18 mayo 2014

REBOSANTES LAS PIERNAS

El viernes, a eso de las siete y cuarto de la tarde, cuando el calor aún estaba dando sus incómodos últimos coletazos, salía a correr casi trece kilómetros. No sabía cómo iban a ir las piernas porque en todo lo que llevamos de año no había tocado esa distancia. Pero era necesario ir probando.
No lo pensé demasiado. No iba a hacer ninguna enumeración mental de los inconvenientes físicos por los que había atravesado desde los últimos días del año anterior. Había que pasar página si quería crecer. 
Sabía que de nada iba a valer aferrarme a los recuerdos de épicas anteriores, cuando todo iba bien a nivel físico. Eso no ayuda ni a dar un paso. Todo lo más a afrontar con más confianza los nuevos entrenos con vocación colmado de kilómetros. Así que no había otra fórmula que comenzar con un paso y a continuación dar otro. 


Me introduje por viejos caminos conocidos. Esos que siempre han estado tan presentes en mis entrenamientos permanentes. Las vastas extensiones de cultivo de la vega, las alamedas atareadas con su rumor permanente, las acequias ora rumorosas ora calladas, el Cubillas poco caudaloso, pero siempre mostrando su generoso cauce, las aves retornadas de climas más cálidos luchando por ocupar de nuevo su espacio, todo dispuesto para que nada me fuera ajeno. Tan sólo era necesario no pensar en lesiones ni en la falta de forma. Alzar las piernas lo que permita la fuerza y el empuje y disfrutar, sólo disfrutar, que para eso corremos. No para otra cosa.
Pasaban los kilómetros y las piernas respondían. En ocasiones una brisa de aire fresco ayudaba y en otras su ausencia dificultaba. Y así hasta el kilómetro diez, muy cerca ya del lugar de destino. 
Una fuente de agua en el camino y las fuerzas cada vez más justas. Tienes que acabar los trece kilómetros, me decía. No te preocupes de ritmos. Es más no mires el crono.
Son momentos críticos porque sabes que acabando la totalidad del recorrido, te vuelves a reencontrar con tu yo anterior; por el contrario, si no lo consigues, debes de comenzar a reprogramar todo (menos kilómetros y más entreno. Y otra actitud).
Pero finalmente lo consigo. Con mejor diagnóstico de los esperado. Hay esperanza. Hay futuro. 

Y con esas perspectivas en el día de hoy -domingo, 18 de mayo- me dispongo a hacer entre diez y once kilómetros. Hace calor a la hora que comienzo el entrenamiento, pero no me importa. Me siento fuerte. Y confiado. Han vuelto las buenas sensaciones. He vuelto a creer en mí. Algo ha crecido.
Me sumerjo por extraños camino de la Vega. Caminos intuidos pero aún no explorados. Me digo que es probable que corredor alguno los haya atravesado. No sé bien por dónde voy pero hay psicología. Conecto con caminos principales ya conocidos y vuelvo a entrar en caminos secundarios no conocidos. A veces veo a lo lejos Pinos Puente como una brújula. En otras ocasiones no.  Pero las piernas van. Rebosantes las piernas. Rebosante el espíritu. Rebosante todo yo. Me he reencontrado. Me siento de nuevo corredor.

14 mayo 2014

SERIE DE TELEVISIÓN: DEADWOOD (USA, 2004-2006)

