08 noviembre 2020

ARTÍCULO PUBLICADO EN DIARIO IDEAL DE GRANADA: NADA NOS PERTENECE (6/11/2020)

NADA NOS PERTENECE


                                                                                                        Por José Antonio Flores Vera



En momentos como los que ahora vivimos, las cosas más cotidianas y espontáneas se convierten en raras y complicadas. Comprar una barra de pan, comprar un diario o tomarse una cerveza en un bar, actos simples que ya formaban parte de nuestra idiosincrasia, casi de nuestros genes, son ahora asuntos más complicados. Acostumbrados como estábamos a creer que éramos dueños de nuestro destino o, al menos, de esos pequeños gestos cotidianos inherentes a nuestra libertad personal, no habíamos caído en la cuenta de que nada de eso nos pertenece, que todo es una especie de otorgamiento graciable de uso y disfrute y que nosotros no somos más que los usufructuarios con un derecho a goce, pero nada más. Un derecho a goce que puede ser arrebatado en el momento en el que el verdadero propietario disponga de la propiedad o bien ésta sea destruida o, sencillamente, desaparezca.

Todo de lo que no se es propietario nos puede ser arrebatado, pero incluso de lo que se es propietario. Tan solo variará la intensidad o las circunstancias. Es entonces cuando comprendemos que, en realidad, vivimos en una burbuja siempre presta a estallar, que todo pende de un hilo. Son necesarios tiempos difíciles para poder comprenderlo, porque se necesita la perspectiva suficiente. Y no ignorar que las burbujas siempre acaban estallando, esa es su verdadera vocación.

Por ejemplo, escuchaba decir a alguien hace unos días que no era posible que nos usurparan la Navidad. Me sorprendió escuchar eso porque tamaña aseveración solo puede llevar a equívocos. Podría interpretarse como que no era posible que nos prohibieran consumir y celebrar comidas navideñas, que es lo que entiende la mayoría por Navidad, pero eso no es más que una entelequia. Nada de eso es, en sí, un derecho propio, ni mucho menos personal. Nada es permanente ni estable. Y la prueba está en lo que está ocurriendo en el mundo desde marzo. Lo que habíamos entendido hasta el momento como derechos propios o personales no son más que ficciones, simulaciones de una supuesta realidad, que es posible que no exista más que en nuestra imaginación. Poder acudir a un concierto, a un restaurante, a un evento deportivo, celebrar la Navidad, la Semana Santa, poder viajar, pasar un día de playa o, sencillamente, poder pasear sin estar pendientes de límites municipales u otras limitaciones legales, no es más estable que un castillo de naipes, cosas que hacemos habitualmente porque unas reglas lo han permitido, pero que queda supeditado a otras más severas y trascendentes, que es lo que tiene vivir en sociedad. 

Porque es posible que de todo lo sorprendente y novedoso que nos está ofreciendo esta pandemia la revelación de que nada nos pertenece, en realidad, sea lo más inquietante. 


4 comentarios:

  1. Un artículo tocayo, que nos, al menos a mí, me hace pensar. Quizás este virus, yo creo que puede que "artificial", por todas esas "cualidades" que, para mal del "hombre" y de la "humanidad", de las que es garante; sirva para eso, para "pensar" más. "Reflexionar" más acerca de este preocupante problema, de forma que adquiramos verdadera "conciencia" sobre la gravedad que conlleva esta pandemia que está azotando a la "humanidad. Las dos veces que he leído tu artículo, apenas he empezado a leerlo, lo he asociado con la película "Los otros", de Alejandro Amenábar. Si se pone uno a pensar, nos podemos plantear dudas, digamos "existenciales", acerca de si estamos viviendo una "realidad", o un "sueño"... No va a ser así, porque ya nos ha dejado marcados; pero, y sí este "virus" fuera sólo un mal sueño. Una pesadilla de la que, más pronto que tarde despertemos. Evidentemente, nunca hemos sido dueños de nosotros mismos. Se ve en nuestro día a día. Muchas veces ocurre, al menos a mí, que planeo dedicar una tarde a no hacer nada, o a hacer algo en la casa; y luego tiene que salir uno a la fuerza, por temas familiares, o por cualquier otro asunto que no puede esperar. Quizás, como dices tocayo, vivamos en una burbuja. Y el destino de las burbujas es explotar. La "libertad"en esta situación tan de película de ciencia ficción que vivimos, es poco menos que imposible. Porque prima la salud de la "humanidad". No solo en el presente. Sino también en el futuro. Los daños que causa a medio y largo plazo este virus en las las personas que lo han padecido. Y los daños, digamos "colaterales", porque la atención médica a las personas que padezcan otra enfermedad distinta a este virus, se ha visto muy mermada. Estoy de acuerdo contigo, tocayo, en que, lo más inquietante que nos está enseñando este virus, es que "nada nos pertenece". Disfrutemos de la vida mientras seamos dueños de ella. Pero también cuidemos el mundo para poder disfrutar de nuestra vida. Cuidemos a nuestra "Madre Tierra", como he apuntado en algunos de mis comentarios que hago en este tu blog... Se me olvidaba apuntar mi pensamiento acerca de esa persona que oíste decir que "no se nos puede arrebatar la Navidad". Ejemplo ilustrativo de lo muy materialistas que somos. Esa persona no va a estar nunca "habitada" por el "espíritu de la Navidad". Sigue haciéndome "pensar" tocayo. Un abrazo.

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    1. Muy acertada tu reflexión tocayo, que es un complemento perfecto al artículo. Efectivamente, algo invisible está decidiendo más sobre nuestras vidas que cualquier cosa visible. Un abrazo y gracias por tu ilustrativo comentario.

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  2. Estimado amigo,  gracias por compartir tu artículo y en éste formato. La sociedad es frágil, nos creíamos que ya nada nos iba a suceder. Bueno, pues a los que así pensaban les han dado una torta con la mano del revés. Ha habido pandemias,  cómo la peste, que acabaron con miles de personas. La gripe española, más de lo mismo. También las guerras, civiles o no, aunque las civiles son más crueles porque según donde te toque eres de un bando o de otro si eres ajeno a la política. La cuestión es que de un modo u otro, con tecnología o sin ella, la sociedad es frágil, débil y nunca aprendemos por muchas pandemias, guerras o miserias que pasemos. El ser humano es estúpido, engreído y sabelotodo. Saldremos de esta, seguramente con más gana de vestirse de flamenco, con patillas de hacha y llena otra compadre. Un abrazo amigo

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    1. Yo esto convencido, amigo Paco, que la gente a más confinamiento y más pandemias más se va a frivolizar y a usar este mundo con la convicción de que es de usar y tirar. Craso error. Qué alejados están de la verdadera naturaleza de las cosas, de la vida en sí, de toda la magia que es este mundo, quizá el único elegido en el universo. Pero ante la estupidez poco se puede hacer. En todo caso, un puñado de gente sensata luchando contra un magno ejército de estupidez, codicia, vanidad y soberbia. Un fuerte abrazo, amigo.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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