19 abril 2009

MARCAS


El espectacular iMAC de Apple, con todas las funciones integradas en pantalla.

Desde hace algún tiempo estoy muy interesado en las virtudes de las marcas. Me refiero a todo ese trabajo de I+D que conlleva el nacimiento de un producto con marca propia. De cualquier marca que sea solvente. 
La situación de crisis por la que atravesamos ha hecho que proliferen las llamadas marcas blancas. Y con esa proliferación han surgido debates polémicos sobre esa tendencia, que abunda en todas las grandes superficies. Se mantiene que no garantizan una calidad mínima, o que en el mejor de los casos copian banalmente las propiedades de las marcas. Pero lo que sí parece unánime es que adolecen de I+D y eso es negativo. De hecho, puede ser el fin de la creación de productos de calidad.
Obviamente, el nivel de riesgo para el consumidor que consume una marca blanca no es el mismo. Dependerá de qué tipo de producto estemos consumiendo. 
Podríamos no sufrir ningún ataque a nuestra salud si vestimos un pantalón de Alcampo o Carrefour, pero ¿hablaríamos en los mismos términos si se trata de alimentación o cosmética? Obviamente, marca no es siempre similar a calidad, pero existen muchas posibilidades de que la calidad esté garantizada. En primer lugar, porque va en beneficio de la propia empresa que lanza el producto; y en segundo lugar por lo que decía al principio: existe un I+D garantizado garantizado con horas de trabajo e inversión. Y esos dos puntos no los garantizan con las marcas blancas.
Nada tengo en contra de éstas; de hecho, son varias las que consumo - si bien cada vez menos- , pero intento preocuparme de donde proceden. Por ejemplo, Carrefour, Mercadona y otros grandes superficies acostumbran a etiquetar con su marca blanca productos que son adquiridos a marcas solventes, si bien no es totalmente comprobable que se trata de productos de igual calidad a los que envasa la marca original. Pero no siempre es así y, en ocasiones, el producto de la marca blanca tiene un origen desconocido. 
En otro orden de cosas, hace ya tiempo que dejé de comprar productos "chinos". No me refiero a los productos que las marcas solventes fabrican en China, que no es más que un proceso de eliminación de costes laborales, algo totalmente criticable, si bien la calidad del producto no suele decaer toda vez que tal producción está controlada por la empresa dueña de la marca. Por ejemplo, quienes corremos comprobamos que la mayoría de los artículos técnicos que compramos, con independencia de la marca, están fabricados en China. Sin embargo, la calidad está garantizada.
Ahora bien, los productos de imitación que proceden de China, sin control alguno, es otra cuestión que habría que combatir, ya que no asegura calidad alguna y en determinados casos se han demostrado peligrosos para la salud y la seguridad del consumidor. 


La microcadena HI-FI de alta calidad S-81 DAB de DENON 

Motocicletas chinas que no ofrecen garantías de seguridad; ropa china que no responden a patrones determinados, por poner unos sólo ejemplos. Además, se da la circunstancia que en más ocasiones de las debidas bajo esta premisa existe explotación y proliferación de mafias.

La sin par Kayano, de ASICS

¿Significa esto que las marcas no utilizan prácticas mafiosas y explotadoras ? En absoluto. De hecho, muchas han sido las denuncias hechas por esos motivos. 
En este periodo de crisis galopante, las grandes marcas han comprendido que su razón de existir pasa por combatir a las marcas blancas de la única manera que es factible: abaratando sus precios. Y lo están haciendo sin que se pierda toda esa calidad que garantiza la marca en sí. 
Curiosamente leyendo los dos primeros libros editados en España de Stieg Larsson, correspondientes al ciclo Millennium comprobaba que el autor aludía constantemente a marcas, algo que despertó mi curiosidad intelectual. Si hablaba de un ordenador, normalmente decía: Compaq, o bien, iMac de Apple; y si hablaba de coches decía Volvo, Renaült u Honda. Y esa forma de denominar a los productos me parece interesante. Igualmente compruebo que algo similar ocurre con el escritor japonés Haruki Murakami. Y eso es así porque las marcas, cuando adquieren un prestigio y se comprueban empíricamente sus prestaciones, se apoderan del género y establecen una confianza ciega en el consumidor; de manera -a modo de ejemplos- que si hablamos de imagen basta decir Sony o Loewe, igual que si hablamos de sonido de alta calidad diríamos Denon, Cambridge  Audio o Nad, o si hablamos de coches hablaríamos de coches alemanes (Mercedes, Audi, BMV) o japoneses (Toyota, Honda, Mazda, etc.).  

