30 septiembre 2020

PÉRDIDA Y OLVIDO (NUEVA COLECCIÓN RELATOS CORTOS Y MICRORRELATOS DE PRÓXIMA PUBLICACIÓN EN AMAZON)

 Ilusionado con el nuevo proyecto editorial independiente que está a punto de ser publicado en Amazon, por lo pronto en formato eBook, aunque no descarto el formato papel. Finalmente, se tratará de una selección de 17 relatos cortos y 17 microrrelatos, todos de muy variada temática. 

El título elegido es el del primer relato Pérdida y olvido, un relato corto de estrato histórico que fue publicado en una antología a nivel de Andalucía en un precioso y cuidado libro. Hay otros (tanto relato corto como microrrelato) también publicados en antologías y en prensa y muchos otros totalmente inéditos.

Esta que muestro será la portada de la versión eBook: 







18 septiembre 2020

NUEVA SELECCIÓN DE RELATOS

 Ante el panorama desolador de la cultura, de la que forman parte los libros, el antídoto es la creatividad; y seguir publicando lo creado. Mi opción, como ya he manifestado en varias ocasiones, seguirá siendo Amazon. Sí, es cierto que a Amazon se le apunta como uno de los culpables del panorama de los libros por su afán acaparador, y es posible que no falte razón en esa acusación, sin embargo, se trata de una plataforma gran divulgadora que ayuda a autores independientes, como es mi caso en la actualidad; una ayuda que sin esta plataforma sería muy difícil de conseguir. No soy ni de lejos un autor best-seller (ni creo que lo sea nunca, entre otros muchos motivos, porque mi literatura va por otro camino), pero con Amazon consigo llegar a más lectores y a lugares más lejanos. Y si eso pasa de vez en cuando, creedme que la satisfacción es enorme.

  Además, pocas o ninguna editorial pierde la oportunidad de colocar sus libros en la plataforma sabedores de que es una opción muy interesante.

Por tanto, he decidido publicar de nuevo en esta plataforma, tras haber publicado hace muy poco 99 días que podrían cambiar el mundo, el cual ya tenéis desde hace algún tiempo a vuestra disposición al precio mínimo que Amazon permite.

La próxima publicación, ya anunciada en alguna ocasión, será una colección de entre diecinueve y veinte relatos cortos y microrrelatos, inéditos; o al menos inéditos por mí, ya que algunos de ellos ya han sido publicados en libros de antologías, así como en prensa, como indicaré a continuación. 

La relación provisional de la selección de relatos cortos y micorrelatos que estará publicada en Amazon, probablemente, para comienzos de otoño son  los siguientes: 


I. Pérdida y olvido. Relato publicado en la antología de los relatos seleccionados del concurso de relatos convocado por la Consejería de Presidencia de la Junta de Andalucía.

II. Un extraño a mis ojos. Relato publicado en la antología sobre la violencia doméstica publicada por la editorial madrileña Leibros. 

III. Melancolía del perro vagabundo. Relato seleccionado en el especial de Nochebuena del periódico Ideal.

IV. Tu pueblo solo está en tu mente. Relato seleccionado en el especial de Nochebuena del diario Ideal.

V. La presencia. Relato publicado en una antología de relatos de terror de una editorial española.

VI. Caminos opuestos. Microrrelato seleccionado en el concurso de Microrrelatos de la Abogacía española.

VII. Exhorbitantes privilegios. Micorrelato incluido seleccionado para la antología anual de la Abogacía española. Libro publicado por Editorial Aranzadi. 

VIII. Encuentro en el bulevar. Inédito.

IX. El templo románico. Inédito.

X.  Ismael y  Roberto. Inédito.

XI. Navidades en Marte. Inédito.

XII. No una noche más. Inédito.

XIII. Paisaje de invierno. Inédito.

XIV. Las Cuatro Esquinas. Inédito. 

XV. Santa Claus no más que uno. Inédito. 

XVI. Tanatopraxia. Inédito.

XVII. Todo es desorden. Inédito.

XVIII. Vida de paloma. Inédito. 

XIX. Varías vidas. Inédito. 


Espero que los títulos, a la espera de un mejor veredicto final, sean de vuestro interés. 