Cuando uno se cruza en su vida con una serie como Deadwood, algo te transforma por dentro. También me pasó con Breaking Bad. Es lo que tienen las series geniales. Me explico.
Conocí Deadwood a través de un casual comentario que hizo un compañero de trabajo. 'José Antonio, a ti que te gusta tanto el Western, ¿conoces Deadwood? No, no la conocía. Y si no hubiera sido por ese comentario casual, probablemente, hubiera seguido sin conocerla. Entre otras cosas porque pasó muy fugazmente por España y no se trata de una serie de masas, tipo 'Lost' o 'Los soprano'.
Pero es magnífica. Es increíble. Desde mi punto de vista, dada la puesta en escena y la forma de tratar el Western, una obra maestra que, lamentablemente, sólo tuvo tres temporadas. 
Pero no necesitaba más. Lo que se ha de contar sobre la historia real de la creación del pueblo de Deadwood en torno al año 1870, ubicado actualmente en Dakota del Sur, se cuenta de manera excelente a lo largo de 36 capítulos, los cuales absorbes con una delectación sin igual. Cada capítulo es una historia única, un mundo caótico en pleno proceso de creación, un juego arriesgado permanente. Y todo bajo el tapiz del Oeste como debió ser. Violencia, humillación, alcohol, prostitución sin tabúes, lucha de poderes, demencial falta de higiene y prevención sanitaria, pero también, mucha gente que lucha por un mundo mejor a pesar de las enormes dificultades y la falta de normas e, incluso, de moral y ética. Un mundo en constante nacimiento, formación y ebullición donde nada parecer ser cómo es. 
Un territorio ganado a los indios por el general Custer. Un territorio de frontera con el trasfondo de la fiebre del oro y la llegada de los primeros colonos, muchos europeos, pero también asiáticos. La mayoría con la intención de hacer fortuna y de vivir en paz, un lugar en el que asentarse; pero no todos tienen ese mismo propósito. Gente que busca el poder y la riqueza y que no está dispuesta a detenerse ante nada, sabedores de que se trata de una ciudad sin ley, al margen de pertenencia a ningún estado de la unión, en una primera instancia. Gente que busca el río revuelto para forrarse a toda costa.
Personajes que existieron en la vida real y que el paso del tiempo los ha ido mitificando, si bien muchos de ellos ya lo estaban en vida.  Gente mítica como Wil Bill Hickok, un curioso pistolero con alma de justiciero honrado, si es que eso es posible. O su amiga del alma, la controvertida y alcoholizada Calamity Jane. O el caso del conocido proxeneta  de la época Al Swearengen, magníficamente protagonizado por Ian MacShane, el Judas de la película 'Jesús de Nazareth' de Zeferelli. O el honrado y de carácter impredecible Seth Bullock, a la postre sherif de la ciudad y hombre admirado y odiado a partes iguales. 
Toda una galería de personajes provisto cada uno de ellos de sus propios anhelos, pasiones, esperanzas o ideas. Y todo bajo un mundo en constante movimiento, en el que cada día es un dilemas y la existencia una quimera.   
Acertó nuevamente HBO con esta serie. Con los magníficos diálogos, con la excelente fotografía, con la más que acertada banda sonora. Una serie que, además, contiene mucha pedagogía y nos muestra de manera muy objetiva y directa el origen de lo que conocemos como Western. Una serie para guardar y volver a ver porque en ella siempre se descubrirán nuevas facetas e historias paralelas que no dejan indiferente a nadie. En síntesis, como decía, una obra maestra.

11 mayo 2014

¿VOTAR EN EUROPA?

