15 febrero 2017

¿EDGAR ALLAN POE, AUTOR MALDITO? (IDEAL, 15/2/2017)

¿EDGAR ALLAN POE, AUTOR MALDITO?

Por José Antonio Flores Vera
                       

Hay escritores con fama de malditos. Y ya nada hará que cambié la opinión pública hacia ellos. Han crecido en la literatura con esa vitola, siendo su signo de identidad y su desgracia al mismo tiempo. Ha bastado con que un primer biógrafo les haya etiquetado como tales para que ya nadie desdiga ese atributo. Una etiqueta que les ha dado fama una vez muertos, pero que les perjudicó en vida. Que les ha posibilitado que se conozca universalmente su obra, a pesar de que jamás gozaron de las mieles del triunfo mientras vivieron. Ocurre no solo con escritores, también con músicos, pintores, escultores…Casi todas las ramas artísticas han contado con alguno o varios en sus filas.
            Entre éstos, circunscrito al plano literario, quizá el caso más singular haya sido el de Edgar Allan Poe (Bostón,1809-Baltimore,1849). Etiquetado, casi desde el principio con el sobrenombre de maldito, gran parte de su obra ha sido leída, juzgada y analizada bajo ese prisma, si bien podría tratarse más de un adjetivo histórico impuesto en algún momento concreto que de una realidad, sobre todo si leemos con atención la enorme, rigurosa y documentada biografía que fue escrita sobre él, en 1995, por el escritor francés Geoges Walter (Budapest, 1921-2014), el cual evita en todo momento – si no defiende- referirse a ese sobrenombre de maldito, sabedor que ya poco podría hacer, principalmente desde que un autor celebre, Baudelaire (etiquetado también como maldito) así lo calificara en su momento en otra peculiar y clásica biografía sobre Poe y su obra escrita en 1856.
            Ahora bien, para el autor de Las flores del mar, Poe tan solo contaba con la maldición de las letras y toda su vida fue una constante búsqueda porque se conociera y publicara su obra, casi siempre sin éxito. Y si leemos con atención la biografía de Walter no será posible encontrar en el autor de El cuervo a un creador herido por la maldición, sino a un incansable trabajador de la literatura y de la prensa que apenas lograba sobrevivir con su afanoso trabajo como redactor en varias revistas y periódicos y casi toda su vida consistió en la búsqueda de ese puesto fijo de inspector de aduanas, que jamás llegó. Quizá ésa sea la versión del escritor de Baltimore que menos se conozca o, tal vez, menos interese conocer porque el mundo editorial ha encontrado un buen filón gracias a su etiqueta de maldito. 
            Hechos más o menos contrastados o dudosos hicieron de Poe un maldito para sus contemporáneos y algunos biógrafos. Esas visitas nocturnas al cementerio (delirios de juventud) para ver la tumba de su platónica amada forma parte de ellos, pero también sus locuras etílicas, algo más dudosas, en palabras de algunos admiradores de su obra, así como su peculiar literatura alejada de la amabilidad y de las buenas formas, y su acerada crítica a muchos de sus colegas contemporáneos, bastaron para la construcción de la leyenda que hoy nos ha llegado sobre este autor. Lo que sí queda, más o menos claro para todos, incluso para sus detractores más furibundos, es su talento, sobre todo en la narrativa corta del cuento y el relato, así como para la poesía, faceta del autor norteamericano que es menos conocida, a pesar de que es casi más amplia que la narrativa.

            Y si la maldición tiene alguna aureola desde el nacimiento, sus detractores siempre dirán que murió (fue encontrado muerto en extrañas circunstancias en una calle de Baltimore) como vivió, envuelto en esa extraña maldición que queda muy bien para etiquetadores literarios, así como para quienes gustan de buscar una literatura gótica cuyo origen podría partir de su poema narrativo El cuervo, o tal vez, de su cuento El gato negro; o bien, auspiciadores de la literatura negra que bien podría tener su origen en Los crímenes de la calle Morgue. En todo caso -y es solo una opinión- nos encontramos ante un autor muy prolífico y con gran talento literario -insisto-, cuya hipotética maldición, de haber existido, lo hubiera postrado en la más absoluta inanidad creativa, cuando su vitalidad literaria está demostrada dada su ingente obra que incluye cuentos, relatos, poesía, novela e, incluso, ensayos tan peculiares como Eureka.             

