10 enero 2010

CORRER ES LA ESENCIA (O EL PRIVILEGIO DE CORRER BAJO LA NIEVE)

Hoy me he congraciado con la naturaleza. Si alguna vez he podido ser cruel con ella, arrojándole productos inorgánicos, destruyendo su flora por no poner el suficiente cuidado, vertíéndole aguas fecales o, sencillamente, no siendo sensible y exquisito en el trato, hoy me he congraciado con ella.
Se podría decir que he firmado un hipotético armisticio, una carta de naturaleza en la que al modo íbero cada parte se ha llevado su mitad.
Resulta que esta tarde, a eso de las 14,00 horas, a la hora anárquica acostumbrada de los domingos, salía a correr por una ruta de 16 kilómetros uniendo caminos entre Pinos Puente y Fuente Vaqueros. Pero presentía más que vaticinaba que marcando el termómetro del coche 1 grado sobre cero y estando el cielo completamente repleto de nubes la nieve podría hacer aparición de un momento a otro.
Mientras me enfundaba la braga en el cuello y ajustaba el gorro de lana Nike en la cabeza comenzaron a caer los primeros copos de nieve con una periodicidad discreta, casi inexistente. Sin embargo en los primeros cien metros de la ruta esos copos fueron aumentando su tamaño y vigor.
De esa forma comenzaba hoy mi odisea nevada. Y creedme, ha sido un privilegio. Había corrido bajo la nieve, pero jamás había hecho una ruta de 1 hora y 20 minutos en la que no haya cesado ni un sólo segundo de nevar. Todo lo contrario.
En el momento en el que escribo, casi las siete de la tarde del domingo 10 de enero de 2009, Granada y alrededores están completamente nevados. No es posible vez ni un sólo centímetro de acera y la terraza de mi piso ha adquirido un color blanco precioso. Pero cuando daba los primeros pasos en mi ruta de hoy aún no había ni un sólo centímetro de nieve en los angostos campos de la Vega. Ese manto blanco se ha ido extendiendo a medida que mis piernas, corazón y pulmones iban acumulando kilómetros. He sido, por lo tanto, testigo de excepción.