Un modelo de TV LCD de la impresionante serie W de Sony.   

Eso es lo apasionante de las marcas  y es por eso por lo que cada vez me interesa más su puesta en escena, trayectoria e historia propia.  Y porque me interesa sobremanera la investigación más el desarrollo. Y, claro, eso hay que pagarlo. 

17 abril 2009

BITÁCORA DE UN CORREDOR


Estreno nueva sección.
En el margen derecho del blog, expondré entrenos y competición. Unas breves palabras que resuman sensaciones e impresiones. Una mejor disciplina para mí mismo y un somero asomo de lo que fue "Diario de un corredor". Espero que la sigáis.

15 abril 2009

2666, DE ROBERTO BOLAÑO



Un interesante artículo publicado en EPS por autor de "Soldados de Salamina", Javier Cercas, y un amplio reportaje leido en "Qué leer" sobre la obra de Roberto Bolaño me lanzaron de cabeza a la librería para comprar 2666 de Roberto Bolaño, el fallecido autor, nacido en Santiago de Chile, pero afincado en España. 
En Estados Unidos, sus libros se están convirtiendo en obligado culto y el eco en España está tronando a pasos agigantados.
Roberto Bolaño murió pronto porque vivió muy deprisa. Escritor atípico, alejado de los círculos literarios, y muy apegado a sus ideales,  sólo vivía para escribir. Y amplia fue su obra, a pesar de que falleció joven, en julio de 2003. 
De su amplia bibliografía, que incluye novela, poesía, artículos y ensayo, hay casi unanimidad en que la voluminosa novela 2666 es su obra maestra.
Javier Cercas decía en su artículo, que todo escritor que se precie busca escribir su obra maestra, pero que pocos lo consiguen. Bolaño lo consiguió.  El autor catalán también añadía en su artículo que no tengamos pudor en romper cualquier escaparate de librería para alcanzar su obra para, posteriormente, entrar en el local, pagar el escaparate y comprar alguna de sus novelas. Pero yo no he seguido al pie de la letra las palabras de Javier Cercas. Entre otras cosas porque la librería a la que acudo: 1. Está en plena Gran Vía granadina; 2. Los dueños ya conocen mi careto y 3. Nunca se me ha dado bien romper cosas -aunque en mi casa se opine lo contrario-. En fin, que me hice con 2666 de la manera más civilizada posible y espero hincarle el diente en cuando acabe dos o tres cosas que tengo comenzadas.
Por cierto, también fue determinante leer que Roberto Bolaño trabajaba en sus libros mientras escuchaba, provisto de sus auriculares, rock duro.
Cuando lea 2666 espero poder opinar con la efusividad que lo hacen quienes le han leído.

13 abril 2009

EL GRECO


Semana Santa es un periodo de ventajas. Uno discrepa de la fuerte carga que aporta el catolicismo a nuestra sociedad, pero se aprovecha de esa vasta presencia. Es la permanente contradicción en la que estamos instalados.
Periodo de ventajas, en mi caso, que no participo de los ritos exhibicionistas de las procesiones -dicho ésto sin doble lectura-, ni de viajes, en este periodo tan masificado de turismo patrio o foráneo. Así que es un periodo de ventajas consagrado al descanso hogareño, al cine, a trasnochar leyendo -una de mis pasiones-, al deporte. Excelente periodo para tirar de videoteca, que es a lo que dedicaré esta entrada. En concreto, al comentario de una película. 
Ni que decir tiene que antes de ver El Greco -que es de la película de la que escribiré- he vuelto a disfrutar con el cine bíblico, tan recurrente en estas fechas. Es algo que me gusta conservar. Y, lógicamente, he vuelto a disfrutar con trozos o visionado completo de Quo Vadis, La túnica sagrada, Ben-Hur, Jesús de Narareth, Rey de Reyes..., en fin, todo un rito al que acudo en esta época. 

EL GRECO (Creta, 1541-Toledo,1614)



Sin embargo, sí hemos tenido la oportunidad de ver "ex novo" El Greco, una producción griega, española y húngara, que recorre determinadas etapas de la vida del excelso pintor de Creta, cuyo nombre original siempre fue impronunciable en España: Domenikos Theotokopoulos -cuyo nombre he tenido que ir copiando casi letra a letra-. ¿Y qué nos cuenta este film de gran presupuesto? 
No exactamente la biografía completa de El Greco, pero sí una etapa de su vida marcada por su clara oposición a las prácticas de la Inquisición española del siglo XVI, tal vez la menos redentora y más asesina de la historia de esta institución, hoy suavizada con el nombre de Congregación para la doctrina de la fé y, que sepamos, hoy no manda a nadie a la hoguera, aunque es cierto que muchos lo harían si estuviera en sus manos. Pero ese es otro tema. 




