04 junio 2018

UN GORRIÓN EN LA FAMILIA Y OTRAS REFLEXIONES

Resultado de imagen de GORRION PEQUEÑOAdquirí la costumbre este pasado invierno -muy duro en Granada- de alimentar en mi amplia terraza a gorriones. Eran mayoría de éstos los que venían, pero también llegó alguna que otra paloma y algún que otro tipo de pájaro de mayor tamaño. Y esa costumbre diaria hizo que alguna hembra de gorrión se quedara a anidar en un tejado pequeño que cubre uno de los elementos de la terraza. Lo advertí por el inarmónico piar del o los guacharros, que iban aumentando su sonido y su armonía a medida que crecían con gran rapidez. Desconozco si sobreviven todos los que nacieron aunque me temo que eso es difícil que ocurra, pero sí pude ver a alguno de ellos ya crecidito que ha hecho del pequeño tejado su hogar y de vez en cuando sale de su nido o espacio habilitado para comprobar si puede volar. Desconozco también si el que veo es siempre el mismo o son distintos, pero también le he dispensado alimento. El resultado final es que ahí siguen buscando la forma de alimentarse o buscando la forma para atreverse a echar a volar, a pesar de la altura considerable que hay. Como es lógico, no seré yo el que les meta prisa. Esta es su casa y lo saben. 
Lo curioso es que he faltado unos días de casa y al regresar lo primero que escuché es su anárquico piar. Esbocé una sonrisa porque no me acordaba que los dejé ahí cuando partí. Algo similar a cuando uno o varios miembros de una familia se van una temporada de casa pero quedan uno o varios miembros en el hogar. De ahí que no haya tenido la sensación que la casa haya quedado vacía y sola.

Por un mundo más respetuoso con los animales

En este mundo en el que vivimos, los humanos solemos ignorar demasiado a las distintas especies de animales que nos rodean. No se trata de que las ignoremos en el sentido de dejarlas vivir, que sería lo justo, sino que esa ignorancia viene referida a un desdén mayúsculo hacia ellas que se convierte en el germen del uso violento que ejercemos contra éstas, ya sea para utilizarlas como comida, diversión, usar sus pieles o sus plumas o, sencillamente, despreciándolas por considerarlas inferiores. No existe una empatía humana generalizada hacia esas muchas especies que conviven con y entre nosotros, en la mayoría de los casos ofreciéndonos múltiples opciones que mejoran nuestra calidad de vida porque son aún más necesarias que nosotros mismos para el equilibrio medioambental. En realidad, vemos a las demás especies como seres vivos que están a nuestro servicio, actitud que adquirimos culturalmente desde la infancia porque así está asentado en nuestra sociedad e, incluso, en nuestras religiones. Sin embargo, a poco que observemos encontraremos en todas y cada una de ellas virtudes y habilidades plausibles que nosotros no poseemos. Nosotros poseemos una supuesta inteligencia, no siempre bien empleada, pero en otros aspectos somos inferiores. No tenemos la visión del águila ni el oído del perro ni la agilidad de los felinos ni la audacia de los reptiles ni la fuerza del elefante o del caballo, pero eso lo pasamos por alto porque consideramos que con tener una inteligencia superior ya es más que suficiente.
Hemos de cambiar nuestra mentalidad y tender a una línea antiespecista que sirva para igualar las virtudes y también los defectos que tenemos entre sí las distintas especies. Es la única forma de llegar al respeto hacia todos los animales que pueblan el planeta.              

