02 noviembre 2011

EL ÓRDAGO GRIEGO




El golpe de efecto que ha producido el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, anunciando un referéndum –supongo que vinculante- al pueblo griego sobre la aplicación de un nuevo y bestial plan de rescate, puede ser más desestabilizante que cualquier acuerdo de rescate para el país heleno o cualquier otro de la moneda única europea, España, incluida. Eso no calmará a los mercados, pero era necesario. Es más, el ejecutivo griego lo tendría que haber llevado a cabo no ya en el tercer rescate sino en el primero, porque en este tipo de consultas se estructura una democracia, algo de lo que tendría que haber tomado nota el gobierno de Zapatero antes de reformar la Constitución fijando el techo de gasto.
Ese anuncio, como no podía ser de otra forma, ha enloquecido a las altas instituciones financieras, los mercados de deuda, los mercados de bolsa y demás mercados financieros porque el inversor quiere beneficios y los bancos no se los pueden asegurar si un país hace lo contrario de lo que dicen que hay que hacer los jerifaltes de la banca y la política.
Se sabe que Argentina salió de la crisis cuando se rebeló ante el Fondo Monetario Internacional, que la tenía ahogada a base de prestarles a cambio de unos intereses enormes que, claro, ahogaban aún más su maltrecha economía. Y, seguramente, que es en eso en lo que han pensado los griegos.
Esta locura que se ha desatado en los mercados financieros no prueban otra cosa que lo que ya sabíamos y se hacía cada vez más evidente: que no interesan las personas ni sus necesidades sino las inversiones jugosas de los grandes inversores, que nadie conoce o al menos no tienen una cara conocida pero que seguramente están hinchando sus cuentas corrientes en paraísos fiscales a cambio de arruinar a medio mundo con la clara connivencia de la clase política que no nos llega a aclarar cuales son sus prebendas con los banqueros para que éstos obtengan de aquella tanta protección y comprensión.
Paraísos fiscales que, dicho sea de paso, posibilitan gobiernos corruptos de occidente porque seguramente por motivos inconfesables les interese que sigan existiendo.

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