El Greco, al parecer, tuvo un contencioso tremendo con un sacerdote que, en teoría, era su amigo y que posteriormente se convirtió en Inquisidor General, el sacerdote Niño de Guevara, protagonizado, en mi opinión - no en la de Mati- correctamente por Juan Diego Botto, que por su juventud bien podría proyectar una imagen no creíble de un duro sacerdote ajado con el reflejo deslumbrante de las hogueras, y que en la realidad es considerado por los historiadores como implacable y amigo de los autos de fé. 



El film, dirigido por el griego Yannis Smaragdis cuenta con una banda sonora de lujo, toda vez que está compuesta por otro griego ilustre: Vangelis. Este autor, años atrás editó un trabajo basado en El Greco, por lo que entiendo que la base de esta banda sonora deriva de aquél, cuyo cedé poseo desde hace bastante tiempo. 
De la película se pueden destacar varias cosas: una buena historia bien contada, una penetración en la vida del siempre misterioso autor de "El entierro del Conde de Orgaz", una aproximación muy exacta del papel de la iglesia en el siglo XVI en España, a la vez que podemos disfrutar de buenos exteriores de una de las ciudades más bellas del mundo: Toledo. 
Descubrir a El Greco a través del cine, ha sido un gran hallazgo.  Disfrutamos de sus cuadros -principalmente El entierro del Conde de Orgaz, que aún no ha salido de la iglesia en el que se instaló por vez primera: Santo Tomé de Toledo-, disfrutamos de la particular historia de este pintor griego, sin vinculo previo alguno con España, pero  que hizo de este país su patria, lugar en el que triunfó, tanto pictórica como socialmente. 
Lamentablemente esta superproducción pasó casi inadvertida en la gran pantalla a finales de 2008, como suele ser habitual con este tipo de cine. Así que la única opción que nos queda es verla en DVD. Si lo hacéis, creo que no os decepcionará. Merece la pena.
       

07 abril 2009

SEMANA SANTA


Nunca comprendí  - o entendí - la Semana Santa. Obviamente, no desconozco que se celebra la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, pero no he sido capaz, jamás, de asimilar toda esa parafernalia en las calles y plazas, principalmente, en las ciudades andaluzas.
En su momento, y por iniciativa propia, leí toda la Biblia. El Antiguo y el Nuevo Testamento. Y comprendí que es un libro que, al margen de lo que nos revele o cuente, contiene una prosa hermosa y, en determinadas fases, una excelente literatura. De manera que disfruté de esa lectura, como lo hago cuando leo un ensayo histórico o una buena novela. Pero decidí interpretar el llamado libro sagrado como un texto basado en las metáforas, incluyendo en éstas los diversos milagros de Jesús de Nazareth en el Nuevo Testamento. Por lo demás, es un texto que derrocha imaginación por doquier. 
Asimismo, siempre me ha interesado sobremanera el cine bíblico. Cada año intento ver Jesús de Nazareth de Franco Zefferelli (en mi opinión la mejor producción sobre personajes bíblicos) y me interesan sobremanera las superproducciones televisivas basadas en la Biblia. 
Pero de ahí a comprender las procesiones hay un abismo. De éstas no consigo destacar nada y sé que tendría muy difícil sobrevivir en Sevilla, donde la sociedad misma se autorefleja en gran parte en la llamada Semana de pasión. 
Igualmente no concibo la idiosincracia de cofradías y hermandades, entre otras cosas porque no creo que exista entre sus miembros más posicionamiento religioso que social, y eso me parece realmente desconfigurador de la realidad que intenta plasmar esta fiesta. Es más, pocos sabrían definir con precisión en qué consistió el llamado "Vía Crucis", por poner un sólo ejemplo.  
En Andalucía la Semana Santa rompe moldes religiosos y es algo que saben políticos e iglesia. En esta última, en ocasiones, ha habido algunas voces denunciando la frivolización de la celebración, pero inmediatamente han sido acalladas por el rugido social. Sin embargo, siempre hay que respetar a quien encuentra en estos actos públicos un verdadero sentimiento y una vocación.