03 junio 2018

UNA CUESTIÓN DE PESO



Para los corredores siempre hay una cuestión de peso en su mente. Al peso físico me refiero. Es lógico que sea así. No sólo porque les parece más estético estar delgados —que quizá sea la cuestión más superficial— si se dedican a correr habitualmente, sino porque un menor peso siempre posibilitará que puedan correr mejor y castigar menos la musculatura de sus miembros inferiores. Pero no todo el mundo tiene una predisposición genética a perder peso con facilidad y a estar siempre delgado, ni siquiera los corredores habituales. Por lo general, la mayoría de la gente aumenta de peso con la edad por una razón muy sencilla: por poco que se coma, siempre se ingieren más calorías que las que realmente gastamos al necesitar el organismo menos energía para subsistir y existir un mayor número de aparatos eléctricos y electrónicos, así como artilugios de todo tipo que, sí, hacen nuestra existencia más cómoda, pero también contribuyen a que nos movamos menos. Todo lo positivo también tiene algo de negativo. Un ejemplo muy sencillo: el mando a distancia que tienen todos los aparatos del tipo que sean hace muy cómoda nuestra vida, pero tiene el inconveniente de evitar la movilidad necesaria para conectar, desconectar o graduar el aparato que controla. Podrá parecer poco significativo, pero sí lo es, sobre todo si consideramos que se trata de una actividad —inactividad en este caso— diaria. Además, se da la circunstancia que la comida que consumimos cada vez está menos elaborada y es más insana, así como provista de elementos químicos y grasas saturadas o transgénicas que no convienen nada a nuestro organismo. Es innegable que con el paso de los años alcanzamos un mayor estatus económico “o al menos era lo habitual antes de la pertinaz crisis”, y eso hace que nuestra vida sea más hedonista, sedentaria y cómoda. Y esa vida hedonista, invariablemente, siempre tiene un fiel aliado: el cuerno de la abundancia, repleto de viandas y bebida; más de las que podemos y debemos permitirnos. Así que todo esto sumado produce consecuencias catastróficas. Hay que añadir también un factor nutricional, porque no se trata solo de lo mucho o poco que se coma sino del tipo de productos que se consuman, ya que todas las calorías no son iguales. De hecho, las más caloríficas suelen estar más unidas al placer culinario y los menos a la vida más ascética y ordenada, que suele exigir sacrificios añadidos. Los corredores, a pesar de que gastan más calorías que la media, no son de otro planeta —bueno, algunos sí— y sucumben también a esa vida cómoda, a esa comida basura y a esa bebida azucarada que se encuentra por todas partes, hasta el punto de que tienen que hacer un verdadero esfuerzo para abstenerse. El corredor en ciernes, ese que va adquiriendo el hábito de correr, no es consciente al principio de los hábitos culinarios que ha tenido antes de iniciarse en el deporte. Comprueba —y comprueban— que va perdiendo peso, pero aún no es capaz de asimilar por completo si se debe a esa afición de devorar kilómetros por caminos o al cambio de hábito alimenticio; o a ambas cosas. Sabe que se siente mejor y que cada vez ignora más esa comida basura que antes le encandilaba. Se podría decir que es un proceso casi natural, como si fuera el propio organismo el que rechazara comer ese tipo de alimentos que nada le aportan. Comprueba asimismo que, si por alguna circunstancia deja de correr durante cierto tiempo, es posible que vuelva otra vez a ese picoteo tan peligroso y, en consecuencia, se dispare de nuevo la báscula. Eso hace que decida volver a correr si cabe con más intensidad. Es como una especie de círculo vicioso. Sí, es cierto que para la población en general está delgado, pero es posible que no lo suficiente para el intramundo que gira en torno al corredor. Lee y se documenta, para acabar llegando a la conclusión que la única manera de poder acercarse a su peso forma es controlar también la alimentación. No hay fórmulas mágicas. Particularmente, mucha gente me pregunta si los corredores hacemos dietas específicas y les contesto que por lo general no; es más, no es conveniente porque, en mi opinión, todas las dietas adolecen de defectos y evitan que ingieras algún alimento básico para nuestro organismo. Lo que hacemos —les digo— es comer de manera sana, evitando atiborrarse y, sobre todo, evitando determinados tipos de alimentos “frituras, grasas saturadas y transgénicas, golosinas, frutos secos en abundancia, alcohol en cantidades altas, bollería industrial, comida basura, el tapeo... etc.”. Lógicamente, cuando les enumeras toda esa retahíla de alimentos prohibitivos la mayoría considera que, en su caso, es misión imposible; pero yo les digo que en absoluto es necesario el consumo de todos esos alimentos perjudiciales, que lo único que provocan es mal alimentarte y hacer que ganes peso. He de decir al hilo de esto, que casi me escandaliza los alimentos que habitualmente comen algunas personas que, además, no hacen ejercicio físico alguno. Por lo que respecta a mi caso particular —que en absoluto soy un purista de la alimentación—, no me supone ningún esfuerzo añadido apartarme de estos productos, pero he decir que tampoco los desdeño si se tercian en determinadas ocasiones. No hay que hacer tabú de ellos. Conviene pecar un poco para no pecar siempre. Por ejemplo, nunca los desdeño cuando viajo por placer porque siempre me intereso por la gastronomía del lugar, sea la que sea, y si ésta incluye alimentos de los denominados “no deseados”, jamás los rechazo porque sé que no me voy a atiborrar ni van a estar presentes en mi dieta diaria, a lo sumo unos cuantos días. Hay que admitir que no siempre se coge peso porque se tenga más grasa. Puede ser que sea porque se tenga más músculo, pero la sensación de delgadez siempre pasa por tener la menor grasa posible. Así que me dije que había que ponerse manos a la obra y fue el pasado junio “de hace unos cuantos años” cuando comencé a reflexionar y a documentarme. Comprendí que había un principio muy básico —exageradamente básico diría yo— al que se referían desde grandes maestros de la nutrición académica, como es el caso de Grande Covián, hasta grandes atletas profesionales, como es el caso del campeón mundial de maratón Martín Fiz: hay que gastar más calorías que las que se ingieren. Pero, a pesar de ser un axioma de fácil construcción, no es tan fácil llevarlo a la práctica, ya que es muy importante que los corredores ingieran los nutrientes y los oligoelementos necesarios para que su dura actividad física no acabe por enfermarles. Así que creí haber dado con la tecla para bajar de peso: disminuir más la ingesta de hidratos de carbono, principalmente, en la cena; alejarme, por completo del tapeo a mediodía los siete día de la semana —lógicamente, advirtiéndoselo antes a los amigos y compas de oficina—, estabilizar el consumo de proteínas —sin que sea necesario llegar a la, en mi opinión, malsana dieta Dukan, como después indicaré—, aumentar el consumo de fruta, eliminar carnes que no sean magras (escrito con anterioridad a que el autor se hiciera vegetariano),  eliminar todo el alcohol de las bebidas espirituosas y no atiborrarme de ninguna comida por poco calórica que sea. Por suerte, hace años, había eliminado de la dieta normal todos esos alimentos basura que antes enumeraba. Lo que he decidido no hacer, porque por ahora no es necesario, es eliminar la cerveza. Cada día proliferan más estudios rigurosos en los que se deduce que la relación entre el correr y la cerveza es amigable ¿Llegaré a ese menor peso propuesto con este plan? Estimo que sí. Al menos voy camino de ello. Pero, aconsejo, que cada uno adapte y adopte su propio sistema, el que le vaya bien, sin agobios ni obsesiones. No olvidemos que cada cual es dueño de una genética, una fisonomía y unas necesidades distintas. Y, si es posible, siempre es conveniente estar bien aconsejado por profesionales, tanto endocrinos como dietistas, si se trata de llevar a cabo algún cambio serio en la alimentación.  

