Pero correr con calor en el sur de España, tal y como están las temperaturas aupadas por olas es peligroso y hay que tener cautela y precaución. En mi caso, la precaución viene configurada por mi propio historicismo como corredor, bregado en muchas batallas de carreras programadas en julio y agosto, eso me hizo ser precavido y hacer las cosas bien. He corrido entre olivos a las una del mediodía en agosto, pero he sabido hacerlo. He sabido hidratarme y detenerme en sombra cuando era necesario. Y sobre todo, he sabido escuchar a mi cuerpo, que te habla, que te implora. Hay que saber escuchar al cuerpo, eso es fundamental. Cuesta hacerlo, y pasan los años y no aprendes, pero una vez has aprendido a escucharlo no habrá lesión a la que no te anticipes, ni golpe de calor que no puedas evitar.
El cuerpo es una máquina, que no es perfecta. Casi lo es, pero no es perfecta. El coche más caro del mundo se detendrá si no tiene carburante, pero el cuerpo humano no. Seguirá adelante aun sin carburante (comida ingerida); buscará energía en la grasa, incluso en los músculos, en los huesos, en la piel si fuera necesario, pero eso es peligroso y hay que saber controlarlo. Siempre verás a un corredor que verdaderamente lo sea delgado porque cuando corre come de su cuerpo. A ese pocas veces le va a ocurrir nada, pero sí al que su cuerpo no le permite ser comida. Cuidado con esos casos. Es necesario muchos kilómetros para hacerse como corredor; y no dejarlo nunca.
Bueno, decía, que me gusta correr con calor. Nada más estimulante que pasar por un camino estrecho y solitario y correr en soledad con el sol encima de ti. Solo tus piernas, tu corazón y tus pulmones... y tu cabeza, que es la que rige, que es la que anima a los demás órganos a seguir funcionando.
Podría renunciar a muchas cosas, a casi todo, pero no a correr con calor o con frío o con lluvia o con nieve... Con aire lo llevo peor, mucho peor.
Dediqué un libro a estas cosas, a reflexiones sobre correr, a historias sobre correr, en los entrenamientos en la competición, a correr como sentido vital más allá del mero ejercicio. Ese libro se llama Corriendo entre líneas y un amigo me dijo una vez que todo corredor debería leerlo. Y lo han leído muchos, pero me gustaría que lo leyeran más, las nuevas generaciones, los que aún no han decidido correr pero están en el camino para comenzar, a esos me gustaría que les llegara el libro. No va a defraudar. No porque yo quiera convencer de que se trata de un libro de gran literatura, no. Literatura procuré que la hubiera, pero en un libro de este género no conviene que vaya tan cargado de literatura, pero la hay porque es mi forma de escribir, no sé hacerlo de otra forma.
Puedes saber más en este reportaje que me hizo el buen periodista Antonio Arenas para Ideal con motivo de la presentación del libro. Puedes leerlo aquí. Una presentación, por cierto, que se llevó a cabo en un lugar hermanado con la historia: El Cuarto Real de Santo Domingo, construcción de época almohade, o sea, antiquísimo. Fue un éxito de público. Un libro que fue editado en papel por la Editorial Leibros y que está agotado. Actualmente puedes descargarte la versión eBook en Amazon, en este enlace.
No olvides correr siempre, hasta que ya no puedas no más que arrastrarte, pero inténtalo siempre. Es el mejor recuerdo que te puedes llevar cuando ya no puedas hacerlo. Palabra.
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