18 noviembre 2008

GOMORRA, DE ROBERTO SAVIANO



Roberto Saviano es un joven italiano nacido en Nápoles, cuyo aspecto bien podría pasar por ser el de un "tifossi" de lo más visceral , y que con apenas treinta años ya está metido en líos. Como cualquier persona de su edad sus líos podrían venir de un exceso de familiarismo con la droga, con el alcohol, con las salidas nocturnas o con los coches. Pero no, Roberto Saviano no está mezclado con nada de eso. Su perdición es ser una persona inteligente, inquieta y valiente. Un joven que lejos de naufragar en la ignominia y en el descontento con el sistema sin dar palo al agua, ha dedicado varios años de su vida a escribir un libro. Hasta ahí podríamos catalogar al joven italiano como una persona culta y con inclinaciones intelectuales, pero no se trata de cualquier libro, sino de "Gomorra", un viaje al corazón económico y financiero de la "camorra" -el Sistema- napolitana, una de las ramas mafiosas italianas más salvaje e impredecible.
Tal ha sido su dedicación, que durante años ha investigado sobre el terreno, que no es otro que su propia ciudad, todos los entuertos, los delitos, lo
s asesinatos, los negocios turbios desde la llegada de mercancía al puerto de Nápoles y la compleja red mafiosa que devora la entrañas de las instituciones y la ciudadanía de un Nápoles surrealista, deprimido, sucio y extraordinario. Y ha sido tal el decidido compromiso de Roberto, que no ha dudado en aludir con nombres y apellidos a capos y colaboradores de la comorra napolitana, para lo cual ha utilizado una novela-de no ficción que le ha grangeado los mayores odios y amenazas en su propia cuna. Tanto es así que, finalmente, aconsejado por las autoridades antimafia italianas, se ha visto obligado a huir de la tierra que le vio nacer y refugiarse nadie sabe donde porque de lo contrario bien podría ser pronto considerado un joven cadáver. Se trata del "Salman Rushdie" del siglo XXI, otro escritor más perseguido por la estulticia, el fanatismo y el crimen organizado.


Su novela, muy solicitada ya en todo el mundo, ha merecido una película, dirigida por Matteo Garrone y ganadora del Gran Prix de Cannes 2008, cuyo guión ha sido escrito por el autor italiano.
Así que nada más conocer su historia y su testimonio me dirigí esta mañana a la librería Atlántida de Gran Vía, en el corazón de Granada, y adquirí su libro porque ante apuestas tan sinceras, honestas y valientes uno no puede mirar hacia otro lado, todo lo contrario: admirar a quien parece estar hecho de otro material y que un buen día harto de guardar silencio y presenciarlo a su alrededor decide jugarse la piel.
No sabemos el futuro que aguardará a Roberto Saviano, pero por lo pronto su propósito principal ya ha sido conseguido: comunicar al mundo que su ciudad es un nido de cuervos, con la connivencia oficial, algo que sigue contando allá donde sea preguntado.

