28 abril 2014

LOS PARAÍSOS PERDIDOS


Con Mario, Paco, Paquillo y Francisco. Mucho 'pinero' junto.
Es probable que si no fuera por la importancia simbólica de la prueba que corrí el pasado domingo, no hubiera considerado escribir esta entrada. Pero tiene mucha importancia. Personal, claro.
Compruebo -porque así lo reflejo en la parte derecha de este blog- que la última vez que competí fue el día 10 de noviembre del año pasado, es decir, casi seis meses han transcurrido desde que pateé a buen ritmo los llanos de Antequera en esa fría mañana del segundo domingo de noviembre del año pasado. Se trataba de la última Media Maratón de la milenaria ciudad de los dolmenes y los molletes.
Desde entonces han pasado muchas cosas desde el punto de vista deportivo, casi todas negativas. En un mes, pasé de casi romper mi marca personal en la distancia a verme postrado por los incontables problemas musculares en ambos gemelos. Suspendí la última prueba de competición que quería hacer en 2013, que no era otra que la retomada Subida al Conjuro de Motril que tanta ilusión me hacía, y suspendí por completo los entrenamientos. No sabía qué diablos me pasaba. Probaba correr tras un par de semanas de descanso y volvía a caer con más estruendo si cabe en la misma lesión. La desesperación estaba ya rebosando.
Así que retomé la antigua idea de tratarme el problema vascular en ambas piernas. Consideré como una hipótesis que los diversos problemas vasculares se podían deber a ese problema. Total, me dije, si no puedo correr, ahora es el momento de actuar. De esa manera pasé por la consulta médica en la segunda semana de marzo y a los pocos días ya había sido intervenido.
Son esos días en los que ves muy lejanos los días de trono y gloria deportiva; aquellos en los que te podías plantear correr cualquier tipo de competición y entrenar bien siempre que te diera la gana. Lejanos pero no perdidos. Los paraísos perdidos siempre están a la vuelta de la esquina, me dije, aunque en ocasiones cueste verlos.
La recuperación fue otra travesía en el desierto, la cual ya no me inquietaba ni sorprendía. ¿Qué podía suponer un mes más o menos tras tantos postrado? Me ayudaba de la inestimable ayuda de la MBT, las largas caminatas y un fuerte optimismo y esperanza. Y así hasta ayer, en el que volví a retomar la competición. Por eso aludía al principio a la importancia simbólica de la prueba.
Una prueba que no tenía pensado correr, pero hablé con mi amigo Paco y entre su inactividad última y la mía -ambas por distintos motivos-, acabé animado a participar, inscribiéndonos in-extremis en una prueba que va a camino en convertirse en la más señera del atletismo local. Me refiero a la prueba del Padre Marcelino que ya ha entrado en su octava edición.
La idea no era competir, lógicamente. Ni tan siquiera conmigo mismo, que es como yo suelo competir siempre. La idea no era otra ver si se confirmaba la recuperación apuntada ya en los últimos entrenos, aguantar lo mejor posible el envite de los diez kilómetros por las calles más céntricas de Granada y al mismo tiempo retomar también esa idea antigua de correr juntos una prueba Paco y yo. 
Y casi lo conseguimos. O al menos, lo conseguimos hasta bien superada la mitad de la prueba. Paco percibió molestias en la pierna izquierda al paso por la mitad de la calle Recogidas, a falta de tres kilómetros y medio para acabar y a partir de ahí me sorprendí a mi mismo corriendo a ritmos similares a los que frecuentaba antes de la lesión y operación.
Si esos primeros seis kilómetros y medio fueron una delicia, corriendo y disfrutando de la compañía, del deporte, la buena mañana y la ciudad, los últimos tres y medio fueron un encuentro con las buenas sensaciones de antaño y con la esperanza de una mejoría anunciada.    

Con Paco, Francisco y Paquillo -hijo del primero-
Con Francisco y Paquillo en la línea de llegada.

6 comentarios:

  1. COMPAE celebro esas buenas sensaciones con las que terminaste la carrera, si me hubiéses hecho caso podrias haber recortado en bastantes minutos tu tiempo, pero te empeñaste en acompañar a un maltrecho y cansado corredor dado su tiempo de inactividad y así me fue. De todas formas quedémonos con lo positivo como fue esa buena mañana de carrera, risas y amistad que nos une. Te dejo con Paquillo.
    José Antonio a pesar de mi táctica de recorte, me sentí bastante a gusto en el transcurso de la carrera, tanto yo como mi amigo Paco Fuentes te tenemos como referente para carreras venideras, fue un gran dia que espero se repita pronto. ¡Un abrazo Espartano!

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  2. Compae, estoy convencido que pude hacer esos últimos kilómetros fuertes gracias a esos buenos seis kilómetros anteriores. Lástima lo de tu pierna, que hubiéramos llegado celebrándolo. No olvides que en meta nos esperaba el fotógrafo Claudio.
    Paquillo, a pesar de esa táctica tu tiempo fue fenomenal y teneís tu amigo Paco y tu todo un mundo por delante. El año que viene iremos con el cuchillo en la boca.
    Abrazos.

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  3. al final el tio tiró bien la foto

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  4. Estimado amigo Jose Antonio, me alegro de que estés prácticamente recuperado de tu lesión en los gemelos, sin duda tu punto débil. Yo, que estaba empezando con las buenas sensaciones, una microrotura en el femoral izquierdo por hacer una salvajada en los entrenamientos. En fín, haber si te animas y te preparas la maratón de Málaga, piensatelo, ése va a ser mi objetivo, terminarlo y volver al maratón después de casi tres años de sequía. Un fuerte abrazo y celebro que tu artículo esté impreso ya en libro.

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    1. Amigo Paco, de todas las lesiones salimos. Sólo necesitamos paciencia y cabeza. Por tanto, no te preocupes más de lo necesario.
      Curiosamente cuando comencé a comprender que ya estaba recuperado pensé en la maratón de tu ciudad. Será mi objetivo y espero que el tuyo. Saludos.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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