09 agosto 2020

LISBOA (EBOOK: RELATOS Y ARTÍCULOS DE VIAJES, -AMAZON, 2018)

RELATOS Y ARTÍCULOS DE VIAJES: Impresiones de un viajero eBook ...





En mi libro (eBook), publicado en Amazon, Relatos  y artículos de viajes, dediqué unas páginas a varias ciudades visitadas de nuestro país vecino, Portugal. He aquí las palabras dedicadas a su peculiar y encantadora capital.


Lisboa

 

Alguien contó al viajero que Lisboa ha sido la única ciudad en la que ha quebrado un McDonald`s. El viajero no tiene datos para confirmar tal rumor, pero da por hecho que si en algún lugar ha podido fracasar la franquicia multinacional norteamericana de la prescindible alimentación no le cabe duda de que ha debido de ser en Lisboa. Y eso es así porque la capital de Portugal tiene otro aíre, es distinta. O al menos lo es en lo que realmente interesa de la ciudad, que es casi todo, si bien será imprescindible visitar todo su centro histórico, sus barrios Alto y Alfama, así como su Castelo de S. Jorge. El resto es nuevo y moderno como cualquier ciudad occidental que se precie, pero siempre interesante. No obstante, nada en ella pierde su sabor portugués y esa modernidad ha sabido implantarse de manera inteligente y ordenada, o al menos, es lo que ha podido deducir el viajero en sus distintas visitas a la ciudad del Tajo (o Tejo).

Porque Lisboa no es tan solo su elevador de Santa Justa ni tan siquiera sus tranvías, es mucho más. No hay duda de que los tranvías que suben hasta las partes altas de la ciudad, hasta las Siete Colinas o el Castelo de S. Jorge ofrecen un sabor especial, pero será pateando cuando el viajero descubrirá una ciudad con muchos matices y a medida que obtenga mejor panorámica (el Castelo de San Jorge le parece un lugar ideal) podrá observar la magnífica ubicación de esta antigua ciudad, enclavada en la desembocadura del Tajo, que es un mar, con el océano Atlántico de fondo.

Un aspecto importante para él es que en esta ciudad no parece existir el estrés. No solo por el carácter apacible y tranquilo del portugués medio, sino por la propia configuración de sus calles y plazas. Un paseo tranquilo por el Chiado es imprescindible, sobre todo considerando que es posible llegar a pie desde este lugar a los lugares más simbólicos de la ciudad, incluido el Barrio Alto, lugar repleto de restaurantes económicos en los que por la noche será posible cenar escuchando un buen fado. Y si el viajero echa de menos esa modernidad a la que antes se hacía referencia, interesante también es lo nuevo, lo moderno, que podrá encontrar en el recinto donde fue celebrada la Exposición Universal de 1998, un vasto espacio repleto de restaurantes y locales de ocio junto al río Tajo. O bien, dirigirse a la otra parte de la ciudad, cerca de la desembocadura del Tajo y visitar su magna Torre de Belém, su Monasterio de Los Jerónimos de Santa María de Belém y no olvidarse jamás de degustar un pastelito de Belém en el sitio original, que es lo que hizo con gran deleite.

Pero de todo, se ha quedado con la impresión de que Lisboa es una especie de reserva espiritual de Europa, a pesar de que siempre ha tenido una amarga sensación de que eso pueda cambiar con la llegada voraz de la modernidad, sin alma. Porque las ciudades tienen alma, eso lo sabemos, pero en ocasiones se vende al diablo por poco precio. Se especula, se destruyen lugares icónicos y bellos…, todo en nombre del progreso y la modernidad. Craso error. El progreso tiene sentido si se conserva lo histórico y bello, lo que perdura. Que Lisboa pueda vencer la llegada de ese pretendido progreso dependerá de muchos factores, pero para él tiene que una ciudad con tanta personalidad jamás puede perder su esencia. Y espera que así sea.

