
En Órgiva me sentí bien en todo momento
Me había mantenido en tiempos similares a los de las dos participaciones anteriores, pero las sensaciones eran otras y la certeza de no haber ido al cien por cien de mis posibilidades mejoraron las sensaciones aún más. Por tanto, corriendo con esos datos la relación con este deporte es aún mejor, si cabe.
El próximo domingo correré por primera vez la prueba de “Las dos colinas”, organizada por las Fuerzas Armadas. Es curioso, pero a pesar de vivir en la ciudad nazarí y tratarse de una bonita prueba que atraviesa los dos lugares más simbólicos de la ciudad, la Alhambra y el Albaicín, jamás la he corrido. Seguramente por coincidir con otras pruebas del Circuito de Diputación.
Pero este año, Alejandro, nuestro mentor en el club Caja Rural nos ha inscrito en bloque; y ha hecho bien porque muchos teníamos ganas de correr esta prueba y quienes ya lo habían hecho tenían gana de repetirla. Por tanto, si nada se tuerce allí estaremos subiendo esas dos colinas que tanta fama universal dan a Granada.
Sin embargo, he optado por no cargarme de kilómetros esta semana, sobre todo si consideramos que la prueba del domingo pasado fue dura y fuerte correctivo para la musculatura. Tampoco he querido centrarme de forma particular en cuestas porque no estoy muy seguro si he descansado lo necesario. No obstante, si estoy haciendo sesiones suaves principalmente, aunque he alternado lo suave con rodajes más rápidos como fue el caso del jueves por la tarde. Esa tarde el entrenamiento me arrojó algunas dudas sobre si estaba realmente recuperado o no. La tarde anterior tan sólo rodé durante nueve kilómetros a un ritmo suave –tan sólo el último kilómetro fue fuerte- y, a pesar de sentir las piernas rígidas no me encontraba particularmente cansado. Pero al día siguiente –el jueves- rodé durante cinco kilómetros como lo haría un zombi recién salido de su tumba: torpe en los pasos y demasiado rígido. Además el sudor era pastoso y la condición física en general bastante penosa, algo que me llevó a detenerme durante el trayecto. Sin embargo, a partir del kilómetro cinco hubo una mutación orgánica y a partir de ahí todo eran parabienes y bondades en mi físico: rodaba fácil y ligero al tiempo que devoraba kilómetros sin esfuerzo y en total armonía. Un nuevo misterio que añadir a este complejo e incierto deporte.