28 abril 2010

LAS VÍAS DE LA CORRUPCIÓN (IDEAL 28/04/2010)


Ya había escrito sobre la corrupción en un artículo anterior, pero me apetecía volver a hacerlo. Así que en la edición papel de Ideal de hoy publico un artículo sobre algunas de las posibles vías de que pueden nutrirse algunas de las formas corruptas que asolan nuestro país.
Si no habéis tenido oportunidad de leerlo -y mucho no podréis si tenéis vuestra residencia en otra provincia- os lo dejo aquí para vuestra consideración.
Me ha gustado el simbolismo que ha dibujado Ferrero en mi artículo: una manzana podrida con gusano. Así que emulo el mismo símbolo, en versión propia.


LAS VÍAS DE LA CORRUPCIÓN

Pongamos que un cargo público es invitado por un tipo desconocido a tomar un café. Ese tipo, muy amable, bien vestido y con mucho trabajo zalamero a sus espaldas, se presenta como representante de cual o tal empresa que se dedica a cual o tal cosa y le dice que le gustaría poder trabajar para ese ayuntamiento, para esa comunidad, para ese ministerio. Consecuentemente el cargo público debería indicarle el procedimiento legal a seguir acerca de las licitaciones abiertas pero no lo hace, por lo que ese tipo sabedor de esas debilidades le comenta distraídamente a ese representante público que conoce tal o cual restaurante que ponen un solomillo ibérico a la brasa que no hay manera de resistirse a su sabor. Ese cargo público justo en ese momento debería tomar una decisión porque aunque no lo sepa –pero si lo sospecha- aceptando esa invitación está aceptando o al menos no está rechazando un previsible futuro compuesto de cientos de corruptelas por venir que continuarán con regalos para él y sus seres queridos y culminará con dinero, mucho dinero para él y probablemente también para su partido.
Y cargo público no valorará como ilegal la aceptación de todas esas prebendas porque no existe o no conoce ninguna norma que le impida recibir regalos de un tercero y porque esos regalos -así se lo ha dicho ese tipo- son puras liberalidades, que "nada tienen que ver con que yo pueda trabajar con vosotros o no", resultando que a estas alturas -lo habrá advertido el atento lector- ya le habla de tú.
Pero curiosa, misteriosa o legalmente la empresa de ese tipo acaba adjudicándose una parte importante de los contratos públicos que licita ese ayuntamiento, esa comunidad, ese ministerio. Y nadie duda que -en principio- esos contratos estén adjudicados con criterios legales escrupulosos cumpliendo cada uno de los artículos de la farragosa Ley de Contratos del Sector Público, por lo que ahora es el momento adecuado de hacerse unas cuantas preguntas: ¿si la empresa de ese tipo estaba dispuesta a cumplir al pie de la letra la legalidad vigente, a qué vienen esos regalos? Respuesta probable: porque podría entenderse como probable que fallara el mecanismo legal. Otra pregunta: ¿sabía ese tipo que existen contratos que prácticamente pueden ser adjudicados a dedo si no superan determinada cantidad de gasto? Respuesta probable: sí, lo sabía perfectamente, por lo que el asunto de los regalos en esos casos tenían mucho más sentido.
Se produzca una opción u otra la acción consistente en la liberalidad de regalar siempre será un apoyo. Y está claro que este tipo de cosas siempre han sido y así serán si nuevas normas no lo remedian. Pero pocas normas podrán remediar que un cargo público acepte una invitación de otra persona, circunstancia ésta que sin otras adherencias podría no significar nada.
Lo que arriba se describe es una hipotética vía que puede conducir peligrosamente hacía la corrupción pero no es la única, por supuesto. Quizá ésta sea la más sutil, la menos aparentemente perniciosa en su origen, mientras que las otras vías conllevan otros mecanismos más sofisticados y cuentan con muchos elementos que, como si de un rompecabezas se tratará, acaban encajando porque están diseñados para que encajen.
Esas otras vías van desde la creación de empresas específicas aledañas a círculos del poder dotadas de unos mecanismos sofisticados que posibilitan corromper al cargo público sin apenas error, porque existe toda una ingeniería financiera, toda un miríada de mecanismos y vacíos legales que nuestro imperfecto sistema jurídico no detecta a tiempo o sencillamente no puede detectar, hasta mecanismos que no responden a un esquema fijo pero que tienen como fin último sacar provecho de la administración y comprar voluntades y decisiones, constituyéndose empresas ficticias que al margen de las relaciones con las administraciones públicas no tienen actividad empresarial conocida.
En la otra cara de esa moneda traidora están los políticos -pieza fundamental en el mapa de la corrupción- y todo ese mecanismo del que disponen los partidos para elegirlos. Aquéllos antes de ser políticos son ciudadanos corrientes, gente de la calle que a lo largo de su existencia ha ido formándose una idea de una sociedad culturalmente instalada en la corrupción, muy activa en pequeñas prebendas que van desde las básicas ilegalidades que todos los ciudadanos cometemos a diario hasta la permanente obsesión por engañar como finalidad vital única. Pequeñas corruptelas que comienzan en la más inocente infancia desde el mismo momento que el individuo le arrebata la comida a su hermano pequeño o miente con pequeños engaños a sus padres. Luego ese individuo en la escuela procura seguir engañando por lo que se las ingenia para copiarse en los exámenes y de ese modo asegurarse el éxito y evitar el esfuerzo y una vez acabada su formación abriga la posibilidad de obtener una plaza pública a través de la intervención de algún conocido poderoso. Probablemente, intentará comprar un piso pagando la mayor parte posible de la cantidad total en dinero negro para después revenderlo por el doble de lo que costó al margen del fisco y una vez elegido presidente de su comunidad de propietarios buscará acuerdos y realizará actuaciones que esconderán siempre un interés particular y no colectivo. De manera que cuando ese individuo sea elegido para concejal, para consejero, para ministro o para otro cargo ya habrá andado la mayor parte del camino hacia la corrupción. Y probablemente desde el mismo momento que acepta ese café de ese tipo desconocido bien vestido, desde ese mismo momento ya barrunta que se presenta una gran oportunidad.