5 comentarios:

  1. Amigo José Antonio, un estupendo libro de viajes el tuyo, de esos que uno lee y disfruta, pues hay cosas que pasan desapercibida. Fue en 1991 cuando, con un matrimonio amigo cruzamos en 5 días de Málaga-Madrid-Galicia con todas sus rias y cruzamos Portugal de cabo a rabo. Estuvimos en Lisboa y lo único que me acuerdo fue el mítico puente y el Tajo y los Tranvías. Fue horrible, un viaje que nunca olvidaré porque fue eso, algo horrendo. Un viaje debe de ser pausado y ligero de equipaje, como nuestro amigo, Don Antonio Machado. Un abrazo

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    1. Gracias, amigo, por tus palabras. Desde luego, el viaje necesita sosiego. Intentar pasar de turista a viajero, para lo cual es necesario permanecer en el lugar un tiempo mínimo, observar el ritmo del lugar, sus gentes y costumbres.

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  2. Una publicación, tocayo, que me ha vuelto un poco nostálgico. Yo el par de veces que he estado en Lisboa me ha fascinado, me ha deslumbrado, me ha "todo"... Una ciudad talismán, con un gran poder de atracción. Es una ciudad con un sabor especial. Con un sabor que no encuentras en cualquier sitio. No guardo muchos recuerdos; pero los que tengo, permanecen en mi memoria, con una sonrisa que perdura con ellos, de vivencias de lo más entrañable y bonito. Aunque si me pongo a escoger una de mis dos estancias en Lisboa, me quedo por goleada, con mi estancia de adolescente. Estuve en varias ciudades. Pero Lisboa me encandiló. Recuerdo mi estancia tomando un vino en una tasca antigua, con ese sabor a añeja, que le daba buena parte de su encanto. Recuerdo que me lo pasé genial con mis compañeros y profesores. Recuerdo los bailes que se pegaba uno de los profesores. Quién se podía imaginar que tuviera esa marcha. Recuerdo mi visita a la Torre de Belem. Recuerdo hasta alguna cosa sin trascendencia, como que me compré un cuchillo de cocina en un supermercado (no sé porqué compré este souvenir), que le duró a mi madre años y años. Y, cómo no, recuerdo con mucho cariño sus tranvías, con ese olor a viejo, que los hace entrañables, y únicos. Como bien escribiste en tu libro Relatos y artículos de viajes, en el espacio que le guardaste a tan entrañable ciudad, "Que Lisboa pueda vencer la llegada de ese pretendido progreso dependerá de muchos factores, pero para él tiene que una ciudad con tanta personalidad jamás puede perder su esencia". Gracias tocayo por hacerme recordar ese tiempo en Lisboa, que me creó un estado de felicidad, que siempre perdurará en mi recuerdo. Un abrazo.

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    1. Amigo mío, celebro que estas palabras sobre Lisboa, incluidas en el libro dentro del capítulo dedicado a Viajes por Portugal, hayan hecho que aflore la nostalgia de tus visitas a la capital atlántica. Estamos de acuerdo en que es una ciudad distinta y muy especial. Abrazos.

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  3. Así es tocayo. Es una ciudad distinta. Es un lugar "especial", que te hace "sentirla" de una forma que no se puede describir con palabras. Esta mañana quería decírtelo más en directo. Y te escribí un whassapp cuando salí a tomar café, con la fortuna de que, cuando llegué a la cafetería, me di cuenta de que sólo se habían grabado unos pocos segundos. Allí te escribí otro whassapp. Pero no sé si estaba ya demasiado absorto en las naderías diarias, pidiendo mi café, como para hacerte llegar ese mi "sentimiento" acerca de mi "querida" Lisboa. No porque viera muchas cosas que, como te decía en mi anterior comentario, de monumentos recuerdo la Torre de Belém, a la orilla del mar, los entrañables tranvías, las tascas (o quizás fuera una tasca que visité la que hizo bautizar con el adjetivo de "añejo", entendiendo su significado como, lugares con olor a historias vividas de todo tipo. Las pocas ciudades que visité en esa adolescencia. En ese viaje de estudios... Me encantaron. Cascáis, Sintra con su castillo, Ovios (quizás esa ciudad la visité en mi segundo viaje), que tiene canales a semejanza de los venecianos... Como dices tocayo, las ciudades tienen "alma". Y los lugares de Portugal que visité en "mis tiempos" se les palpaba, se les podía tocar el "alma". Pero el "alma" de Lisboa sobresalía entre todas. Un abrazo tocayo.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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