Bueno, siempre lo he hecho, pero ha sido en el margen derecho básicamente (que seguirá existiendo bajo el término..Recomiendo) y en algunas ocasiones aquí, como entrada.
Pero es que resulta que últimamente estoy devorando películas y mucho me gustaría comentar algunas de ellas, porque el cine es vida o la vida es cine, como decía Aute en uno de sus temas; es más, es una visión sofisticada de la vida, como lo son los libros. El primero, se basa en imágenes pero contiene mucha literatura en sus diálogos; los segundos, se basan en las palabras, pero tienen mucha imagen en sus descripciones. Por tanto, se dan la mano. Y a ambos cultivos dedico muchas horas de mi tiempo, luego ¿por qué no comentar algo bello y compartirlo? Pero no destrozaré guiones ni argumentos, por supuesto, que es lo que jamás se ha de hacer.
En una ocasión me destrozaron el final de Gladiator antes de verla; por suerte es del tipo de películas que conocer el final no le quita un ápice de frescura porque la verás una vez y otra vez, pero eso no ocurre con todas. Como bien decía -creo- Garcí una película es obra maestra cuando jamás te cansas de verla.
El cine para mí no tiene géneros. Como ocurre con los libros, que los hay buenos y malos; hay un cine bueno y un cine malo, pero es tanta la variedad de matices que en casi todas las películas hay algo que destacar. Cómo no sorprenderse, por ejemplo, con el vacuo realismo del cine japonés o, en el otro margen, con las excelentes versiones cinematográficas de los cómics de Marvel o con la buena puesta en escena de muchas de las películas históricas españolas. Hay tanto que ver, tanto que contar...
De aquí a pocas entradas comenzaré comentando sobre una película reciente que me ha cautivado por varios motivos que contaré: la versión nueva de Caperucita Roja, un excelente cuento gótico con el que disfrutado sobremanera.
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