16 noviembre 2008

REENCONTRÁNDOME ( O CASI ) Y EL PROYECTO FLORENS



Hoy estoy satisfecho. O al menos eso creo. Satisfecho por haber encontrado buenas sensaciones corriendo, no por el resto de las cosas que me rodean, claro está, porque como ya escribió mi admirado Felix de Azúa, en "Historia de un idiota contada por sí mismo ( o el contenido de la felicidad)", la felicidad absoluta no existe y sólo se autodenominan felices absolutos los idiotas.
Si ayer me sentía
bien en la ruta de 13 kilómetros en compañía de Abel y Víctor, esta tarde a las 14 horas, sin esperar a cumplir 24 de descanso, decidí retar a la forma física - y mental - y recorrer más de 17 kilómetros entre el Pantano del Cubillas y Pinos Puente, volviendo de nuevo al pantano. Un recorrido que puede ser agónico si no acompañan las fuerzas y duro, en todo caso. Pero se trataba de probar si la recuperación era efectiva tras un año torpón y torticero, a excepción de algunos periodos benignos. Y hay que decirlo el reto ha sido satisfactorio. Adecuando el ritmo a las sensaciones, o viceversa, disfrutando de la esencia del correr sin que importaran otras cosas, olvidándome por completo de futuras competiciones. Correr por correr.
Y, curiosamente,
a lo largo de esa casi hora y media, a un ritmo cómodo de 5 minutos el mil, he podido reflexionar. He intentado deconstruir lo andado hasta ahora, principalmente para buscar respuestas al apagón neurológico del pasado domingo en Santa Fé (lo dijo sabiamente Francis Tovar: eso esconde algo), llegando a la conclusión que los primeros pasos de este correr concienzudo los dí hace tres años aproximádamente y que en aquellos momentos probablemente tenía la cabeza mejor amueblada y las cosas más claras en cuanto a la esencia de lo que era correr. Competí mucho, sí, pero esa acción no era más que la prolongación de un entrenamiento concienzudo. Así que me dije que eran esos pasos los adecuados: anteponiendo el entrenamiento a la competición y viceversa. Uno está en esto para disfrutar, para comprobar que no te estás convirtiendo en un ser sedentario, para demostrarte a tí mismo que el paso de los años podrá alejarte de muchas cosas, pero jamás te alejará del verdadero cordón umbilical que te une con la naturaleza, negándote de plano a convertirte en un ser vegetativo, orondo y achacoso, un "zampabollos", vamos, como dicen en mi pueblo. Y si esa es la esencia, el verdadero móvil, la verdadera razón ¿para qué buscar otras? Así que hoy estoy satisfecho porque sé que las fuerzas no me han abandonado y he vuelto a recuperar la cordura de la que nunca debí alejarme. Correr, correr, correr, sin otras pretensiones; acumular kilómetros, sin otras pretensiones; conectar con la naturaleza, que es la verdadera esencia del ser. También he comprendido que las raíces son importantes. Conectar con los lugares queridos, con las rutas que te motivan y te estimulan. Si es cierto que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen, yo como corredor tengo necesidad siempre de volver a mis rutas de siempre. Para sentirme corredor, para sentirme dichoso.
Si estas reflexiones positivas son resultado de las buenas sensaciones que ofrecen el correr, no hay duda que ese es el camino.

PROYECT
O FLORENS



Mi querido vecino virtual y Álter ego a la sazón, ha introducido en su blog pateador una nueva entrada dedicado a nuestro común proyecto. "Hay que seguir siempre adelante alter. Siempre adelante" me comentaba con rotundidad en un correo electrónico reciente. Razón no le falta. Ese proyecto, más allá de lo que en él contemos, obedece a una idea, a una acción común y se va a continuar, no cabe ninguna duda. Feneció mi anterior blog "Diario de un corredor", pero ahora está éste, "Opiniones intempestivas", que es una nueva forma de dar una opinión sobre lo que observo y me rodea, sin que el correr y su mundo hayan tenido salida - acepté el parecer más votado en la encuesta sobre incluir temas de correr en este blog-. No obstante, obedece más a otros asuntos que me preocupan. Y, lógicamente, el proyecto Florens tendrá en él una etiqueta. Para esta "reentré", Jesús ha preparado una tremenda entrada dedicada a una fuerza de la naturaleza: el incombustible Rafa Nadal, el mejor tenista español de todos los tiempos, porque Nadal no es solamente un jugador de tenis, ya que posee un poder mental y un pundonor digno de estudio. Una ambición impresionante. De todo eso trata la nueva entrada del proyecto que si no habéis leído ya en el blog de Jesús Lens, podéis leer en éste. La entrada consta de dos partes. Para leer la primera pinchad aquí, y para leer la segunda aquí. Estoy seguro que disfrutaréis de su lectura.

