29 octubre 2017

COMO DORIAN GRAY (TEXTO INCLUIDO EN CORRIENDO ENTRE LINEAS -EDITORIAL LEIBROS. 2017-)



     Tras la cuarta salida a los caminos después de la última lesión, parece que mi faceta como corredor se está normalizando. Después de la última salida del mes de octubre, el pasado viernes, primer día de noviembre, volvía a hacer treinta minutos por los caminos y carril─bici paralelos a la circunvalación de Granada.
     Al día siguiente, pasadas las dos de la tarde del día dos de noviembre, me atrevía con una ruta más dura y más larga que transcurre desde el pantano del Cubillas a Caparacena, para volver por el mismo camino. Nueve kilómetros que han supuesto una prueba de fuego a mis dolencias, siendo éstas, por ventura, inexistentes. De ahí que ya pueda ir entonando una nueva victoria contra las lesiones, sin que aún deba entonar la canción demasiado alta.
     Otras facetas del correr están ausentes, lógicamente: la falta de ritmo, la irregular respiración.... Todas esas cosas que se pierden fácilmente tras meses de inactividad. Pero es placentero volver a trazarse una nueva meta y seguir avanzando. Lo peor que le puede pasar a un corredor es lesionarse. Todo lo demás: la falta de forma, la falta de tiempo, la falta de ganas, la climatología, el ajuste de comidas... Todos esos aspectos mundanos no importan ni impiden poder correr. En cambio, las lesiones te dejan completamente seco y vacío.
     Yo podría firmar ahora mismo un hipotético pacto con el diablo, y erigirme en un nuevo Dorian Gray, en el que renunciaría a competir o a no hacer tiradas kilométricas largas, a cambio de que se me permitiera correr casi a diario ¿No creéis que sería un buen pacto?
     Porque poder correr, poder hacer deporte, para muchos de nosotros, es un antídoto contra muchas cosas que nos rodean. Y si nos eliminan ese antídoto, nos hallamos inermes. Todos los que corremos sabemos que correr es sinónimo de libertad. Desplazarse a través de senderos, de caminos, de calles, es un privilegio en los tiempos que vivimos.
     Muchos otros preferirán lucrarse, corromperse, castigarse el hígado o los pulmones, amasar fortuna por mero placer. En cambio, para nosotros lo importante es que no nos falte ese antídoto. Cuestión de gustos.


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