13 enero 2010

LA DECISIÓN DEL AYUNTAMIENTO DE VIC


El Alcalde de la ciudad catalana de Vic (provincia de Barcelona), con el apoyo de de su equipo de gobierno integrado por los concejales de CiU, PSC y ERC, ha decidido no empadronar en el Padrón Municipal a los inmigrantes ilegales, es decir a aquellos que se encuentran en una situación irregular en España.
El Padrón Municipal es la herramienta administrativa de que disponen los Entes locales municipales para determinar la vecindad administrativa de un municipio y en el mismo se inscriben tanto ciudadanos españoles como inmigrantes legales e ilegales. Ahora el equipo de gobierno considera legal su postura, al tiempo que pone sobre la mesa un asunto que cada vez será más debatido, no sólo en España, sino en los demás países prósperos de la Unión Europea. Un asunto que esconde una situación de ámbito legal y social que, necesariamente, habrá de culminar en un debate serio sobre el asunto de la inmigración, el estado de bienestar, el asunto de los tributos, la sanidad pública, la educación pública y un largo etcétera. Un debate que ya surgió hace años en países como Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Suiza o Bélgica, por poner unos pocos ejemplos.
Las preguntas que os hago y sobre la que me gustaría conocer vuestra opinión son las siguientes:

¿ Es sostenible o no lo es el estado de bienestar social si no se regulariza y racionaliza en profundidad la inmigración ilegal ?

¿ Han contribuido o no han contribuido los inmigrantes a la prosperidad económica de los países desarrollado, entre ellos España, o por el contrario, son mayores los gastos sociales, sanitarios y educativos que han de soportar lo estados con el fenómeno de la inmigración?

10 enero 2010

CORRER ES LA ESENCIA (O EL PRIVILEGIO DE CORRER BAJO LA NIEVE)

Hoy me he congraciado con la naturaleza. Si alguna vez he podido ser cruel con ella, arrojándole productos inorgánicos, destruyendo su flora por no poner el suficiente cuidado, vertíéndole aguas fecales o, sencillamente, no siendo sensible y exquisito en el trato, hoy me he congraciado con ella.
Se podría decir que he firmado un hipotético armisticio, una carta de naturaleza en la que al modo íbero cada parte se ha llevado su mitad.
Resulta que esta tarde, a eso de las 14,00 horas, a la hora anárquica acostumbrada de los domingos, salía a correr por una ruta de 16 kilómetros uniendo caminos entre Pinos Puente y Fuente Vaqueros. Pero presentía más que vaticinaba que marcando el termómetro del coche 1 grado sobre cero y estando el cielo completamente repleto de nubes la nieve podría hacer aparición de un momento a otro.
Mientras me enfundaba la braga en el cuello y ajustaba el gorro de lana Nike en la cabeza comenzaron a caer los primeros copos de nieve con una periodicidad discreta, casi inexistente. Sin embargo en los primeros cien metros de la ruta esos copos fueron aumentando su tamaño y vigor.
De esa forma comenzaba hoy mi odisea nevada. Y creedme, ha sido un privilegio. Había corrido bajo la nieve, pero jamás había hecho una ruta de 1 hora y 20 minutos en la que no haya cesado ni un sólo segundo de nevar. Todo lo contrario.
En el momento en el que escribo, casi las siete de la tarde del domingo 10 de enero de 2009, Granada y alrededores están completamente nevados. No es posible vez ni un sólo centímetro de acera y la terraza de mi piso ha adquirido un color blanco precioso. Pero cuando daba los primeros pasos en mi ruta de hoy aún no había ni un sólo centímetro de nieve en los angostos campos de la Vega. Ese manto blanco se ha ido extendiendo a medida que mis piernas, corazón y pulmones iban acumulando kilómetros. He sido, por lo tanto, testigo de excepción.


