estar entrenando para algo tan grande, en parte porque no sabía a qué me enfrentaba por mucha que ya hubiera leído sobre la épica de esta prueba.
Y sufrí. Mucho. Principalmente a partir del kilómetro treinta y cinco. Esos últimos kilómetros los recuerdo como desesperantes, cargados de calambres, dolores y horribles sensaciones. Ahora sé que me faltó entrenamiento y acabé gracias a que la mente no falló, a pesar de que nos encontrábamos en el terrible maratón de Madrid -siempre repleto de rampas- y el día fue también muy caluroso.
A pesar de todo, cuando volvía de Madrid ya estaba pensando en un segundo maratón.
Tras finalizar el maratón de Sevilla. Nunca he sabido con seguridad si el gesto era de sufrimiento o de satisfacción.
El segundo, el año pasado en Sevilla, fue otra historia. Advertido ya por la experiencia del primero, los entrenamientos fueron más consecuentes y la mentalidad más cuidada (ver pestaña: bitácora de maratón). Y hoy puedo contar que ese segundo maratón lo acabé con sensación de que tenía que haber expuesto más. No sufrí tanto como en Madrid, pero en el kilómetro cuarenta - no sé por qué resortes psicológicos- quise detenerme. Sabía que en ese kilómetro el gran monstruo me había mirada a la cara. A todos nos ocurre.
Pero lo más importante que puede decir sobre cómo encaré este segundo maratón es que entrené. No de forma obsesiva, pero sí acumulé los suficientes kilómetros para poder encarar esa distancia mítica. Realmente fui muy constante. Mucho.
Entrené con lluvia, con frío, con nieve y lo único que me diferenció con los profesionales aquellos meses previos es que ellos luchan para ganar y yo para acabar de la mejor forma posible. Por lo demás, era uno de ellos. Y gracias a esto vencí sin demasiados problemas la distancia.
Personalmente creo -lo he dicho en varias ocasiones- que el maratón es una prueba que puede hacer la práctica totalidad de los corredores que se lo propongan. Lo que quizá no tenga tan claro es que todos los corredores estén dispuesto a asumir el sacrificio que supone prepararlo, con la constancia necesaria que permita no sucumbir. Y sin esa preparación concienzuda, nadie debería de correr un maratón.
Y aún con la suficiente preparación, con la suficiente mentalidad, aún así, puedes sucumbir. De hecho Javi, es un corredor suficientemente dotado y se ha preparado con solvencia, pero siempre hay que considerar que ante esta distancia mítica no hay fórmulas exactas. Algo puede fallar ese día.
Si esta prueba no tuviera estas características imprevisibles, vengativas y egoístas no estaríamos hablando del temible maratón.