15 septiembre 2020

UN PROYECTO DE NOVELA QUE AVANZA

 Con 60 000 palabras iniciales doy por concluida la primera redacción de mi novela de título provisional Un mensaje desconocido, que es la continuación (una continuación atípica) del relato de igual título publicado en mi libro de relatos. 

No suelo terminar el borrador sin un final definitivo, pero en este caso era necesario porque a lo largo y ancho de esas 60 000 palabras iniciales la novela da giros diversos que podrían no conectar demasiado bien con un final incoherente con ellos. Por tanto, he decidido emprender ya la ardua labor de la reescritura (segunda escritura) del borrador con el fin de evitar entrar en más giros y vericuetos que pudieran desnaturalizar la idea argumental iniciar. 

Este segundo proceso será mucho más lento porque, en teoría, debería de marcar los tempos verdaderos del argumento de la novela, así como los giros definitivos, desarrollo de los personajes, afinación de los diálogos y todo lo conlleva crear un cuerpo narrativo lo más sólido posible. 

Posteriormente será entregada a unos pocos lectores cero que me darán sus sugerencias y opiniones; y de ahí pasará al corrector profesional, sin aun pensar en cómo publicarla. Eso será decidido posteriormente. Será una decisión que no tomaré hasta que totalmente concluida y ese día aún está por llegar. Y no llegará pronto. Me temo. 

Seamos sinceros: hoy el mercado está saturado de novelas y la posibilidad de que una novela sea visible no es fácil, con independencia de que se autopublique o sea haga con una editorial grande (mucho más difícil si es autopublicada). Sobre todo si no se trata de una novela de crímenes, romanticismo/sexo o histórica, que son los gustos lectores hoy día.

Y de nada de eso trata.

Luego, ¿de qué trata? Mis novelas siempre se refieren a individuos anónimos y cuentan su proceso vital, sus grandes dudas y decisiones. Pero nunca la expongo de manera directa, sino que las, digamos, maquillo a través de otras historias paralelas o argumentos enmarcados en esas historias. En Equis quería correr, la historia que enmarca es la actividad y el anhelo de correr y en ésta en la que ahora trabajo hay cuestiones un tanto misteriosas, distópicas y misteriosas, pero siempre la razón vital del ser es el trasfondo.

Es lo que intento, pero siempre será la soberanía inalienable del lector la que tenga la última palabra.



13 septiembre 2020

CUANDO LA MENTE PARLOTEA

 Ayer fue uno de esos días en los que lo fácil, lo cómodo, quizá, lo aconsejable hubiera salido no salir a correr. Los que llevamos años haciéndolo sabemos, justo desde el momento en el que nos calzamos las zapatillas, que el cuerpo en ocasiones prefiere otra cosa. Tal vez un paseo, leer un buen libro, mirar el cielo o el paisaje en lontananza, todo sería válido para un cuerpo que no desea correr y que transmite ese deseo a la mente, que perezosa secunda su veredicto.

Pero son muchas ya las trampas sufridas por el cuerpo y por la mente en este ser corredor como para sucumbir. 

En estos momentos, siempre recurro al resto del día. ¿Qué quiero decir con el resto del día? Muy fácil: un resto del día quejándome por las esquinas por no haber vencido esa pereza o esa falta de predisposición, esa falta fe voluntad que, al final, es de lo que se trata. Por tanto, hago oídos sordos al parloteo de la mente, que no es más que la portavoz de lo que le transmite el cuerpo, y voy vistiéndome con la ropa técnica adecuada y calzándome las zapatillas con la profesionalidad del que aun sabiendo que no lo es actúa como tal. El parloteo no cesará durante el primer kilómetro, es posible que tampoco durante el segundo, pero guardando silencio y aquiescencia la zona más vulnerable, ese talón dañado que refleja su daño al tendón de Aquiles, quién va a escuchar a quien no llevar razón y solo parlotea.

En el kilómetro tres o tal vez antes, el parloteo se detiene y ya parece que la mente ha comprendido que lo que quería el cuerpo no era otra cosa que engañarla, hacerle ver que había una agonía orgánica que es posible que ni existiera.

Pero sí existía. Lo comprobé a lo largo de los once kilómetros en los que no me fue posible bajar de cinco minutos y medio el mil; o mejor dicho, no es que no me fuera posible sino que en estos casos siempre conecto el piloto automático, que solo es posible poseerlo (advierto) cuando ya se llevan muchos kilómetros en las piernas, porque que jamás viene de serie. 