No obstante lo dicho, se ha de reconocer que en España la esencia de la Semana Santa trasciende lo religioso. El Estado, aconfesional de acuerdo con la Constitución española, dedica varios días festivos conmemorativos de esta celebración, demostrándose que el factor social no es más que un trasunto del factor religioso, pero es esa nuestra historia y como tal hay que aceptarla. De hecho, en el futuro, no me gustaría que esta historia religiosa del catolicismo -una vez superadas las creencias ciegas y fundamentalistas de esta religión-acabaran siendo sustituidas por otra religión monoteísta mucho más atrasada y fanática, como es el caso del islamismo.     

02 abril 2009

X, EN LÍNEA DE SALIDA.



No podía evitar sentir cierta angustia tras el azaroso encuentro con Conchi. Esa situación le había sumido en una repentina angustia, que casi le paralizó. De manera que no sabía con seguridad en ese momento si se dirigía a correr su primera carrera, o en realidad trataba de escapar de la tela de araña que él mismo se había tejido. Desde luego, no era esa la situación que había imaginado para su debut.

Así que siguió conduciendo mecánicamente en dirección al pueblo cercano en el que se desarrollaría la prueba, intentando no dar más vueltas a las consecuencias que tendría todo aquello en el futuro. Incluso barruntó en algún momento que su futuro con Conchi pudiera estar pendiente de un hilo.

Había soñado con debutar en su primera carrera en otras condiciones anímicas. Seguramente –imaginaba- que la noche anterior a la gran prueba de fuego cenaría algo de pasta, leería –nueva afición en la que se estaba iniciando- y se iría pronto a la cama, negándole a Conchi su presencia para ver por enésima vez “La maldición de la momia”. Así que la mañana de domingo sería luminosa y festiva. Justo el ambiente que necesitaba para correr seriamente.

Pero no había previsto ese desencuentro con Conchi. Probablemente el asunto de la boda no había sido más que la sempiterna gota que colma el vaso, pero el problema era mucho más profundo.

Hasta que comenzó a correr existía un normal paralelismo entre la vida de ambos, e incluso, entre la vida de X y todo lo que le rodeaba. Solía hacer lo que los demás esperaban de él. Pero el correr le había convertido en otra persona. Por primera vez sentía que manejaba su vida.

Y lo que es peor: no quería dar marcha atrás.

Es probable que en algún momento de debilidad pensara en detenerse deshacer lo andando, pero inmediatamente comprendió que la flecha ya había salido del arco y ya tan sólo cabía rezar para que ésta se clavara en el punto elegido.

Inmerso en esos pensamientos, no reparó que ya se encontraba cerca de la zona de salida de la carrera.

Le impresionó el afanoso trajín de coches y personas para un domingo y a hora tan temprana. Lógicamente, hasta ahora, pocas habían sido las ocasiones en las que estaba fuera de la cama a esas horas y poco podía imaginar que existiera tanta gente que hiciera lo contrario.

Así que de pronto, como si de una solución balsámica se tratara, su pensamiento cercenó los pensamientos negativos que hasta ese momento le atenazaban y se dispuso a observar aquel fastuoso mundo que le rodeaba. Corredores y corredoras ajustándose sus atuendos deportivos junto al maletero de sus coches; atletas que calentaban y trotaban suavemente ocupando todas las calles que rodeaban al recinto deportivo desde el que se daría salida la carrera, cientos de prendas deportivas que vestían a cuerpos delgados y fibrosos y altavoces que atronaban con música casi épica. Impresionante todo aquel ambiente. Y entonces fue cuando se preguntó si aquel era su mundo.

Había dejado atrás lo que hasta ahora había sido su mundo y de pronto se encontraba a punto de penetrar en otro mundo que tampoco le parecía propio. Se encontraba a caballo entre dos mundos. Perdido en algún lugar remoto. Más perdido que de costumbre. De hecho, las tripas comenzaron a manifestarse y consideró seriamente si debería correr junto a toda aquella gente que parecían encontrarse cómoda en aquel ambiente. Hablaban unos con otros y él permanecía sólo, mirando de reojo su bolso y considerando seriamente si no resultaría ridículo vestirse con aquella ropa que tanto le delataría. Que tanto delataría sus anteriores años de ingesta sin control y ausencia de ejercicio físico alguno.

Precisamente, cuando se encontraba más desanimado, cuando estaba a punto de entrar en el coche y huir de allí a toda pastilla, como si se tratara de Clarence, el ángel de la guardia que salvó a Geoge Bailey, apareció el frutero, que interpretando en la cara de X un devastador desánimo, casi le transporto tomándole del codo y le llevó a la zona común donde entregaban dorsales y chips. No quedaba mucho tiempo. X, mientras tanto, se dejaba arrastrar como una marioneta. Tanta era su desazón.


- Creo que me he equivocado Ángel –que así se llamaba el frutero-.