15 noviembre 2008

MAFIAS


Hoy y mañana, los 20 países más ricos del planeta, más algunos invitados candidatos a entrar en ese poco prosaico club denominado G-20, se reunen en la capital estadounidense, invitados por un anfitrión que siempre ha estado bajo sospecha de provocar lo que esta cumbre intentará resolver. Y, al parecer, uno de los asuntos que, tímidamente, se quiere abordar es el incomprensible asunto de los paraísos fiscales. Sabemos que éstos esconden el principal objeto resultante de esas viles canalladas que provocan las mafias (ya no existe una sola mafia con mayúscula, una idea romántica de mafia italiana que obedecía de alguna forma a un mínimo código de honor y que ha estado tan tratada en el cine) de todo el mundo: el vil metal. Un dinero que es anónimo y permanece protegido por los gobiernos de esos paraísos. Y, a pesar de la desesperanza que supone confiar en que el político gobierne y no obedezca a otros estímulos crematísticos o de intereses, esperamos que salgan acuerdos que posibiliten que el mundo sea más habitable. Que se eliminen todos los paraísos fiscales y se haga translúcida toda actividad económica debería ser el verdadero asunto a tratar, porque de nada sirve poner puertas al campo si ese campo no se cerca convenientemente. Sobre esto y algunas cosas más habla el artículo que me publica hoy Ideal, y que aparece en toda sus ediciones -Granada, Almería y Jaén-, por si os apetece consultarlo en las ediciones escritas. Si es de vuestro interés el asunto, podéis acceder a él pinchando aquí.

14 noviembre 2008

LA PERRA DE ALBUÑOL


De los muchos artículos que he escrito y publicado, siempre hay algunos, que por una razón u otra, se queda acomodado en algún lugar de tu mente o de tu corazón. Por diversas razones. Bien porque se escribió en un momento muy especial; bien porque a nivel personal me haya llenado más que otros; o bien, como es el caso del que ahora hablo, porque haya tenido alguna repercusión.

Resulta que es un artículo que me inspiró la mirada que le observé a una perra -o tal vez un perro- en una fotografía que acompañó a una noticia que publicó el diario Ideal. Siempre he sido muy sensible a la mirada de los perros. He tenido bastantes a lo largo de mi vida y acabé comprendiendo que los ojos, la mirada, es el vehículo de expresión de estos animales. Por eso me cautivó la mirada de esta perra -o perro- y me animé a publicar el artículo en Ideal. Pero además, el artículo circuló muy bien por Internet. Fue publicado en foros de asociaciones de animales o incluso trasladado a páginas web en las que se fomentaba el respeto y la protección animal. Incluso leí en algún lugar que me habían puesto como abogado de alguna asociación animal. Incluso lo envíe a un concurso. No lo ganó pero fue recogido en un libro que recopilaba los artículos finalistas del certámen. Por tanto, hoy me ha venido a la memoria y me apetecía mostrarlo.



LA PERRA DE ALBUÑOL


Desde un primer momento, al ver la fotografía, se me antojo que era una perra, aunque no existe ningún dato objetivo que permita sostener tal afirmación, si acaso la envoltura de la mirada y el abatimiento sostenido en las patas traseras, escondiendo el rabo entre las piernas, aunque admito que estos datos también podrían ser patrimonio genético de un perro.

La fotografía pudimos contemplarla hace unos días en este mismo diario, como imagen gráfica de la noticia que denunciaba el trato denigrante dado a unos canes en la localidad de Albuñol. La noticia es sobrecogedora, pero lo que realmente atenta contra el material de que están fabricados los sentimientos del ser humano es la mirada – sigo manteniendo – de la perra. Estremecedora la mirada casi humana, y si no fuera por los sesudos estudios zoológicos que afirman que los animales no piensan o al menos no lo hacen en los términos con que lo hacemos – en algunos casos- los humanos, me atrevería a afirmar que sus pensamientos están en la órbita de la nostalgia, la tristeza y la desolación, reflexionando apenadamente sobre lo que pudo ser y no ha sido la vida de los cachorros que yacen inertes delante de ella. Cachorros que se me antojan, a tenor de la mirada que les profesa, que eran suyos y ya no son de nadie.

