01 octubre 2013

RELATO: EL VIAJERO SIN MEMORIA

No recuerdo en qué momento olvidé el número de la habitación que me habían asignado esa misma mañana en el hotel de ciudad en el que me alojaría durante cuatro noches. Para colmo, tampoco encontraba la tarjeta digital que seguramente me habían entregado en recepción en ese momento de excitación, confusión y nerviosismo que sufro siempre que llego a algún hotel.  Probablemente se tratara de uno de esos olvidos livianos que acaban creciendo exponencialmente hasta agotar por completo toda energía por intentar recordar. Había pasado una noche sumido en sueños febriles y tenía sensación de haber perdido cierta noción del tiempo. En estos sueños yo era un viajero errante que se encontraba siempre en el hall de algún hotel de ciudades lejanas. Era común que en los últimos meses tuviera ese tipo de sueños.
               Es más, no era la primera vez que había sufrido esa crisis de la memoria, pero en mi propio ámbito domiciliario no suponía ningún tipo de problema porque todo me era familiar y acababa finalmente recordando. Las calles, la silueta de los edificios, los establecimientos comerciales, incluso, los rostros de las personas con las que me cruzaba en la calle me eran totalmente reconocibles y bastaba con hacer un pequeño esfuerzo y asirme a elementos comunes para acabar recordando. Pero en aquella ciudad tan alejada de la mía nada me era familiar ni reconocible. Nada sería igual, por lo que esos olvidos podrían acabar por convertirse en un problema.
               De todas formas, el olvido del número de la habitación no debía suponerle. Cuando haya regresado al hotel, daría mi nombre e, inmediatamente, el atento personal de recepción me daría amablemente una nueva tarjeta digital para acceder a mi habitación. Sería uno de los asuntos más comunes que solían atender a diario. Así que dejé de preocuparme y decidí sumergirme en la ciudad y disfrutar de sus calles, de sus museos, de sus restaurantes y de sus espectáculos. Sin lugar a dudas, era la ciudad española que con más ahínco deseaba visitar y estaba cumpliendo un antiguo sueño. No iba a permitir ahora que un asunto menor me lo estropeara.
               Cuando regresé al hotel inmediatamente indiqué que había extraviado la tarjeta y que no recordaba el número de la habitación. La joven que atendía la recepción, a la que no conocía porque seguramente había entrado en un nuevo turno, me sonrió con condescendencia y me preguntó por mi nombre y apellidos. Me llamo Juan Bermúdez -le dije con seguridad-, e inmediatamente ella comenzó a teclear mi nombre en el ordenador. Su sonrisa inicial se fue desdibujando poco a poco hasta que finalmente me dijo con cierto tono de preocupación que mi nombre no se encontraba registrado en el hotel. Es imposible -le dije- he llegado esta misma mañana. La chica me miró con cierta preocupación que, probablemente fuera debida más a su falta de pericia en encontrar mi nombre que al hecho de no estar yo registrado. Siguió tecleando no se sabe qué en el ordenador, pero al no encontrar resultados satisfactorios y tras dudarlo unos segundos, descolgó el teléfono y habló con alguien en un tono levemente servil. Aguarde unos minutos -me indicó- que enseguida vendrá el gerente a hablar con usted. No pude evitar indignarme un poco toda vez que mis escasos días en la ciudad ya comenzaban a complicarse.
               A los pocos minutos llegó un señor joven, pulcramente vestido, que se presentó como el gerente del hotel. Lamento comunicarle Señor Bermúdez -me dijo con educación y tacto profesional- que usted no se encuentra registrado en este hotel. Según nuestros datos -continuó diciendo- la reserva para estos días la hizo usted en un hotel de París, perteneciente a nuestra cadena.          

