'Creatividad' es una reflexión sobre el proceso creativo en el arte. Si no ha sido posible que lo leáis en papel os dejo mi último artículo publicado en las ediciones de Granada, Jaén y Almería del diario Ideal.
CREATIVIDAD
Desde siempre he considerado que la
creatividad es el atributo humano más interesante. Crear dónde no hay nada,
sólo vacío, es algo emocionante, único.
La
mayoría de los humanos nos dedicamos a admirar lo que un grupo privilegiado
crea, o bien, tan sólo nos regocijamos ante ese arte, que tiene un lenguaje
universal y en cierta medida misterioso. Por eso, quien tiene el privilegio de
poder crear se convierte en alguien poderoso e irrepetible. O al menos, su
obra.
Ya
sea ante una página en blanco, ante un pentagrama, ante un lienzo o ante un
trozo de piedra o de madera, sacar algo de todo eso que, en realidad, son
objetos sin vida, es proverbial. Sí, la creatividad es algo bello y distinto a
todo lo humano, pero al mismo tiempo es un atributo muy humano.
Pero
en ese proceso hay un enorme sufrimiento. El creador no es consciente de lo que
está creando en ese momento tortuoso de emociones e ideas encontradas. Será el
receptor y consumidor de la obra y la
posterioridad quienes emitan el veredicto final, aunque eso es un asunto que,
en realidad, poco tiene que ver con el proceso creativo. Entre otras cosas,
porque siempre he creído que quien tiene la capacidad de crear, no lo hace con
el propósito único de que otros disfruten su obra, no piensa demasiado en si va
a ser algo exitoso o no, ni tan siquiera si gustará a alguien. Quien crea pensando
sólo de esa forma, en verdad, no es un verdadero creador. El verdadero, crea
por necesidad, aunque, qué duda cabe, querrá que su obra guste y se esforzará
por ello, sobre todo si se convierte en su profesión y medio de vida, pero no
será ése su móvil principal. Crear debe ser siempre una necesidad inevitable,
innegable, ineludible. Pero, como antes exponía, hay que enfatizar en el mucho sufrimiento que conlleva crear, porque
se aspira a la perfección y el creador siempre sentirá que su obra está
inacabada.
Escuchas
una pieza musical magistral y sientes que estás ante la perfección, pero no lo
ha percibido de la misma forma el autor. Éste siempre la verá imperfecta,
aunque sabedor de que jamás alcanzará esa perfección, no tendrá más remedio que
concluirla en un momento dado. O destruirla. Es más, es probable que esa obra sea
su obsesión y acabará por odiarla tarde o temprano. Demasiadas horas en soledad
para perfeccionarla, demasiado silencio a su alrededor, demasiado sacrificio.
El
ejemplo que expongo es igualmente aplicable para al escritor, para el pintor,
para el escultor..., seres que agobiados por el resultado final de su obra,
acabarán siendo esclavos de ella. Y ese paseo por el infierno hace que el
proceso creativo sea lento en muchos casos o, en el peor de ellos, hasta
abandonado. De ahí que el verdadero creador acabe por ser identificado por todo
el mundo como tal, pero serán sus obras las que realmente perduren y tengan
verdadera importancia, algo que se aprecia muy bien en las obras anónimas
famosas.
¿Pero
cuál es el misterioso motivo que provoca la admiración universal de 'Don
Quijote de La Mancha, de Miguel de Cervantes o La Misa de Réquiem, de W.A.
Mozart, por poner sólo dos ejemplos representativos? No creo que nadie lo sepa
con exactitud; ni tan siquiera pudieron saberlo sus propios autores en el
momento de la creación. La grandeza y la aceptación de éstas se ha ido forjando
con el paso del tiempo, a medida que las generaciones venideras han ido
comprendiendo y asimilando su importancia y perfección. El arte siempre perdura
y lo que no lo es se extingue. Como si se tratara de una norma divina.
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