En esta ficción que nos hemos dado los ciudadanos del mundo (iba a escribir primer mundo, pero, ¿qué significa eso?) más o menos rico, optamos por crearnos para nosotros mismos todo un cúmulo de instituciones, organizaciones, entidades, organismos, entes, fundaciones, y no sé yo qué cosas más, con la única y básica idea de crear un armazón que por sí sólo sostenga esta llamada democracia, que es algo que van imitando poco a poco esos países que cada vez son menos pobres para integrar con paso firme la nómina de los más ricos (curiosamente, a más rico es un país más democrático parece, a excepción de China, claro está). Ya llegará su turno -se dicen a sí mismos los padres de todo- para los países emergentes, esos que hacen los deberes y cumplen con las normas de la riqueza y el libre mercado. De los pobres de solemnidad ni hablamos. Total -se dicen-, si sus ciudadanos ya están cruzando nuestras fronteras, ¿qué sentido tiene que fomentemos la riqueza en sus propios países?. 
Y todo ese armazón lo intentamos estructurar a lo largo y ancho de los cinco continentes, con la particularidad de que ni todos somos igual de ricos, ni existe una riqueza homogénea dentro de cada continente. Por tanto, el resultado que va a salir de todo eso siempre será un tira y afloja. Es decir, tirarán y exigirán los ricos y aflojarán y se dejan arrastrar los pobres, que es algo que pone mucho a la Merkel en Europa y seguramente que a otros líderes en otros continentes.
Pues bien, toda esa ficción que nos hemos montado se va a renovar ahora en Europa, el día veinticinco de este mes sin ir más lejos. Y, claro, los políticos de toda esta Europa de los veintiocho están de los nervios. En primer lugar, porque saben que el ciudadano medio europeo, ese que paga todo ese armazón, está cada vez más desanimado. Entre otras cosas, porque por muy poco atento que esté y por poco que esté pendiente de las noticias que se arrojan desde esos lugares tan untuosos y enmoquetados, entre otras cosas , decía, sabe que algo no es cómo le cuentan. Observa que es cada vez más pobre, mientras que otros cada vez son más ricos. No lo digo sólo por Grecia, Portugal o España, también lo digo por la totalidad de las clases medias de cada uno de los veintiocho países. 
Y, entonces, ese ciudadano medio europeo se pregunta: ¿yo quiero seguir así? ¿Yo quiero seguir fomentando con mi voto cada cuatro años que sea cada vez más pobre, mientras otros son cada vez más rico? ¿Yo puedo detener esta sangría económica con mi voto? 
Y, claro, cuando se hace esa pregunta, las privilegiadas castas que integran todo ese armazón comienzan a acojonarse y a la vez se preguntan: ¿se estará preguntando el ciudadano medio para qué sirve su voto? ¿Habrá advertido que con su voto está contribuyendo a que yo tenga el estatus que tengo? Es lo que tiene preguntarse mucho.

Que cunde el desánimo a la hora de votar es evidente. El pasado sábado veía por televisión el festival de Eurovisión, no porque me interese el tipo de música que ahí se interpreta, a pesar de que a veces sale gente que canta muy bien (la música me la busco yo por mi cuenta), sino porque me divierte y me aclara mucho lo que se maneja ahí a la hora de votarse unos países a otros, y de esa manera comprender hacía dónde van las lealtades y las deslealtades entre países, toda vez que quien vota es el ciudadano medio desde su casa.
Y desde que llevo a cabo ese ejercicio, compruebo que los países del antiguo bloque del Este son una piña, los del norte, por lo general también, pero los fundadores de la actual UE y ubicados más en la zona central y escorados al oeste, van por libre. Es más, observas como los demás ni los miran apenas, (salvando siempre la calidad artística del algún ganador que otro, como el caso de este año con la mujer barbuda, que en realidad es un señor barbudo, como tantos). Lógicamente, no se trata de un análisis que nos vaya a dar todas las claves de hacía donde va Europa, pero sí ayuda bastante. Para muestre fíjense siempre en qué lugares se quedan los países más potentes de la vieja Europa, caso de Gran Bretaña, Alemanía, Francia o Italia.