15 mayo 2018

LA MADUREZ DEL ESCRITOR INDIE

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Es común que quienes dedicamos gran parte de nuestro tiempo libre a escribir (porque no somos profesionales y hay que compartirlo con un trabajo remunerado que nos posibilite pagar las facturas) vayamos atravesando etapas, muy necesarias para hacernos como escritores. Es algo que lo solemos comentar entre nosotros, bien cuando hablamos en el plano físico como en el virtual, mucho más común en la actualidad. Esas etapas han de darse de manera progresiva y sería inútil forzarlas o tergiversarlas. Son etapas de madurez, de autocrítica, de perfeccionamiento, de solidez... Etapas que son, en ocasiones, inacabables e inabarcables, dado que la literatura es un arte -como todo arte- que no deja de exigir perfección. Una de éstas es el perfeccionamiento, mejoramiento y corrección de tus propios textos, al tiempo que la necesaria autocrítica, que siempre será positiva porque ayuda a crecer.
Cuando comenzamos a escribir y a publicar somos ingenuos. Nos vence la ilusión y falta de paciencia por publicar; porque hoy día ya no es necesario hacerlo con una editorial que acepte nuestra obra. Sin embargo, ahí radica el principal problema y la trampa más temible. Hemos de partir de la base que tampoco se asegura la perfección en la expresión lingüística, semántica, ortotipográfica y de estilo publicando con una editorial tradicional potente y prestigiosa, pero sí es seguro que el producto final será mejor o, al menos, más cuidado. A sensu contrario, publicar por tu cuenta, gracias a las múltiples posibilidades que ofrece hoy día la era digital y editorial, tiene sus riesgos. De ahí que no sea igual autopublicarse que autoeditarse. Es completamente comprensible que la mayoría de quienes publicamos optemos por estas dos vías, pero para evitar esos riesgos y problemas a los que me refería, cada vez es más necesario acercarse a la autoedición cuidada y profesional y apartarse de la autopublicación que casi nunca cuenta con las garantías y profesionalidad exigida a un producto decente, que en este caso será tu propio libro y por ende, tu propia carrera como escritor. En la parte intermedia, existen gran cantidad de pretendidas editoriales que ofrecen sus servicios de autopublicación, pero pocas apuestas por servicios de autoedición de calidad. A todo este proceso se ha dado en llamar autor indie, que es un autor que se convierte en dueño de todo el proceso creativo y editorial, radicando en varias o todas esas fases de ese proceso su principal problema y error. 
Si una editorial solvente, una vez entregado el manuscrito del escritor al que desea publicar, necesitar atravesar todas esas fases desde que se entrega el manuscrito al editor, ¿por qué un autor indie no ha de asumirlas todas de igual manera? Efectivamente, en ambos casos hay que asumirlas todas y cada una de ellas, la única diferencia está en que en el primer caso será la propia editorial la que las asumirá, aunque no todas las editoriales las cumplen todas a rajatabla, y en el segundo, en el caso del autor autoeditado, deberá de asumirlas él mismo, para lo cual se aconseja que lo haga contratando los servicios de profesionales adecuados que le corrijan la obra, la diseñen la portada, le maqueten el texto y le impriman los libros. Luego, llegará la labor más correosa y, tal vez, difícil, como es la promoción de sus propios libros, aspecto éste que bien llevado y trabajado da resultados excelentes, según vemos en muchos casos, gracias, sobre todo, a la innovación actual de las plataformas digitales como Amazon, que se ha convertido en la librería virtual más grande del planeta. Sobre esto habría mucho de qué hablar y exigiría nuevos artículos, que poco a poco irán llegando. Baste plasmar en éste esos elementos básicos que establecen de manera diferenciada la forma de edición. Y que sirva también lo aquí explicado como argumento válido de lo que apuntaba al principio sobre esa etapa de madurez a la que vamos llegando los que ya tenemos más de un libro publicado, una etapa de madurez que hace que te conviertas en un autor indie serio autoeditado en vez de un autor desorientado autopublicado. Porque el problema hoy día no es que que el mercado editorial profesional tradicional no desee publicar a escritores no conocidos o nada mediáticos, sino que muchos de los conocidos y mediáticos cada vez tienen menos cabida en ese sector editorial tradicional, mientras que otros prefieren seguir siendo indies porque les va mejor que siendo publicados por esas prestigiosas editoriales, que exigen muchos sacrificios y ofrecen por lo general, pocos emolumentos y satisfacciones.                 