Pero comencemos por el principio.
Tras los primeros copos a los que me refería, en el primer kilómetro me detuve para ajustarme la malla y comprobé cómo la nieve cada vez era más copiosa. Mis ojos se fijaron en el horizonte, en la dirección que correría, y comprobaba como una densa capa cubría los cortijos y secaderos de la Vega.
Ese es un momento psicológico. Estás perdido en mitad de la nada, sin presencia humana alguna y sabes que tienes por delante 15 kilómetros en medio de esa nevada que va aumentando cada minuto.
Son los momentos en los que la mente te dice que estás a un kilómetro del coche y deberías regresar, pero las piernas obedecen a otras razones y empujan hacia adelante, de manera que cuando aún no había acabado de tomar la decisión ya me encontraba corriendo en busca de esos quince kilómetros restantes.
Comprobaba cómo la nieve, tras la primera capa de agua ya iba quedándose en las ramas de los árboles y cada kilómetro corrido coincidía con una mayor presencia de blanco a ambos lados del camino por el que avanzaba.
A los treinta y tres minutos de recorrido me encontraba en las puertas de Fuente Vaqueros y tan sólo contemplé en la calle a una niña que se disponía a amontonar nieve en el jardín de su casa con la idea más que predecible de hacer un muñeco de nieve. Mientras tanto en los bares que circundan al paseo central del pueblo, presidido por una estatua del poeta, los parroquianos apenas se asomaban a las puertas de los bares en los que con toda probabilidad tomaban un carajillo y una copa de coñac.
En esos momentos no pasa por tu momento ningún atisbo de heroicidad, aunque el que te observa considere y tu deduzcas por su mirada que está viendo pasar a un tipo un tanto excéntrico.
Pero lo que probablemente no sepan es que tu eres corredor y que correr es la esencia y todo lo demás la anécdota.
Pasado el pueblo de Fuente Vaqueros enfilaba la carretera que conducirá mucho más adelante a la Carretera de Córdoba y que en un par de kilómetros posibilitará desviarme por un camino casi inédito, recién descubierto y que sirvió al grupo de Las Verdes para hacer la ruta de la "Mañanavieja".
Ese camino me gusta por su silencio y quietud. Perdido como está en la mitad de la Vega me transmite excelentes sensaciones. Pero hoy no eran sólo buenas sensaciones sino algo más: si las palabras fallan en su descripción, intente el lector imaginarse un campo totalmente blanco y unos chopos nevados junto a los que discurre una decimonónica acequía que confunde su rumor con el silencio típico de la nieve.
Unos kilómetros más adelante, vuelvo a penetrar por el Camino Real, que en su larga recta deja contemplar una Vega ya completamente blanca y misteriosa.
La nieve, lejos de remitir, era ahora más abundante y necesitaba retirar la braga de la boca y respirar abiertamente. Pero los copos ahora remansaban suavemente hasta estrellarse en el camino como si allí la nieve fuera ya propia del paisaje. Todo era tan blanco que sobrecogía. Pareciera que ahora la naturaleza comenzara a congraciarse con aquel corredor que la había desafiado en su prueba más cruel. Si antes los copos se estrellaban en la cara, ahora con suavidad resbalaban por ella. Me pareció percibir un guiño de complicidad de la madre tierra.
Mi vista no paraba de otear todo lo que podía abarcar, pero mis sensaciones físicas lamentablemente no eran las más adecuadas. Digo lamentablemente porque unas buenas sensaciones unidas a ese espectáculo natural hubieran provocado un cataclismo emocional.
Minutos más adelante un coche conocido me insistió en que me montara, ajenos a mi disfrute y privilegio. Grité, creo que con emoción, que no me privarán de ese privilegio. Sospecho que el matrimonio amigo que ocupaban el vehículo no llegaron a comprenderme y continuaron su camino.
A la altura de la Alquería de Alitaje las dos casas que ocupan la orilla derecha del camino mostraban un jardín tan inéditamente nevado que inspiraba ternura y unos gorriones, ajenos al frío, buscaban algo que echarse al pico. A esas alturas el frío era intenso y pareciera que los gorriones y yo éramos las únicas criaturas existentes en el mundo.
A falta de un par de kilómetros para llegar a Pinos Puente, el frío era más intenso y me sentía mojado. Llevaba más de una hora y cuarto mezclado con la nevada y la naturaleza ya había decidido que nuestro armisticio era sólido.
Cuando llegué al coche percibí el sentimiento puro de que aquello que me había ocurrido era un privilegio y que sin dudarlo lo volvería a repetir en cualquier momento. Ya digo, correr es la esencia y todo lo demás la anécdota.

12 comentarios:

  1. ¡Qué te digo! Yo creo que ayer fue uno de los días que más íntimamente disfruté corriendo. Por razones que no vienen al caso, en cuanto vi que la nieve cuajaba, salté de la cama, cerca de las dos y medias, para salir a correr. El Camino de la Fuente de la Biche, entero cubierto de nieve, silencioso... sí. Una reconciliación con la naturaleza y con el correr. ¡Bien por esta entrada, que nos sitúa en un universo necesario e imprescindible!

    ResponderEliminar
  2. Muy bonito, me han dado ganas de salir a correr. Sólo he corrido una vez bajo una intensa nevada y jamás lo olvidaré.

    Aquí ha nevado mucho y la nieva, ahora hielo, está por todos sitios, con lo que correr es una actividad bastante riesgosa.

    A seguir disfrutando de la nieve y por supuesto del correr.

    Un saludo desde la Pérfida

    ResponderEliminar
  3. Quizás ya sea tarde, pero Feliz Año Nuevo.
    A día de hoy me he incorporado al nuevo año y es que un accidente de tráfico, el pasado 15 de diciembre me ha tenido en casa relajadito para ponerme bien.
    ¡¡ Que envidia !! y que ganas tengo de empezar a trotar...
    Saludos de Aleandro.

    ResponderEliminar
  4. vaya si nevo, a esa hora estaba yo en crisostomo tomando una cerveza y empezaba a nevar, hasta mire por si estabas o veia tu coche, imagine que estarías por ahi.pero aunque la nieve la lluvia o adversidades dan encanto al trote, una mañana helada con un sol radiante como la del sábado viendo el genil que lleva agua!!! es tan incomparable, un rato en naturaleza en solitario.