Otro elemento que me subyugó de la foto es la posición sentada del animal que contempla. No existe en sus patas traseras acción alguna, más bien abatimiento, desgana y entrega. Incluso su rabo no existe. Está escondido a la manera que lo esconden los perros que se entregan a su agresor sea animal o humano. Escondido por miedo.

El gesto – definitivamente – de la perra no ofrece batalla a la esperanza y su presencia bien podría considerarse un último homenaje hacía sus cachorros. No existe odio contra nadie ni contra nada, sólo aturdimiento.

De esa foto – cuya alma ha sabido extraer la persona que fotografía y que guardaré - bien podríamos aprender los humanos, porque es una escena de duelo elegante, sin aspavientos, pero con todos los ingredientes necesarios para la tristeza. Es la imagen del dolor, sin duda.

Desconozco si los responsables municipales han solucionado el problema del sufrimiento gratuito infringido a los perros abandonados en este municipio, pero para muchos el problema ya no será otro que el de la conciencia y el recuerdo de la mirada de esa perra, ante los cuerpos sin vida de sus más que probables cachorros.

Esta escena debería de ser una lección que jamás aprendemos. Similar mirada también la hemos contemplado muchas veces en otros animales. Sin ir más lejos, en los toros. En alguna ocasión me ha parecido ver unos ojos similares – aunque más soberbios- en el animal que pocos minutos después, picado, linchado y ensangrentado, va a morir ante cientos de personas, millones si la corrida es retransmitida por televisión. Está el animal solo con su mirada y su miedo ante la efusiva alegría de millones de personas. No sabemos que podrá sentir el animal – hasta ahí no ha llegado aún la zoología-, pero sí sabemos lo que sentimos otros muchos cuando nos toca vivir en un país que hace de su fiesta nacional la lapidación y destrozo de un noble animal.

Por lo tanto, estamos en el país propicio para contemplar la escena de la fotografía y no despotricar de la condición humana.

12 noviembre 2008

DE POESÍA


Hace unas pocas semanas, Jesús Lens, Alter y compañero de trotes y letras, fiel a su constante capacidad creadora, secundó "miércoles poético" virtual (al parecer propuesto por un bloguero cercano) en el que participan varios blogueros, de entre los cuales se encuentran, además de él, su precursor amigos y conocidos, como Alfa, Gregorio y Alberto Bueno, entre otros, que conozco menos, o sencillamente no conozco. Él sabe, y también algunos de vosotros, de mi querencia por la poesía, pero no me incluí en esa iniciativa por no tener la seguridad de poder contribuir cada miércoles debido a la carga laboral que últimamente conllevo. Pero hoy es miércoles y quisiera, aunque sea sólo hoy, colaborar con esa iniciativa. A punto he estado de recuperar aquella "Oda a la Supernova", que fue conocida y bastante popular en el fenecido Diario de un corredor, pero he optado por tirar de disco duro y recuperar algo de lo que tenía escrito anteriormente. Y he elegido este poema, incluido en una colección propia denominada "La urgencia de los perros", de la cual extraje en su día varios poemas y publiqué en alguna que otra revista literaria y en un libro común que encargó en su día una asociación cultural llamada "Granada Histórica", con la colaboración del Ayuntamiento de Granada y que recitamos en una mañana primaveral en el pintoresco Patio del Ayuntamiento de Granada. Por tanto, he ahí esta breve contribución:

LA TRISTEZA DE LAS FACHADAS

Nada podrá eliminar la noche

Los suburbios de la luna,

Y las casas escondidas.

Nada podrá eliminar la pobre impresión,

De las fachadas,

Ni la pobreza del alma,

Ni las mesas humildes

Donde se acumula la vida

Y los ojos.

