04 marzo 2014

CINE: LINCOLN (USA, 2012)

LincolnA mucha gente esta película fiasco de los Oscar de 2012 -obtuvo el mayor número de nominaciones- , le resultó un peñazo, pero nunca me dejé guiar por esa apreciación genérica. En primer lugar, porque jamás nada de lo que ha producido o dirigido Spielberg me ha resultado indiferente; en segundo lugar, porque la temática me interesaba. Y sabía que el enfoque me iba a interesar sobremanera. 
La he visto más de un año después de su estreno en España, cuando ya se ha hablado mucho de ella -negativamente, por lo general- lo cual supone un riesgo, toda vez que quieras o no eso te condiciona. Pero a mi no me ha condicionado y la he disfrutado como si estuviera recién estrenada y nadie hubiera hablado aún de ella. 
El pasado sábado me sumergí en sus casi dos horas y media de metraje y disfruté cada minuto y cada segundo. La repetitividad en torno a la enmienda constitucional que permitiera abolir la esclavitud podrá parecer para muchos un tanto insufrible, pero desde el principio capté que el objeto de esa repetitividad no fue otra que intentar mostrar con la mayor objetividad posible el difícil camino que hubo de seguir la propuesta y los hombres que la apoyaron. Una propuesta que resultó decisiva para el devenir de esa nación líder que es Estados Unidos y que sirvió para establecer los principios de una nación moderna, desmarcándose de esa manera de la esencia de su origen. En torno a esa enmienda gira la película y no tanto en glosar la vida y milagros de un personaje ya suficientemente retratado en el cine y en la literatura.
Además, es una de las pocas películas en la que se puede disfrutar la alta política, el buen hacer de los ideales nobles, que es algo que hoy está ya prácticamente perdido y conviene recordar.
Por su parte, se trataba de conocer de primera mano, dada su vasta documentación, los desvelos del presidente norteamericano dieciseisavo, quizá el más conocido y apreciado en toda la historia de este país. Un hombre singular que gracias a su intuición, arrojo y principios supo poner las bases de lo que hoy conocemos como democracia y que con sus luces y sombras logró erradicar algo que a día de hoy podrá parecer ridículo, -la esclavitud- pero que a finales del siglo XIX era comúnmente aceptada por mucha gente en aquel país.
La bien plasmada lucha de esos hombres y todo el juego de maniobras políticas, las lealtades y deslealtades, en mi opinión, hacen de esta película un clásico, añadiendo a todo ello, las enormes interpretaciones -proverbial Daniel-Day Lewis-, la generosa dirección artística, la conseguida ambientación y fotografía y, cómo no, la banda sonora de John Williams. 
Ya digo, en mi opinión, una película enorme que ya integro entre mis predilectas del género y que mereció mejor suerte en los Oscar de 2012.  

1 comentario:

  1. Alguien dijo alguna vez que en EEUU cualquiera puede ser presidente y al final terminan eligiendo a un cualquiera. Yo creo que en la academia pasa lo mismo, no es la mejor la más premiada, se los dan a cualquiera.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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