Así que, reflexionando sobre todo eso, y volviendo al hecho de preguntarnos sobre qué es lo que votamos cada cuatro años, al ciudadano europeo le asaltan infinidad de dudas acerca de sí merece la pena o no sostener todo ese armazón al que me refería.
O pongamos el caso de España. ¿Hemos ganado o no los ciudadanos desde que estamos en la UE? ¿Hemos ganado con la moneda única, con la libertad de prestación de servicios y trabajo, con la homogeneización de normas básicas en materia económica y laboral? Es la hora de preguntárnoslo.
Lógicamente, los políticos patrios de la mayoría de los partidos afirman que sí. Igual que afirma que sí el tendero cuando se le pregunta sobre la calidad de los productos que vende. Sin embargo, lo importante no es que lo digan los políticos, sino que lo digamos nosotros, los ciudadanos. Que digamos, por ejemplo, si lo que se gana es calidad de vida en nuestros respectivos países o si por el contrario lo que se gana no es otra cosa que la preservación de la cantidad de parásitos que viven a nuestra costa, que viajan gratis total por toda Europa, que se someten dócilmente a los intereses de las grandes multinacionales, que se autoimponen por ello enormes sueldos sin el más mínimo rubor (por ejemplo, la imputada por el saqueo de los ERES andaluces, Magdalena Álvarez, cobra cada mes  27.000 -sin contar dietas- € como vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones, que no olvidemos se trata de un Banco que sostenemos con nuestros impuestos todos los ciudadanos europeos. Por su parte un eurodiputado cobra al mes 8020,53 euros brutos más 4.299 euros de dietas, sin contar los viajes gratis y otras prebendas). 
Sí, la idea de una Europa unida es muy atractiva. Yo siempre he apostado por esa unión. Y estoy convencido de que los grandes teóricos posteriores a la Segunda Guerra mundial se hilvanaron los sesos para construir algo sólido y positivo. Pero no esta Europa que se está construyendo, que en realidad no es otra cosa que un vasto enjuague burocrático montado de espaldas a los ciudadanos. Una prueba evidente es que la Constitución hizo aguas y está ahí, apalancada.
Por tanto, ya doy las claves hacía qué deriva cogerá mi derecho al voto el próximo día veinticinco. 

10 mayo 2014

MÚSICA: LORD WIND (POLONIA, 1994-Actualidad)


Inserto aquí un corte de una veterana banda polaca muy desconocida de folk-metal, pero que me ha llamado mucho la atención por hacer sin aspavientos un metal medieval muy mesurado. Al contrario que otras que reivindican, en ocasiones sin convicción, una estética muy artificiosa ésta parece trabajar muy bien los sonidos y las voces. Su nombre Lord Wind. Sus trabajos suelen ser muy melódicos, pero como banda metálica también utilizan las voces obviamente. Aconsejable. 

08 mayo 2014

EN LA MUERTE DE YAGO LAMELA, EN LA MUERTE DE UN CAMPEÓN

Ha muerto Yago Lamela. Cuando escribo estas líneas aún me encuentro sobrecogido por la inesperada noticia. Sabía de los problemas por los que atravesaba el magnífico atleta asturiano, pero llega un momento en que se corta el conocimiento de lo que conocemos del personaje y de lo que realmente conocemos de la persona. Sólo él mismo, familia y amigos sabían cómo se encontraba, algo que me parece totalmente lógico y necesario en esta jungla mediática en que se ha convertido nuestra sociedad.
Yago Lamela tenía tan sólo 36 años y fue, entre otras cosas, subcampeón del mundo, campeón de Europa sub-23 y recordman de Europa en salto de longitud. Iba camino de ser uno de los más grandes en esta disciplina, pero comenzó a lesionarse de forma importante y algo se cruzó en su mente y ya no se pudo recuperar. Siempre tendremos en mente su porte algo soberbio del que sabe que tiene cualidades físicas para romper cualquier récord y de su melena al viento. Pero nada mejor que reproducir aquí el artículo que le dediqué en 2008 en aquel Proyecto Florens que montamos mi Alter y amigo Jesús Lens y yo mismo en nuestros respectivos blogs: 

YAGO LAMELA: SALTANDO EN NUESTRA IMAGINACIÓN      


06 mayo 2014

CINE: DIAMANTES NEGROS (ESP-PORT, 2013)

