03 octubre 2021

99 DÍAS QUE PODRÍAN CAMBIAR EL MUNDO (AMAZON, 2020)

 


Al mes y medio de salir del enclaustramiento al que estuvimos sometidos por mor de la epidemia del por todos denominado en vulgata Coronavirus, me aventuré a publicar en Amazon un diario de la pandemia, que escribir a lo largo de todo el confinamiento, esto es, 99 días. Su título 99 días que podrían cambiar el mundo. ¿Y por qué decidí darle ese título? Porque estaba -y aún lo estoy- convencido de que este hecho no pasaría desapercibido en nuestra historia personal y colectiva. Un ser microscópico que ha detenido gigantescas estructuras sociales, económicas, deportivas, personales, que ha detenido el mundo. Un ser monstruoso en esencia, pero invisible, lo que demuestra que nada en este mundo obedece a un patrón concreto, que lo grande puede ser inofensivo y lo pequeño muy pernicioso.

El Coronavirus ha cambiado todo en este mundo y no sabemos (me temo que no) si todo volverá a ser igual que antes. Es más, es posible que no sea conveniente que todo vuelva a ser como antes. Nuestro planeta no es ni tan siquiera una mota de polvo en el Universo (sin contar que pudieran existir universos paralelos como ya apuntó Einstein y dejó dicho Hawking antes de fallecer), por lo que descartar que podamos ser barridos como se barren las motas de polvo no es ninguna afirmación gratuita. Estamos acostumbrados a pensar y a vivir como si fuéramos los verdaderos reyes de la creación, pero los animales (no sabemos si también las plantas, es posible que sí) nos han dado lecciones inolvidables en ese periodo de tres meses en los que no sabíamos ya qué hacer en nuestras casas. Se han acercado a nuestras costas cuando jamás lo hacían, han penetrado en nuestras calles, cuando no lo hubieran hecho en condiciones normales, han sobrevolado nuestra ciudades, cuando apenas salían de su entorno, en definitiva, ha mostrado mucho más sensatez que la mayoría de los humanos, como queriéndonos decir que siguen ahí a nuestro lado, pero guardando las distancias hasta que cambiemos, porque ¿estamos dispuestos a cambiar? Mi veredicto a más de un año desde aquello es que no, no estamos dispuestos a cambiar. Es más, observo síntomas de que es posible que vayamos a peor, que al individuo en general (con las lógicas excepciones que hay muchas, de lo contrario esto sería terrible) le interesa sobre todo sus intereses primarios, sin pensar en mucho más allá. Es posible que mi visión sea pesimista.

Escribí mucho de todo eso. Escribí lo que reflexionaba y observaba cada día y eso dio lugar un libro que en papel podría estar en las trescientas páginas; pero no está en papel, al menos no lo está aún, sino en formato digital pinchando aquí.



1 comentario:

  1. Tocayo, buena reflexión tu contestación a la pregunta sobre quiénes somos. Si la Tierra no es más que una pequeña mota de polvo en el Universo, qué importancia tenemos nosotros. Los animales ha aprovechado esta oportunidad que la pandemia les ha brindado para acercarse a nuestro entorno. Lo que el ser "humano" hace por naturaleza es destruir el hábitat de los animales. Es una lástima, pero así somos. En una situación tan preocupante como la actual lo normal debería de ser que el ser "humano" tomara consciencia de ello. Pero creo que, por desgracia, los "humanos"de lo que tomamos consciencia es de algo muy distinto. Me da la impresión que, en estas situaciones el "hombre" toma más consciencia aún de que lo que le toca es disfrutar todo lo que pueda. Y que los malos tiempos debe de llevar a tomar consciencia de que hay que disfrutar todo lo que se pueda por lo que pudiera pasar. Me leí hace tiempo tu libro "99 días que podrían cambiar el mundo", y no tiene desperdicio.
    Y volviendo a este temible virus, me ha gustado, y me pregunto, ¿Tenemos los humanos algo que ver en su origen? Supongo que eso nunca lo sabremos. Hay incluso algún estudio que nos revela que del Universo caen a la Tierra un par de centenares de miles de virus cada día. Quién sabe si podría haber sido esta la forma en la que ha venido este virus a la Tierra.
    Un abrazo tocayo, y sigue haciéndonos reflexionar sobre asuntos tan importantes.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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