27 abril 2010

UN FISIO DE BOLSILLO




Harto de escuchar excelsas opiniones documentadas sobre este aparato y curioso como soy con todo este tipo de artilugios, me dije que mi latente tendinitis aquilea y mis contracturados gemelos podrían verse beneficiados con este aparato, que es como un fisio de bolsillo.
Un Compex dotado de unas prestaciones exorbitantes con el que nos estamos familiarizando en casa a marchas forzadas.
Correr y estar en las mejores condiciones posibles es algo impagable.


26 abril 2010

SOBRE PESO Y ALIMENTOS


Lo hablaba el otro día con Abel y Antonio: cuesta mucho perder peso y poco ganarlo.
Que los corredores hablemos de estos temas es común, pero mucho me temo que podríamos estar hablando de cosas distintas a como lo trata gente que no corre.
Quien no corre, por lo general quiere -necesita- adelgazar, principalmente cuando la primavera está en su cenit y ya se vislumbra el verano. Las ropas delatan, hay más vida en el exterior, hay más luz. Y, por lo general, es la época en la que hay lista de espera en los gimnasios y los sempiternos caminos del invierno, tan solitarios y taciturnos, ahora rebosan de personas que andan rápido y corren, convirtiéndose en las bien denominadas rutas del colesterol.
Pero hablar de perder peso entre corredores es otra cosa. Por lo general, quienes corremos mantenemos la grasa en niveles mínimos y nuestro lenguaje sobre perder peso no tiene mucho que ver con el lenguaje del ciudadano que desea estilizar su figura y perder esos kilos acumulados durante el invierno, por lo general, debido a una vida sedentaria.
Los corredores queremos perder peso por otros motivos, siendo el principal el anhelo de poder llevar menos lastre en nuestros entrenamientos y carreras, si bien en ocasiones no reparamos en que lo importante no es que la báscula marque unos kilos de menos sino que podamos cerciorarnos que nuestros niveles de grasa estén bajo mínimos mientras que nuestro sistema muscular (el de las piernas, pies y abdomen, principalmente) esté lo suficientemente desarrollado para poder llevar a cabo nuestra función. Y eso, inevitablemente, conlleva pesar algo más porque según los expertos pesa más el músculo que la grasa.
Otra cosa distinta es ser consciente de que hay que eliminar ciertos alimentos y bebidas de nuestro régimen alimenticio diario, algo que a todos nos cuesta. A mí el primero.