En este pasado fin de semana, cinéfilo por excelencia, dediqué algo más de hora y media para ver 'Diamantes negros', la última película escrita y dirigida por Miguel Alcantud -me defraudó comprobar que había dirigido 'Águila roja', pero de algo hay que comer-. Una película-denuncia, un drama social apegado a la realidad. 
Ver 'Diamantes negros' te toca la fibra sensible; te hace ver que existe un inframundo que no percibes porque no lo conoces y que te gustaría gritar a los cuatro vientos. Sobre todo si sabes o intuyes cómo se cuecen las cosas en el fútbol español y europeo. 
De ahí que esta película-denuncia sea tan necesaria y acertada. Quiso la casualidad que viera esta película el mismo día en el que 'El follonero', Jordi Évole, emitiera su programa-denuncia sobre cómo se cuecen los negocios sucios y negros en el fútbol español y observas que lo que intuías o habías escuchado o leído por alguna parte de pronto se materializa.Los negocios son una cosa y las personas son otra. Pero ocurre que en este oscuro y laberíntico mundo de la corrupción que se mueve más allá del terreno de juego no parece haber distinción.
Un buen amigo que conoce a personas que se mueven en este proceloso mundo de los representantes y ojeadores, me había comentado el tremendo negocio y tráfico de niños de África y de otros continentes desfavorecidos. Y me había contado también la ingente cantidad de dinero negro que se mueve, así como la cantidad de rapiña alrededor de este negocio, pero como no conoces de primera mano este cerrado mundo no llegas a imaginarte mucho. Por eso haber visto 'Diamantes negros' me ha abierto los ojos, aunque tan sólo sea a través de una película de poco más de hora y media de duración. 
Una película muy gráfica y bien elaborada que expone sin barroquismos el deambular de dos chavales de Malí, talentosos con los pies pero caídos en manos de la peor rapiña, muy bien interpretada esa rapiña tanto por Guillermo Toledo como por Carlos Bardem. 
Se calcula que hay más de 20.000 niños africanos dispersos por las calles de Europa, dejados de la mano de Dios, rotos sus sueños y los de su familia. Cuesta imaginar lo que supone para una familia de Mali o de Tanzania o de Uganda dar todo su dinero pasado, presente y futuro para que uno de sus miembros intente sacarlos de su miseria para que al final sean muy pocos lo que lo consigan. Entre otras cosas, porque la mayoría llega a Europa -muchos a España- con la cabeza llena de sueños irrealizables. Le hacen ver que serán las próximas estrellas africanas de Europa cuando la realidad es que se trata de chavales que ni tan siquiera han llegado a jugar en equipos de élite de su tierra natal, entre otras cosas, porque no tienen más de dieciséis años.
Curiosamente las normas de la propia FIFA prohíbe el tráfico de los futbolistas menores de edad si no viajan para ser probados dentro del círculo familiar, pero evitar ese 'pequeño' trámite es fácil para la rapiña que se mueve en torno al mundo del fútbol: basta con falsificar fechas de nacimiento e incluso nombres. Total, ¿quién distingue a un negro de otro?, se preguntan jocosamente entre ellos.
Vista la película, no pude evitar pensar en ciertos dirigentes que se afanan siempre en probar chavales africanos en los equipos que controlan. Sus caretos no engaña. 
Por tanto, bien por Alcantud y bien por Évole por llevar a cabo este tipo de denuncias que, contribuirán, en un plazo medio y largo a erradicar este tipo de cosas, las cuales cuentan siempre con la benevolencia callada de altos mandatarios del oscuro mundo del fútbol, que son siempre los que se llevan la mayor parte del pastel si, al final, el chaval se convierte en una versión negra de Messi.     