13 mayo 2018

AUTOR: SALVADOR FREIXEDO (ORENSE, 1923)

Imagen relacionadaEn esta inmersión que, de vez en cuando, hago en la obra de escritores singulares y, por tanto, desconocidos para el gran público hoy le toca el turno a Salvador Freixedo, un gallego universal de Orense que cuenta con ¡95 años! y aún sigue escribiendo, defendiendo y desvelando asuntos que, mucho me temo, no son del gusto de opinadores políticamente correctos, por lo que, de ahí, su lugar remoto antimediático. 
Curiosamente no descubrí a Salvador Freixedo leyendo ninguno de sus libros, sino a través de YouTube, que es algo muy común hoy día, dado el nivel más que mediocre de las televisiones actuales y el poco o nulo eco por parte del stablisment oficial literario a este tipo de autores. De hecho, lo descubrí en un programa de televisión de finales de los gloriosos ochenta presentado por el controvertido y peculiar Fernando Sánchez Dragó y que se llamaba El mundo por montera, un programa de libros de los varios que ha presentado el escritor español en diversas cadenas y al que le debemos mucho en ese aspecto. Lo que le escuché a Salvador Fleixedo me hizo 'buscarlo' en el universal canal de vídeos y, gracias a ello, lo puede ver en diversas charlas, conferencias, simposium, programas de televisión de países hispanoamericanos, programas de radio y un largo etcétera. Es tan profusa la biografía creadora y tan proteica la actividad de este gallego exjesuita que cuesta seguirle el rastro. Uno de los aspectos por los que este escritor no es conocido por el gran público -pero sí por el especializado- es por su faceta vinculada a la investigación "ovnilógica', como gusta llamar a él. Sin embargo, su interés no está en la aparición o avistamientos de naves y seres presumiblemente venidos de otros mundos o dimensiones, aspectos en los que admite fraudes,  sino en la repercusión exopolítica, es decir, en el asunto conspiratorio que nos ocultan gobiernos y ejércitos de las potencias más importantes del mundo. Solo he leído, hasta ahora, textos parciales de este escritor, pero es conocida su capacidad de derribar mitos y cuestiones en apariencia indiscutibles, comenzando por la propia iglesia, la católica, que lo acogió en su seno durante muchos años y a la que renunció -o fue expulsado, no se sabe muy bien- por considerar que se apartaba de su fin principal. Al pertenecer a los jesuitas, la orden más culta y leída, el acervo intelectual forjado en las más prestigiosas universidades del planeta de este autor es enorme, así como su agilidad mental, bastante atípica en una persona que va camino de los cien años. Es tanta que no es fácil seguir sus charlas por el volumen de datos que intercala e ideas que pugnan en su mente por salir.
No obstante, Salvador Fleixedo no siempre se dedicó al asunto conspiratorio relacionado con los OVNIS, nada de eso. En 1957 escribió un libro titulado 40 casos de injusticia social, que fue publicado en la Cuba prerrevolucionario y que le sirvió para ser expulsado del país, en aquel momento gobernado de forma tiránica por Fulgencio Batista. Pero lejos de amedrentarse, siguió con sus publicaciones polémicas, hasta que llegó el momento en el que decidió escribir un libro titulado Mi iglesia duerme, que fue el que provocó su expulsión de la Orden de los Jesuitas en 1968. Ese libro, por supuesto, fue prohibido en la España de Franco y obtuvo muchas controversias en varios países hispanoamericanos. Por tanto, libre de ataduras religiosas, se dedicó a lo que realmente quería, que no era otra cosa que desenmascarar mentiras y engaños de los gobiernos, sobre todo vinculados al tema OVNI, asunto sobre el que demuestra haber investigado sin descanso y gracias a esto, por lo que ha vivido, le ha sido revelado e investigado, se permite el lujo de afirmar que desde los años cuarenta hay varias razas malignas de extraterrestres trabajando con determinados ejércitos potentes, sobre todo con el de Estados Unidos y que esas razas malignas -porque también las hay buenas, opinión que comparte con otros investigadores como Sixto Paz o J.J. Benitez, aunque éstas no establecen acuerdos con los gobiernos ni ejércitos- lo único que buscan es socavar y manipular al humano, al considerar que la Tierra es una granja para ellos. Suele afirmar que si no abrimos los ojos lo conseguirán y que son muchas y malvadas  las políticas de gobiernos y corporaciones para entretenernos con tonterías mientras se apoderan de nuestras vidas. Visto lo visto, no va muy mal encaminado, en mi opinión. 
Estos son los libros que ha publicado hasta ahora (datos de Wikipedia): 