En mi caso particular, desde que acabó 2009 y comenzó 2010 no he podido evitar incrementar un par de kilos más, a pesar de que el entrenamiento -y por tanto, la musculatura no es la culpable- no era intenso. Ese par de kilos -en mi caso- es debido al régimen alimenticio, principalmente al pan y la cerveza, alimentos que integro a diario prácticamente en mis costumbres culinarias.
Podrá ocurrir que entrene a partir de ahora con más potencia y esos dos kilos los siga conservando pero la sensación será de más delgadez. En ese caso, la explicación es fácil: hay más músculo, sobre todo en las piernas. O bien, no incrementar ese entrenamiento y suprimir esos alimentos y bebida como costumbre diaria e inmediatamente la balanza volverá a esos menos dos kilos antiguos.
Por otra parte, nuestro régimen alimenticio de corredores no puede ser el erial nutritivo y vitamínico en que se convierte la dieta de personas que se obsesionan con las dietas milagro. Sencillamente porque nuestro esfuerzo diario necesita un alimento contundente que contenga los suficiente hidratos, grasas saludables y proteínas que nos permitan mantener ese ritmo explosivo que supone acabar la semana por encima de los cuarenta kilómetros. De ahí que quienes corremos no debamos estar obsesionados con la delgadez sino con la eliminación de la grasa innecesaria y la consiguiente estimulación de la estructura muscular que evitar lesiones y otros problemas indeseados.
¿ Cómo lo veis ?

23 abril 2010

UN PASEO POR LA FERIA DEL LIBRO


Nunca falto a esta cita anual con los libros.
Presentes como están a lo largo de todo el año, nunca me pierdo esta efemérides que suele celebrar el día en el que murieron tanto Cervantes como Shakespheare, aunque últimas investigaciones demuestran que no es cierto y que la datación de la muerte de ambos genios se debe a una afirmación no contrastada que hizo Victor Hugo, genio de las letras galas.

Los dos libros que he adquirido este año son los siguientes:


Un ameno ensayo de Manuel Pimentel denominado "El libro de la escritura vital", bajo el subtítulo de: "Como escribir la novela de tu vida". Leí una entrevista que le hicieron al autor acerca del libro (presentó el libro en Granada pero me fue imposible acudir) y tras ojear el índice no he dudado en hacerme con él (mi amigo Jesús Lens también lo tiene en el margen derecho de su blog. Por cierto, el sábado a las 19,00 horas nuestro amigo presenta su libro en Centro Cultural de Cajagranada, justo a lado de la Feria del libro).
Con una preciosa encuadernación, en este libro el autor nos advierte que la vida es novela y la novela vida, algo que ya uno barruntaba desde siempre y que seguramente aseveraremos tras la lectura del libro de este reflexivo autor cordobés.


El otro libro no podía ser otro que el último de Haruki Murakami "De qué hablo cuando hablo de correr", ideas y vivencias de un escritor corredor o viceversa.
Reconozco que no he leído muchos libros -los primeros- de este autor, y que debería leer tal y como me aconsejó en su día Alfredo, pero es imposible mantenerse al margen de la lectura de su último libro si somos corredores y nos gusta la literatura. A ver qué nos cuenta el maestro japonés, que ya ha obtenido buenas críticas por su obra.
Por cierto, a partir de esta entrada dejo abierta la opción de comentar, que supongo nos place a todos y que es una ingrediente importantísimo de los blog. Otra cosa es averiguar de dónde sacaré el tiempo para comentar a su vez el mayor número de comentarios posible, sin necesidad de estar poseído por Internet como le pasa a mi admirado Enjuto Mojamuto.