29 enero 2017

CINE: THE PROGRAM (EL ÍDOLO) UK, 2015


Resultado de imagen de THE PROGRAMLa película 'The program" (El ídolo) dirigida por Stephen Frears, me ha parecido interesante. No cuenta con la calidad de otras que ha dirigido el buen director británico (The Queens,  Philomena), pero es una película acertada. Principalmente porque cuenta una historia que conocimos a través de los medios de comunicación generalistas y deportivos, pero no de primera mano. Se trata del continuado dopaje de la estrella del ciclismo Lance Armstrong, ganador de siete Tours consecutivos, dos más que Indurain. Una investigación llevada a cabo por los periodistas Pierre Ballester y David Walsh y que plasmaron en un libro. Una hazaña deportiva que sorprendió al mundo entero, sobre todo porque el ciclista norteamericano venía de superar un cáncer de próstata con metástasis en el cerebro. Todo ello se convirtió en leyenda  y le encumbró a lo más alto del ciclismo mundial, incluso en su país, Estados Unidos, muy alejado de los grandes circuitos ciclistas europeos y que comenzó a conocer esto del Tour, el Giro y la Vuelta cuando otro americano, Greg Lemond, ganó el Tour en tres ocasiones antes que Lance. 

Pero un buen día Armstrong fue desposeído de sus siete Tours y su medalla olímpica  y otras pruebas de importancia. 
Eran los años en los que comenzó a destaparse el dopaje en ciclismo y que costó la muerte a varios ciclistas como es el lamentable caso de un genio del pedal como Pantani. 
Todo se volvió oscuro y borroso en este deporte y todo el mundo estaba bajo sospecha. Unos delataron, otros callaron, pero ya nada fue igual. Incluso Contador fue salpicado y desposeído de un Tour y suspendido durante un tiempo. Un Contador que aparece en la película, destacándose la rivalidad con su compañero de equipo en el Astana, Lance Armstrong, al que venció en el Tour de 2011, si no recuerdo mal. 

Lance quiso regresar después del dopaje, y una vez levantada la sanción, pero ya nada fue igual. Incluso tuvo un final triste y casi poético, cuando sufrió una caída en la desconocida población palentina de Antigüedad con ocasión de su participación en la Vuelta a Castilla y León en 2009, y donde se le erigió un monumento, tal y como vemos en la fotografía. 

La película cuenta todo de una manera un poco agolpada y precipitada. Son de ese tipo de películas que hubieran necesitado al menos dos horas y media y no se hubiera hecho para nada larga. No obstante, cuenta con la virtud de contar por dentro los pormenores de todo este feo asunto del dopaje en el que estaban implicados corredores, directores y médicos, como es el caso del italiano Michele Ferrari, padre del dopaje moderno y sofisticado.         

19 enero 2017

NO ES PAÍS PARA PERROS (IDEAL 19/1/2017)

