12 agosto 2013

UN SOMERO Y A VUELAPLUMA ANÁLISIS DEL POLAR RC3 GPS HR

Decir que ya domino a la perfección mi nuevo Polar RC3 GPS HR sería mentir. Normalmente uno acaba por no conocer por completo las funciones que tienen estos aparatos; ni éstos ni otros muchos que pululan en nuestros hogares. Y, en realidad, tampoco hace falta conocer todo porque ese 'todo' no se va a utilizar jamás.  
Por lo general, te acabas por hacer con las funciones más importantes; o al menos, con las funciones que te van a ser útiles realmente, las que vas a necesitar en el día a día. Y con esas funciones no he tardado mucho en hacerme. Después de las imprecisiones lógicas de los primeros días fue fácil poner en marcha lo más importante que ha de tener un pulsómetro+GPS, a saber: frecuencia cardíaca, distancia real recorrida, minutos por  kilómetro o  promedio de minutos por kilómetro.                      Poco más. Conocidos estos datos, es fácil ir conociendo otros datos a través de la fácil opción 'Up-Down' que permite moverse a través de varias pantallas sin que se detenga la grabación del entrenamiento que estás llevando a cabo. Algo más tardé en hacer en la necesaria opción de detener la grabación (por ejemplo si paras para beber agua y/u orinar), pero fue torpeza mía no encontrar esa opción que en realidad es fácil. Se trata tan sólo de pulsar una vez la opción 'Back', siendo la propia pantalla la que te informa que la grabación del entrenamiento está detenida. Volver a reiniciar la grabación es aún más fácil: pulsar el amplio y principal opción 'Start'. 
Por tanto, una vez conocidas esas básicas opciones el aparato funciona como una pluma. Ya sólo bastará que una vez acabado el entrenamiento queramos enterarnos de otras cosas a través del 'Fitness test', como es por ejemplo conocer el estado en el que nos encontramos en función del ritmo cardíaco registrado en el entrenamiento, la velocidad, la distancia...Si el aparato tras una sesión de 19 kilómetros a un ritmo de 5' el mil y bajo un calor abrasador sostiene que tu estado es bueno, debes darte por satisfecho. Creo. 
Este Polar, como ya saben los más antiguos del lugar, es el sustituto natural del magnífico Forerunner 305 de Garmin que me ha acompañado los últimos años, y hay que decir que sus prestaciones son similares, a pesar de que Polar tenga fama de tener una más precisa medición de la frecuencia cardíaca (es líder señero mundial en ese papel). No obstante, en materia de GPS incorporado nada sabíamos. Hasta ahora. Pero algo ya podemos decir. No son muchas las sesiones con el GPS, pero las pocas que ha registrado las ha hecho con una precisión excelente. Lógicamente, hablo en términos comparativos, conociendo la medición que hacía el Garmin y la que hace el Polar en idénticos recorridos y circuitos. Pero es algo que no debe extrañarnos ya que ambos utilizan el mismo tipo de mecanismo GPS que no es otro que el aclamado SIRFstar IV chipset como ya apunté cuando presenté el aparato. Supera muy bien el arbolado y los edificios y cuenta con la opción -que considero necesaria cuando entrenas en un lugar que no conoces- de que te pueda guiar al lugar de retorno o ver el recorrido en un mapa. 