Y de esa forma completé un entrenamiento que siempre resulta delicioso por una vega no demasiado calurosa pero con una luz clarísima. Solo cuando dejé que la fuente de fresquísima agua en algún lugar del camino bañara toda mi cabeza, comprendí que siempre hay que salir a correr a pesar de todo. Siempre que no exista una lesión física paralizante que no lo permita. 

Y en esta ocasión ninguna lesión lo impedía.

09 septiembre 2020

CINE: SILVIO (Y LOS OTROS) –ITALIA, 2018–

 Silvio (y los otros) 

No es la mejor película de Sorrentino porque, probablemente, este admirador de su obra siempre tiene presente en su retina La gran belleza (2013) o la primera temporada (aún no he visto la segunda) de la serie corta El joven papa (2016), pero se aprecia de lejos su sello, su peculiar forma de concebir el cine. Paolo Sorrentino, como director, es una gloria viviente del cine italiano actual, mientras que su actor fetiche Toni Servillo lo es como actor, potentísimo actor con mil y un registros. El cine del director italiano no sería igual sin el gran actor, pero ha demostrado dirigir muy bien también sin él, como ya ocurrió en 2016 con El joven papa, una de las mejores series que servidor ha visto jamás.

Sorrentino es un tipo muy crítico, pero su crítica es elegante, sin que por ello deje de ser corrosiva. Solamente puede ser crítico con algo quien lo ama mucho y no cabe duda que el cineasta ama mucho a su país, a Italia. De ahí que ensalce su decadencia y sus defectos, normalmente, a través de personajes reales o ficticios. En La gran belleza jugó con las sombras e historias paralelas anónimas para descubrirnos una Roma bellísima y decadente, pasos que yo intenté seguir, como si se tratara de un tour cultural, en mi visita a la capital otrora republicana e imperial. Otras veces, sus dardos han sido lanzados directamente al Vaticano, que es una prolongación de Roma, sino Roma en versión más religiosa (y digo más, porque la Roma real está ya de por sí plagada de símbolos religiosos), y en esta ocasión no podía dejar la oportunidad de lanzarse en picado sobre el, quizá, más controvertido, amado y odiado personaje en cuya mediocre cabeza ha estado el destino de los italianos en varias legislaturas. Solo en Italia podrá reinar alguien así, nos podríamos decir, y tal vez sea cierto. Italia es distinta también en esto. Como ya demostró Roma hace cientos de años, es capaz de construir y destruir con la misma eficacia un imperio. Esa impronta aún queda en Italia y, sobre todo, en Roma.

Silvio Berlusconi es un personaje real, pero también es una caricatura de sí mismo y, en mi opinión, ambos elementos los ha conjugado muy bien el director italiano con la inestimable ayuda de Toni Servillo. Qué duda cabe que todo lo que refleja esta larguísima película es real al mismo tiempo que es ficción; y también es ficción al mismo tiempo que es real. No importa la alteración de los conceptos, porque todo es posible en la vida, el dinero y el poder de este personaje de ojos diminutos, que canta boleros hasta extenuar a sus invitados en sus opulentas y desmedidas fiestas.

Que la película ensalce sobre todo la capacidad hortera del personaje y su gusto por los lujos prohibitivos y las jovencitas de ambición sin límites y cabeza huera no significa que no cuente muchas cosas más relacionadas con su condición política, que no hombre de estado, que eso no llega, así como condición de empresario y esposo.  

Quizá la mejor definición provenga de Javier Marías, locución que se cita en el filme: dado al esperpento por su fuerte complejo de inferioridad. 

Seguramente os estaréis preguntando si merece la pena ver las dos horas y medio de metraje. Sí, merece la pena, sobre todo si ya conocéis el cine del director transalpino. 