  • 40 casos de injusticia social (1957)
  • Mi iglesia duerme (1968)
  •  Amor, Sexo, Noviazgo, Matrimonio, Hijos: Cinco Realidades en Evolución (1970)
  • Extraterrestres y creencias religiosas (Extraterrestres y religión) (1971)
  • El diabólico inconsciente (Parapsicología y religión) (1973)
  • Visionarios, místicos y contactos extraterrestres (La religión entre la parapsicología y los OVNIS) (1977)
  • Israel, pueblo contacto (1978)
  • 60 casos de OVNIS
  • ¿Por qué agoniza el Cristianismo? (1983)
  • Diccionario sulfúrico
  • Curanderismo y Curaciones por la Fe (1983)
  • ¡Defendámonos de los dioses! (1984)
  • Las apariciones de El Escorial (Las Apariciones Marianas) (1985)
  • Religión, política y microcefália
  • El Cristianismo: un mito más (1986)
  • Los curanderos (1987)
  • La granja humana (Ellos, los dueños invisibles de este planeta) (1988)
  • La amenaza extraterrestre (1989)
  • Interpelación a Jesús de Nazaret (1989)
  • Apariciones religiosas : mito o realidad? ; una explicación a fenómenos como el de Villa Alemana (1989)
  • Los contactados (1991)
  • Los hijos de la Nueva Era (1992)
  • Los OVNIS, ¿una amenaza para la humanidad? (1992)
  • Biografía del fenómeno OVNI (1992)
  • ¿Qué son los OVNIS? (1993)
  • Fenómeno OVNI: Evidencias (1993)
  • En los límites del universo (1994)
  • OVNIS y dioses depredadores (1995)
  • Las religiones que nos separan (1995)
  • Videntes, visionarios y vividores (1998)
  • Un gallego llamado Cristóbal Colón, redescubridor de América (2002)4
  • La Expaña de Z (2010)
  • Teovnilogía (2012)
  • Iglesia, ¡despierta! (2015)
  

07 mayo 2018

EQUIS QUERÍA CORRER: LA HISTORIA DE UN PROYECTO QUE ACABA EN NOVELA CORTA

Corrían los últimos años de la primera década de este siglo y yo administraba un blog dedicado, en esencia, a todos los aspectos relacionados con el correr, cuando surgió una historia que fui 'entregando' por capítulos y a la que denominé Equis quería correr. Se trató de un título de los denominados espontáneos, pero que tenía mucho que ver con lo que quería contar. Comenzaba así: 'Equis era un tipo gordo, pero sus amigos  y su familia apostarían su hacienda para desmentir que lo era. Y quería correr. No podía hacerlo ahora, pero eso no importaba demasiado. ¿Por qué no podía correr ahora? Por su volumen, por sus pulmones encharcados de humo, por su hígado rehogado en alcohol, por sus desastrosos hábitos alimenticios. Pero correría. Lo sabía.'  Ése era el principio de la historia y posiblemente lo sea. Luego continuó con una trama, que resultó interesante y emocionante para los lectores del blog de entonces, que eran numerosos he de decir (no existían las redes sociales, aún). Pero aquella historia no continúo como no continúo el blog -que se reconvirtió en éste-, a pesar de que ya tenía contenido para un relato medio. Hasta que un buen día tirando de blog (que como siempre digo es la verdadera casa del escritor de estos tiempos), me reencontré con la historia y me dije: ¿por qué no continuarla? Así que la releí con atención para sopesar las posibilidades que podría tener como novela corta (no quería que fuera larga) y a medida que la leía comenzaban a aflorar ideas, situaciones, personajes.. Una historia de encuentros y desencuentros que es la frase de gancho que he introducido en esta portada de reclamo. El caso que la he estado escribiendo casi a diario desde entonces y ya ha alcanzado las 26.000 palabras en versión borrador. O sea, que está a unas 14.000 palabras de concluirla y luego quedará todo ese proceso de relectura, corrección ortotipográfica profesional y, finalmente, su edición, que no tengo ni idea de cómo será, si bien me inclino por ambos formatos: papel y papel. No será nada inmediato, por supuesto; de hecho, le quedan muchas horas de trabajo, pero ya he conseguido crear una sinopsis más que aceptable y construir una estructura y una trama. Por tanto, ya sé lo que ocurrirá y -casi- cómo acabará. Queda terminarla y concluir todos esos laboriosos y complicados procesos posteriores que he comentado hasta que llegue a tus manos, hipotético lector, que, espero que me acompañes en este proceso.       


02 mayo 2018

UN PROYECTO CURIOSO: REFLEXIONES Y POEMAS NOCTURNOS DE UN CORREDOR

Yo escribo cosas, elaboro proyectos y los suelo acabar. Luego los dejo dormir un tiempo, a veces más largo, otras más corto. Pero no todo nace con la vocación de publicarse, aunque, sí, ese debería ser el fin último. Pero ocurre que no todo lo que se proyecta acaba alcanzando una forma concreta y sin ella no es posible hacer un libro. Sin embargo, he de admitir que cuando un proyecto me ronda por la cabeza, visualizo  el libro, que bien podría ser en papel o en digital. Es de esa forma cómo he publicado ya seis libros, entre papel y eBooks.