Pero comencemos por el principio.
Tras los primeros copos a los que me refería, en el primer kilómetro me detuve para ajustarme la malla y comprobé cómo la nieve cada vez era más copiosa. Mis ojos se fijaron en el horizonte, en la dirección que correría, y comprobaba como una densa capa cubría los cortijos y secaderos de la Vega.
Ese es un momento psicológico. Estás perdido en mitad de la nada, sin presencia humana alguna y sabes que tienes por delante 15 kilómetros en medio de esa nevada que va aumentando cada minuto.
Son los momentos en los que la mente te dice que estás a un kilómetro del coche y deberías regresar, pero las piernas obedecen a otras razones y empujan hacia adelante, de manera que cuando aún no había acabado de tomar la decisión ya me encontraba corriendo en busca de esos quince kilómetros restantes.
Comprobaba cómo la nieve, tras la primera capa de agua ya iba quedándose en las ramas de los árboles y cada kilómetro corrido coincidía con una mayor presencia de blanco a ambos lados del camino por el que avanzaba.
A los treinta y tres minutos de recorrido me encontraba en las puertas de Fuente Vaqueros y tan sólo contemplé en la calle a una niña que se disponía a amontonar nieve en el jardín de su casa con la idea más que predecible de hacer un muñeco de nieve. Mientras tanto en los bares que circundan al paseo central del pueblo, presidido por una estatua del poeta, los parroquianos apenas se asomaban a las puertas de los bares en los que con toda probabilidad tomaban un carajillo y una copa de coñac.
En esos momentos no pasa por tu momento ningún atisbo de heroicidad, aunque el que te observa considere y tu deduzcas por su mirada que está viendo pasar a un tipo un tanto excéntrico.
Pero lo que probablemente no sepan es que tu eres corredor y que correr es la esencia y todo lo demás la anécdota.
Pasado el pueblo de Fuente Vaqueros enfilaba la carretera que conducirá mucho más adelante a la Carretera de Córdoba y que en un par de kilómetros posibilitará desviarme por un camino casi inédito, recién descubierto y que sirvió al grupo de Las Verdes para hacer la ruta de la "Mañanavieja".
Ese camino me gusta por su silencio y quietud. Perdido como está en la mitad de la Vega me transmite excelentes sensaciones. Pero hoy no eran sólo buenas sensaciones sino algo más: si las palabras fallan en su descripción, intente el lector imaginarse un campo totalmente blanco y unos chopos nevados junto a los que discurre una decimonónica acequía que confunde su rumor con el silencio típico de la nieve.
Unos kilómetros más adelante, vuelvo a penetrar por el Camino Real, que en su larga recta deja contemplar una Vega ya completamente blanca y misteriosa.
La nieve, lejos de remitir, era ahora más abundante y necesitaba retirar la braga de la boca y respirar abiertamente. Pero los copos ahora remansaban suavemente hasta estrellarse en el camino como si allí la nieve fuera ya propia del paisaje. Todo era tan blanco que sobrecogía. Pareciera que ahora la naturaleza comenzara a congraciarse con aquel corredor que la había desafiado en su prueba más cruel. Si antes los copos se estrellaban en la cara, ahora con suavidad resbalaban por ella. Me pareció percibir un guiño de complicidad de la madre tierra.
Mi vista no paraba de otear todo lo que podía abarcar, pero mis sensaciones físicas lamentablemente no eran las más adecuadas. Digo lamentablemente porque unas buenas sensaciones unidas a ese espectáculo natural hubieran provocado un cataclismo emocional.
Minutos más adelante un coche conocido me insistió en que me montara, ajenos a mi disfrute y privilegio. Grité, creo que con emoción, que no me privarán de ese privilegio. Sospecho que el matrimonio amigo que ocupaban el vehículo no llegaron a comprenderme y continuaron su camino.
A la altura de la Alquería de Alitaje las dos casas que ocupan la orilla derecha del camino mostraban un jardín tan inéditamente nevado que inspiraba ternura y unos gorriones, ajenos al frío, buscaban algo que echarse al pico. A esas alturas el frío era intenso y pareciera que los gorriones y yo éramos las únicas criaturas existentes en el mundo.
A falta de un par de kilómetros para llegar a Pinos Puente, el frío era más intenso y me sentía mojado. Llevaba más de una hora y cuarto mezclado con la nevada y la naturaleza ya había decidido que nuestro armisticio era sólido.
Cuando llegué al coche percibí el sentimiento puro de que aquello que me había ocurrido era un privilegio y que sin dudarlo lo volvería a repetir en cualquier momento. Ya digo, correr es la esencia y todo lo demás la anécdota.

