Venía el otro día en un autobús urbano y unas mujeres de edad madura que, por lo que deduje, se dedicaban a tareas de limpieza comenzaron a machacar al rey y a toda la Casa Real. Me sorprendió y agudicé el oído. No me podía perder lo que decían porque en raras ocasiones esto ocurre entre gente llana y trabajadora, que por falta de información, miedo a la crítica o, qué se yo, abducidos, quizá, como están con tanta tele tonta palmera de los borbones, jamás se les ha ocurrido pronunciar una mala palabra sobre ellos.
Hablaban con espontaneidad, mezclando las criticas con las gracias de sus nietos o las penurias de sus hijos e hijas. Y al escucharlas me pregunté si el pueblo llano ya estaba comenzando a abrir los ojos. Entonces aludieron al asunto de la enésima operación de cadera y criticaron con dureza que se haya operado en un hospital privado y 'con los dineros de todos', dijeron. Luego vinieron los reproches a las 'bribonás del yerno' o lo bien que vivía él y su familia a costa de los demás, y 'mira nosotras como estamos, sin un duro pa'na'. Y fue ahí cuando comencé a perder el interés. O sea, que estaban criticando al rey porque a ellas les gustaría estar en su lugar, pero no por un sentido democrático, o al menos ético. No, nada de eso. La crítica era porque vivía muy bien (y ellas vivían muy mal). Reconozco que ahí me enfríe. Había picado como una mosca y me ilusioné pensando que el pueblo ya había captado la verdadera razón de ser y de existir de la corona. Pero no era así.
Y caí entonces en la cuenta del por qué la escasez de crítica en los años anteriores del pelotazo urbanística. No sé sí era el caso de esas señores, pero en esos años mucha gente llana vivía muy bien, casi tan bien como los mismos borbones. Mucha gente se había hecho de oro especulando con la construcción desenfrenada. Más o menos todo el mundo sacaba tajada. Unos vendiendo terrenos baldíos a precio de oro para que otro especulador aún mayor pudiera construir. Ese otro construyendo y vendiendo pisos o casas a precios disparatados sin que fuera necesario que arriesgará ni un euro, toda vez que el banco -que daba más de lo que se le pedía- avalaba la promoción y luego conseguía magras hipotecas. Alrededor de toda esa construcción todo el mundo cercano a ese sector se ponía las botas: las empresas de materiales no dando abasto, las tiendas de muebles sin stock, los fontaneros y pintores con lista de espera y, mientras, las Administraciones Públicas a través de sus haciendas ingresando cantidades ingentes vía tributaria. Además, como la economía era tan boyante, se vendían más coches que nunca y había más viajes al Caribe por persona que nunca. Los restaurantes siempre estaban llenos y encontrar una plaza de hotel en una playa por muy cutre que fuera era misión imposible. En toda esa orgía económica, casi todo el mundo pillaba algo, incluso, los funcionarios recogían migajas: al menos, no les bajaban el sueldo. Y las notarías y los registradores de la propiedad tenían que incrementar sus plantillas porque no se amontonaban en los despachos las escrituras de compraventa.
Por su parte, los gobiernos -central, autonómicos y locales- gastaban sin miedo. Hacían aeropuertos e instalaciones deportivas o culturales sin reparar en su coste ni en lo que costaría mantener todo eso. Y, claro, en ese despelote económica la Casa Real, tan dada a gastar tan generosamente lo que es de los demás, no paraba de viajar, trincar, disparar con pólvora de ídem o hacer con el dinero público, que generosamente les asignaba el erario, lo que les daba la gana, sin necesidad de justificar ni un euro. Por tanto, en ese panorama no existía crítica por aquello de que todo el mundo estaba contento con su vida. A lo más, éramos cuatro los que criticábamos la incomprensión de la mayoría que afirmaba que lo que se llevaba la Casa Real era el chocolate del loro (frase típica donde las haya). Pero ahora el loro ha crecido de forma descomunal a los ojos de los españoles y ya parece que nadie quiere que se le dé ni una onza más a ese pájaro charlatán.
