Ya en frío, me he dedicado una buena parte de esta tarde de domingo, día previo a la prueba, a elaborar una rápida estadística de mi peor rendimiento este año con respecto al año anterior. Eso siempre ayuda a conocer qué paso en realidad y, de alguna manera, rectificar errores si de diera el caso.
Ha habido un elemento fundamental este año: los problemas estomacales. También los tuve el año pasado, pero no me impedían correr -lo hacían las piernas-. Sin embargo este año, excepto en las subidas, donde me quedaba sin fuerza, las piernas no me han impedido correr, a pesar de que a ciertas alturas de la prueba ya lleves los dedos de los pies repletos de rozaduras y sabañones. Me lo impedía el volcán en erupción que era mi estómago.
Iré paso a paso, tomando referencias los distintos avituallamientos y lo haré en términos comparativos del año pasado con éste:
En el primer avituallamiento, en el pago de la Sierra del Morrón, a cuatro kilómetros y medio de la salida, el tiempo ha sido casi idéntico: 27 minutos y 53 segundos en 2015; 27 minutos y 56 segundos en 2014.
En el segundo avituallamiento, en Tózar, en el kilómetro nueve y seiscientos metros, este año he tardado casi un minuto y medio menos que el año pasado.
En el tercer avituallamiento, en la Fuente de la Corcuera, en el kilómetro 14 y setecientos metros, este año he llegado casi cinco minutos antes.
Hay que considerar un elemento importante: el tiempo de detención en los avituallamientos. En 2014 me detuve más tiempo por diversas circunstancias. Por lo tanto, el ritmo ha debido ser muy parecido.
Sin embargo, este año ha habido un punto de inflexión con respecto al año anterior en este punto. En favor del año pasado, lógicamente.
En el cuarto avituallamiento, en la Plaza del Ayuntamiento de Moclín, estando ya en el kilómetro 16 y 400 metros, el año pasado tardé en llegar, 2 horas, 28 minutos y 27 segundos. Este año, un minuto y medio más. Aún los tiempos están parejos, hecho que cambia desde Olivares.
En el quinto avituallamiento, en la Plaza de Olivares, estando ya en el kilómetro 19 y 800 metros, este año, he llegado sobre un minuto y medio antes. Por eso decía, que el hundimiento principal está claro que es desde aquí hasta la meta, en Colomera.
En el sexto y último avituallamiento, ubicado al final del campo de olivos que arranca desde la zona del nacimiento de Las Majadillas, en la parte alta de Olivares, las diferencias entre este año y el anterior ya se agudizan de manera importante. Cuatro minutos menos el año pasado. Se debe principalmente a lo que decía del estómago, pero también muy importante al hecho que el año anterior me uniera a un pequeño grupo muy compacto, calibrando muy bien el ritmo y este año iba totalmente sólo y en peores condiciones (prefiero unas piernas doloridas a un estómago roto).
Desde el último avituallamiento, al final de ese camino de olivos y el comienzo de la carretera del Berbe hasta Colomera, las diferencias ya son extremas. El año pasado tardé 10 minutos menos en recorrer esos últimos kilómetros. Influyó también mucho el poder ir con ese grupo, que se desintegró a tan sólo un kilómetro de la meta, cuando ya estaba casi todo el trabajo hecho. Este año también fui sólo y con el estómago cada vez peor.
Resumiendo, en términos generales, puedo deducir que el año pasado iba peor de piernas, pero incomprensiblemente tenía más 'puch' en las grandes subidas y el estómago no se rebeló demasiado.
Por su contra este año, tenía mucho más frescas las piernas, pero tenia menos 'puch' en las grandes subidas y el estómago sí me impidió correr todo lo que hubiera querido.
Por su parte, hay que decir que no se puede afirmar en absoluto que no llegara desechó este año, pero puedo afirmar que esta ocasión, tras vomitar todo lo que me sobraba y me había impedido correr, no me he encontrado tan dolorido y he recuperado mucho mejor que el año pasado. Sigo pensando que mi nivel de forma era mejor, pero las circunstancias diversas de esta prueba siempre se empeñan en llevarte la contraria.
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