Pero un buen día Armstrong fue desposeído de sus siete Tours y su medalla olímpica y otras pruebas de importancia.
Eran los años en los que comenzó a destaparse el dopaje en ciclismo y que costó la muerte a varios ciclistas como es el lamentable caso de un genio del pedal como Pantani.
Todo se volvió oscuro y borroso en este deporte y todo el mundo estaba bajo sospecha. Unos delataron, otros callaron, pero ya nada fue igual. Incluso Contador fue salpicado y desposeído de un Tour y suspendido durante un tiempo. Un Contador que aparece en la película, destacándose la rivalidad con su compañero de equipo en el Astana, Lance Armstrong, al que venció en el Tour de 2011, si no recuerdo mal.

Lance quiso regresar después del dopaje, y una vez levantada la sanción, pero ya nada fue igual. Incluso tuvo un final triste y casi poético, cuando sufrió una caída en la desconocida población palentina de Antigüedad con ocasión de su participación en la Vuelta a Castilla y León en 2009, y donde se le erigió un monumento, tal y como vemos en la fotografía.
La película cuenta todo de una manera un poco agolpada y precipitada. Son de ese tipo de películas que hubieran necesitado al menos dos horas y media y no se hubiera hecho para nada larga. No obstante, cuenta con la virtud de contar por dentro los pormenores de todo este feo asunto del dopaje en el que estaban implicados corredores, directores y médicos, como es el caso del italiano Michele Ferrari, padre del dopaje moderno y sofisticado.
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