04 julio 2021

EL RETO DE LLEGAR A ONCE KILÓMETROS

Mi reinvención como corredor apasionado y habitual comenzó hace muy poco. Una lesión de esas paralizantes me dijo al oído que iba a acabar con mis días como corredor. Pero no la escuché. E hice bien porque de haberlo hecho ahora estaría lastrado y probablemente deprimido, aunque uno no es muy dado ni a una cosa ni a la otra. El caso es que, como ya he contado, desde enero, tras varios intentos fallidos de fisioterapia en fisioterapia, encontré la adecuada (profesional, Cristina) y la lesión comenzó a remitir aunque no a curar del todo porque pocas lesiones serias se curan del todo. Lo importante es que aproximadamente sobre el mes de febrero comencé a dar los primeros pasos tras muchos meses sin darlos.
   Los primeros entrenos no fueron de más de seis u siete kilómetros hasta comprobar al poco que podía asumir alrededor de ocho. Llegaba a casa y aunque parecía que el dolor (se trata de una tendinosis aquilea crónica) no aparecía, a la mañana siguiente nada más salir de la cama sí aparecía, pero ya no se trataba de aquel de unos meses atrás que me impedía casi andar; se trataba de una molestia permanente más que de dolor en sí. Por tanto, me atreví a seguir sumando kilómetros, que se iba calmando con el paso del día. En los ocho estuve durante bastante tiempo porque, hay que decirlo, el estado de forma había caído lo suyo y me costaba llegar a más. Comprobaba que la lesión seguía ahí, claro que sí, pero por entonces ya había incorporado una rutina exigente de estiramiento diario (estirar, siempre estirar, aunque no haya lesión alguna), ejercicios específicos y me había hecho con una pistola de masaje. Todas estas cosas juntas comenzaron a ayudarme de manera espectacular tras las seis o siete sesiones de ondas de choque en fisioterapia.
Al poco ya no eran ocho los kilómetros acumulados por sesión (no más de dos a la semana), sino que podía asumir perfectamente nueve y diez kilómetros. Al mismo tiempo, con sorpresa para mí, ya podía hacer tres sesiones a la semana y lo que es más importante dos sesiones en dos días continuados, algo que era casi imposible meses atrás.
Hasta que ayer conseguí llegar a los once kilómetros, sin dificultad aeróbica y a un ritmo ya algo superior de cinco minutos y cuarenta segundos el kilómetros (en mis sesiones anteriores era difícil bajar de seis minutos el kilómetro). El resultado ha sido que esta mañana tenía la zona del Aquiles inflamada como suele ocurrir siempre, pero es algo normal porque a medida que pasa el día e inicio estiramientos y automasaje, comienza a bajar la inflamación. Lo importante es que aunque aún exista inflamación el dolor postsesión de entrenamiento ya no es paralizante. Por supuesto sé que aumentar a doce kilómetros o más aún no es posible, pero llegar a los once (que antes de la lesión era bastante rutinario para mí) ha sido un reto conseguido importante. Y en esa distancia seguiré, alternando con nueve y diez kilómetros.
Las lesiones son muy jodidas, amigos, pero si se consigue gestionarlas con cabeza, paciencia y sentido común son superables.


2 comentarios:

  1. Tocayo, en el deporte, se trata de ponerse unas metas. Como dices, llegar a hacer once kilómetros corrriendo, para ti ha sido un reto. El deporte, además de que te mantiene en forma, tiene otras "virtudes". Y una de ellas es superarse a uno mismo poniéndose "retos". Con este y otros escritos, tocayo, demuestras lo bueno que es hacer deporte. Un abrazo.

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  2. Estimado amigo, se por el calvario que pasaste. Pero tu veteranía me sorprende au más, que ya es difícil querido amigo, ya que no vas con prisa y lo estás haciendo milimétricamente bien, con frialdad. Esas cosas me alegra mucho, ya que es la señal de que te queda mucha Vega que recorrer. Un fuerte abrazo.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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