09 enero 2010

TALES OF ITHIRIA, HAGGARD

Escuchar esto, que merece la pena. Se trata del último trabajo del grupo alemán Haggard, TALES OF ITHIRIA

06 enero 2010

EL CONSUMO QUE TODO LO INUNDA



Escribía Jesús Garrido -corredor perezoso-, que resulta un espectáculo lamentable contemplar cómo se consume la lectura en estas fechas. Y para ejemplo, el que todos conocemos: el Corte Inglés.
Hace unos meses leía con fruición los dos primeros libros de Stieg Larsson. En ambos descubrí una nueva forma de contar las cosas, una Suecia alejada de la imagen bucólica que tenemos por aquí de este país, y una trama compleja y bien construida bajo la forma y estilo de una prosa aparentemente sencilla.
Pero se publicó la tercera parte en España bajo el título de "La reina en el palacio de las corrientes de aire" y perdí casi todo el interés. No he comprado ni por supuesto he leído esta tercera entrega desde que el libro ya no se vende para ser leído sino como producto de un mercantilismo obsceno y promiscuo del que debería de estar ausente el libro. Y eso es algo que nada tiene que ver con su lectura. De hecho, millones de lectores tiene el Quijote y jamás ha tenido que entrar en esa vorágine consumista. Comprar un libro es un cosa y leerlo es otra.
He de admitir que su masiva venta y su destacado lugar en los grandes almacenes junto a cualquier artículo de gran consumo me decepcionó porque siempre entendí que la extinta pluma de Larsson atesoraba calidad. Y para colmo admiten haberlo leído la mujer del futbolista Guti y hasta la hija de Aznar. Y por ahí ya no pasó.
Lo más probable es que acabaré leyéndolo cuando se publique en bolsillo y para ese momento sospecho que transcurrirá un lustro.
Por su parte, reconozco que no soy muy dado a que me regalen libros, aunque sí a regalarlos.
Si los recibo, sé de donde vendrán y, por lo general, ya he dado algunas sugerencias. Y en ese sentido he tenido la suerte de recibir en estos días "Retrato de un hombre inmaduro" la última novela de Luis Landero, un escritor que tengo en un lugar preferente de mis anaqueles desde que me deleitó con "Juegos de la edad tardía".



Algo similar me ocurre con el cine. En ese género sólo opto por sugerir o comprar -como en música- aquello que considero de culto. Y la suerte ha estado de mi lado porque ya forman parte de mi deuvedeteca "El gran Lebowski", en mi opinión la obra maestra de los Hermanos Coen, y "Trainspotting" de Danny Boyle que tanto nos ha sorprendido últimamente con "Slumdog Millionaire"