29 septiembre 2013

ALMUÑECAR, UNA VISITA

Playa de Velilla. Fotografía de José A. Flores
He estado en Almuñecar para participar en la prueba de fondo anual y tras recorrer gran parte de la población corriendo, posteriormente, lo he hecho en coche y paseando. Tras acabar la prueba, no deseaba quedarme hablando de la carrera (tras correr lo que menos quiere uno es seguir hablando de correr) y he optado por embelesarme con la ciudad más turística de la llamada Costa Tropical, que se corresponde con el litoral de la provincia de Granada. 
Un embelesamiento que se consigue si la visita no se hace en los meses de temporada alta, porque la antigua Sexi fenicia gana mucho cuando no hay veraneantes. Todos nos consideramos únicos, es lógico que sea así, y tomados de uno a uno no nos consideramos masa, pero lo somos si coincidimos con otros miles; otros miles de muy distinto pelaje, de muy distintas costumbres y hábitos, los cuáles se relajan y vulgarizan en periodo de vacaciones. La suma de todo eso hace que Almuñecar -y casi cualquier ciudad costera señalada por la vara mágica del turismo- sea totalmente insufrible en los meses veraniegos. 
Pero fuera de esos meses se convierte en una población con encanto natural, a pesar de las barrabasadas que han ido implementando los alcaldes que se han sentado en la poltrona municipal (en el caso de Almuñecar ha sido uno, casi siempre). Por tanto, hoy he disfrutado de una magnífico paseo por la antigua ciudad de origen fenicio. Y gracias a su poca gente he podido observar con deleite ese mar mediterráneo que llega rebosante y tranquilo hasta sus puertas; un mar al que observo un progresivo cambio de color en función de la luz del cielo: azul cuando sale el sol; gris cuando se ha nublado. He recorrido su costa de punta a punta; he visto sus vistosos restaurantes y chiringuitos y he observado el mar cuando llega espumoso a las piedras de la playa (no es una costa de arena). 

Desde la naturista Playa del Muerto, mirando hacia la zona oriental, el color del mar se metamorfosea con el cielo creando matices de colores sorprendentes. Fotografía de José A. Flores

El mar de la vertiente occidental de la Playa del Muerto ofrece un tono de luz algo más azul contagiada por el cielo. Fotografía de José A. Flores
En la Playa del Muerto he observado cómo las gaviotas andaban tranquilas por la orilla, acechando la presencia de algún pez que se acercara a la misma orilla; de pronto, las he visto planear a ras de mar para volver de nuevo a la orilla, disfrutando de un ejercicio que probablemente no han podido hacer en los últimos meses. 
Las gaviotas se sienten dueñas del territorio y del mar en estos meses de ausencia de veraneantes. Fotografía de José A. Flores 
La poca presencia de gente posibilita que no exista apenas ruido, tan sólo el de las olas cuando rugen tímidamente al tocar tierra. Y los pocos paseantes por el paseo marítimo mostraban un sosiego que es imposible en los meses anteriores. Seguramente, esos paseantes son de otro material y aguardan a que la masa se diluya para tomar ellos el relevo. Lógicamente, viéndoles pasear tranquilos yo los prefiero a los anteriores. 
Me agrada extraordinariamente saber que puedo aparcar el coche donde desee. Observar un vista bonita y detenerme a contemplarla; oler un buen olor a cocina y otear el establecimiento para tomar unas cervezas y unas tapas. Pero, sobre todo, pasear por la orilla de la playa. Un ejercicio tan sencillo, que se convierte en imposible en temporada alta. 
Almuñecar tiene castillo, -el de S. Miguel- y contemplándolo en su soberbia ubicación, uno puede comprende la motivación de las diversas civilizaciones por tomarlo. La perfecta visualización del mar desde sus almenas lo convirtieron en enclave único. No está clara su procedencia fenicia, pero es probable que en el periodo púnico ya estuviera construido. Pero fue el genio arquitectónico árabe el principal culpable de su existencia. No en vano Abderramán I penetró en la península por la costa sexitana en el año 755 de nuestra era. Fue adscrita administrativamente a la Cora de Elvira, ciudad importante que estuvo ubicada en la ladera de Sierra Elvira, entre Pinos Puente y Atarfe.
Ciudad codiciada por la civilización romana por su ubicación y su sólida industria del salazón del pescado ya asentada en periodo fenicio. Impronta que se deja ver en los diversos restos romanos -acueducto incluido- que han aflorado en la ciudad, que llegó a tener moneda propia.   
Hoy día, muchas de estas arquitecturas del pasado se ha perdido por el paso del tiempo y la constante agresión turística e inmobiliaria, pero otras muchas se conservan. Y en días como éstos, sin la masiva presencia de veraneantes, es posible disfrutarla. 