NO ES PAÍS PARA PERROS

Por José Antonio Flores Vera

Realmente, en España ningún animal tiene motivos para sentirse a gusto. Pero hablemos del perro por ser, quizá, -junto al gato- el animal más cercano al humano. Lo está desde hace decenas de miles de años o quizá más, pero aún no hemos aprendido a respetarlo como es debido. Y si no lo hacemos con el can, nuestro amigo, nuestro compañero de viaje, poco o nada podemos decir del respeto a otros animales, en teoría, más lejanos a nosotros, a los que tan solo le damos un determinado rol, ya sea alimentarnos, trabajar para nosotros, usar su piel o maltratarlos en plazas o festejos, sin que sean estos actos excluyentes de otros.
La expresión más clara de esa falta de respeto al perro son el abandono y el comercio, circunstancias que están más relacionadas de lo que se supone. Dos caras de una misma moneda, de consecuencias indeseables.
            Los refugios en este país no suelen ser públicos, sino montados por asociaciones de particulares, que dedican su tiempo libre y su dinero para socorrer a perros y gatos abandonados. Además, no suelen contar con financiación estable alguna y rara vez obtienen subvenciones públicas. Por tanto, la única posibilidad de poder seguir subsistiendo es a través de donaciones de particulares, rifas, venta de almanaques, camisetas u otros objetos y poco más. Por su parte, las instalaciones tuteladas o financiadas por las Administraciones Públicas (básicamente diputaciones y ayuntamientos), suelen considerarse perreras, lugares también hacinados, pero no tanto como los refugios, toda vez que cada poco tiempo los perros y gatos allí residentes acaban siendo sacrificados si no son adoptados. Y ahí entroncamos con otro problema generador del abandono: la compra de perros de raza. Ese mercantilismo sin sentido es muy nocivo en varios sentidos: 1) No favorece la adopción de perros abandonados, por lo general, mestizos. 2) Se trata de una actividad que fomenta el maltrato animal al obligar a las hembras a reproducir constantemente y a los perros a aparearse de manera obligada, al margen de los signos de la naturaleza. Por tanto, contamos con otra asignatura pendiente en España -una más-: la eliminación del mercantilismo con perros de raza, gatos y otras especies animales, porque es amplio el catálogo con los que se comercia. También la caza es un fuerte factor generador de abandono de perros, cuando éstos, por su edad y desgaste, ya no pueden cumplir la misión que de ellos espera el cazador.

El abandono se está limitando o eliminando por completo en algunos países de nuestro entorno, más avanzados en este aspecto. Medidas como la limitación o prohibición del comercio, más otras como la esterilización de los animales, la persecución eficaz en cuanto a la obligatoriedad legal del chip identificativo, así como una política favorecedora de la adopción de perros abandonados por parte de los poderes públicos está conllevando el sacrificio cero de perros y gatos y la disminución o eliminación definitiva del abandono, tal como ya está ocurriendo en Holanda y Alemania. De hecho, una buena parte de los perros abandonados en nuestro país, acaban siendo adoptados por ciudadanos de Alemania, principalmente. En España, ya se están dando algunos pasos gracias a una mayor sensibilidad de las nuevas generaciones y la irrupción de opciones políticas emergentes, que cuentan con catálogos de derechos animales, pero el camino por recorrer está aún recién comenzado. De hecho, en el plano legal aún siguen considerándose cosa, encuadrándose dentro de lo que reza el artículo 333 del Código Civil al establecer  que: “Todas las cosas que son o pueden ser objeto de apropiación se consideran como bienes muebles o inmuebles”, a pesar de que el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europa  en su artículo 13 reconoce a los animales como seres sintientes, es decir, seres vivos dotados de sensibilidad, y algunos Códigos Civiles de nuestro entorno (Francia, Austria, Alemania o Suiza, entre otros) ya han modificado el carácter de cosa dado a los animales, otorgándoles el significado de seres vivos dotados de sensibilidad. Porque estoy convencido que una sociedad que cuida a sus animales, evitando su sufrimiento, una sociedad que protege a sus seres más vulnerables, siempre será más avanzada y sostenible.

20 diciembre 2016

ESPÍRITU NAVIDEÑO (IDEAL, 20/12/2016)

ESPÍRITU NAVIDEÑO    

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                                                                                                              Por José Antonio Flores Vera