El origen de Reflexiones y poemas nocturnos de un corredor
   
Un buen día, de manera inopinada, cayó en mis manos un librito de no más de sesenta páginas. Quien me lo hizo llegar también envió un mensaje: cuídalo, es un libro de cabecera. Era sobre el corredor y lo componían textos, prosa más que poesía, y fotografías. No era gran cosa lo que contaba, he de admitir, pero tenía su atractivo. Así que me dispuse a leerlo y lo acabé en apenas una hora. Luego, me quedé reflexionando y vi una especie de luz. Es esa especie de luz que solemos ver quienes escribimos y estamos en todo momento a la busca de un proyecto nuevo. Vi claro lo que quería escribir. Nada tendría que ver con lo que había leído en ese librito, pero sí había posibilitado que visualizara el proyecto. Al principio, un poco difuso, sin esquema previo, pero poco a poco fue tomando forma. La idea no era otra que, aprovechando que me encontraba lesionado y no podía correr, elaborar cada noche una reflexión sobre correr de pocas palabras y a esa reflexión acompañarle una fotografía, ambas cosas motivadoras para quienes gustan correr y leer sobre correr, pero también para quien no siendo corredor le guste leer prosa y poesía, porque también incluiría poesía. Resulta que había acabado de escribir el manuscrito del poemario 'Me iré con el primer viento', y había decidido excluir los poemas dedicados a correr, que conformaban un capítulo independiente. Abrazaba la idea de escribir algún día un poemario dedicado en exclusiva a este deporte. Así que la idea ya iba cogiendo forma, de hecho la tenía ante mí: incluir en ese libro de reflexiones los poemas. Al poco, consideré como muy razonable y lógico que fueran cuarenta y dos las reflexiones, iguales kilómetros que tiene la distancia mítica del maratón. Luego, ya estaba diseñado el proyecto. Ya solo faltaba corregir, reescribir, dar orden a lo escrito y buscar las fotografías muchas, de las cuales serían mías, pero otras las buscaría en banco de fotos gratis o de pago.
¿Será publicado algún día? No lo sé, en verdad, aunque sí tengo ya claro que de publicarse tendría que ser en papel, porque hay libros para papel y libros para digital.               

30 abril 2018

RECAPITULANDO PROYECTOS

Esta será una foto típica que irá en el breve libro
 'Reflexiones nocturnas de un corredor",
si bien en blanco y negro
Hola amigos. Actualizo un poco còmo configuraré los próximos meses en cuanto a publicaciones editables. Hay varios proyectos como sabéis, pero totalmente terminado tan solo el poemario 'Me iré con el primer viento', el cual quisiera que viera la luz sobre otoño. Mientras tanto, está ya bastante avanzado otro proyecto singular: 'Reflexiones nocturnas de un corredor' (título provisional). Son ya 33 las reflexiones hechas, por lo que ya solo quedan nueve. Además, incorpora varios poemas dedicados a correr y un total de veinte a treinta imágenes relacionadas con las reflexiones y los poemas, por lo que será una obra breve, de no más de 80 o 90 páginas y que quisiera se interprete como libro de consulta motivadora, sobre todo para corredores, pero también -en ello me esfuerzo- para no corredores. Es probable que esa pequeña obra también esté en la calle este mismo año en una edición con pocos ejemplares.
Por su parte, la novela corta, va a buen ritmo y es posible que esté acabada este mismo año, pero no será probable que vea la luz aún. Los demás proyectos deberán esperar porque son de más largo recorrido, como es el caso de la novela larga 'Donde los hombres íntegros' o esa publicación sobre cuestiones animales que podría integrar relatos, microrrelatos, poemas y reflexiones, que aún no tiene forma ni título. Algunas de estas publicaciones serán tan solo en versión digital, con opción de que pudieran salir en papel a través del servicio de CreateSpace; sin embargo, otras si tendrán su sello editorial, descartando casi por completo enviarlas a editorial alguna tradicional, toda vez que la tardanza es eterna y, casi nunca positiva. Y no lo lo digo porque tenga mala experiencia en ello. Lo poco que he enviado -Corriendo Entre Líneas- ha obtenido respuesta favorable pero hay que valorar bien si merece la pena o no.   


21 abril 2018

EN BUSCA DE LA FELICIDAD (EE.UU, 2006)

En busca de la felicidad¿Una película para quienes tengan lágrima fácil con un 7,5 en Filmaffinity? No suele ser normal. Sin embargo, el gran portal de cine (mi predilecto) no suele equivocarse, ya que las opiniones y críticas no son solo del público (que ya se sabe lo volubles que somos) sino también de críticos solventes. Por tanto, había que verla. Con Will Smith, que es un tipo creíble incluso cuando no interpreta comedias, como protagonista, algo que, en mi opinión, es una garantía, y lo digo porque me parece un actor potente.   
Así que me dispuse a verla. ¿Y qué vi? Una buena película basada en hechos reales bien contada y muy bien interpretada por el actor norteamericano. Una buena película, en la que has de tener presente en varios momentos que fue una historia real; de lo contrario, no sería difícil considerar que la imaginación del guionista es portentosa. Casi dos horas sin apenas un momento de tensión, a pesar de que no se trate de una película de acción, todo lo contrario. Y, sí, momentos duros en el aspecto sentimental, incluso para quien no sea de lágrima fácil. Porque el sueño americano, si es que existe, cuenta con unos caminos demasiado pedregosos en los que caer una y otra vez es fácil, muy fácil.       