06 septiembre 2020

ACTUALMENTE TRABAJO EN TRES NOVELAS Y OTROS PROSAICOS ASUNTOS

Actualmente trabajo de  manera desigual en tres novelas, algo que es una enorme contradicción porque, por su propia naturaleza, no es posible trabajar en tres novelas al mismo tiempo cuando hacerlo en una sola ya es sumamente arriesgado y complicado. Por tanto, enmendemos la aseveración: tengo comenzadas tres novelas, dos de ellas muy avanzadas. Me pregunto por qué vuelvo a la novela tras la dureza que supuso para mí escribir Equis quería correr y los pocos resultados que ha cosechado. Seguramente será por algo relacionado con el masoquismo.
Además, antes de que acabe el año tengo la intención de subir a Amazon una nueva recopilación de relatos cortos inéditos, si bien es cierto que algunos ya han sido publicado en libros de antologías y concursos, algunos de ellos de cierta importancia. Incluso me estoy planteando una publicación independiente de relatos navideños (algunos de ellos inéditos) para esta próxima Navidad, que intentaré ponga gratis Amazon, si bien eso no depende de mí. Es lo mágico que tiene para un autor independiente como yo publicar en Amazon: de vez en cuando alguien a miles de kilómetros valora tu obra y a la vuelta de la esquina no la valora nadie. Es más, no sabe que escribes y si lo saben guardan silencio. De ahí que esta plataforma nos encante a autores que como yo han decidido no publicar, por ahora, con editoriales, aunque es cierto que tampoco es que llamen a mi puerta las importantes, aunque sí he tenido la opción de publicar en otras más pequeñas y es posible que de relativa importancia, no esto seguro. El caso es que me da mucha pereza el asunto de los editoriales porque suponiendo que quieran publicarte, hacerlo efectivo pasa por una serie de filtros, condiciones, tijeretazos a la obra y otras cosas que no van con mi carácter independiente y es posible que hasta indómito. Muchos dirán que es una excusa la mar de ocurrente para justificar la no publicación de mi obra en editoriales de gran calado. Sí, es posible, pero para eso siempre es fundamental enviar la obra para que la valoren. Y nunca lo hago.
Así que todo lo que publique, por ahora, será en Amazon o no será. Y publicando en la enorme plataforma, que es el futuro, si no el presente, pueden pasar dos cosas: una: la más probable, que nadie encuentre tu libros dentro de la selva o bien que los encuentren y no les interese; dos: que por las causas que sean se descargue mucho, aunque eso exige otras cosas que también me dan pereza. Así que lo único que hago es subir los libros a la plataforma y que Dios provea. Es un dicho cristiano en el que no creo, pero viene bien decirlo en este caso. Que es lo he hecho y hago con todos mis libros más grandes y más pequeños subidos a Amazon, un total de diez ya.
Por tanto, volviendo al asunto de las tres novelas, esbozaré muy brevemente para no aburrir la situación de cada una. Todas tienen títulos provisionales, pero de alguna forma hay que llamarles hasta que se publiquen con el definitivo: 

1. Donde los hombres íntegros. 

Es la más antigua de las tres y consta ahora de unas 80 000 palabras, porque también es la más larga. No sé muy bien por qué no la he acabado aún, a pesar de que ya dispongo de un final (más o menos). Seguramente porque la quiero hacer demasiado perfecta. Y eso es siempre un error paralizante.

2. Un mensaje desconocido.

Es la continuación de un relato de igual título incluido en Conversación en la taberna y 41 relatos. Contando con lo escrito ayer mismo, el número de palabras, hasta ahora, se eleva a 55 000. Me divierto mucho escribiéndola y no sé hasta dónde llegará, si es que llega a algún sitio.

3. Cuando fui carnívoro. 

La comencé en la pereza de agosto y no estoy seguro si llamarle novela o novela-ensayo. La técnica que he decidido es la narración en primera persona. y alterna lo que recuerdo de la infancia y juventud en cuanto a la relación con la comida procedente de animales y la relación con estos en general con lo que pienso en la actualidad. Adquiere un contenido crítico en contra de la comida y el maltrato de animales, como buen vegetariano que soy, por lo que el hipotético lector que tendrá, si algún día se publica, será sectorial, aunque yo siempre aconsejaré que la lea todo el mundo. Actualmente es la menos avanzada, contando con algo más de ocho mil palabras.
Y es que escribir y poder hacerlo en libertad sin ataduras de editoriales ni presiones para poder comer de ello es lo que realmente me ofrece estímulo para poder hacerlo. Es posible que no pudiera hacerlo de otra forma.
Y porque me divierte hacerlo a la vez que me transporta a otra realidad que casi siempre me gusta más que la actual.


29 agosto 2020

99 DÍAS QUE PODRÍAN CAMBIAR EL MUNDO: PRÓLOGO (AMAZON, 2020)


Amigos, ya está disponible en Amazon mi último libro, en formato eBook: 99 días que podrían cambiar el mundo.



