18 octubre 2015

CINE: CONOCERÁS AL HOMBRE DE TUS SUEÑOS (USA, 2010)


Comenzaré diciendo que no suelo perderme nada de Woody Allen, particularmente, de lo dirigido en los últimos años. Sobre todo porque acierta alejándose de su Manhattan, no porque no sea un placer para los sentidos ver y volver a ver sus película basadas en su barrio neoyorquino predilecto, sino porque de esa manera se ahogaba su enorme talento creativo. De manera que 'desplazándose' a París, a Roma,  Londres, a Barcelona y a otras ciudades -casi todas europeas- vemos otra dimensión del creador que antes no conocíamos. 

He disfrutado de manera indefinida su Midnigth in Paris (2011), su  A Roma con amor (2012), su Blue Jasmine (2013), por hablar de las últimas, pero no había visto ésta de 2010. Hasta anoche. 
Recreada en Londres, ciudad que me gusta tanto, vuelve al sarcasmo y  a la crítica dramática a la vez que delirante de la gente de clase alta, refinada y culta de las grandes ciudades similar a las que reflejaba en sus películas recreadas en Manhattan. 
Y con esa crítica vuelve a ser el mejor Woody Allen posible, porque es una concepto del mundo que conoce bien; y sólo conociendo bien algo es posible describirlo, y mucho más criticarlo.
Pero todos sabemos que el actor, escritor y  director norteamericano no suele ser un tipo vulgar en sus críticas; ni tan siquiera se ceba en ellas con la indignación del que no admite o no comparte algo. Nada de eso. Lo hace con todo el humor, sarcasmo, ironía e inteligencia de que está dotado, sabiendo distinguir muy bien cuando se trata de pijos muy acomodados, con cierta querencia intelectual de su querido Manhattan y cuando de pijos muy acomodados, con cierta querencia intelectual de Londres. Son miembros de una especie biológica general, pero no de la misma subespecie. Es cierto que New York -sobre todo un sector de Manhattan- podría pasar por la ciudad norteamericana más 'europea', pero, evidentemente, no lo es. O al menos no lo es, como lo son París, Roma, Madrid, Barcelona o, incluso, Londres, a pesar de que los británicos son sólo de su isla. 
Por tanto, volvemos a ver en esta película ese tipo de barrios y ese tipo de gente que ya veíamos, por ejemplo, en Match Point. Gente podrida de dinero, de aburrimiento y de pretensiones pero que se empeñan entre todos que sus vidas sean lo más desgraciadas posible. 
Esas historias repletas de guiños a  cuestiones morales y éticas, tratado todo ello con lo mejor de la comedia dramática que hay en el director y la añadidura de participación de ese enorme elenco de grandes actores y actrices que utiliza, el rodaje en exteriores, en esas deliciosas calles (calles que los ayuntamientos de todas esas ciudades ofrecen encantados al creador norteamericano para que ser conviertan en sus platós), hacen que las películas de Woody Allen sean para mí un plato predilecto, para repetir cada dos por tres sin que lleguen a empacharme.   

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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