14 abril 2018

¿QUÉ PASARÁ O NO PASARÁ CON MI POEMARIO 'ME IRÉ CON EL PRIMER VIENTO'?

Cuando acabas un libro, sueles quedarte mirando el borrador y te preguntas: ¿qué hago ahora? Es una pregunta que a medida que más experiencia tienes en la publicación de libros, más te haces. 
Desde fuera, sobre todo para gente que esté al margen de la edición y publicación de libros, la cosa puede ser tan fácil como meter el borrador en un sobre y enviarlo a una editorial importante para que ese borrador se convierta en libro. Tú, autor de la obra, crees en ella (¿quién va a creer más que tú?), entre otras cosas porque has estado muchos meses, quizá años, escribiéndola. Pero ocurre en esto de la creación que, el verdadero camino comienza cuando la obra ya está acabada. Es muy distinto a otras obras y construcciones menos prosaicas. Por ejemplo, tú necesitas reformar tu cuarto de baño y llamas a una empresa o a un albañil. Le cuentas a éste qué es lo que quieres hacer y los materiales que quieres instalar. Éste te ajusta un presupuesto, lo admites y ya está. Desde el punto de vista del albañil, basta con hacer su trabajo de acuerdo con lo encargado y punto. Sin embargo, cuando acabas un libro, una composición musical o un cuadro (a no ser que se trate de algo por encargo, que entonces no decides tú qué  y cómo crear), el verdadero camino comienza cuando has puesto el punto y final en el borrador. Así de perra es la creatividad, aunque es esa también su mayor virtud. Me explico.
Cuando te sientas a escribir un libro, nada ni nadie te impide qué y cómo escribir; es más, nadie te fija un plazo ni tan siquiera las horas que has de dedicarle cada día. Esa es la verdadera virtud de la creatividad libre. Su contrapeso es que publicarlo no es un camino de rosas. Por suerte, cada día está más en alza la autopublicación seria y consecuente (no la chapucera e inconsecuente). La otra opción es la tradicional. Por supuesto que a todos nos gustaría que nuestras obras las publicara una editorial grande, pero no a cualquier precio (al menos, esa es mi opinión). Porque hay un precio. No un precio material, pero sí en cuanto a aspectos que sesgan mucho tanto al autor como a su trabajo. Las editoriales tradicionales son empresas que quieren vender y si no lo hacen con tu libro, te olvidan. De hecho, cada día son más los autores que así lo reconocen y que, por eso, han decidido optar por la autopublicación. A eso hay que añadir los eternos plazos de estas editoriales para contestarte (para decirte que no, en la mayoría de las ocasiones, o ni siquiera contestar), para editar el libro, una vez admitido, para corregirlo, para sugerirte o imponerte cambios, para exigirte que te muevas en la promoción yendo en aquí a allá, para que vendas tu libro porque ellos solos no lo conseguirán, para, al final, dejar tu libro arrinconado en un frío almacén o en el anaquel más apartado de cualquier librería, con el añadido de que no dispones de los derechos de él hasta que pasen cinco años. Y en cuanto a tus derechos de autor, olvídate de enriquecerte, aunque se venda razonablemente bien. Todo lo que cuento se basa en alguna experiencia mía, que no he publicado con grandes editoriales pero sí en edición tradicional, y de lo que le he escuchado a autores que han tenido la decencia de contar la verdad de sus experiencias con editoriales grandes y prestigiosas.
Dicho esto (que es un rollo de mucho cuidado), mi decisión personal es que mi poemario 'Me iré con el primer viento' no será enviado a editorial alguna (lo hice a un par de ellas y lo valoraron muy bien, pero sus propuestas no me convencieron), sino que será autoeditado, muy probablemente en la mayor editorial y librería del mundo, la que está desafiando a todas las demás: Amazon.
¿Para cuando? No lo sé. Supongo que para después del verano.      

10 abril 2018

¿Y TENIENDO YO MÁS VIDA, TENGO MENOS LIBERTAD?

