10 abril 2011

V CARRERA POPULAR MEMORIAL PADRE MARCELINO (10/4/2011)


El estar enganchado a la pala y al pañuelo en la frente no me ha impedido correr en la mañana del domingo en la ya casi clásica prueba en memoria del Padre Marcelino, en la capital granadina. Entre otras cosas porque estaba inscrito días ha.
Pero al margen de confirmar la excelente organización de esta prueba un año más -de la que, insisto, deberían aprender muchos ayuntamientos- haré una crónica personal, de aquellas clásicas con las que me inicié hace ya algunos años en aquel mítico Diario de un Corredor. Ese tipo de crónicas que inciden sobre sensaciones, pasos kilométricos, es decir, visión de la prueba desde los propios ojos del corredor.

LOS PROLEGÓMENOS

Este año me desplacé a la prueba en moto -como el año pasado- porque de otra forma es imposible, por dos motivos: Uno: muchas calles cortadas en los alrededor del Centro Comercial Arabial, sede de Hipercor y el Corte Inglés, que es donde están las instalaciones del colegio de los Agustinos, organizador de la prueba; dos: la imposibilidad de aparcar el coche ante la masiva afluencia de corredores, miembros de la comunidad educativa y familiares de unos y otros.
Sin embargo, el año pasado también fui en moto y no llegué a tiempo: me estaba acabando de poner el último imperdible del dorsal cuando dieron la salida. Una persona normal puede tardar en ponerse el imperdible entre dos y cuatro minutos. En mi caso, hay que triplicar ese margen temporal. Eso es algo que sé desde que comencé a competir. Lo mismo que sé que desde que comienzo a ponerme el dorsal hasta que acabo me habré pinchado un promedio de seis veces.
Así que el año anterior me quedé sin correr, lo que sirvió para asistir a magnífico espectáculo de la llegada del atleta negro, de no sé de qué país africano, que llegó en total soledad a la meta, en algo menos de treinta minutos.
Sobre ese asunto comentábamos mi buen amigo, el periodista de Ideal Manolo Pedreira, y yo mientras calentábamos charlando. Veíamos al atleta negro africano que corría en esta edición -desconozco si había dos, como el año anterior, o si era el mismo o no lo era-y nos admiramos de su porte, de su escaso cuerpo fibroso y comenté a Pedreira que esta gente ha nacido con una genética especial para correr, al margen de las horas de esfuerzo que dedican, no en vano es su profesión. Su morfología, la delgadez de sus piernas, todo su físico, es una máquina perfecta para correr. Así lo pude comprobar el año pasado. El resto de los mortales corremos -supongo que más de un noventa y ocho por ciento de los que estábamos allí esta mañana- porque no gusta, porque nos sienta bien y porque nos mantiene en forma, al tiempo que retrasamos las leyes de la gravedad del irremediable paso del tiempo; pero la genética nada tiene que ver con todo eso. Es algo parecido a cuando el balón está en los pies de Messi, las notas musicales en la garganta de Plácido Domingo o la pluma entre los dedos de Vargas Llosa. Desde luego que existe una predisposición hacía la maestría, algo que se acompaña desde la cuna, si no antes. Luego vendrá el esfuerzo, el trabajo y la dedicación, pero eso es ya otra cosa.