Hay que decir que el Polar que he adquirido también gana en portabilidad con respecto al Garmin. Siempre defendí que pese a su aparataje, el Garmin se portaba muy bien y su peso era poco. No obstante, era más inconveniente para llevarlo como reloj deportivo. Eso ha mejorado bastante con el Polar. De hecho, es un lujo poder acabar un entrenamiento con medición de frecuencia cardíaca y GPS y poder seguir llevándolo en la muñeca como si se tratara de un atractivo reloj deportivo de pulsera. 
Su amplia y rectangular pantalla de fondo negro y dígitos y letras blancas son excelentes para consultar a pleno luz del día mientras corres o vas en bicicleta. El tamaño de los datos es más que suficiente para que no te desnuques consultándolo mientras corres o vas en bici, teniendo la opción de ver los datos en tres filas o en dos. Es cierto que para ver más datos has de moverte con la opción 'Up-Down' como señalaba más arriba, pero eso es fácil también hacerlo y no es tan preciso hacerlo. 
Cuenta con una enorme claridad con abundante sol y abundante luz del día, si bien al igual que pasaba con el Forerunner 305 no dispone de una luz demasiado potente para ese momento del ocaso en el que estás casi acabando tu entrenamiento y la luz del cielo cada vez es más tenue. No obstante, la entrada de la oscuridad ofrece más luminosidad en la pantalla. No hay inconveniente tampoco en eso con función noche.
Mejora también en cuanto a la flexibilidad de la correa (más flexible que la del Forerunner 305) y es todo un espectáculo la buena sincronización que lleva a cabo con el software 'Polarpersonaltrainer', un sistema-control de entrenamiento completísimo a la hora de registrar nuestro entrenamiento, ritmo cardíaco, distancia, altimetría, estado de forma y el siempre necesario mapa del recorrido a través de Geoogle Earth. Este software se descarga de forma gratuita en la propia página de Polar Ibérica, sin coste alguno una vez registrado.  Muy convincente también la duración de la batería, superior a la del Forer. Pero tanto con este aparato como con el Forer, siempre es conveniente que la carga se haga cuando ya no reste apenas batería y que una vez cargado se desconecte rápidamente. Esa es la ley de las pilas de litio. Con el anterior cometí el error de dejarlo toda la noche cargando cuando en realidad no necesita más de hora y  media o dos horas y eso acaba dañando la batería. Nos suele ocurrir igual con los móviles ¿o no?.   
Hay más cosas que me dejo en el tintero como son las opciones de zona de frecuencia cardíaca y otras pero no estoy muy seguro de utilizar hasta la explotación el aparato. Por lo pronto, he de decir que no conozco más opciones que las expuestas, aunque es probable que algunas me haya dejado en el tintero.
Por tanto, por sus prestaciones, su fácil manejo, su buena portabilidad y la relación calidad-precio, aconsejo este aparato tanto para correr como para pedalear. 
Actualización:  La sesión de entrenamiento de esta tarde ha servido, además de para hacer un entrenamiento muy suave de regeneración a 5'30'' el mil, para probar el Polar sin cinta de frecuencia cardíaca. Una opción  de ajuste también muy fácil. Basta con desactivar la opción de frecuencia cardíaca y en la opción 'correr' el GPS coge el satélite en no más de 30 segundos. Algo más rápido que el Forerunner, pero, digamos, que van a la par en ese aspecto. Fenomenal. 