Prólogo del autor

 

 

Tal vez, la función de escribir y la del escritor sea crear un testimonio directo sobre sucesos extraordinarios, bien personales, bien colectivos o, tal vez, una mezcla de ambos. El ser humano ha sentido, desde siempre, esa pulsión de dejar testimonio directo de lo vivido, mucho más si ha entendido que ha sido algo extraordinario. No siempre ha podido o ha sabido utilizar la palabra escrita, pero desde que dominó esa técnica siempre ha sido el medio más utilizado y, por qué no decirlo, el más expresivo, quizás por encima de las imágenes y otras formas expresivas distintas a la palabra.

            El catorce de marzo de 2020, así como los días previos, ya se sospechaba que algo estaba pasando en el mundo. Hubo un revuelo mediático impresionante y tan solo nos dijeron que se trataba de un virus que, al parecer, derivaba de China y que, como la pólvora, se estaba propagando a través de todo el mundo porque tenía la cualidad de ser muy contagioso y letal.

            El mundo que hemos creado, basada en la movilidad sin límites, era el espacio idóneo para que un virus de esas características pudiera extenderse a sus anchas y pronto muchos comenzaron a interpretar que, además de la existencia del virus, alguien poderoso estaba moviendo los hilos para que el orden mundial cambiara. No había mucha más información que ésa y ante la falta de información siempre es dable que comiencen las especulaciones, sobre todo porque ni los propios gobiernos sabían (o no querían) dar respuestas. Entonces, de repente, todo comenzó a ir muy rápido. Se cerraron fronteras en medio mundo, pero sobre todo en los países occidentales, se decretaron estados de alarma y de alerta, se comenzaron a elaborar normas de confinamiento… Muchas generaciones no habían visto nada igual hasta el momento.

            El virus -al que denominaron COVID-19, como acepción más técnica, pero Coronavirus, como denominación más vulgar por tener una especie de corona alrededor de su microscópica masa-, comenzó a azotar con fuerza en algunos países, entre ellos España, que es el lugar desde donde he escrito este diario que se expone a continuación de este prólogo. De hecho, España, junto a Italia y unos cuantos países más, fue el sitio en el que más repercusión contagiosa tuvo el Coronavirus. Con la extensión increíblemente rápida de los contagios en todo el país, comenzaron a llegar las primeras muertes y el gobierno no tuvo más opción que tomar medidas drásticas, siendo la principal decretar el Estado de Alarma, a partir de las cero horas del día 15 de marzo, sobre todo al comprobar que la histeria colectiva exteriorizada a través de la compra masiva en supermercados, era cada vez más preocupante, así como el temor al colapso del sistema sanitario público.

            Entonces, comencé a escribir este diario, cuyas primeras palabras subí a Facebook. Me movía la necesidad de plasmar y comunicar cómo veía esta situación novedosa, sobre todo para poder explicarme a mí mismo qué estaba ocurriendo. Con el paso de los días, y sin saber -porque nadie lo sabía- cuánto duraría esta situación, comprendí que necesitaba elaborar un diario en el que intentar plasmar mis sensaciones al tiempo que plasmar también los hechos objetivos que considerara más importantes cada día con relación a la pandemia, concepto que ya se había exteriorizado oficialmente. Poco a poco comprendí que ya no podía dejar de escribir cada día, con independencia del tiempo que durara la situación, así como mostrar una óptica personal. De manera inopinada me había sumergido en un diario.

            Y un diario es un instrumento que conecta con la sinceridad mostrada a través de las palabras de quien lo escribe en ese justo momento, que siempre tiene una vocación privada. Esa es precisamente su esencia: plasmar las inquietudes, sensaciones, reflexiones y emociones del momento, sin que esas palabras escritas, digamos, en caliente, sufran modificación alguna. De lo contrario, se convertiría en una obra de no ficción (o incluso de ficción)  fría y aséptica. De ahí, que en la revisión en profundidad que he llevado a cabo para su publicación no haya alterado ni un ápice de lo escrito cada, centrándome tan solo en la mejora estilística, ortográfica y gramatical.

            No sé si lo habré conseguido, pero apreciados e hipotéticos lectores, puedo aseguraros de que ese ha sido el propósito.

