06 diciembre 2012

UNA HORA DE VEINTICUATRO



Esta tarde -a eso de las tres- he corrido por una Vega fría, solitaria y brumosa, ignorando por completo todo que tuviera que ver con esta Constitución mohosa y acartonada. 
Y huelga decirlo: correr ha sido una delicia. Han sido tan sólo trece kilómetros pero los he disfrutado metro a metro, sencillamente porque me he sentido liviano y ligero en todo momento. De manera que me he dedicado a ir bebiéndome el paisaje a un ritmo tranquilo de 4'46'' de media, que me permitiera beberlo a pequeños sorbos, como un buen brandy. 
Una hora de veinticuatro dedicada al deporte que nos hace mejores personas y nos mantiene sanos. Una hora que reverbera a lo largo y ancho de las otras veintitrés restantes. Es así como lo he sentido. 

Hacía frío como decía e iba abrigado. Con guantes y gorro y con malla larga. Porque quería sentirme cómodo y protegido ante tan magno espectáculo de las hojas en el suelo ya ennegrecidas, anunciando ya la pronta entrada del invierno; porque quería que el disfrute fuera lo más intenso posible. Y así ha sido. 
Si algo me alegra de estos días tan festivos y ociosos es poder dedicarme a correr. Ya no importa que las tardes sean cortas, ni que el despertador sea un artilugio de tortura, porque en esta actividad de correr, en mi caso, no existe obligación, todo lo contrario. De hecho, no hay pensamiento que más me plazca que pensar, cuando acabo de hacer una ruta, en la ruta que haré al día siguiente. 

3 comentarios:

  1. Yo anduve por el Retiro, bellísimo en Otoño.
    Buen paseo te has dado. Felicidades.

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  2. Debió ser una gozada correr por es vega granadina, con Sierra Nevada en el horizonte.
    A la vuelta, un buen café con un pionono de Santa Fe, sería lo suyo.
    Y que el Granada CF remonte el vuelo.
    Saludos, José Antonio.

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  3. Bien hecho, el Retiro está estupendo en otoño. Saludos.

    Ramón, de todo lo más irrealizable y desagradable es lo del Granada. Un equipo hecho pensando más en los intereses de su joven y ambicioso presidente que en la ciudad. Un abrazo.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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