El espíritu de la Navidad. Todo el mundo habla de él en estos días. Pareciera que solo trabaja en estas fechas, algo similar a esa ocupación temporal de los desaliñados Santa Claus, mitad vagabundos, mitad pendencieros, que vemos por doquier en las películas americanas de este género. ¿Pero qué es en realidad eso del espíritu navideño? Lógicamente, la respuesta será muy variada en función de a quién se le haga la pregunta. Un niño podría decir que es ilusión. Eso sí, si no ha entrado ya en la vorágine consumista de todo el año y confunda ilusión con consumo. ¿Pero qué dirá un adulto? Y ahí ya pinchamos en hueso. Su respuesta puede ser tan compleja y desigual como lo sea su vida. Porque la Navidad, a pesar de que el término ya casi sea un sinónimo de consumo, encierra otras cosas que están en la órbita de lo más íntimo del ser humano. Y no me estoy refiriendo ni por asomo a cuestiones religiosas, sino a una época en la que mucha gente parece hacer un repaso de su existencia. Y, claro, cuando el saldo de ese repaso es deudor -como suele ser habitual, ¡ay! - a pocos les gusta ver falsas sonrisas beatíficas en los rostros de sus semejantes, como si estuvieran representando una farsa indigerible. De ahí que muchas personas odien estas fechas. Algo así a advertir que los sentimientos -los buenos y los malos- están a flor de piel y se tema por un estallido emocional sin precedentes. De ahí que se suela decir esa frase casi hecha de “no me gusta la Navidad”, argumentando que es todo hipocresía, consumo, reuniones familiares forzadas en la que sus miembros apenas se ven en todo el año (no en todos los casos, ¡eh!), comidas de empresa en la que puedes coincidir con gente a la que ni que conoces, no tragas o con la que ni te has cruzado un saludo en tu vida (aquí, sí, en casi todos los casos).
                Me pregunto -siempre lo he hecho- si no será ese desaforado consumo una especie de alivio, una especie de elemento que actúa como barrera protectora ante tanto sentimiento encontrado. Obviamente, ese consumo no es nada nuevo y pareciera que estas fechas lo conllevara. Lo sabemos por la literatura, por el cine, por la música, por la pintura…Todas las artes que han aludido históricamente a la Navidad se han representado casi siempre como momentos de mayor goce culinario, entreno de prendas, más consumo en la calle y un sinfín de hábitos que poco a poco han ido forjando las señas de identidad de esta celebración, a la que pocas culturas y religiones ya son ajenas. Por tanto, podemos estar de acuerdo en que poco o nada ha cambiado, por más que se diga que antaño se vivía la Navidad con otro espíritu. Podría parecer que era así, pero no, quizá lo que ocurría es que se vivía con muchos menos recursos, y cuando éstos son escasos el pretendido espíritu navideño parece que se hace un mayor hueco entre la chimenea y la mesa repleta de viandas. Luego, habría que sostener que poco o nada ha cambiado el ser humano, si acaso, gozamos en la actualidad de mayores recursos a los que solemos denominar, con cierto cinismo, espíritu navideño.           

28 noviembre 2016

LA DEMOCRACIA TAMBIÉN ERA ESTO (IDEAL, 28/11/2016)

LA DEMOCRACIA TAMBIÉN ERA ESTO

                                                                       Por José Antonio Flores Vera

Para mucha gente, tres duros golpes han sido infligidos a la democracia en un poco margen de tiempo: la nueva victoria del PP en España, en su momento más álgido de causas judiciales abiertas relacionadas con la corrupción, el Brexit británico, en uno de los peores momentos de la Unión Europea, por mor de la lastrante crisis, la inmigración y los problemas de cohesión, y la victoria del ultraliberal Trump en Estados Unidos, en una época convulsa en el mundo en cuanto a relaciones geopolíticas. Duros golpes avalados por muchos millones de votos, a los que habría que sumar los obtenidos por los representantes más radicales de países democráticos de medio mundo, pero principalmente europeos. Se supone que la democracia también era esto.
            Y es por eso por lo que conviene hacerse las preguntas adecuadas. Sobre todo, para intentar comprender cómo millones de votos de países con democracias consolidadas avalan lo que parece denostado por otros tantos millones de ciudadanos, incluidos los que habitan en estos países, y medios de comunicación generalistas de medio mundo.
            La democracia es un salto al vacío, en ocasiones sin paracaídas. Porque de eso se trata, de que no haya andamiajes ni estructuras que impidan esa libertad de voto, para cumplir la máxima que siempre ha ido unida a este sistema político de un hombre, un voto, por muy contrario que pudiera parecer a los intereses generales esa decisión elegida libremente en las urnas. De lo contrario, pudiera convertirse en un sistema amañado, en el cual solo es posible que el voto válido sea el impuesto por una mayoría políticamente correcta, que en ocasiones es más acartonada de lo que estamos dispuestos a creer, si no manipulada o tergiversada.
            En democracia hay que admitir los resultados que provienen de las urnas, siempre y cuando el sistema electoral se compruebe limpio y acorde con la ley. De lo contrario, se violenta el principio más sagrado de este sistema político, que parece ser es al que aspiramos la mayoría de los ciudadanos del mundo. Otra cosa es despotricar sobre la deriva del mundo, la falta de valores, de cultura, de compromiso…Son otras cuestiones distintas que necesitarían una valoración diferente.
            Quizá, lo más honesto y sensato sería preguntarse por qué medio mundo vota de manera tan sorpresiva para el otro medio. Por qué una mayoría de españoles decide que siga gobernando un partido inmerso en casos de corrupción tan graves, o un gran número de británicos aboga por alejarse de la Unión Europea, o millones de estadounidenses eligen dar la espalda a políticas de más calado socialdemócrata y optan por políticas ultraliberales. Porque no siempre la respuesta está en el análisis demoscópico de la intención de voto, sino que también hay que buscarla en los motivos que han provocado dar la espalda a otras opciones políticas, en teoría, más comúnmente aceptadas o, tal vez, no tan denostadas. Es importante en este aspecto que las opciones perdedoras comiencen a hacerse planteamientos serios sobre sus fracasos políticos y electorales, incluso antes de despotricar sobre esos millones de votos alejados de sus intereses. Preguntarse por qué sus opciones políticas son menos atractivas que las que ofrecen otros actores políticos con aparentes intereses contrapuestos a la mayoría. 