NOTA: Como decía en la entrada anterior, este blog cerrará a partir del 1 de septiembre. Tras esta entrada habrá otra relacionada con la crónica -espero- del I Trail 'Ruta de los Badlands' de Fonelas del próximo domingo, 18 de agosto y una final en la que expondré el nuevo blog que estoy diseñando de naturaleza distinta a este ya que excluirá todo lo relacionado con el correr (ya será convenientemente explicado). Renovarse o morir. Y qué mejor que morir cuando uno es aún recordado.  
           

08 agosto 2013

RELATOS BREVES DE VERANO

LA TESIS


Ayer por la mañana, contra todo pronóstico, decidí enfilar para la costa. Yo mismo me quedé sorprendido por esa inédita decisión, pero cuando quise darme cuenta ya estaba a la altura de Padul y decidí continuar. Algo me decía que me toparía con algo extraordinario.
Ya puestos -me dije- iré al municipio con la playa más concurrida. Y como si se tratara de una teletransportación en el tiempo, en el término aproximado de una hora me vi viendo el mar azul desde la carretera nacional -futura autovía cuando mande la providencia- que conduce a la playa de Velilla en el término de Almuñecar.
Me costó aparcar, algo que ya sabía, pero una vez estacionado el vehículo me dirigí con paso firme hacía la famosa playa que -ya podía verlo- estaría a reventar de gente ansiosa de agua y de sol. 
Pero cuando ya estaba a pocos metros no podía dar crédito a lo que mis ojos iban procesando: la playa estaba practicamente vacía a excepción de tres o cuatro bañistas que leían ávidamente un libro en papel, o bien, un libro electrónico. Comprobé que se podían escuchar nítidamente las olas a las 12 de la mañana de un día de agosto porque el silencio era casi escandaloso. No podía ser. Miré para un sitio y para otro pensando que tal vez se tratara de una de esas bromas televisivas o, probablemente, se estaría grabando alguna película o un anuncio, pero al no ver nada extraño a mi alrededor, me dirigí a una de las pocas personas que estaba plácidamente leyendo un libro en la playa para preguntarle sobre qué estaba ocurriendo para que la playa se encontrara vacía a esas horas.
- Ocurrir no ocurre nada, pero los tres o cuatro que aquí estamos leyendo frente al mar consideramos la idea de correr el rumor de que el Real Madrid acababa de llegar al Ayuntamiento de Almuñecar a ver qué ocurría. Somos doctorandos y estamos elaborando una tesis sobre psicología de masas en la Universidad de Granada. 

06 agosto 2013

POLAR RC3 GPS HR RED/ORANGE


Cuando los corredores, ciclistas, triatletas, duoatletas y demás espécimenes que nos perdemos por esos caminos, carreteras, montes o aguas de Dios comenzamos a preguntarnos sobre los kilómetros que llevábamos hechos o el ritmo puntual o medio al que íbamos, tan sólo unas pocas marcas comerciales nos dieron una respuesta ofreciéndonos un GPS que dieran respuesta a nuestros anhelos. Y de entre esas marcas comerciales, las menos lo tenían integrado en el mismo reloj que, además, hacían otras funciones importantes, siendo una de las principales la de controlar el ritmo cardíaco. 

