
El pasado viernes compré la última novela de Antonio Muñoz Molina, "La noche de los tiempos".
Siempre he apreciado la buena pluma de Muñoz Molina. Su literatura siempre está a gran altura y posee una hechura muy elaborada.
Pero en concreto de esta novela he leído excelentes críticas y se afirma que no es una novela más de exilio y posguerra. Una novela muy extensa de casi mil páginas que habrá que leer deteniendo el tiempo y masticando las frases de un escritor que no suele utilizar palabras baldías. De ahí la complejidad de sus novelas.
Aunque esa complejidad no significa que estemos ante un escritor de prosa aburrida. En absoluto. El ubetense de nacimiento y granadino de adopción se las arregla siempre para atrapar al lector desde la primera línea y no soltarlo hasta la última. Además, contamos con la seguridad de su mesura y discreción en cuanto a la temática que aborda, que en literatura siempre es un valor añadido al tiempo que su estilo engarza con la estructura de la novela clásica, muy novedosa en su momento con aquella magnífica "Madame Bovary" de Gustav Flaubert y vigente todavía.
Estilo que agradezco y me gusta alternar con otros más novedosos y atrevidos, como es el caso del dominicano-americano Junot Díaz o esa ficción-ensayo (ejemplo de ello es "Ensayo sobre la ceguera" y también "Ensayo sobre la lucidez") que, en mi opinión, imprime el maestro Saramago a sus novelas.
Comentaré algo sobre "La noche de los tiempos" cuando sea leída (ya está en lista de espera en los anaqueles).