
Hace más de año y medio publicaba un artículo en Ideal al que titulé "Zafiedad que mueve al mundo" en el que me refería a la zafiedad, que todo lo inunda. Y ahora que comienza un nuevo año y todos, de una manera u otra, ponemos el reloj a cero en muchos aspectos me gustaría referirme a cómo afectará esa zafiedad a la televisión, madre de todas las zafiedades, ahora que la pública y estatal ha optado -con buen criterio, en mi opinión- por eliminar toda publicidad y que en ese nuevo esquema de servicio público ninguna cabida habría de tener la programación rosa, que además pagamos todos con nuestros impuestos.
Lógicamente, ese "pastel" publicitario irá ahora a parar, principalmente, a las televisiones privadas, que son muy suyas de hacer con esos ingresos publicitarios lo que les vengan en gana. Y si lo que quieren -o quieren sus telespectadores- es embodriarse hasta la méduta de belenesesteban y tomates allá ellos porque es su dinero y los espectadores son muy libres de pulsar la tecla del mando a distancia que les plazca.
Otra cosa es que todo ese nauseabundo mundo nos sea impuesto por la vía de los hechos consumados, es decir, que no teniendo otra opción debamos impregnarnos de ese tufillo. Al menos ahora tendremos la ocasión de poder elegir. Se supone.
Lo preocupante de ese tipo de prensa es que inunde todo, hasta el punto de que el espectador o el lector que no busca ese tipo de "información" acabe encontrándola, es decir, se le imponga. Desde mi punto de vista a eso habría que denominarlo violación de la capacidad de elección. Abres un periódico serio y te das de bruces con el último novio de Shakira o la última operación de nariz de doñaleticiarepublicana, que según mensaje oficial de la Casa Real le molestaba para respirar, que es una forma desvergonzada de decir que "la princesa del pueblo" no daba un buen perfil en las fotos y que, total, para lo que hemos tenido que desembolsar.
Es algo que me ha ocurrido con algunos periódicos. Y me duele decir que haya ocurrido con el periódico en el que colaboro: Ideal. De hecho -a no ser que publiquen alguno de mis artículos- me niego a comprarlo los domingos, toda vez que introducen una revista del corazón en el que suelen aparecer con frecuencia desde los humildes y sencillos miembros de la Casa Real, vistiendo o calzando humildes complementos en consonancia con la situación crítica que atraviesa el pueblo, hasta las últimas estupideces de Victoria Beckham.
Así que pudiendo elegir el tipo de información a recibir ¿existe algún problema añadido?
El problema que pudiera existir es que si cada vez más gente elige este tipo de cosas la sociedad cada día será más inculta y embrutecida. Y en eso perdemos todos porque de esa sociedad, inevitablemente, tendrán que salir nuestros políticos, abogados, médicos, funcionarios públicos, deportistas o carpinteros.
Me gusta de ver programas como Callejeros, por ejemplo. A veces sale tiendas de alto lujo donde siempre hay alguien de la casa real como cliente, y políticos considerado de izquierda.
ResponderEliminarQue en la televisión pública no se vean anuncios, es lo mejor que ha podido ocurrirnos. Todo un acierto.
un abrazo
Somos lo que comemos... y lo que vemos. Y si la telemierda es lo más visto... es que algo no va bien. Lo mejor, aislarse. Otra no nos queda, Alter.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo en lo que debe ser el nuevo modelo de televisión pública (un verdadero servicio público, independiente, objetivo y sin publicidad).
ResponderEliminarLo de la "crónica social" (menudo eufemismo) parece imposible de erradicar, por lo menos a corto plazo, en unas televisiones privadas que funcionan bajo el imperio de las audiencias. Quizá es lo que nos merecemos en una sociedad donde triunfa la desfachatez y el esperpento, en lugar de la voluntad y el esfuerzo. Un público entontecido es mucho más fácil de manejar.
Un abrazo
Paco, por suerte o por desgracia ha de haber de todo bajo el sol. Lo realmente nocivo de esto es que te impliquen voluntariamente. Es como si a nosotros, que nos gusta correr, estuviéramos todo el día machacando a otros que nada les interesa nuestro deporte.
ResponderEliminarLa eliminación de anuncios es ilusionante. Ojalá la siguiente medida impactante sea la rápida eliminación del tabaco de los bares ¿no crees? Saludos
Alter, algo debe estar fallando, como bien dices. Lo desesperante es que aunque te aísles siempre te topas con este montón de basura. Eso me descorazona.
Vacuit, eso que comentas es lo que más me preocupa. Que exista este "crónica" no es preocupante, o no lo era cuando se limitaba a sectores muy concretos. Lo que es lamentable que cada vez se suma más gente a esta invasión que en parte es manipulación para entontecer al personal, como bien dices.
Esperemos que al menos la TV pública elimine toda esa bazofia.
Saludos.
El tango no es mi fuerte pero hay tres a los que venero y "Cambalache" es uno. La letra es imperecedera, temo.
ResponderEliminarQue el mundo fue y será una porquería
ya lo sé...
(¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!).
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublé...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos
en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...
¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos
ni escalafón,
los inmorales
nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
¡da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón!...
¡Qué falta de respeto, qué atropello
a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y "La Mignón",
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
contra un calefón...
¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril!...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley...
Bonita y certera letra de tango, género que no me gusta mucho, pero valoro por algunas de sus letras, como ésta. Saludos.
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