Shame, en mi opinión, es una excelente película, pero no una obra maestra como ha sido calificada por algún sector de la crítica. Ni que decir tiene que estamos ante una película perturbadora, totalmente coherente en cuanto al guión que conduce su trama (no entiendo los guiones enrevesados si no hay necesidad de ello), pero considero que Steve McQueen, director y coguionista, podría haber usado el guión de una manera más brutal si cabe, toda vez que el asunto de la obsesión sexual siempre da para mucho.
Sin embargo, hay que concederle al director parabienes porque en ningún momento ha querido distorsionar ese guión con historias dantescas e increíbles -por muy dantesca que pueda ser la obsesión sexual del protagonista- y eso le honra. Así como tampoco ha querido hacer una película con un único fin sexual, pues no se trataba de eso. Se trataba, eso sí, de desnudar por dentro y por fuera a una persona que vive obsesionada con el sexo, o con la idea de él, lo que conlleva siempre un déficit afectivo. Y en ese aspecto hay que valorar la actitud del director en cuanto a la honradez mostrada al tocar tan espinoso asunto sin que le salga una peli porno. Además, el conflicto sexual- llevado a extremos o no- no es un asunto demasiado extraño en nuestra sociedad actual.
Lógicamente, la ciudad elegida para que su protagonista -perfectamente interpretado por el alemán Michael Fassbender-, pueda reventar sus instintos, no podía ser otra que New York, que pasa por ser la ciudad más liberal de Estados Unidos, un país que no creo que tenga demasiado solucionado el asunto sexual, dada su doble moral.
Y hablando de Fassbender, qué podemos añadir a su enorme acomodo a papeles de seres perversos o atormentados, sin que se le olviden otros registros antagónicos -formidable en el papel de 'Centurión', por citar una película que me fascinó-.
Advertir que esta película es de fuerte calado y puede ennegrecer el alma. Como dice Boyero 'una historia que deja poso'.
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