- Nada de eso. Nos ha pasado a todos. Piensa que hasta hace muy poco estabas en un mundo distinto. Y todo lo que te rodeaba estaba hecho a imagen y semejanza de ese mundo que te construiste. De ahí que ahora, que estás a punto de entrar en otro mundo, ¡ qué digo ¡, en otro universo, estés tan contrariado.

-Y cómo soluciono todo eso.

-Corriendo. No hay otra fórmula.


Aquellas palabras de Ángel –que ya conocemos al frutero por su nombre- fueron un bálsamo decisivo para X, de manera que con ese nuevo ánimo, casi sin percibirlo, se enfundó su recién comprada ropa técnica, consistente en camiseta de competición y pantaloneta (recordemos que aún no le sentaban demasiado bien los pantalones de competición), ambas prendas de la marca Adidas, cometiendo el error de entrenar en competición unas Asics Kayano.

Ángel, tenía un nivel infinito comparado con el de X, pero aún así decidió acompañarle hasta la línea de salida para poder salir juntos, comentándole constantemente anécdotas vividas a lo largo de sus quince años como corredor.

El momento más intenso para X fue encontrarse junto a quinientos corredores, todos tensos al tiempo que alegres, esperando el disparo de salida.

¿Qué hacer entonces? ¿ Salir despacio, es decir, tal y como entrenaba? ¿Salir más rápido para luego ir adaptando un ritmo más suave ¿ ¿Qué hacer ? Todo un torbellino de sensaciones se arremolinaban en la mente de X. Pero sabía una cosa: nada de lo que estaba ocurriendo en su vida tenía ahora importancia. Qué más daba que horas después volviera a encontrarse con su situación personal cuando ahora sentía todos sus sentidos a flor de piel, deseando que por fin se diera la salida.

De nuevo el frutero volvió a leer sus pensamientos. Le dio ánimos, al tiempo que le decía que ahora era el momento en el que debería de decidir verdaderamente.


-Si atraviesas esa línea estás perdido. Si no la atraviesas también, jeje.


Entonces, como si de un momento mágico se tratara, se escuchó un disparo sordo y a continuación una enorme marabunta de corredores, enfilando una misma dirección. No había vuelta atrás.


01 abril 2009

EL CÁNTICO ESPIRITUAL


Existe en mí una gran contradicción. Mao-Tse-Tung, escribió un opúsculo que tituló "Las contradicciones", y se deducía de su lectura que puede existir una linea argumental que une las contradicciones con las fuertes convicciones.
No soy una persona religiosa, pero jamás he perdido la ocasión de ver una catedral, como ya conté aquí en algún momento, o un monumento religioso; e igual me suele ocurrir con alguna literatura espiritual, incluida la Biblia.
Conocía levemente los versos del poeta místico Juan de Yepes Alvarez, que pasó a la posterioridad como San Juan de la Cruz, pero pasaron ampliamente inadvertidos para mí hasta el día en el que se los escuché en directo y ahora en disco al gran cantautor leonés Amancio Prada. Fue en ese momento cuando descubrí el fuerte lirismo de un poeta en la voz de otro poeta de la canción. Aquellos versos me cautivaron. Mucho más cuando pude leer la agitada vida del poeta, que falleció accidentalmente en el Convento de S. Miguel de la hermosa ciudad de Úbeda (cuyo museo podemos visitar en la actualidad) una fría noche de diciembre de 1591 y sus restos fueron trasladados dos años más tarde en procesión solemne y sigilosa, en una oscura noche de invierno, a Segovia, hecho que sin duda para muchos estudiosos narra Cervantes en el capítulo "La aventura del cuerpo muerto" ( Capítulo XIX de la primera parte) de El Quijote. Esos restos volvieron de nuevo a Úbeda en 1607, que es donde se encuentran en la actualidad.

Hay muchos versos bellos en la poesía del religioso, pero siempre me cautivó el Cántico Espiritual. Sobre el Cántico Espiritual mucho se ha escrito. Los poetas místicos exteriorizaban su amor a Dios a través de su talento poético, pero otros han querido ver en estos versos una fuerte pasión homosexual, algo que yo no descarto.
Extracto los primeros versos del poema Canciones entre el alma y el esposo, integrante del Cántico Espiritual, y a continuación el poema cantado en la genuina voz de Amancio Prada:


¿ Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?

Como el ciervo huiste,

habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero:
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decílde que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.







UN VIAJE A PARÍS (I)

Existen ciudades que pueden ser contadas y otras que tiene que ser visitadas para poder contarse. Entre estas últimas está París.      No es...