20 abril 2010

CALOR Y CAFÉ O EL CONCEPTO DE LA SOLIDARIDAD





Un agrio asunto planea sobre mi barrio. Un barrio de esos de nueva factura, repleto de urbanizaciones modernas y pistas de pádel. Lo suficientemente alejado del centro de la ciudad como para no participar de ese caos urbano, pero al mismo tiempo lo suficientemente cerca como para poder tener la sensación de vivir junto al centro neurálgico.
Un barrio de avenidas amplias y mucha posibilidad de completarse con equipamiento deportivo, educativo y social. De ahí que haya sido elegido por el Ayuntamiento de la ciudad para hincar sus fauces en él y alejar del centro asuntos indeseables.
Y es ahí donde estriba ese asunto agrio al que me refería.
La nueva normativa urbanística prevé que en cada nuevo plan parcial urbano se reserve determinado terreno, entre otras cosas, para instalaciones de tipo social. De hecho, los ayuntamientos han visto en estas medidas una magnífica oportunidad de desviar sus políticas públicas sociales hacia organizaciones de todo tipo, sin apenas control. Muchas de éstas están en casi todos los barrios de Granada y son claramente aceptadas por los vecinos: asociaciones favorecedoras del Síndrome de Down, asociaciones favorecedoras de la tercera edad, de niños autistas, de mujeres maltratadas, de onegés favorecedoras del tercer mundo...La mayoría de las asociaciones, onegés, colectivos u otros colectivos humanitarios ocupan y se dedican al espacio social en el que los ayuntamientos no pueden o no quieren invertir. Y la futura instalación de una asociación autodenominada humanitaria es ese asunto que ha puesto al barrio en pie de guerra, ya que uno de esos solares ha sido cedido a una onegé denominada "Calor y café", dedicada -según dicen ellos mismos- a dar cobijo a personas sin techo. Una asociación que ahora cumple su cometido en el centro de la ciudad y, al parecer, nadie quiere tenerla como vecina. Y menos que nadie el propio Ayuntamiento de Granada.
Han intentado cederle solares con anterioridad en dos barrios similares a éste, pero los vecinos, también en pie de guerra han conseguido que el consistorio desista. Ahora han probado en un tercero y, al parecer, lo han conseguido ante la ausencia de información directa a los vecinos.
Dicho esto, podríamos ya tener material suficiente para hablar de la tan prostituida palabra que de forma irreflexiva en la mayoría de las ocasiones se encuentra en la mente de todos: solidaridad. O bien su versión negada: insolidaridad. Por tanto, podría ser ahora un buen momento para redefinir ese concepto tan traído y tan llevado.
Se sabe por documentos gráficos que un importante número de usuarios de los servicios que ofrece esta onegé -Calor y café- juegan a los dados con su vida y la de los demás. Es frecuente verles por el centro de la ciudad con sus escasas pertenencias, desaliñados, sucios, beodos o bajo los efectos de alguna droga deambulando de un lugar a otro. Normalmente tras su rastro van uno o varios perros. Se les ha visto pelearse a cuchillo entre ellos. Se les ha visto amenazar a transeúntes. Se les ha visto defecar en plena calle. Se les ha visto en situaciones poco decorosas e insalubres. En definitiva, se les ha visto mostrando ante el ciudadano su evidente anormalidad humana. Usuarios que hacen un flaco favor a otros que buscan lo necesario para vivir: algo de comida y un techo.
En frente de ellos, el ciudadano que, por lo general, intenta comprender que ha de convivir con una sociedad imperfecta, sabedor que nada de lo que le rodea es equiparable al paraíso. Un ciudadano que paga impuestos y se traga marrones de vulgares políticos y pícaros burócratas. Un ciudadano que tiene prohibido pronunciar un término: insolidaridad.
Por su parte, habiendo tenido este asunto mucha repercusión mediática en la ciudad, la progresía que escribe o habla en los medios de comunicación -quién iba a dudar de ello- ha usado el látigo contra los vecinos de este barrio. Han dicho que esos vecinos son insolidarios, que mucha solidaridad de boquilla pero que nadie quiere a este gente cerca de su casa, que si fachas, que si egoístas. Y, claro, esa progresía jamás ha pronunciado la verdadera frase que les consagre como verdaderos solidarios: tráigamenlos a mi barrio. Opinan casi siempre sin documentarse y quedan como dios ante sus lectores o antes sus oyentes. Pero hablan para la galería y se exhiben sin pudor.
Mientras tanto esos vecinos siguen su lucha y ofrecen razones objetivas para hacer ver a las autoridades que el ayuntamiento con su decisión está introduciendo en sus vidas un elemento inquietante: personas que por sus condiciones psíquicas o relacionadas con el consumo de drogas no son dueñas de sí mismas. De esa manera esos vecinos ponen sobre la mesa con valentía y sin máscaras una nueva redefinición del concepto solidaridad negando que ésta consista en poner en peligro su propia existencia o acarrear con aquello que los poderes públicos reniegan.
Estamos en un país fariseo e hipócrita. Un país en el que es más importante la acción de aparentar que la de ser; un país en el que la progresía y lo políticamente correcto acuña términos que ser convierten en verdaderos arietes de dictaduras basadas en el pensamiento único; un país que ha asumido sin rechistar lo que los poderes ideológicos han querido que asuma; un país que ha hecho de sus ciudadanos depositarios de sus peligros y miserias; un país que denomina insolidario a quien tan sólo pretende defender su existencia y su vida.
Y si un país se ha formado con esos materiales, ya nadie podrá escapar ante tanta estulticia.