04 enero 2010

LA INFLUENCIA DE LA ZAFIEDAD



Hace más de año y medio publicaba un artículo en Ideal al que titulé "Zafiedad que mueve al mundo" en el que me refería a la zafiedad, que todo lo inunda. Y ahora que comienza un nuevo año y todos, de una manera u otra, ponemos el reloj a cero en muchos aspectos me gustaría referirme a cómo afectará esa zafiedad a la televisión, madre de todas las zafiedades, ahora que la pública y estatal ha optado -con buen criterio, en mi opinión- por eliminar toda publicidad y que en ese nuevo esquema de servicio público ninguna cabida habría de tener la programación rosa, que además pagamos todos con nuestros impuestos.
Lógicamente, ese "pastel" publicitario irá ahora a parar, principalmente, a las televisiones privadas, que son muy suyas de hacer con esos ingresos publicitarios lo que les vengan en gana. Y si lo que quieren -o quieren sus telespectadores- es embodriarse hasta la méduta de belenesesteban y tomates allá ellos porque es su dinero y los espectadores son muy libres de pulsar la tecla del mando a distancia que les plazca.
Otra cosa es que todo ese nauseabundo mundo nos sea impuesto por la vía de los hechos consumados, es decir, que no teniendo otra opción debamos impregnarnos de ese tufillo. Al menos ahora tendremos la ocasión de poder elegir. Se supone.
Lo preocupante de ese tipo de prensa es que inunde todo, hasta el punto de que el espectador o el lector que no busca ese tipo de "información" acabe encontrándola, es decir, se le imponga. Desde mi punto de vista a eso habría que denominarlo violación de la capacidad de elección. Abres un periódico serio y te das de bruces con el último novio de Shakira o la última operación de nariz de doñaleticiarepublicana, que según mensaje oficial de la Casa Real le molestaba para respirar, que es una forma desvergonzada de decir que "la princesa del pueblo" no daba un buen perfil en las fotos y que, total, para lo que hemos tenido que desembolsar.
Es algo que me ha ocurrido con algunos periódicos. Y me duele decir que haya ocurrido con el periódico en el que colaboro: Ideal. De hecho -a no ser que publiquen alguno de mis artículos- me niego a comprarlo los domingos, toda vez que introducen una revista del corazón en el que suelen aparecer con frecuencia desde los humildes y sencillos miembros de la Casa Real, vistiendo o calzando humildes complementos en consonancia con la situación crítica que atraviesa el pueblo, hasta las últimas estupideces de Victoria Beckham.
Así que pudiendo elegir el tipo de información a recibir ¿existe algún problema añadido?
El problema que pudiera existir es que si cada vez más gente elige este tipo de cosas la sociedad cada día será más inculta y embrutecida. Y en eso perdemos todos porque de esa sociedad, inevitablemente, tendrán que salir nuestros políticos, abogados, médicos, funcionarios públicos, deportistas o carpinteros.

31 diciembre 2009

BUENOS PROPÓSITOS


Desde hace tiempo no creo en los buenos propósitos para el año próximo. Y hoy es día de buenos propósitos.
Pero los buenos propósitos son los que se intentan alcanzar en cualquier día, en cualquier mes del año. De hecho, son los que más se cumplen.
Por el contrario, no suelen cumplirse los planteados en días como hoy. Y para muestra un dato: un porcentaje por ciento muy elevado afirman que dejarán de fumar -por ejemplo- el próximo año, pero lo incumplen sistemáticamente justo en el momento en que empieza el nuevo año, que es una frontera festiva y cotillonera. Pero hay otros muchos incumplimientos que, psicológicamente, son muy recurrentes al mismo tiempo que inabordables.
Por eso no creo en esos buenos propósitos.
En cambio, una persona medianamente sensata busca adaptar el nuevo año a sus creencias, intereses o deseos. Y todo aquello que se desea hacer no es necesario ni conveniente que se haga el primer día del año sino a través de todo un calendario que viene repleto de ocasiones para mejorar, desmejorar, engordar, adelgazar, beber, dejar de beber, fumar, dejar de fumar, correr, dejar de hacerlo, estudiar una carrera, abandonar la que se está estudiando, divorciarse o seguir felizmente casado, escupir en la cara al jefe o seguir practicando el reptilismo, leer más o dejar de leerlo todo, viajar más o dejar de viajar...no sé, todo un mosaico con que cargar el calendario próximo, asuntos graves y complejos que es imposible dejar para el día 1 de enero y de ahí el reiterado incumplimiento.
Por tanto, que 2010 sea el año en el que hagáis o no hagáis lo que siempre habéis querido hacer o dejar de hacer.

