Como casi siempre hago, el lunes por la noche volví a ver jugar al Granada a través de la pantalla. En esta ocasión se enfrentaba a otro rival de nivel -en primera casi todos lo son, no hay forma de relajarse como sí ocurría en segunda-. Además, se trataba de un rival en muchos aspectos; rival deportivo, en primer lugar, pero también rival en el aspecto geopolítico porque quienes vivimos en esta parte del sur sabemos perfectamente que las geodistancias políticas con Sevilla son abismales. Granada apenas cuenta, Sevilla, sí cuenta. Y mucho. Es así de descarado.
Sevilla, como capital andaluza, es la niña de los ojos de la Junta de Andalucía, que no se corta un pelo en promocionar a través de inversiones y otras regalías, por no citar que es allí donde están las principales sedes institucionales de la Comunidad Autónoma: el Parlamento, el Gobierno, las consejerías... Granada tan solo se arroga dos o tres asuntillos de mayor o menor importancia: el Consejo Consultivo, el Consejo Escolar (¿qué será eso? ¿Para qué servirá?) y la Biblioteca de Andalucía, muy diezmada y de importancia raquítica. Luego, ganar en Sevilla se convertía en algo que iba más allá de lo deportivo. Y eso tiene su importancia.
No odio Sevilla. Es más, es una ciudad bellísima y sus gentes se comportan por lo que he podido comprobar en muchas de mis visitas profesionales o de ocio. En su ciudad, en su habitat, en sus autobuses urbanos, en sus comercios, en sus bares... los naturales no ejercen tanto se sevillanos como sí lo hacen fuera de su entorno natural. Por tanto, no me gusta el sevillanismo. Es decir, esa forma de vida que hace del esperpento y de la exageración el motor principal; esa forma de ver la vida que tan alejada parece de todo lo profundo e importante. Esa forma vana y vacua, ociosa. Pero en fin, es sólo una opinión.
Por tanto, ganar en Sevilla ha tenido su importancia. Y ganar de la forma que se ganó le confiere mayor mérito al asunto. Es probable que no tenga más importancia que la que tiene, pero se ganó en Sevilla y eso ha henchido los pechos de los granadino en esta mañana de Santos y Tumbas (visité esta tarde la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión y ojeé libros en un puesto sevillano. Pensé en comentarle algo del partido, pero me contuve. No soy ningún fanfarrón).
Se ganó, cuando el Sevilla "lo hizo todo para ganar y...perdió".
Entrecomillo esta última frase porque es cómo termina su crónica Manolo Pedreira en Ideal -al cual he felicitado por SMS, porque coincido con todo su diagnóstico-. Y es que Manolo, escribiendo tan bien como acostumbra, le dice a las cosas por su nombre y el nombre que se podría dar a la gesta del Granada en Sevilla no es otra que épica. Un equipo que juega mejor cuando va perdiendo y cuando lo hace con los poderosos.
En fin, un estilo muy granadino. Muy de aquí, donde todo es posible.
A ver si esto es un punto de inflexión en la trayectoria de nuestro Granada. Ahora dos partidos seguidos en casa con rivales de nuestra liga particular, Racing y Mallorca. Esos seis puntos dictaminarán el ser o no ser del equipo en primera. El domingo va a ser completo , correr la media y acto seguido casi sin tiempo al nuevo los cármenes a disfrutar de una tarde de fútbol esperemos que favorable a los nuestros. Saludos.
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