18 abril 2010

LA IMPORTANCIA DE SER POPULAR


O aficionado, como a mí me gusta denominar al corredor que corre por mera afición, por mejorar la salud, por alejarse de malos hábitos no saludables, por perder peso, por sentirse distinto, no sé, por un sin fin de motivos, tantos como corredores aficionados poblamos los caminos, las carreteras y las calles (no olvidemos las rotondas).
Es en lo que pensaba esta mañana nublada de domingo cuando tras desistir de poder correr la simpática carrera en memoria del Padre Marcelino al llegar tarde (me temo que no te va a dar tiempo, me decía un joven de la organización mientras cerraba el sillín de la moto). No obstante, siendo ya inevitable mi no participación decidí disfrutar de aquello que siempre me planteo antes de iniciar una carrera y nunca cumplo: pasear por las vacías calles de la ciudad -de Granada, en este caso-, comprar la prensa y esperar a que vayan llegando los primeros corredores.
Me sorprendió comprobar que la cabeza de la carrera la protagonizaban dos corredores kenianos. Por los altavoces de ambiente afirmaban que la carrera era cosa de estos dos corredores y que en diez o doce minutos llegarían a meta. Por tanto, me situé en un lugar despejado en la acera, unos metros antes de la línea de llegada y decidí saborear lo que nunca me es posible hacer cuando participo.
A lo lejos, por el Camino de las Vacas, ya se veían los coches de la organización y se escuchaban las sirenas de la policía local, apareciendo a los pocos segundos el que sería el ganador de la prueba. Un atleta negro, pequeño, y exento de grasa alguna que como una gacela se acercaba a la meta a un ritmo inferior a los tres minutos el kilómetro. Ver correr a este tipo de corredores es todo un placer para quienes disfrutamos del atletismo.
Dos o tres segundos por atrás avanzaba hasta la meta otro corredor de idénticas características, que a pesar de su esfuerzo no pudo alcanzar a su compatriota. Posteriormente tuve la ocasión de felicitar a ambos corredores cuando salían del pabellón adyacente con la bolsa del corredor en la mano.
Que ambos corredores corran esta prueba, tal y como hacen en los grandes circuitos de carreras que pululan por todo el país, no significa otra cosa que la organización de este evento anual se toma muy en serio esta prueba y la dota muy bien económicamente.
Tras estos dos corredores el vacío.
Al cabo de, aproximadamente, un minuto o minuto y medio aparece un corredor marroquí, y a partir de éste comienzan a llegar otros atletas marroquíes, algunos de ellos conocidos por todos los que participamos en el circuito. El primer español aparece mezclado entre estos últimos me pareció comprobar, probablemente en sexta o séptima posición.
Tras este selecto grupo de diez o doce corredores otro vacío, abortado pasados otros tres o cuatro minutos por atletas -casi todos locales- de gran nivel que oscilan entre los treinta y cinco y los treinta y ocho minutos. A partir de este punto, comienzan a aparecer con cada vez menor intervalo de tiempo, al principio, escasas gotas de corredores, que tres o cuatro minutos más tarde comienza a convertirse en una lluvia más intensa, si bien aún existen muchos huecos y aún no existe una masa amorfa de corredores. Hablamos de los que están entre los treinta y ocho minutos y los cuarenta y cuatro aproximadamente. Hablo con mi interior y concluyo que al final de ese grupo podría haber llegado hoy.
Mientras pienso en todo esto abandono la zona de meta y comienzo a serpentear por calles adyacentes asistiendo a otro espectáculo mayúsculo que supera en plasticidad al anterior: me topo con los verdaderos protagonistas de la prueba, de todas las pruebas. Transitan fatigados, a falta de unos cuántos kilómetros un gran volumen de corredores y no puedo dejar de maravillarme de la puesta en escena de todos estos héroes anónimos. Corredores que llegarán a la meta con un crono superior a la hora. Esos son mis favoritos verdaderamente. Me detengo en la acera, los observo, los ánimo y ellos lo agradecen. Son altos, bajos, gruesos (no hay gente obesa en las pruebas), delgados, mayores, jóvenes, hombres, mujeres, gente de todo tipo y de todas las profesiones. Entre ellos reconozco a algunos que me saludan (¿ Ya has llegado ? No, no he corrido). Entre ellos hay estudiantes, abogados, dependientes, funcionarios, jueces, mecánicos, camareros, amas de casa...un inagotable número de personas y profesiones. Verles me alegra. Ellos son los verdaderos hacedores de las pruebas populares. Me dirijo a mi moto, abro el sillín y cojo el casco mientras esbozo una amplia sonrisa y pienso que estoy orgulloso de pertenecer a ese gran grupo.
No haber corrido hoy ha tenido ese aspecto positivo que no sueles saborear como testigo de excepción cuando participas en las pruebas. Pero también ha habido otro efecto colateral positivo: haber podido hacer posteriormente casi diecisiete kilómetros por la Vega disfrutando de algunas de las mejores sensaciones que jamás he sentido en mis años de corredor. Sin pretensión alguna, bajo un cielo plomizo pero exento de lluvia, a través de una Vega de luz nítida y precisa he podido completar dieciséis kilómetros y seiscientos metros a un ritmo alegre de 4,44 el kilómetro sin apenas sensación de esfuerzo, percibiendo a cada paso que la reflexión de esta mañana y las sensaciones experimentadas posteriormente son de las cosas que hacen de este deporte algo grande.
Y no pude evitar pensar que lo percibido esta mañana haya podido haber generado esos beneficios horas más tarde.