24 diciembre 2009

RELATO DE NAVIDAD (ESPECIAL DE IDEAL 24/12/2009)


Hago un inciso en las historias de X para introducir el relato navideño publicado hoy en el especial que cada 24 de diciembre edita Ideal.

Decíamos en el relato de "Mañanabuena", que volveríamos a ojear Ideal y descubrir dos relatos, pero esta mañana ante la incertidumbre de salir a trotar o no, este tema ha sido olvidado. Pero nunca es tarde para rectificar. Y si no habéis podido leerlo en papel impreso -formato en el que gana mucho- os lo dejo a continuación.


ODIOS Y RECUERDOS (MI AMIGO ODIA LA NAVIDAD)

Un amigo mío odia la navidad. Pero yo creo que lo que odia es tener cada año la frustración de no saborear estos días tal y como experimentó en una ocasión. Porque desde entonces puso todo su empeño en vivir esta época del año como aquel momento mágico, si bien pasaron los años y sus anhelos y sueños se mostraron cada vez más incompatibles con la tediosa realidad.

Soy testigo de su emoción ante el armónico baile de los copos de nieve en su lenta caída y he advertido en su videoteca varias versiones de Canción de Navidad, pero algo oculto en su ser le ensombrece su mirada en esta época.

Sé de su desencanto porque se aleja del consumismo voraz y no soporta salir sin bufanda entre el veinticuatro de diciembre y el seis de enero. Incluso hay quien afirma que le ha visto cada año agazapado en un rincón de la iglesia durante la Misa del Gallo, con una botella de aguardiente escondida en los bolsillos interiores de su pelliza.

Por tanto, si hubiéramos de hacer una radiografía de hábitos y sentimientos, mi amigo ocuparía un número alto en el ranking de fieles navideños, aunque nadie que le conociera u observara podría ratificar esa afirmación. Quizá por eso admira tanto a Ebenezer Scrooge. De hecho, defiende la teoría de que este viejo millonario y cascarrabias creado por Dickens es la persona más navideña de la historia, aseveración que produce hilaridad allí donde la cuenta.

Sin embargo yo creo que su idea no es tan descabellada, porque nada irrita más al verdadero amante que la infidelidad hacia lo que ama, aunque él mismo no lo sepa. Y, realmente, con la Navidad llevamos ya lustros siendo completamente infieles.

Recuerdo que hace muchos años tras salir de una fiesta de Nochebuena a eso de las tres de la madrugada, mi amigo se alejó del grupo y penetró en la oscura y misteriosa vega nocturna que rodea la bucólica arquería de Alitaje. Y a pesar de los tres grados bajo cero se sentó sosegadamente en el borde de una acequia y se dedicó a mirar el cielo increíblemente estrellado, favorecido por el tierno manto blanco de Sierra Nevada.

Los demás pensamos que las copas de esa noche le estaban haciendo efecto e intentamos disuadirlo. Te quedarás helado, le advertíamos. No obstante, ajeno a nuestras súplicas comenzó a hablar de forma onírica.

Era su sueño y su misión estar allí esa noche, dijo. Era tanta la poesía de aquel lugar en aquella noche que quedarse helado no significaba más que una banalidad. Algo ridículo en comparación con la emoción que estaba experimentando.

Lógicamente, todos comprendimos que aquellas palabras no eran las de una persona ebria, así que decidimos compartir su dicha, si bien el brillo límpido de su mirada no pudimos igualarlo ni por asomo.

Y como aquella noche mágica no se ha vuelto a repetir, mi amigo odia la Navidad.


Un relato que os dedico a vosotros, amigos y amigas que durante un largo año seguís con voluntad y constancia este blog, con independencia que odies o améis estas fechas.

Pero no dejéis de leer la historia de X, justo a continuación.

UN VIAJE A PARÍS (II)

  París, como todas las grandes ciudades, te puede abrumar; pero en esta ciudad, sentirte abrumado no será tan solo por su enormidad (que lo...