-¡Eso es muy malo sudando!
Yo dejaba caer el agua de la fuente sobre mi cabeza, mientras escuchaba esa frase de advertencia. Siempre lo hago con temperaturas altas. Nada hay más placentero que estar en la mitad de una ruta de entrenamiento y poder sentir cómo el agua fresca recorre tu cabeza y se desliza a través del cuello apagando el fuego de la alta temperatura. Ese agua se va fundiendo con el sudor y los primeros metros tras reanudar la ruta son también deliciosos al percibir el frescor del agua.
Estaba en algún punto de la vega y me faltaban unos tres kilómetros para acabar mi entrenamiento y llevaba ya recorridos casi el triple de esa cifra. Eran más de las doce del mediodía y el termómetro en plena ola de calor debía estar en los treinta y cuatro grados, sino más. Por tanto, tenía sentido lo que me decía ese hombre de campo, de edad avanzada y con una sabiduría popular muy certera. Le expliqué que lo era, pero no si se hacía bien: refrescando los centros de refrigeración del cuerpo: nuca, frente y muñecas, y bebiendo poca agua y a pequeños sorbos. Se tranquilizó. «Una vez vi a un corredor que bebió agua y se mareó», me dijo a modo de título de la explicación. Posteriormente se detuvo y fue más detalloso: iba el hombre por un camino y vio cómo un corredor iba perdiendo el conocimiento, y con esa pérdida el equilibrio, tras beber agua en abundancia en una fuente. La bonhomía del hombre hizo que se acordara de aquel suceso y me quiso advertir. Podía haber hecho caso omiso, seguir su ruta sin más, pero decidió prevenirme. E hizo bien, porque cuando un corredor es novato, cuando hemos sido novatos, cometemos esas imprudencias y, quizá por eso, dejamos de cometerlas cuando somos veteranos. Y así se lo expliqué, asintiendo el hombre con la tranquilidad de a quien se le ha aclarado muy bien alguna duda que albergaba.
Correr tiene este tipo de cosas; correr cuenta con estas anécdotas humanas y especiales. Es una de las facetas que siempre más he admirado cuando me han ocurrido y es por ello, tal vez, por lo que me empujé a escribir mi libro Corriendo entre líneas, el cual está plagado de ellas, y así las conté (la mayoría de ellas) en este blog con anterioridad a plasmarlas en el libro.
¿Y me preguntáis por qué me gusta correr? Entre otras muchas cosas, por las grandezas que se viven en ruta.
Hay cosas, tocayo, que podemos "saborear" en la vida y, muchas veces, no nos damos cuenta de que las tenemos ahí. En tu caso el hecho de correr es algo tan "placentero" y, para más "inri", tan beneficioso, que es un buen "hábito". Toda persona elige su forma de "vivir" la vida. Y dentro de la misma podemos encontrar esos buenos, o no tan buenos "hábitos". Buena gente ese campesino que vio casi echándose las manos a la cabeza cómo te refrescabas estando ya tu entrenamiento casi llegando a su fin ese día. No creo que cualquier persona que te puedas encontrar en el campo tenga que ser bueno por "naturaleza"... O no sé, puede que los campesinos sí sean, en general, buenos por "naturaleza"; pero, sea como sea, es algo que te ocurrió en el transcurso de tu entrenamiento. Esa es sólo una de las cosas buenas que te han ocurrido en tus entrenamientos. Como alguna vez me has contado, has tenido incluso alguna, llamémosle "experiencia", que trasciende más allá de este mundo. Si a esos le sumas que estás en forma como consecuencia del deporte que haces. Y que, además cuidas tu alimentación, podemos deducir que el deporte, el correr en tu caso, es verdaderamente bueno. ¡Ojalá! consiguieras con esa "pasión" por correr, inyectarme la mitad de la misma. Aunque algo muevo el cuerpo para mantenerme, no estaría demás practicar un poco más de deporte. Yo no te pregunto por qué corres. Creo que lo sé: por el "amor" que le tienes a correr. Gracias tocayo por compartir ese "placer" que sientes corriendo. Un abrazo.
ResponderEliminarPor suerte, encontré en correr algo que me inspira sentimientos y letras. Y me siento afortunado por ello. Todo el mundo debe de tener ese móvil que le inspire, tocayo, y solo vivencialmente es posible saberlo. Así que anímate a ver si a tí también te inspira. Es fácil: siempre se comienza dando un primer paso...
EliminarEstimado amigo, has descrito ése momento tan crucial en el que bebemos agua y la dejamos caer por esos sitios que nos producen un placer inmediato....pero sabemos el agua que necesitamos beber, ni mucha ni poca, los años de correr tal como ése hombre sabio que te dijo, nos dice la dosis exacta...estupenda entrada amigo, cómo tu libro, que no hay uno igual y todo corredor deberíamos de tener el la mesita de noche. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias amigo Paco. Ya sabes cómo me gusta escribir de correr y sus anécdota al estilo Corriendo entre líneas. Ojalá algún día hubiera material suficiente para una segunda parte. Muchas gracias amigo por tus palabras. Un fuerte abrazo.
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