Pero en pocos años estos productos han evolucionado mucho y cada vez son más las marcas prestigiosas enfocadas a la tecnología deportiva las que ofrecen productos cada vez sofisticados. 
Inicialmente, en el sector de corredores, que es el que más conozco, la principal marca que nos ha surtido de estos sofisticados aparatos ha sido Garmin que con sus excelentes productos nos han ido orientando sobre distancias y ritmos, convirtiéndose en muchos casos en un entrenador personal y un sinpar acompañante en los entrenamientos solitarios o en grupo. Se daba la circunstancia que la marca norteamericana también ofrecía en la mayoría de sus modelos, además del GPS incorporado, una banda de medición de ritmo cardíaco. 
Sin embargo, la marca señera en ese menester, la finesa Polar, tan sólo ofrecía esa función. Seguía siendo la mejor en cuanto a medición preciso del ritmo cardíaco, pero el mercado demandaba también el GPS como opción básica. Por tanto, los nórdicos incorporaron en sus nuevos modelos un receptor GPS diferenciado del reloj pulsómetro que iría engarzado en el cordón de la zapatilla básicamente. Esa opción no fue comúnmente aceptada por los corredores, que no comprendían cómo una marca tan puntera no incorporaba un GPS en el propio reloj. Pero era cuestión de tiempo.
Y ese tiempo ha llegado porque Polar ya lleva algún tiempo -no mucho- fabricando relojes pulsómetros con GPS incorporado. Y de entre los últimos modelos, quizá el más idóneo para correr y bicicleta sea el RC3 GPS HR, tanto por su tamaño, prestaciones y peso. 
No me referiré por ahora a sus ventajas y desventajas (se pueden consultar fácilmente en Internet) hasta que no lo haya probado, pero está claro que a primera vista y por lo que he leído está diseñado para que sea un compañero perfecto de entrenamiento.  Utiliza el prestigioso sistema SIRFstar IV GPS chipset de captación de GPS que el que la mayoría de las marcas prestigiosas como Garmin, Suunto u otras utilizan; y recibe un mínimo de 4 satélites de los 24 activos que orbitan alrededor de la tierra. Al parece la captación del GPS y la precisión, según opinan quienes ya lo tienen, es excelente. Además, cuenta con la ventaja adicional de más durabilidad de la batería que los modelos Garmin, si bien como es habitual en todos las marcas se trata de una batería de litio que no es reemplazable por el usuario, tal y como ocurre también en todas las marcas de móviles y en los dispositivos de Apple. Hay quien considera que se trata de una garantía de funcionamiento o bien una estratagema comercial, cada cual tiene su opinión. Sin embargo, al poseer una durabilidad mayor (12 horas con GPS de funcionamiento continúo) que Garmin su vida útil es mayor y lo importante es que cuando la batería ya esté agotada lo hayamos amortizado con creces para comprarnos otro modelo, algo que en Garmin -por lo que conozco- no siempre era así. Cuenta con la función reloj y el sistema de carga es mucho más sencillo, ya que el cable mini USB se conecta directamente en la parte trasera del reloj. Lógicamente, son innumerables sus funciones, pero las comentaré cuando me haga con ellas, si bien no soy demasiado partidario de utilizar en los aparatos de cualquier tipo más funciones que las básicas, es decir, las que suela utilizar en el día a día. Siempre he sido de la opinión que un aparato es más durable si nos abstenemos de exprimirlo al cien por cien. También fue básico para decantarme por él que pudiera -al igual que ocurría con el Forerunner 305- descargar las rutas en Google Earth. De hecho Polar dispone de un software propio descargable gratuitamente de la página web de la marca.       
Existen tres colores de este modelo: el negro, el red/orange, o la edición especial del 100 Tour de France que es amarillo (todos tienen la pantalla negra), el color está previsto sólo para carcasa del reloj y correa. Los tres ofrecen las mismas prestaciones y el precio es similar ( el más económico siempre es el negro, si bien hay muchas diferencias de precio entre los comercios que operan en la red). Además, existe la opción de adquirirlo con la cinta cardíaca - HR- H3 o sin ella, si bien es aconsejable adquirirlo con cinta -la pila es reemplazable-  ya que el sistema de precisión de Polar es único y si posteriormente se decide comprar por separado siempre será más cara. 
Yo me he decantado por el red/orange, un pelín más caro que el negro pero, en mi opinión, estéticamente más bonito y, particularmente, para correr siempre me han gustado los colores vivos (ser hortera es lo que tiene).  

ACTUALIZACIÓN A 15/2/2014: 

Por primera vez, el GPS del RC3 no ha conseguido coger las señales de los satélites. Supongo que habrá sido algo puntual. Probaré mañana.

 ACTUALIZACIÓN A 17/2/2014: 

Gracias a las indicaciones del Servicio Técnico de Polar, con unas sencillas instrucciones he podido sintonizar las señales de los satélites. No esperaba menos de esta prestigiosa marca. 

ACTUALIZACIÓN A 22/2/2014: 

He podido comprobar en ruta la efectividad de la solución dada por el Servicio Técnico de Polar. El GPS ha conectado perfectamente con los satélites y ha hecho una estupenda medición, como siempre. Una razón más para confiar en una marca líder.