            Porque, insisto, la democracia también era esto.      

15 noviembre 2016

¿JUSTICIA FISCAL O ÁNIMO RECAUDADOR? (IDEAL, 15/11/2016)

¿JUSTICIA FISCAL O ÁNIMO RECAUDADOR?

Por José Antonio Flores Vera

Cuando el ciudadano común -acostumbrado a ser víctima de todo el poder junto o aislado- se indigna ante el desfalco que sufre su bolsillo, de manera casi invariable piensa en el poder económico y corporativo de los grandes bancos, los cuales cuentan con el privilegio de ser protegidos (rescatados) por el poder político, que más veces de las que debieran se dan la mano, si no es que no van de la mano casi siempre como inseparables compañeros de viaje.
            Sin embargo, ese ciudadano indignado casi nunca piensa en la amenaza para su bolsillo que suponen las Administraciones Públicas. Sí en los políticos de turno, que se supone son quienes las dirigen, pero casi nunca en esos grandes leviatanes de múltiples cabezas que son las Administraciones. Pero resulta que esos grandes monstruos también nos desfalcan cuando lo precisan, que es casi siempre. Lo hacen por las vías ya consolidadas y a fuerza de mucha y diversa propaganda institucional, casi siempre respetada solemnemente por la ciudadanía, que ve en el tributo una formula antigua, consolidada y justa. Eso es así en un plano teórico, además de avalado por los estudios más sesudos en derecho tributario, pero nadie debe dar por sentado que todo lo que jurídicamente es aprobado deba ser justo. Ni por asomo jurídico es siempre igual a justo. Los justo o injusto, quizá, pertenece más a la esfera del sentido común, mientras que lo jurídico o no es más propio de un artificio, un consenso político, no lo olvidemos.
            La teórica justicia fiscal, que busca o dice buscar no otra cosa que una redistribución de la riqueza, en más ocasiones de las debidas no es más que la improvisación de unos pocos, unas meras cuentas hechas con el único fin de atender los gastos de un estado, una autonomía o un ayuntamiento. Y si el gasto es desmesurado y pródigo, el tributo se elevará en la misma proporción. No espere el ciudadano que las más de las veces el tributo consista en una proporción justa que sirva para esa redistribución. Nada de eso. Y si a eso unimos la facilidad con la que se implanta, se recauda y se embarga (sin necesidad de intervención del Poder Judicial), tendremos las claves perfectas para preguntarnos si existe en realidad una verdadera justicia fiscal -y social en última instancia- o tan solo un ánimo recaudador.
            Podría considerarse que el ciudadano medio ve saciada su inquietante sospecha cuando verifica que la Administración en la que deposita su dinero por la vía impositiva, hace un verdadero esfuerzo para administrar esos fondos tributarios; cuando observa que existe un verdadero interés redistributivo, proponiéndose esa Administración como ejemplo de austeridad y gestión eficaz. Aunque también podrá suceder, al contrario: ese ciudadano podrá aumentar su inquietante sospecha cuando no ve otra cosa que despilfarro, deficiente gestión, parasitismo, ejércitos de asesores y políticos retribuidos por encima de su capacidad. Es entonces cuando comenzará a dejar de creer en la naturaleza jurídica del tributo, en el argumento de la redistribución y en todos esos tecnicismos que parecen hechos para ocultar la verdadera razón del tributo, que probablemente haya perdido ya a estas alturas su verdadero fin y no sea otra cosa que el instrumento depredador que utilizan las Administraciones para sostener ese gasto infinito, casi siempre absurdo y las más de las veces injusto. De hecho, es fácil constatar que una mayor carga fiscal casi nunca lleva aparejada una mejora de los servicios públicos, los cuales necesitan de otro tipo de financiación para que sigan funcionando, llámesele copago, multas, tributos parafiscales u otro tipo de ajustes, casi siempre a cargo del ciudadano que los demanda.    