No obstante, a servidor le gustaría que la crítica a la monarquía y no viniera por esa vía. Porque se trata de una vía en cierto modo interesada y egoísta. Le gustaría que viniera por la vía de la reflexión y a través de la crítica meditada y serena que tuviera como argumento serio el valor y el por qué de la monarquía en un Estado que se considera democrático. Una monarquía que, además, no es nada transparente, como sí lo son las de nuestro entorno europeo.
Y por ese motivo perdí tan pronto el interés en el discurso de esas mujeres del autobús.
Primero que nada, cositas que caen por mi puerta:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch_popup?v=SS0av44hZXg
Luego otras cosas:
http://www.youtube.com/watch?v=dfbzmUO0p0M&feature=related
Y ahora a lo que vamos.
Es cierto que cada día más gente se atreve a hablar de la "monarcada", pero como bien dices en los términos de la más pura y dura envidia; ellos son grandes vividores a cuenta del erario y en este país hay 6 millones y pico de gente que anda correteando las calles aunque sea a la búsqueda de una ñapa que les dé algo de pasta "pa comé".
La idea de que esta peña se vaya es muy buena, podría suponer la madurez democrática total, pero, a mi entender, igual estoy equivocado, habría un problema añadido, habría que elegir un presidente de la república, porque, para nada, no se puede dejar el país en manos de semejante curia de ineptos chupóteros, chorizos y todos los calificativos de ladrones que tú quieras.
A mi entender sería quitar una familia "real" para colocar a otra "presidencial", la diferencia no es mucha, o igual si.
Saludos.
También he pensado en ese inconveniente J. Gerardo. Estaría cantado que el futuro presidente de la república sería una especie de virrey tipo Aznar o González y estaríamos donde mismo. El problema de España en la actualidad no es tanto República o Monarquía sino solucionar la corrupción que azota y una división de poderes seria y en la órbita de las democracias más avanzadas a la nuestra. Posteriormente ya sí se podría hablar de República o, sencillamente, de un sistema sin Jefatura de Estado como es el caso de Estados Unidos, Cánada y otros países de igual sistema político. Gracias por tu aportación.
ResponderEliminarPor cierto, interesante vídeo de la Alhambra y Granada a vista de pájaro. Aparece lo más señero de la ciudad.
ResponderEliminarTe he visto pasar al fnal de Gran Vía y vaya ritmaco que llevabas. Espero que se haya visto reflejado en un sub 1h 30`o cercano. FelicidadeSS.
ResponderEliminarIba camino de ello, pero me hundí en los últimos kms. Sub-1'35'', pero contento. Gracias.
ResponderEliminarHola Jose Antonio por fin puedo escribir en tu blog esto es una prueba ya veo que te fue bien la carrera saludos
ResponderEliminarJose Antonio soy roberto
ResponderEliminarMe alegra mucho Roberto que hayas vencido en esa titánica lucha contra la informática y sus medios que tenemos todos a diario. Ya sabes lo que me agradan tus comentarios.
EliminarNo me fue mal del todo. Saludos.
tú que eres de pueblo, de mi pueblo, sabrás que la vecina habla de la otra por envidia,
ResponderEliminarExacto paisano. Un ejercicio muy rural.
Eliminar"Una monarquía que, además, no es nada transparente", dices, y dices bien; y no lo es porque la democracia en la que se sustenta tampoco es transparente. Consigamos una democracia trasparente y nos dará igual que sea monarquía o república, cualquiera de ellas será transparente
ResponderEliminarYo ya pienso igual que tu Carlos. Lo importante no es la república, aunque me gustaría que esta existiera, sino la transparencia. ¿Una república que tenga como presidente a González o a Aznar? No, gracias. Has dado en el clavo.
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