ACTUALIZACIÓN A 27/11/2015

Finalmente los problemas que venía arrastrando en cuanto a la conexión mini USB para cargarlo tanto a la red como al ordenador, que también es la posibilidad que tenía de descargar los entrenos al track de Polar,  se han cumplido. Es decir, ya no es posible cargar el aparato y mucho menos descargar los datos. Sencillamente, no funciona. Puesto en servicio con el servicio técnico de POLAR, me comentan que cuesta 96 € arreglarlo porque ya ha cumplido la garantía (cumplió en agosto). Están en su derecho, pero no me han dado opción alguna; o eso o tirarlo.
Por tanto, mi valoración a día de hoy acerca de este dispositivo no es positiva. No ha habido una armonía total desde que lo compré. La carga siempre ha dado problemas, en cuanto a la conexión al PC o red eléctrica; además, en cuanto a captación de los satélites, en muchas ocasiones he debido comenzar una carrera sin el GPS activado, dado lo que en ocasiones tarda en coger la señal. En otras ocasiones, sencillamente ha sido imposible y he tenido que optar por reiniciar el aparato. Sumado a eso, como ya he comentado con anterioridad, la pantalla se ve realmente mal, sobre todo cuando hay poca luz natural; si optas por la artificial, hay que decir que tampoco mejora, ya que la ofrece el aparato es muy pobre.
Esos aspectos hacen que no haya sido una opción demasiado ventajosa. Mucho tendrá que mejorar POLAR para competir con otras marcas más especializadas. No obstante, si hacemos abstracción de lo que comento -que es difícil, ya que se trata de cuestiones básicas- el reloj ha cumplido en ocasiones.
La opción que barajo es: o arreglarlo, gastándome 96 € más gastos de envío; o buscar en el mercado. Si elijo esta segunda opción, seguramente no elegiré POLAR. Volveré a Garmin o probaré con Tom Tom u otras marcas que no haya tenido.

ACTUALIZACIÓN A 7/2/2016

Definitivamente, he dado por perdido este GPS de Polar. Imposible cargar. Puesto en contacto con el Servicio Técnico en España de la marca finesa, me dicen que al haber acabado la garantía, la solución pasa por gastar casi 100 € -con gastos de envío incluidos-, en el arreglo. Les comento que el aparato está arrastrando problemas casi desde que lo compró en agosto de 2013, pero pasan. Así que no volveré  a comprar un producto de POLAR, por ahora. Sólo cuento mi experiencia. A mí me ha ido mal en lineas generales con esta marca.
Mi consejo antes de adquirirlo: leer el máximo de comentarios posibles, pero ha de mejorar mucho en cuanto a la rapidez en la conexión del satélite, en el sistema de carga y en la casi nula visibilidad nocturna.  

05 agosto 2013

TODO TIENE SU CICLO

Hace poco tiempo, una buena mañana de sábado entrenaba plácidamente. La mañana era bonita en la Vega, iba muy cómodo y me gustaba el ritmo que llevaba, más que nada por las sensaciones, así que hice un pequeño calculo sobre los kilómetros que podía llevar recorridos. Acababa de atravesar la pedanía santaferina de Pedro Ruíz y me dirigía a Fuente Vaqueros. Entonces fue cuando consulté el Forerunner y comprobé con estupor que la pantalla se había apagado. Me extrañó porque aunque en ocasiones he olvidado ponerlo a cargar en el ordenador, en aquella ocasión estaba totalmente seguro que cuando lo desperté de su base aparecía la leyenda 'batería cargada'. Lo intenté conectar de nuevo pero ya no fue posible, así que hice todo el recorrido sin conocer exactamente el ritmo ni la distancia. Por suerte era una ruta que conocía bien y podía ir calculando los kilómetros recorridos con poco margen de error. No tenía por qué aflorar la tragedia. No ese día. 

Cuando llegué a casa lo volví a acostar en su base de carga pero el dispositivo no era reconocido por el ordenador y me dije: tienes un problema. Extraño porque tan sólo llevaba con la nueva batería un año. Lógicamente, como hacemos todos, busqué las causas de la avería en Internet. 
Lógicamente, encontré averías y soluciones de todos los colores y en algún caso la avería -que no la solución- era similar a la de mi aparato. Lo reseteé siguiendo las instrucciones de la marca, pero el Forer continuaba dormido. Lo siguiente que hice fue pedir un RMA a Garmin, que me contestó en pocas horas dándome un presupuesto aproximado. Lo dejé estar y me fue de vacaciones. Lo meditaré en estos días, me dije. 
Y lo medité. Nada más llegar a casa ya había adoptado una decisión: buscaría en el mercado, otras marcas a ser posible y fue así como me topé con mi nueva adquisición, que llegará mañana y eso mereceré una nueva y floreciente entrada.
¿Que he hecho con los restos del mio, es decir, con el Forer bloqueado, la cinta cardíaca y demás accesorios? Puse un anuncio en Internet; y como no he sido particularmente lucrativo en el precio y he sido totalmente sincero con la situación en la que se encuentra el aparato, rápidamente alguien que necesitaba una cinta cardíaca -y probablemente, la intención de repararlo (hay gente manitas por ahí. No es mi caso)-, se ha hecho con él. 
El importe por él obtenido supone tan sólo un 22% de lo que cuesta el nuevo, pero estoy satisfecho con el trabajo realizado por el Forer en estos últimos años. Ha cumplido su misión sobradamente y lo considero plenamente amortizado. Además, no se ha ido dando un portazo.
¿Se van las personas, por qué no se iban a ir los aparatos? Todo tiene su ciclo, su principio y su final. Es algo que conviene entenderlo lo más antes posible.        