             

25 octubre 2016

ATRAPADOS EN LAS REDES (IDEAL, 25/10/2016)

                                                                      
                                                           ATRAPADOS EN LAS REDES

                                                                                   Por José Antonio Flores Vera

Vivimos en un mundo cambiante. Y el cambio ya no es cíclico. Es mucho más inmediato y cada vez más urgente. Un mundo cambiante, cuya explicación teórica siempre llega tarde. Y cuando llega, ya es el momento de volver a explicarlo porque han cambiado las reglas y los hábitos. Arduo trabajo para los sociólogos, que supongo no darán abasto.  
            En todo ese cambio está jugando un papel decisivo la irrupción de las redes sociales, las cuales cada vez ocupan más espacio en nuestras vidas hasta el punto de parecer estar atrapados por ellas.  No solo a niveles básicos de entretenimiento, sino también a niveles trascendentales. Quítenle a las nuevas generaciones (y a las no tan nuevas) las redes sociales y les estarás quitando parte de su existencia. La comunicación, la información, los hábitos de consumo, las relaciones personales…Casi todo se sustenta en ellas. El mundo se comprende mejor a través de ellas. Para muchos, sin su impronta, el mundo es mucho más incomprensible, porque basan su éxito en hacernos creer que están diseñadas a nuestra medida.
            Pero, ojo, que hay trampa. Al margen de teorías conspirativas, que se circunscriben en el ámbito del control que se quiere ejercer sobre la humanidad a través de las redes sociales, lo que sí parece claro es que la visualización del mundo real a través de éstas jamás podrá ser una solución. El mundo físico, ya sabemos todos que es complejo, cambiante, inabarcable, inexplicable casi siempre y no será el mundo cibernético de Internet y sus múltiples efectos el que logre explicarlo. Por lo pronto, un individuo normal como nosotros, a lo largo del día, tendrá ocasión de ver miles de imágenes a través de los diversos dispositivos con conexión a Internet. Imágenes que pretenden transmitir algo, ya sea ideológico, lúdico o testimonial. Una información que nuestra mente no podrá procesar en absoluto y que nos apartará de tareas que exigen concentración -aunque a priori no lo percibamos- como es la lectura, el estudio o una charla íntima con los amigos o la familia. Tal vez ése sea el efecto más pernicioso y perjudicial de todo ese mundo digital que nos atosiga, en el que todo el mundo tiene ocasión de plasmar sus ideas y sus gustos a través de palabras o imágenes. Toda esa vorágine diaria, probablemente, nos aparta de lo que, quizá, no debería jamás desprenderse el ser humano y que tantos siglos ha tardado en conquistar. Me refiero a la lectura. En mi opinión, una de las acciones humanas más trascendente. O, incluso, la contemplación de una obra de arte o la visualización de una magnífica película clásica, por poner algunos ejemplos. Sí, sin lugar a dudas, toda esta vorágine digital -que lejos de detenerse va en aumento- nos va apartando de esos actos esenciales para la formación del individuo como tal. De hecho, la propia literatura, el arte y el cine, por hablar de tres elementos fundamentales en nuestras vidas, cada vez se adaptan más a esa era digital, convirtiéndolas en otra cosa distinta a lo que eran. Una literatura de consumo efímero y digitalizado o una contemplación artística a través de los píxeles de la pantalla, son cosas distintas, habría que denominarlas de otra forma, pero no de manera similar a como se denomina la sensación que produce el tacto de un libro o la contemplación de una obra de arte original en una pinacoteca.    