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¿Y teniendo yo más vida, tengo menos libertad?, se pregunta Segismundo en soliloquio de La vida es sueño de Calderón. Me vino esta frase a la cabeza porque, a pesar de estar escrita en 1636 parece repetirse en nuestras democracias occidentales. Esa 'más vida', debería ser la pauta, el elemento clave de nuestra libertad, pero todo parece conspirar para que tengamos menos libertad. 
La supuesta libertad de nuestras modernas democracias parece serla en esencia y cualquier observador la podría atisbar sin apenas esfuerzo -sobre todo si se tratara de un observador que ha vivido alguna dictadura-, sin embargo es una libertad bastante acartonada, como ese atrezzo invisible en el que vivía Truman en aquella inolvidable película, en la que todo el mundo actuaba, menos él. En esta ocasión, todos podríamos ser ese Truman, ese individuo que cree vivir en una libertad infinita, pero un día comprueba que un foco cae de algún lugar del cielo y que la lluvia no es uniforme.
Cada vez más se aprecia en nuestras vidas el control que se ejerce sobre los ciudadanos. En ocasiones, basándose en la seguridad o bien ejerciendo una presión fiscal brutal e injustificada. O bien, dejando al individuo sin amparo alguno, en una organización social que ya no se basa apenas en el reducto de la familia en el sentido que le dio Roma y otras civilizaciones a través de la denominada gens. Hoy día, el individuo queda solo, apartado en un rincón y el Estado tan solo estará interesado en guardar las formas, las apariencias y, en ocasiones, ni siquiera en eso. 
Desde el modelo, cada vez más en desuso, del Estado de Bienestar europeo hasta las economías liberales practicadas por cada vez más países y que tienen el espejo en Estados Unidos, el individuo ya apenas cuenta. Vivíamos en ese reducto de nuestras sociedades acomodadas, olvidando que tarde o temprano otras personas más desfavorecidas se asomarían al jardín de nuestra casa y, al poco, acabarían aporreando nuestra puerta. Se ha vivido de una manera estanca sin considerar que todo eso ocurriría, de manera que ante la avalancha globalizadora de un mundo superpoblado el individuo ha pasado de ser alguien a ser tan solo un número perdido en el universo y, a veces, ni tan siquiera eso. 
Por su parte, los Estados han seguido yendo a lo suyo, que no es otra cosa que ponerse al servicio de las grandes corporaciones, las verdaderas dueñas de todo, y dando la espalda cada vez más al individuo del que le interesa tan solo sus posibilidades estadísticas, demográficas y fiscales. Pocas veces se ha visto como ahora la soez distinción entre élites y pueblo, entre pueblo y chusma, entre chusma y escoria, todos viviendo bajo un mismo techo en una sociedad cada vez más caótica e insegura, en la que las Redes Sociales e Internet interpretan el mundo a su manera, pareciéndose cada vez menos al real. Un mundo virtual plagado de falsificación, noticias falsas y fakes en el que se fabrican y destruyen líderes con un solo movimiento de un mando a distancia o un ratón de ordenador. Si el avance de la civilización era esto, en algo hemos debido equivocarnos

02 abril 2018

JESÚS DE NAZARET, de Franco Zeffirelli (UK,1977)

La imagen puede contener: una o varias personas y texto   Quiso la casualidad o la providencia que la primera película que viera sobre la figura de Jesús de Nazaret fuera la versión de Zeffirelli y yo, que no soy un católico practicante, ya me enganché a ella de manera permanente, a pesar del buen número de versiones que el cine internacional nos ha dado sobre la máxima figura del cristianismo. No recuerdo si había leído antes o después El Nuevo Testamento, pero fuere como fuere comprendí que era la más fiel al mismo, sin entrar aquí en disquisición alguna sobre si el libro sagrado es real o ficticio, que es algo que me preocupa mucho menos. En todo caso, disfruté tanto con la lectura del libro como con el visionado de la película. Y lo sigo haciendo -con la visión de la película me refiero, que al Nuevo Testamento ya no he vuelto-. La tuve en formato VHS y la veía cada Semana Santa (reconozco que soy un poco clásico en la concepción del cine y sus épocas. Me ocurre igual en Navidad). Y aprendí con ella. No en vano cuenta con escritores acreditados como autores del guión, como es el caso del británico Anthony Burgess, y un elenco de actores que podría quitar el hipo al cinéfilo más empedernido, gente que ha hecho grandes cosas en el cine, como son los casos, entre otros, de James Mason, Peter Ustinov, Anthony Quinn, Laurence Olivier, Chistopher Plummer, Ralph Richarson, Ian Holm, Ian McShane o nuestro actor más internacional, Fernando Rey. Pero de todos, a pesar de que es un actor que posteriormente no ha llegado a ser conocido por el gran público, yo destacaría a Robert Powell, en la figura del protagonista, Jesús de Nazaret. Quizá uno de los grandes aciertos de esta película es haber contado con un actor con un físico que encarna la figura de Jesús tal y como nos ha sido transmitido a nivel iconoclasta o en pintura. Una imagen muy cercana a la que cualquier persona de este mundo, creyente o no, puede perfectamente tener en su mente. Muy creíble, ése sería el término más acertado. 
Una película que recrea la historia bíblica con enorme precisión, desde el nacimiento del profeta hasta su cruxificación y en la que cada protagonista asimila su rol a la perfección. Ayuda y mucho a crear ese ambiente la magnífica BSO de Maurice Jarre, que a mi me parece la más adecuada para este tipo de película. Además cuenta con unos diálogos muy precisos y un doblaje al español perfecto (no conozco cómo resultará en su versión original). 
Desde siempre había visto la versión corta, pero el año pasado vi en un centro comercial la versión extendida en formato BD y no pude resistirme a hacerme con una copia en la que se añaden más de dos horas nunca vistas anteriormente en el cine, por lo que esta Semana Santa, a pesar de haber visionado de nuevo la película que habitualmente veo sobre la figura de Jesús de Nazaret, he tenido la impresión de haber visto otra, ya que su metraje total es de casi seis horas y media, las cuales repartidas en tres funciones: Jueves, Viernes y Sábados Santos, se hace muy llevadera.       




UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...