Nada podrá delimitar lo vacuo de la vida,

De la gente,

Y llegará de nuevo la noche triste

Y la fraternidad pérdida.

Pero estarán unos ojos y un llanto

Y habrá lugares comunes entre nosotros

¿Y adonde iremos entonces,

Si la ciudad es fría?

09 noviembre 2008

CUANDO EL CORRER SE TORNA EXISTENCIALISTA

Hoy toca hablar de correr. Porque se ha celebrado la prueba de fondo de Santa Fé, población populosa cercana a Granada, en la que dicen las crónicas veraces que acamparon durante días las huestes de los Reyes Católicos para el dar el último y definitivo golpe de gracia a la menguada corona del Reino de Granada, ya decadente y solitaria, que naufragaba y fenecía entre reinos cristianos.

Y allí hemos ido, con muchos amigos, a correr una prueba, en teoría, fácil. Fácil por su distancia y por su terreno. Diez kilómetros llanos transcurridos a lo largo y casi a lo ancho del pueblo.

Aún fuerte y confíado, sin planteamientos existencialistas. (Cortesía de Granada Fotos de Fondo).


Pero el correr se ha tornado existencialista. Existen determinadas actividades que realiza el ser humano a las que más vale no preguntarle su porqué. Actividades a las que es mejor no mirar a la cara y escrutarles con raciocinio porque pertenecen a otro mundo: al físico o al de las sensaciones, pero no al de la razón. Y mi principal error ha sido interrogar a este extraño ser en que se convierte un cuerpo, unas extremidades y un corazón, en misteriosa y perfecta conjunción, para llevar a cabo una actividad que no pertenece al mundo de las ideas y sí al de la acción.

Puedo jurar y perjurar que en los últimos años no he leído “La nausea” de Jean Paul Sartre, que el existencialismo no ha sido lectura de referencias en los últimos tiempos. Sí, he tenido un año nefasto desde el punto de vista atlético que se ha ido cobarde y traidor entre lesiones, baja forma y dolencias múltiples, un año que ha ido creando un poso sórdido que ha culminado en el inesperado suceso de hoy.


Dos kilómetros antes de detenerme, junto a Jesús Lens, cuando la mente aún no había dictado su veredicto, si bien ya lo estaba barruntando.(Foto cortesía de Meli).


Un corredor se detiene por lo general cuando acusa alguna lesión, alguna enfermedad o pierde la motivación por correr, pero por pocas cosas más. Y, sin embargo, esta mañana cuando transcurría el kilómetro siete y doscientos metros, aproximadamente, corriendo en ese momento a una media aproximada de 4,15 el kilómetro, la mente ejecutó una orden a todo ese conglomerado orgánico que se asocia misteriosamente para ponerse en marcha para correr: párate. Esa fue la orden. Seca, dura, exigente, sin discusión. Y todo mi ser se paró inmediatamente. Para más abundar, la mente lejos de arrepentirse durante unos segundos y emitir la orden contraria para comenzar de nuevo a correr, pareció esbozar una sonrisa, que probablemente era la que llevaba dibujada en ese momento en la cara. Un espectador preguntó en ese momento: ¿Te has lesionado? No, que va, respondí, casi alegre. Porque no había lesión alguna, al menos no había lesión física, pero sí es posible que hubiera otro tipo de lesión. Párate. Párate era la voz que reverberaba en ese momento, fría, ejecutoria, sin un atisbo de duda.

Una decisión descarnada, gélida como el metal, inexplicable como el misterio de la vida y tan transcendente para mí como pudiera ser un texto filosófico. Una decisión que te deja con la duda sobre el motivo y la razón de esa decisión salomónica.

A priori, pude encontrar una razón, mientras andaba taciturno por las solitarias calles en dirección a la zona de meta: comprobaba que no podía ir durante mucho más tiempo a 4,15 y decidí que no quería ir el resto de los tres kilómetros que restaban a 4,25. Absurda decisión, diréis muchos, sobre todo considerando que a 4,25 también habría motivos para estar satisfecho. Sin embargo, la explicación no es tan fácil. Ojala lo fuera.

