17 diciembre 2010

LA MAGIA DE CORRER

No escribo nada nuevo si digo que correr es algo mágico. Se trata de una secuencia que ocupa, por lo general, una hora o una hora y media pero que trasciende todo el día: antes de correr y después de hacerlo.
Por ejemplo, ahora que el invierno ya se nos ha echado encima. Consigues organizarte para que la noche no te atrape con su negro manto, es decir, sacrificas parte de la comida seria del almuerzo y dejas tiempo para correr una hora o una hora y media. La tarde es fría, friísima, y nada invita a correr, pero contra todo pronostico, en dirección contraria a la que toma todo el mundo, rastreas en el armario y sacas la malla larga Asics, la camiseta técnica una capa pero de cierto grosor, los guantes, el gorro de lana y echas -por si acaso-, una braga (que ya permanecerá todo el invierno en el maletero del coche) y te adentras en una Vega solitaria, oscura y helada.
Los caminos que pisas en verano y primavera ahora están duros por el frío y algo embarrados y las hazas grises y estériles de fruto; la acequia lleva agua pero su rumor es sordo para no confundir el invierno con la primeara y delante de tus narices se va formando el halo que despide tus pulmones. Te ves de una pieza porque no hay ni un miligramo de piel al descubierto y con esa guisa, en soledad, vas acumulando kilómetros: uno, dos, tres, cuatro....así hasta once (que son los hechos esta tarde).
No te cruzas con nadie y vas centrado en tus piernas, en tu respiración, mientras piensas que el correr te acompaña todo el año, que es de las pocas cosas puras y constantes que llevas a cabo y que no se trata de una actividad en la que te obligues sino que de esa actividad depende que otras muchas cosas de tu existencia conserven su equilibrio.
Te miras perdido en la inmensidad del frío y casi te emocionas, pero no sabes por qué. Podría ser porque te sigues sintiendo vivo a pesar de las inclemencias del tiempo; o incluso podría ser que te atisbas a ti mismo yendo contra corriente. Sea lo fuere, lo cierto es que ese tiempo milagroso que dedicas a acumular kilómetros lo sientes como tu sello identificativo.
Y cuando estás estirando y engulles el plátano que siempre llevas para después de correr contemplas que ya está cayendo el negro manto de la noche, mientras piensas en la ruta que vas a hacer mañana.

3 comentarios:

  1. Bueno amigo, chapó, chapó y chapó. No dejes nunca de correr y tampoco de escribir entradas como esta. me siento muy bien cuando leo tus letras tan significativas.
    Hoy he corrido 14 kms, mañana caerán 20 en los montes de Málaga. Después de leer esta gran entrada, que llega al alma del corredor convencido, estoy deseando que llegue la mañana de este sábado.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. brillante, un gran estímulo.

    no he dicho nada, pero te he leído todo, suscribo practicamente el 100% de tus opiniones sobre el famoso decreto, he estado en silencio leyendo.

    ResponderEliminar
  3. Gracias amigos, si no escribo esto todo lo que experimento corriendo tendría menos sentido.
    Saludos.

    ResponderEliminar

Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...