    ResponderEliminar
  5. Estimado Jose Antonio el viernes tuve la inmensa fortuna de rodar casi una hora bajo la nevada suave pero constante que a la hora del café se dejo caer en Granada. Como yo no sé expresar lo que sentí y disfruté con las palabras que tú empleas, sólo decirte que te las pido prestadas....
    No he leído Caballeros de Fortuna de Landero, me lo recomiendas?
    Te quieres creer que he escuchado ya una decenas de veces la canción de los hivis( heavy) esos de pelo largo- quién me lo iba a decir- ... la versión que hacen de hijo de la luna de Mecano me encanta.
    No me estaré transformando o trastornando en un progre moderno y votaré a pancartero y esas cosas no??
    Un saludo cordial.

    ResponderEliminar
  6. Álter, si tuviste ese privilegio, seguro que te habrás identificado con las sensaciones. Fue algo único.

    Amigo Antonio, esa nieve se disfruta en su inicio. En tu caso, esa nieve se puede convertir en tu mayor enemigo, ¡ cuidado con los castañazos que luego pasan factura ! Cuídate.

    Aleandro, espero que ese accidente no haya sido importante. Si no has tenido ocasión de ver la revista de Planet, asómate al blog de Jesus Lens que apareces-aparecemos. Saludos.

    Paisano, a la hora en la que tú estabas calentito tomando unas cañas en "Berrios", yo estaba disfrutando también menos caliente, bajo la nieve.
    El coche lo suelo dejar ahora al otro lado de la carretera, junto a la Urb. Sierra Elvira. Sí sé que estás allí hubiera entrado.

    Alfredo, celebro que hayas disfrutado de ese privilegio y, por supuesto, mis palabras son tuyas..
    Caballeros de Fortuna también me pareció una gran novela, con la que disfruté, aunque, en mi opinión, no llega a la grandeza de "Juegos de la edad tardía", pero está en una línea "landeriana" muy similar.
    ¡Cuidado, que esto del Heavy es una droga!, pero no te preocupes por la influencia, que esta gente suele ser apolítica, en su mayoría. Están al margen de rollos ideológicos, que no me parece mala postura.
    Algún día haré otra entrada sobre discografía de esta gente.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  7. por cierto UP! tiene cinco minutos grandiosos

    ResponderEliminar
  8. Olé!!!, jajajaja, que poco fotogénico soy por Dios!!. Se que me enviaste los datos para hacerme con un ejemplar. Pero , si me dices de que mes es, la pido y la conservo.
    Saludos Aleandro.

    ResponderEliminar
  9. Buenas y lluviosas tardes Jose Antonio y compañía. Nunca pensé que llegaría a preguntar esto, pero Jose Antonio: "me puedes decir dónde comprar el Cd de Haggard de la entrada anterior"-por e-bay Usa- y si puede ser recomiéndame alguno más de este grupo. Cada vez que le escucho más me gusta.Me he descargado canciones sueltas pero quiero el original que la Sinde se mosquea con el pirateo. Gracias y saludoss.

    ResponderEliminar
  10. Alfredo, ya te dije que era una droga. No es un grupo que se haya prodigado mucho. A mi me gusta mucho el disco Awaking The Centuries, editado en el año 2000. Y dentro de sus directos el que grabaron en México -por allí se prodigan mucho-: Awaking the Gods de 2001.
    Hay bastantes lugares en Ebay USA. Yo suelo comprar en www.metalseason.com, que acepta Pay Pal y son serios y económicos. No obstante entra en el sitio de Ebay USA y pon en la barra de búsqueda HAGGARD...
    Bienvenido al Heavy Gothic¡¡
    ¿ Por qué no pruebas a escucha a los suecos THERION,? Su DVD live Gothic grabado en Varsovia hace poco es excelente.

    ResponderEliminar
  11. Un momento, ehh! Que me guste la música hivi de Haggard pase, pero eso de Gothic... no será lo de las mozuelas de Zapa?, por ahí, si que no paso.No,no.
    Gracias por los enlaces y por las sugerencias, a ver lo que encuentro.

    ResponderEliminar
  12. Que no Alfredo, que las nenas de ZP no entienden de esto. Hazme caso y escucha Therion, jeje. Saludos.

    ResponderEliminar

Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...