03 agosto 2013

UN ENTRENO MAL CALCULADO

Es fácil despistarse en un mar de olivos

Reconozco que puede haber algunos ligeros gramos de locura en la ruta hecha en la mañana del sábado, en tal terreno y por estas fechas, porque los 18 kilómetros propuestos de olivo-trail por una ruta que ya había hecho a finales de junio se han convertido en casi 23. 
Un despiste en uno de los cruces me ha llevado a hacer 5 kilómetros más no previstos, algo que no sería más que anécdota si no se tratara de un terreno de esta dificultad y un 3 de agosto, en mitad de una alerta amarilla por ola de calor.  
Cuando llegué al final de la primera parte de la ruta ya se habían cumplido 9 kilómetros. Era lo previsto. Estaba casi en la mitad de la nada y a pesar de que eran las 10 y media de la mañana el calor ya comenzaba a percibir y la chicharra ya había comenzado su monótona lenatía, a pesar de que de vez en cuando -algo propio también en los días de fuerte calor- el sol se cobijaba en alguna nube y aparecía un leve frescor que inmediatamente desaparecía. Así que me refugié debajo de un olivo y me dediqué a hidratarme lo mejor que pude, calculando que debía dejar el suficiente líquido para el regreso de otros 9 kilómetros, pero en este caso aún con más calor al ser más tarde. El sol cada vez estaba más alto y presente. 
No quería pensar en esos nueve kilómetros que me faltaban, tan sólo en qué momento debía de detenerme de nuevo para volver a hidratarme. En realidad, tampoco me sentía mal de forma para volver a un ritmo adecuado.
No recuerdo en qué momento me despisté y no cogí el desvió que me volviera a llevar a Pinos Puente entre ese mar de olivos. Tal vez iba pensando en exceso en el calor que aún me esperaba. Desde luego no ayuda que los caminos entre olivos sean practicamente idénticos. 
Al fondo de una recta, a lo lejos, percibí una fuerte subida que consideré no sería por la que debía pasar. Me parecía una subida excesiva y pensé que podría tratarse de un carril auxiliar, que suelen ser abiertos por los olivareros para poder entrar con su maquinaria. Pero pasaban los metros y no había ningún cruce que me permitiera alejarme de esa subida. Así que cuando menos lo esperaba ya me encontraba subiendola, de la cual no tenía referencia alguna en la ida. Estaba claro que me había despistado.
Cuando con mucho esfuerzo llegué a lo alto de esa especie de otero, comprendí definitvamente que no estaba en el camino correcto. Es más, al ver a lo lejos el campo de golf cercano al Pantano del Cubillas,  ya clausurado por la estulticia de la fiebre del ladrillo (algo similar los aeropuertos de Castilla-La Mancha y Castellón), sabía que me encontraba en una ruta que había descubierto a través de Google Earth. Ya no merecía la pena desandar lo andado erróneamente y seguí. 
No conocía ese trayecto pero sí sabía muy bien adonde saldría, por ser una ruta habitual en mis entrenamientos, pero ese cálculo tenía trampa: serían al menos cinco kilómetros más y eso significaba que tendría que estar corriendo hasta casi las 12 del mediodía. No llevaba apenas líquido pero sabía que en Caparacena, a 4 kilómetros de Pinos Puente, podría beber y rellenar todo el agua que quisiera gracias al activo pilar de la coqueta plaza de la aldea. Por suerte, tras esa dura subida, casi todo el terreno a su paso por el aeródromo era en descenso, o bien, en recta. Eso ayudó. 
Cuando llegaba a la pequeña aldea, a pesar de lo benigno del terreno, comprendí que ya no iba tan entero como hacía un rato. Me detuve en el pilar de Caparacena, bebí, me esparcí agua por casi todo el cuerpo -principalmente por la nuca, cuello, frente y muñecas-, rellené las pequeñas cantimploras de la correa de hidratación y a paso muy tranquilo me dispuse a hacer mis últimos cuatro kilómetros que, probablemente, hayan sido los más complicados en esa ruta que tanto conozco. En eso cuatro kilómetros también había alguna dificultad llegando a Pinos Puente, pero conocía el terreno y no preocupaba demasiado.
Finalmente fueron casi 23 kilómetros (medidos posteriormente porque el Forerunner lleva unos días inactivo, algo de lo que hablaré en otra entrada), terminados tal y como presumía cerca de las 12. No llegué para el arrastre en absoluto, pero sí reconocí que había utilizado unos gramos de locura que no vienen mal si el cuerpo lo resiste.
Cuando llegué al coche aparcado en la puerta de las instalaciones deportivas de Pinos Puente, me dije que el test serio para la prueba de trail de Fonelas de 18,5 kms. del próximo día 18 ya estaba hecho. 
A estas alturas de la tarde-noche no miento si afirmo que entre agua, isotónico, cerveza, zumos, granizada de limón y soja habré ingerido alrededor de tres litros de líquido. Queda mucha noche y aún tengo mucha sed pero, eso sí, no siento las piernas cansadas.     
      

