Bueno amigos, sé que no sois muchos los que estáis ahí enfrente de la pantalla, algo lógico por las fechas en las que estamos, pero me parece oportuno seguir contando mis entrenamientos solitarios de cara a la subida al Veleta, cada vez más cercana.
Recordemos que inscribirme fue más un acto de revelación que de reflexión, pero es cierto que el corredor en su fuero interno sabe o al menos intuye a qué pruebas puede apuntarse y tener bastantes posibilidades de acabarlas.
Sé que el Veleta es otra cosa pero, como dije en un comentario, si es una locura correrla, también lo es no correrla. Así que ante esta dualidad de locura he optado por hacerla. La suerte ya está echada y tan sólo queda apurar los días y cumplir el corto pero ambicioso plan de entrenamiento -cuyos consejos como los de Mario y Alfredo, valoro positivamente-.
Tras la mini-subida al Veleta del pasado sábado, con un resultado satisfactorio he de decir, sigo cumpliendo este solitario plan y hoy ha tocado el Torreón, que nada tiene que ver con el Veleta pero hay una importante subida y mantiene el tono muscular para afrontar lo mejor posible lo que nos esperará el próximo siete de agosto.
Y sobre la subida al Torreón de esta tarde quería hacer una reflexión que tenía en mente a lo largo de los doce kilómetros y medio de recorrido: y es que no diré que me ha parecido una tachuela porque la subida es dura y contundente, pero sí he percibido que tras subir desde la Hoya de la Mora al Veleta, esta subida se ha quedado en menor, perdiendo mucho de su épica. Sin embargo, para mí sigue siendo un lugar difícil al que hay que subir mentalizado y con un mínimo de preparación porque no se trata de un circuito fácil.
El domingo y el lunes encontré las piernas aún cargadas; y aún hoy las notaba algo cargadas, pero la subida de esta tarde del martes las ha descargado y ahora las percibo frescas y enteras.
La siguiente etapa del entrenamiento será la subida desde el Dornajo por la antigua carretera de Sierra Nevada -que me dejó perplejo y sorprendido cuando la recorrí el pasado sábado con el coche-. Si no calculo mal, desde el Dornajo hasta la Hoya de la Mora hay 15 kilómetros -quizá los psicológicamente más duros de la prueba-, e intentaré hacerlos todos en el entrenamiento aunque tenga que alternar correr y andar.
Hay que cumplir el plan sin desmayo y, efectivamente, entrenar en altura.