LA PRUEBA DE 10 KMS. HOMOLOGADOS

El pasado jueves hice series por la Vega de Pinos Puente. Troté durante cuatro kilómetros para calentar y me dispuse a hacer series. Cuando acabé las tres de mil metros y la única que hice de dos mil ya sabía que no iba a bajar la marca de hace unos años en esta misma prueba, que bordeó los 42 minutos, a pesar de que aquella tuvo algo menos dificultad aunque sí una copiosa lluvia. Lo supe con seguridad porque la serie más rápida de mil la hice en unos pobres cuatro minutos y porque en la de dos mil -a pesar de disfrutar haciéndola- no bajé de los 8 minutos y 35 segundos. No estoy para más, me dije.
Así que trás unos ligeros cálculos y suponiendo que no hincara el pico demasiado estaba convencido que hoy correría entre los 43 y los 44 minutos.
Y sí, desfallecí, pero ya quedaba poco para acabar. Pasado el kilómetro siete y medio sentí que me estaba quedando sin fuerzas. Es cierto que había superado algún terreno difícil, aunque corto, pero esa quizá no sea la explicación más importante. Sencillamente: me ha costado aguantar el ritmo de 4'22''. Corroboró que no estaba para más.
Tras una salida lenta por la aglomeración de corredores, fijé el paso del kilómetro dos en 8'29'', es decir, seis segundos menos que la serie de dos mil que hice el pasado jueves. En principio, teniendo en cuenta que el primer kilómetro necesitó 4'30'', dada la aglomeración de corredores, el segundo bordeo los 4', e incluso, es probable que algún segundo menos. Era un buen augurio. Rodaba fácil y el terreno aún no era muy complicado. Pero se complicó en la subida hacia la Antigua Carretera de Málaga, desde el Camino de las Vacas. Un tramo, particularmente odiado por los corredores que corremos la Media Maratón de Granada. No se trata de una subida salvaje ni mucho menos, ni se reproducen aquí las rampas de Alhama. Nada de eso. Lo que ocurre es que rompe el ritmo, el cual se vuelve a romper por esa especie de realenga para superar la vía del tren, denominada Zarabanda, en dirección a Villarejo para enfilar el comienzo del Camino de Ronda. Los desechos de la subida anterior más esa pequeña dificultad última hacen que el ritmo del corredor se rompa. En mi caso, si por el Camino de las Vacas rodaba con poca dificultad a 3'53'', no conseguí bajar de 4'40'' hasta el Estadio de la Juventud, cuando llevaba más de trescientos metros totalmente llanos por el Camino de Ronda. Ese tiempo perdido, al final siempre se aprecia y todo dependerá de la facilidad que se tenga para recuperar. En lo que se refiere a mi caso particular he de decir que esos incidentes orográficos me dejaron algo tocado y sólo pude recuperar algo en el último tramo del accidentado Camino de Ronda, antes de doblar hacia Virgen Blanca y entrar de nuevo en la calle Arabial.
Y justo cuando rodaba cerca de Hipercor -o quizá un poco antes- en torno al kilómetro ocho, perdí fuelle. Así que decidí mantener los 4'28- 4'30, que sí eran llevaderos, y no aventurarme a los 4' - 4'05.
El paso por el barrio de las antiguas instalaciones de Sander, morada de mi paisano Mario -al que por cierto alcancé al final de Arabial, pero luego se me fue unos metros, sin poder ya seguirle-, por el paso de este barrio, decía, me quedé casi colgado en una ligera cuesta antes de afrontar el último kilómetro que nos conducía a la meta.
En ese último kilómetro intenté aumentar el ritmo -algo que conseguí en parte-, pero preferí perder unos cuantos segundos que agonizar en la llegada. Sencillamente no tenía ni piernas, ni pulmones, ni psicología para rodar más rápido, así que me conformé llegando a meta -marcando el Forer en ese momento 4'15''- dejándome llevar por la amplia recta cuando ya se atisbaba el alto arco de la llegada.
Cuando, al llegar, observé que el cronómetro oficial me daba una marca inferior a los 44 minutos consideré que la prueba había salido tal y como la barruntaba mientras hacía las series en la primaveral Vega de Pinos Puente.
Precisamente en el momento que escribo la crónica la organización me indica a través de SMS que mi tiempo ha sido de 43'40'', a un ritmo de 4,22'', quedándome en el puesto 147. Unos tiempos muy coherentes con mi estado general, ahora que mis desvelos se sustancian en otro deporte de matices totalmente distintos.

NOTA: CORRIJO ALGUNAS IMPRECISIONES, POR SI YA LA HUBIERAIS LEÍDO.

4 comentarios:

  1. ¡Qué grandes reflexiones y qué buen seguimiento¡..¡enhorabuena¡..
    yo al final acabémucho mejor de lo que esperaba: 83 con 41:30
    Un Saludo¡¡

    ResponderEliminar
  2. Extraordinario tiempo realizado, mis felicitaciones. En la media de Málaga no he visto a nadie de las Verdes....
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. eperemos que no haya sido esta carrera tu último canto al corredor popular... a pesar de tu entusiasmo padelista.
    Deberían de no hacer coincidir carreras, al menos en provincia.

    ResponderEliminar
  4. Gracias Pedro, excelente tú crono. Lo mejor de todo es acabar con buenas sensaciones. Saludos.

    Sufrí como un perro amigo Paco, que no ando demasiado suelto ahora. Hubo muchas carreras y la gente se diluyó.Saludos.

    Mario, últimamente sólo te veo la espalda en las carreras.
    Sí, las coincidencias son competencias desaconsejables.Saludos.

    ResponderEliminar

Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...