01 agosto 2013

AGOSTO

Agosto es un mes huérfano. No se le conoce padre ni madre; si acaso el hermano menor julio y su pariente cercano septiembre. Por tanto, ajeno a procelosas relaciones familiares circula por la vida con la impronta de quien no tiene futuro ni pasado.
Agosto es un mes solitario e incomprendido. No tiene apenas parangón entre sus restantes once congéneres y ese hecho también le confiere un carácter especial. Lo despoblado de sus días apenas si se compensa con la pereza en la labor. Un mes nacido para ser vivido y ser deglutido en largas verbenas. Un mes de usar y tirar, pero muy querido o al menos muy solicitado por todo aquel que anhela prosaicos paraísos de placer y descanso en las horas de vigilia de la oficina.Un mes querido y odiado a partes iguales, como suele ser común entre los seres huérfanos.
Pero Lorenzo, el sol, sí lo aprecia. Es más lo busca de manera obsesiva de entre sus congéneres hasta que por fin lo convence para que marchen juntos de la mano. Y como es de natural solitario, agosto se dejar mimar con gusto y dicha. 
Agosto baña las calles y plazas de las ciudades de amarillo a mediodía y de cálidas sombras en la noche, pero también sabe estar cuando se lo propone en esas otras calles y plazas ribereñas o montaraces, inundando todos esos rincones soplidos frescos nocturnos. Y cuando en la noche logra zafarse de su amigo el sol, como si fuera un niño travieso, baila con las olas y la luna hasta que Lorenzo vuelve a encontrarlo y recogerlo.  
Un incomprendido, sin duda. Un mes que llegar sin avisar y se va con estrépito. Un mes que como si fuera un reptil hiberna para cargar las pilas durante once meses y, así, de manera callada resurgir de ese hiberno con energías renovadas para ir decreciendo poco a poco, dejando paso a su pariente cercano, mucho más timorato y taimado.            

UN VIAJE A PARÍS (I)

Existen ciudades que pueden ser contadas y otras que tiene que ser visitadas para poder contarse. Entre estas últimas está París.      No es...