
Es posible leer ambos en la dirección electrónica pinchando en Jesús o en José Antonio. No obstante, a continuación reproduzco por completo mi artículo Capitalismo herido, para que sirva de materia a vuestros siempre ilusionantes comentarios:
Lo han dicho los líderes europeos: hay que refundar el capitalismo, que es una forma de decir que este modelo ya no sirve, pero sin atreverse a plasmar otro concepto.
Si la caída del Muro de Berlín representó el símbolo de la liquidación de todo un régimen político y económico, que aglutinaba a buena parte de países, muchos de los cuales hoy forman parte de
Tal vez sea aún pronto para sacar consecuencias de lo que está ocurriendo con el capitalismo en el mundo, pero ya van surgiendo algunos datos, siendo uno de ellos, la avaricia y otro la falta de control de los estados. Si el estado no cumple con su principal papel de guardián a pocos asuntos más se puede dedicar, siendo la consecuencia de ello que el ciudadano se queda –de nuevo- más indefenso que nunca.
Es probable que también en estos asuntos económicos haya que buscar posturas eclécticas. El sistema socialista soviético y el de los países satélites se demostró fallido por la total intervención del estado, hasta el punto de anular completamente al individuo, y el sistema capitalista más feroz ha buscado todo lo contrario: dejar al individuo al socaire del carnívoro sistema.
Visto lo que está ocurriendo, es curioso que algunos de los gobiernos con una inclinación ideológica liberal opten por nacionalizar una parte de la banca, función asignada históricamente a las economías socialistas. Lógicamente, se han apresurado a decir que no se trata de medidas socialistas, aunque por similitud y estrategia están muy cerca de ellas.
Los sistemas políticos y económicos son ficciones que se basan principalmente en las ideas. Algunas ideas plasmadas en la realidad no han resultado coherentes, al tiempo que determinadas prácticas no obedecen a ideas previas. Tal vez haya ocurrido algo de esto último, porque no es creíble que las ideas liberalizadores hayan previsto el hipotético desplome del sistema capitalista, que es su mejor argumento.
Sea como fuere los estados ya han tomado buena nota sobre su papel fundamental. Fallido ha sido el intento de muchos países capitalistas de dejar hacer, buscando la autorregulación de la economía, sin intervención pública. Está claro que ese principio de no intervención ha convertido a millones de personas en descomunalmente avariciosas y a un número aún superior en pobres como ratas. A los primeros no les importaba ya la cantidad de dinero que se pudiera obtener fácilmente, sino comprobar cómo se podía ganar todo lo que se quisiera afilando la codicia, sin trabas estatales ni la más mínima carga de conciencia ante el atroz empobrecimiento de sus semejantes.
Pero ahora todo ese esquema siniestro parece superado, sin embargo ¿qué harán los estados a partir de ahora? En principio, no parecen estar dispuestos a que esa opción neoliberal se vuelva a repetir, si bien tampoco nadie se abrazará a un régimen socialista. Pero visto lo visto, no tendrán más opción que ser interventores en mayor o menor grado; de hecho ya están dando los primeros pasos por medio de la participación en grandes bancos semihundidos o bien nacionalizando medios financieros, como es el caso de Argentina. No obstante, está por ver qué ocurrirá con el ciudadano ante este cambio de orientación en las políticas estatales. Probablemente volverá a salir perdiendo. Como siempre.