02 mayo 2014

VOLVERÉIS A LOS CAMINOS

Camino de Alitaje con Piorno al fondo. Fotografía de J.A. Flores

Cuando ayer acababa mi entrenamiento pensé en escribir la entrada que ahora os relato. 
No se trata de una entrada que pretenda contar nada especial, aunque es posible que sí, depende cómo se mire.
Terminaba mi entrenamiento de casi diez kilómetros bajo un fuerte calor, inapropiado para estas fechas, y llegaba muy cansado. Me había costado subir la última cuesta, a menos de un kilómetro de la llegada, que se eleva sobre un antiguo paso a nivel. Son las única subidas que tiene la llana Vega. Sin embargo, las sensaciones al terminar eran viejas conocidas. Esas que te indican que estás muy cansado, pero que todo lo demás ha ido estupendamente. Nada de dolor, nada de vacío, nada de ansiedad por temor a alguna lesión...
Así que al llegar al coche, mientras grababa en el teléfono móvil las sensaciones del entrenamiento, como vengo haciendo desde que estoy recuperado, pensaba en la enorme capacidad que tiene nuestro organismo para regenerarse. El ejemplo más cercano lo tenía en mí mismo y por eso me pareció bueno contarlo, no sólo como autoconsumo propio, sino para que quien lea esto, y lo haga en un periodo de bajón por causa de una lesión, pueda obtener signos de esperanza. Eso siempre nos viene muy bien a los corredores. 
Siempre que me he lesionado, como nos suele pasar a todos los corredores, lo he visto todo negro. Acechan las dudas y las sombras sobre si habrá o no una pronta recuperación o, simplemente, sobre si llegará la recuperación. Pasan los días, y en ocasiones los meses, y no vemos signos de ella y ese dato nos vuelve a sumir en la negrura. Son los peores momentos por los que pueda atravesar el corredor: vislumbrar en el horizonte la posibilidad de no poder correr en el futuro. No digo correr para competir, sino correr simplemente para vivir.
La experiencia me ha enseñado que estas sombras de duda son, normalmente, exageradas. No hay base para ello. Sencillamente por una razón: aunque no lo creamos en ese momento, el organismo siempre acaba regenerándose y va apartando poco a poco la lesión, a no ser que se trate de algo crónico, que en ocasiones tampoco impide correr.
Mientras descansamos, leemos, nos divertimos o, incluso, trabajamos, el organismo sólo tiene una msión: regenerarse. Lo hace durante veinticuatro horas y sin descanso y lo hace de una forma silente, sin que nosotros lo percibamos, algo parecido a cómo crecemos o aprendemos. Poco a poco, sin prisa, pero tampoco sin pausa. Es algo mágico.
Y por mucho que le cueste siempre lo intenta. Se acaban cerrando tanto las heridas externas como las internas, aunque siempre es conveniente ayudarle en esa sin par batalla. 
Ayudarle no es nada difícil y lo menos que podemos hacer por él, aunque no nos lo exija, como si se tratara de tu mejor amigo. Respetando los descansos, preservándose en cuanto a esfuerzos, alimentándolo bien, tratándolo si hiciera falta con la ayuda de un profesional sanitario, pero sobre todo dejando que el tiempo se convierta en su mejor aliado.    
No siempre va a necesitar el mismo tiempo. Eso dependerá del alcance de la lesión. Pero a buen seguro que acabará venciendo a cualquier anomalía que se presente. 
Eso es algo que experimentamos muchas veces a lo largo de nuestra vida deportiva, pero siempre lo olvidamos. Lo olvidamos con mucha facilidad. La memoria que nosotros no poseemos la posee el organismo. Una especie de reloj interno ejerce un control exhaustivo sobre nuestras lesiones y sobre la recuperación. De ahí que en ocasiones volvamos a lesionarnos mil veces en la misma zona. Y eso es porque no lo hemos dejado recuperarse al cien por cien. La memoria del organismo es siempre infalible. Ojalá la nuestra también. 
Lo he experimentado a nivel personal infinidad de veces. Me he lesionado después de haber acabado pruebas duras, largas y complicados y en ese momento aciago no me he podido imaginar que estuve allí no mucho tiempo atrás. Pero tras un periodo corto de tiempo he vuelto a correr esas duras pruebas u otras más duras aún.  De nuevo he vuelto a lesionarme y de nuevo he vuelto. Es como una especie de espiral. 
Hace unos meses consideré seriamente que ya no podría correr más y ahora estoy planeando correr un maratón antes de acabe el año. Por eso me gustaría que esta entrada fuera un rayo de luz y esperanza para todos aquellos que están postrados. No dudéis que volveréis a los caminos.

UN VIAJE A PARÍS (I)

Existen ciudades que pueden ser contadas y otras que tiene que ser visitadas para poder contarse. Entre estas últimas está París.      No es...