              

12 octubre 2016

¡SEAN MUNÍCIPES, NO PARTIDISTAS! (IDEAL, 11/10/2016)

¡SEAN MUNÍCIPES, NO PARTIDISTAS!

                                       Por José Antonio Flores Vera

Formar parte de una sociedad en la que toda decisión política sea partidista no es tarea fácil. El ciudadano medio observa con sentido común que algo va mal en su ciudad e instintivamente piensa en el poder correspondiente, que suele ser el municipal. Y es posible que actúe en consecuencia y exija un arreglo o una solución al problema que le afecta, porque el ciudadano, por muy asqueado que esté de la situación política, por muy escarmentado que esté del partidismo político, siempre es menor de edad en cuanto a esperanza, ilusionado porque algo tenga, al final, solución. Pero no, se dará de bruces, siempre se dará de bruces.
            Y viene a cuento esta reflexión por lo que uno observa a diario en esta ciudad. Digamos, que hay tres o cuatro proyectos importantes que tienen que ver la mayoría de ellos con las infraestructuras y equipamientos públicos. No apuntaré con detalle cuáles son porque están a diario en las páginas de los medios de comunicación como éste y sería una tautología enumerarlos. Algunos de esos proyectos se deben a iniciativas estatales y otros a autonómicas; y sabemos que en pocas ocasiones ha habido coincidencia de partidos en ambos poderes territoriales. Por tanto, siendo eso así, la guerra está servida. Si el signo político del consistorio está en la línea del estatal, se defenderán los estatales y se criticarán los autonómicos; pero también puede ocurrir lo contrario. En Granada, en poco tiempo, ha sido muy visible ese partidismo al haberse sucedido un extraño cambio político en el ayuntamiento, inédito hasta ahora. Si hace unos cuantos meses, los proyectos que estaban en la agenda del consistorio granadino como prioritarios era el soterramiento y la estación del AVE, dirigiéndose las críticas hacia el PTS o el Metropolitano, ahora ocurre todo lo contrario. Todos estos proyectos están resultando desastrosos o inacabados, pero eso no parece importar a los munícipes granadinos. Lo importante no es otra cosa que la defensa de los proyectos que emanan de organismos dirigidos por su respectivo partido.
            Desde luego, todo esto no lo interpreta el ciudadano medio como algo serio. Es más, lo interpreta como un nuevo descrédito hacia la política. Sobre todo, porque se trata de algo que debería de estar por encima de opciones partidistas; se trata de la ciudad en la que vivimos, la que hemos construido entre todos. Los proyectos pueden ser buenos o malos, necesarios o no, pero jamás deberían ser partidistas. Un alcalde, un concejal, cuando opta a un cargo debería vestirse con la chaqueta institucional y no con la del partido, a pesar de que eso sea un riesgo para su permanencia y futuro en el mismo. La gravedad del cargo, la responsabilidad del mismo, debería ser más que suficiente para indicarle al partido que lo importante es mi ciudad. Ha habido casos así en España, casos destacados e históricos en los que el munícipe ha brindado con los ciudadanos los éxitos y los fracasos y no con el partido. He conocido y me he documentado sobre algunos casos concretos y he constatado que ese alcalde, unido al pueblo y no a su partido, ha obtenido más victorias y más amplias y mayores parabienes que el que ha optado por seguir los dictámenes de su partido. Porque, en realidad, quien pone y quita alcaldes no es el partido en sí, es el pueblo soberano, que deposita cada cuatro años su papeleta en la urna y que, a pesar de que no exista un sistema de listas abiertas en el ámbito municipal -ni en ningún otro-, el candidato a la alcaldía es siempre el visible e importante. La no observancia ciega de los dictámenes del partido siempre se premia en democracia.