15 abril 2010

CASI UNA FÁBULA


Un grupo de gallinas se arremolina en torno a su cuidador y suministrador de alimentos. Saben o intuyen que hay carnaza e intentan buscar su bocado diario.

De pronto el cuidador, sabedor de que hay demasiadas gallinas nerviosas y estresadas que buscan su bocado y consciente de que no hay comida para todas, utiliza una técnica ancestral cuyo truco y posterior resolución las gallinas no se han transmitido generacionalmente. Así que coge una pequeña porción de pienso enriquecido -ese que chifla a los plumíferos- y la arroja justo en el lado contrario del corral, en un lugar distante y alejado del apelotonamiento inicial.

No falla. Dieciocho de las veinte aves de corral se dirigen hacia ese lejano lugar a pesar de que la proporción de pienso enriquecido es menor al que se estaba suministrando inicialmente.

Sólo dos gallinas permanecen en el lugar inicial sin apenas inmutarse del truculento gancho forjado por su cuidador. Si no fuera porque se trata de animales de natural imbécil uno pensaría que esas dos gallinas parecieran que están reflexionando sobre la estupidez cometida por sus dieciocho congéneres. Incluso pareciera que observan de forman inteligente a su cuidador. Sin duda han comprendido que su ración será mayor.

Esta escena cotidiana en cualquier corral de gallinas -y lógicamente, haciendo las obvias trasposiciones- ocurre cada día en el ámbito social, más concretamente, en el ámbito político.

La sociedad se arremolina en torno al tema de moda actual: la crisis. De éste hablan los políticos -de hecho, se pelean a su costa y buscan rédito electoral-, los periódicos, las emisoras de radio, los canales de televisión, los medios digitales, todo el mundo habla obsesivamente de ese asunto. Pero, de pronto, alguien se acuerda de ese gancho del corral de gallinas y lanza lejos una pequeña porción de nuevos y escandalosos elementos informativos, que obedecen al nombre de "caso Gürtel" o "caso Garzón". Y vuelve a no fallar. Gran parte de la sociedad y los medios de comunicación se arrojan a esa nueva noticia-escándalo; cacarean con el nuevo material; lo exprimen, lo estrujan. A pesar que es menos sabroso y más efímero que el anterior.

Desde la verja el cuidador esboza una cínica sonrisa.

MI NOVELA MI LUGAR EN ESTOS MUNDOS YA ESTÁ DISPONIBLE EN AMAZON

  Ya está disponible mi tercera novela Mi lugar en estos mundos. La plataforma elegida, una vez más, es Amazon ; pero en esta ocasión estará...