            El título que he decidido darle, Noventa y nueve días que podrían cambiar el mundo, es el cómputo de los noventa y nueve días oficiales del Estado de Alarma inicial y sus sucesivas prórrogas en España, es decir desde el quince de marzo al veintiuno de junio de 2020. No obstante, también incluyo el diario del día previo, el catorce de marzo, que a partir de una determinada hora vespertina se travistió de preliminar Estado de Alarma, a pesar de que éste aún no estaba en vigor. Esta situación fue muy similar en la mayoría de los países de la Tierra por lo que he considerado que la suma general de tan extraordinaria situación en todo el planeta ofrece argumentos sólidos para que pudiera cambiar el mundo.  

 

            Granada, surcando la canícula de agosto de 2020      

 

25 agosto 2020

LOS ANIMALES, ASIGNATURA PENDIENTE (DIARIO IDEAL, 24 DE AGOSTO DE 2020)

 



No queda otro consuelo que considerar al perro vagabundo Timple como una especie de mártir que expíe la culpa de esta sociedad que abomina hasta de sus animales más cercanos. No creo que sea necesario recordar aquí cómo ha sido asesinado en Lanzarote este animal, que no es más que un triste titular anticipatorio de lo que ocurre con frecuencia en nuestro país con otros seres de su especie o de especies distintas, porque si vamos a hablar de derechos de los animales no podemos –ni debemos– excluir a ninguno, doméstico o salvaje. Y para hablar de derechos debemos de hablar de leyes, las cuales van entrando en el Código Penal español a través de un embudo estrechísimo, hasta el punto, las más de las veces, que se interrumpe el débil goteo y eso permite que dos individuos no solo hayan sacrificado sin motivo a este inocente animal, sino que lo hayan hecho, además, con premeditación, alevosía y usando una saña pocas veces vista, con grabación de imágenes incluida. Un martirio intolerable que tan solo podría servir para lo que decía más arriba: considerar a este perro vagabundo como una especie de mártir que al fin provoque un severo repaso legal de índole penal y un verdadero rechazo de la sociedad en general a este tipo de actos e individuos, que bien podríamos llamar monstruos sin temor a equivocarnos. El Código Penal español introduce el tipo penal en cuanto al maltrato de animales domésticos y amansados en el artículo 337, estableciendo un tipo básico y un tipo agravado. En mi opinión, la pena para ambos tipos, sobre todo para el agravado, es insuficiente. El agravado (artículo 337.3) prevé una pena de seis a dieciocho meses de prisión e inhabilitación especial de dos a cuatro años, pero hay que considerar que con esos periodos de pena tan mínimos, difícilmente, un maltratador va a ingresar en prisión, a no ser que se trate de un delincuente reincidente. Cuando se trata de maltrato a otros seres más débiles el legislador no puede ir tan atrás con respecto a lo que ocurre en la sociedad.

No puedo afirmar que, comparativamente, España sea un país especialmente violento con sus animales, pero sí que es uno de los pocos que disfruta torturándolos ya sea en una plaza redonda o en esas fiestas dantescas y medievales aderezadas con buenas dosis de ignorancia y de alcohol.  También puedo afirmar que, en general, y no solo en España, nos comportamos de manera violenta con las demás especies, siempre más indefensas y vulnerables. Y lo hacemos desde el plato. No recuerdo si fue Ghandi quien dijo que la violencia contra los animales comenzaba en el tenedor, porque también es violencia legalizada y consentida todo ese crimen diario sordo e invisible infligida a los millones de seres vivos que pasan por los mataderos industriales para calmar nuestros apetitos, que no es más que un eufemismo. Creo que fue el Nobel de Literatura Coetzee quien aludía a la necesidad de mataderos de cristal, que haría visible los horrores que dentro ocurren para comprender por qué algo troceado que se vende en los supermercados y carnicerías no es más que la parte de un todo que un día tuvo vida y si hay vida hay felicidad, tristeza y miedo.