            Lamentablemente, eso no está ocurriendo en Granada y podría ser una de las causas de lo complicado que es poner en marcha un proyecto serio en esta ciudad.         

04 septiembre 2016

TRES COMENTARIOS ANTIESPOILER DE MIS ÚLTIMAS TRES PELÍCULAS VISTAS: AGENTE CONTRAINTELIGENTE, BATMAN V SUPERMAN: EL AMANECER DE LA JUSTICIA Y EL NOVATO.

Hago tres  breves comentarios antiespoiler de tres de las últimas películas vistas:

AGENTE CONTRAINTELIGENTE (UK, 2016)

Antes de ver esta película conviene saber que se trata de Sacha Baron Cohen. Y esa información ya nos debería inmunizar lo suficiente para tener el arrojo de verla. Ya sabéis, humor fresco -a veces muy bueno-y escatología salvaje, desagradable casi siempre, no apta para estómagos sensibles. Ese es el estilo de este humorista británico. Al que se ha dedicado de manera exitosa la mayor parte de su irrupción en el cine, tanto como guionista como de actor. O se toma o se deja. Lógicamente, alguien tiene que hacer este tipo de cine, medio friki, medio humorístico. Y quién mejor que Sacha, que lo borda, como ya nos ha demostrado con Borat o El dictador. No obstante, es un actor con registros porque se le puede ver como actor de reparto en películas 'más serias'. 
En Agente contrainteligente se parodia el prestigio de los agentes del M16 británico tan recurrente, tanto para cine serio como para cine humorístico (Superagente 86, Johnny English). Muy divertida, a pesar de que han tenido la ocurrencia de que salga Penélope Cruz, perdón, Pen. 





BATMAN V SUPERMAN: EL AMANECER DE LA JUSTICIA  (USA, 2016) 

He reconocer que hay dos tipos de espectadores: a quienes les gusta la pelis basadas en cómic y a los que no. Yo soy de los primeros, si bien no fui capaz de terminar la última de Los Vengadores. Pero ésta me ha interesado sobremanera. Pero no por las escenas de acción, desde mi punto de vista, lo más vulgar de la película (tal vez, porque ya estamos saturados de ellas y de tantos efectos especiales). De esta película me interesa el significado interno y la estética. Pero lo que más, el inquietante asunto del bien y del mal, que no llega del subsuelo, como siempre hemos creído o nos ha contado el catolicismo, sino de arriba, de otros mundos, algo que cada vez es más frecuentes encontrar en cine y en vídeos conspiranóicos de Internet. Mantengo la idea de que los guionistas de cine cuando escriben su libreto no siempre tienen tanta imaginación (eso es también inquietante). De todas formas, siempre me ha interesado el tratamiento que da el cine de Hollywood a los superhéroes de Marvel y más si aparece de por medio los inquietantes relatos de Gotham, basados en la obra gráfica de Alan Moore. No es la mejor película de superhéroes, advierto, pero merece también la pena.




EL NOVATO (FR, 2015) 

Magnifica película. Muy seria y arriesgada. Un producto muy bien conseguido: la adolescencia difícil vista desde detrás de una cámara. Que nadie se engañe, no se trata de la típica comedia norteamericana de adolescentes atribulados, consentidos y aburridos (o todo junto). Es otra cosa. En primer lugar, se trata de cine europeo, cine francés consecuente, que no aspira a dar mensaje moral alguno (es quizá lo que más me ha interesado de esta película), sino que deja fluir situaciones de cualquier adolescencia hasta penetrar en la nuestra propia. De hecho, su joven director (¡es su primer largo!) se aparta de la familia como unidad, para centrarse en la vida de chicas y chicos en, quizá, su edad más difícil. Un aprendizaje del mundo y de las relaciones que define muy bien cómo de buenas personas o de malas personas, cómo de frívolos o profundas, como de consecuentes o inconsecuentes, seremos en el futuro. Un canto a los valores y al libre albedrío. Muy, muy interesante esta película, que aconsejo ver.        

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...