La razón principal pudiera estar relacionada con aspectos de más trascendencia. Por ejemplo, haber perdido el espíritu de la competición o no saber cómo administrar esos tres últimos kilómetros. No saber el porqué de correr. Un vacío ontológico que no es fácil explicarlo fácilmente con las palabras. Sencillamente que el cuerpo y la mente conjuran en tu contra y ante eso nada puedes hacer, excepto una cosa: detenerse.

Lo que ocurrirá a partir de ahora no lo sé. No sé con exactitud si la competición ya ha acabado para mí totalmente o, si por el contrario, no es más que una etapa agotada que conlleva en su fuero interno un reinvento en la acción de correr. Como bien me decía al final, Francis Tovar, una autoridad en esto del correr: eso puede obedecer a alguna causa. Y esa causa es la que habré de buscar en los próximos días.

07 noviembre 2008

+ LIBROS + LIBRES




Corría el año 1997 y yo era Concejal de Cultura de Pinos Puente, mi pueblo, así que intenté revitalizar la biblioteca municipal. Cuando llegué al Ayuntamiento ésta se encontraba en el mismo Ayuntamiento y eso me parecía violento para el ciudadano, joven o no, que se dirigiera a la misma a buscar un libro, así que aprovechando que el recinto del Teatro Municipal contaba con un edificio aledaño, no dudé en
trasladarla a aquel lugar, mucho más relacionado con la cultura, con el beneplácito de la bibliotecaria, que observando su reacción me hizo comprender que aquel cambio lo esperaba desde hacia años. De manera que fomentamos con ocasión de la nueva biblioteca una semana dedicada al libro, coincidiendo con el día del libro anual. Y el lema que elegí fue el que da título a este entrada el cual venía como reclamo en una colección literaria que estaba en por entonces comprando. Pero, ¿por qué adopté ese lema? Porque ha sido siempre lo que he pensado: si hay un libro cerca siempre me he sentido más libre, en todos los sentidos.
Si las circunstancias concretas del día a día no me ofrecen el elixir de libertad que mi mente exige intento penetrar en el mundo de los libros. O bien visito una librería o adquiero una revista dedicada a la literatura, teniendo siempre como telón de fondo las páginas de algún libro en permanente apertura. Porque nada es igual si nos enfrentamos a un texto. Porque todo está en los libros y nada escapa a ellos. Son la síntesis más perfecta del idilio de la persona con la vida. Un idilio se compone de momentos dulces y amargos como la lectura: exquisito elixir de diversas componentes.
Kafka dijo que
si un libro no produce el efecto de un martillazo en la cabeza no se trata de un buen libro. Pero también los hay que producen el efecto de un punzón en el corazón o el agrio sabor de una fruta podrida. Sin embargo, todos esos efectos no producen ningún rechazo en el buen lector, es más, le ayudan a serlo más y mejor.



Si necesitara extasiarme con el mundo podría adiestrar el arte de la observación, pero al querer ser participe de ese mundo, de sus excesos, de sus defectos, de sus virtudes, necesito leer historias o pensamientos o poesía. Todo está contenidos en los libros.
Un ejemplo muy vivo de lo manifestado se resume en el acto de adquirir el último libro. Toda esa sensación de libertad que produce buscar y encontrar un autor o una obra concreta, sabiendo que probablemente no la leerás en algún tiempo, pero que se depositará en tus anaqueles a la espera de su turno.
Un acto de libertad que al ser primigenio y personal se convierte en uno de los más auténticos que soy capaz de ejercer a lo largo de un día. Al eliminar estos actos anulamos al ser y su capacidad para seguir siéndolo.

UN VIAJE A PARÍS (I)

Existen ciudades que pueden ser contadas y otras que tiene que ser visitadas para poder contarse. Entre estas últimas está París.      No es...