Desde hace miles de años el ser humano decidió que el animal no estaba ahí para otra cosa que para ser utilizado en cualquiera de las manifestaciones que le fuera posible aprovechar. Lo ha utilizado para trabajar, para vestirse, para divertirse, para comer, para desplazarse...Sin embargo, pocas veces le atribuyó un rol distinto a ésos. Apenas ha cambiado nada desde entonces; es más, en ciertos sectores la violencia se ha incrementado. Consiguió, en parte, cambiar esos roles el perro, pero aún en nuestros días este fiel animal sigue siendo utilizado para todos esos quehaceres que enumero, sin excluirse el de alimentar, algo común en algunos países asiáticos, si bien esa cercanía no ha evitado que el resto de los animales sigan adscritos a esos roles nada agradables que se le asignaron, porque el ser humano suele tener mucha capacidad para dejar de ver lo que es evidente. Y la evidencia actual no es otra que la humanidad aún sigue ejerciendo la violencia contra los animales, algo mitigada por las leyes y actitudes individuales personales de, todavía, pocas personas que han podido ver la realidad que está más allá de la presencia del animal entre nosotros.

Soy de la opinión que una sociedad evoluciona en la medida que va dejando atrás fórmulas anacrónicas y tradiciones arcaicas y violentas, y sobre todo protegiendo a sus seres más débiles, más susceptibles de ser aniquilados por el propio hombre, pero siempre será un fracaso de la sociedad que asesinatos como el que ha sufrido Timple sigan ocurriendo. Una sociedad que suele mirar hacia otro lado o sencillamente no mirar ante el sufrimiento del animal, que se autoengaña pensando que su paso por esos campos de concentración modernos que son los mataderos industriales es un tránsito sin sufrimiento ni tortura o que ha nacido para morir en una plaza, o cualquier otro espectáculo público, o para ser herramienta de carga o para utilizar su piel para vestirnos, en definitiva, para aprovechar todo lo que sea posible de él, porque para todo eso ha nacido. Pensar así es negar la vida, negar a un ser vivo, que en absoluto ha nacido para nada de eso. Pensar así –insisto– es un rotundo fracaso de la sociedad. Y este fracaso es de todos, de quienes no quieren mirar y conocer la realidad, y de quienes no quieren educar y legislar.         


23 agosto 2020

99 DÍAS QUE PODRÍAN CAMBIAR EL MUNDO (DE PRÓXIMA PUBLICACIÓN): OCTOGÉSIMO OCTAVO DÍA


Amigos, inserto aquí el aparece en mi diario como octogésimo octavo día de mi libro 99 días que podrían cambiar el mundo. Espero que lo disfrutéis:



Veo una película y consigo no ver los anuncios gracias a la facilidad que ofrecen las modernas plataformas de televisión a través de la red. Pero en un intermedio me descuido y comienza un avance informativo y todo me parece de otra realidad distinta a la mía. Veo al presidente del Gobierno de España hablando con una mascarilla y la impronta distópica de estos meses que creía ya olvidada vuelve a surgir. No sé de qué está hablando porque he suprimido el sonido, pero parece estar convenciendo a sus colegas en el Congreso. Me cuesta comprender todo lo que me rodea, tal vez porque he perdido el hábito de seguir las noticias, incluso de leer los periódicos. No sé a qué ritmo va el mundo, tan solo percibo el ritmo de las cosas que hago cada día sin necesidad de asomarme apenas a la calle. Este periodo me ha enseñado muchas cosas o, al menos, yo he intentado aprender, y lo que he aprendido sobre el comportamiento de las personas no es nada positivo, en general. He asistido o he conocido casos muy puntuales de gente honestísima que ha sabido ver con sentido común las cosas y ha actuado en consecuencia, pero me sorprende que sean tan pocos. Por el contrario, he visto hordas en los supermercados en los primeros días de confinamiento y personas ansiosas haciendo cola para coger una mesa en alguna terraza de un bar como si se tratara de algo imprescindible en sus vidas, u otros incumpliendo las distintas normas que dictaban las autoridades en las distintas etapas. Nada de eso me ha gustado. Todo lo contrario, ha creado en mí un fuerte desánimo sobre la condición humana al haber comprendido que estamos mal diseñados como seres humanos o simplemente como seres vivos. Sin lugar a duda el reino animal se ha comportando con mucha más sensatez: han ocupado espacios que no ocupaban en años por la presencia humana; han poblado los campos compenetrándose con el medio ambiente; han llegado desde altar mar para pasearse junto a puertos y playas; han bajado elevados riscos para conocer cómo vivimos en nuestras cómodas ciudades; han volado desde grandes distancias para posarse en nuestros árboles urbanos…Son tantas las cosas sensatas que han hecho los animales durante nuestro confinamiento que solo de ellos he aprendido.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...