24 mayo 2021

CORRER BAJO LA LLUVIA PARA CURARME

 Los dos última ocasiones en las que el agua ha caído casi torrencialmente en Granada he salido a correr. No se trata de que la lluvia me haya cogido desprevenido corriendo en algún punto remoto de esos caminos de vega que frecuento, sino que he optado por correr con la lluvia ya comenzada. He de reconocer que es mucho más agradable que la lluvia te coja ya en ruta, mucho más que dar el primer paso y que un reguero de agua penetre en tu cuello (porque jamás uso gorro), pero una vez superado ese primer momento incierto e incómodo todo son parabienes y poco a poco te vas mezclando con la lluvia que cae del cielo y con la que pisas en el suelo.

La última vez que lo hice fue ayer domingo, 23 de mayo. Cuando acababa de pasear a mi perro Odín comenzaron a caer las primeras gotas, de las que huimos porque mi perro no es un perro que se lleve bien con el agua en ningún sentido, a otros los ves pasear bajo la lluvia como si nada pasara, pero el mío, no; el mío huye de la lluvia. Así que fue en esos momentos cuando forjé la decisión de correr, cambiarme rápidamente y vestirme con malla técnica larga (porque también era baja la temperatura) y chubasquero. La idea era acumular tan solo ocho kilómetros porque el día anterior había acumulado diez y medio; y aunque estoy saliendo del bache de la lesión aquilea, no es conveniente jugar con el diablo en estas cosas.

Planeé un recorrido en el que había ciudad, asfalto y camino. Sabía que el camino estaría embarrado porque la lluvia era cada vez más intensa, pero aún así, nada me detuvo. Ya no me importaba esquivar los charcos que sí esquivaba en los primeros kilómetros. Ya daba igual, lo importante era sumergirme en ese mundo mágico de la lluvia bajo la épica de los kilómetros. La lluvia fue arreciando poco a poco y es obvio decir que no me encontré a ningún corredor. 

Eso hizo más especial mi gesta, que no es una gesta de héroe, sino una gesta personal. Una opción nacida del libre albedrío que me sirve para congraciarme con el mundo, la naturaleza y conmigo mismo.

Además, ayer era un día que necesitaba resetear la mente porque lo que ahora me interesa no es otra cosa que ir alejándome poco a poco del mundanal ruído, de las cosas que antes tenían un sentido, pero ya no.

Porque la vida es demasiada ingrata; y demasiada corta para desperdiciarla con malos rollos. 

Y correr es el antídoto verdadero. Al menos, lo es para mí.

Tal y como sospechaba, cuando acabé mi ruta, mientras estiraba en la puerta de casa, ya bajo techado, no recordaba cuáles eran esos malos rollos: correr bajo la lluvia me había curado.

¡Gracias, de nuevo, correr!

¡Gracias, de nuevo, correr bajo la lluvia!




3 comentarios:

  1. "es obvio decir que no me encontré a ningún corredor".....Estimado amigo, tenía ganas de leer una entrada de éstas, porque me he visto ahí, corriendo bajo la fría lluvia y en esa deseada soledad con la naturaleza. He entrecomillado esta frase tuya porque me he identificado en ella, en ésa obviedad para el resto de los mortales y no para nosotros. Me ha gustado el carácter del amigo Odín, nada de agua, todo tenemos nuestras cosas....un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amigo mío, como no podía ser menos, has entrecomillado la frase más importante. Porque no es solo que sea obvio no encontrarte con ningún paseante, sino ningún corredor, lo que define el carácter de quienes buscamos en el correr algo que va más allá del mejor ejercicio. Y me hubiera gustado haberlo encontrado. Seguramente nos hubiéramos saludado con la connivencia de quienes saben qué hacen ahí en mitad de la nada bajo un vendaval. Y, sí, yo también valoro el libre albedrío de nuestros amigos peludos, ese saber qué quieren y qué necesitan. El mío no necesita el agua, pero su comprensión hacía mí, que sí la necesito, es ternura, casi poesía. Sabía que entenderías muy bien esta entrada, que yo también tenía ganas de escribir, amigo Paco. Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  2. Cuánto de bueno sería "resetear nuestra mente" de vez en cuando tocayo. Evadirnos de lo más "mundano" entrando en contacto con nuestro "yo" más íntimo, en tu caso, corriendo bajo la lluvia. Disfrutas un montón al "sentir" esa mezcla de la lluvia del Cielo y de la Tierra. Disfrutar de la lluvia para ti "solo" seguro que supone para ti un disfrute especial. Aunque puede que no venga a cuento, al "leerte" me ha venido a la memoria, ese "trance" o "éxtasis" en que entraba Santa Teresa de Jesús en sus numerosas experiencias de este tipo. Como siempre te digo, tocayo, sigue haciéndonos "pensar". Un abrazo.

    ResponderEliminar

Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...