Desde el chiringuito de Velilla las vistas diáfanas de la playa y la costa son fantásticas. Ojalá fueran posible todo el año. Fotografía de José A. Flores
Me dirijo hacia la zona de Velilla, centro turístico masificado por excelencia y la encuentro casi solitaria. De esa forma es una delicia pasear por su playa y contemplar a lo lejos cómo se dibuja la costa en dirección a Salobreña. Descubro un chiringuito-restaurante que me ofrece casi todas su mesas con vistas a la playa libres y allí me siento a tomar unas cervezas. Lo que tengo en frente es el ancho mar Mediterráneo que ahora posee un bellísimo color grisáceo y me digo que sería ideal que este espectáculo de vistas y tranquilidad se pudiera disfrutar todo el año. 
Cuando enfilo la carretera ya puedo ver a lo lejos Salobreña. La antigua carretera -que lo será mientras no haya autovía- es peligrosa pero su ubicación es preciosa. Desde el coche se observa como un balcón gran parte de la costa granadina y Salobreña te saluda desparramando sus encaladas casas por ese promontorio que preside su fértil vega y el mar y en cuya cúspide se dibuja el famoso castillo árabe metamorfoseado con la roca. Y es que en realidad, me digo mientras conduzco, Granada posee una costa única, que la distingue de las propias de las provincias limítrofes. Una costa que desde La Herradura hasta La Rábita-El Pozuelo atesora matices distintos y únicos y que, por suerte, no está aún tan mancillada y desarrollada (desarrollo en España equivale a destrozar impunemente el paisaje en pos de la economía salvaje, la cual favorece tan sólo a unos pocos: los especuladores y los políticos) como la de su vecina malagueña. Bendita crisis, me digo.        

28 septiembre 2013

'NESSUN DORMA', ARIA DE LA ÓPERA TURANDOT DE PUCCINI

Hay operas que a pesar de no alcanzar el siglo de edad ya se han convertido en un clásico. A la altura de otras con tres siglos de presencia. Una de estas operas eternas es Turandot del italiano Giacomo Puccini (que dejó inconclusa al alcanzarle la parca). 
Y dentro de esta ópera uno jamás se cansa de escuchar el 'Nessun dorma', un aria del acto final de la ópera. 
Aquí la reproduzco en un vídeo de YouTube interpretado por el tenor italiano, no menos talentoso, Andrea Bocelli. No os lo perdáis: 

    

26 septiembre 2013

UNA PERSPECTIVA DE LA ALHAMBRA

No diré que se trate de una imagen inédita, porque casi nada de la Alhambra lo es. Pero no conocía la Alhambra desde esta posición, desde este carmen, denominado de la Victoria, en cuyo lugar estuve para asistir a la presentación del libro de un amigo, José Luis Serrano, que se ha metido a fondo con una perspectiva muy original sobre la construcción del monumento nazarí y que relata en su novela histórica recién salida de imprenta, 'La Alhambra de Salomón' (Ed. Roca) del que hablaré en su momento.   Foto de José A. Flores

24 septiembre 2013

EL ALCALDE DE GRANADA (UNA CRÍTICA)

Tenía ganas de criticar al alcalde de mi ciudad -Granada- y no sabía cómo hacerlo. No quería desperdiciar un artículo en Ideal en ese asunto (cada vez toco menos los asuntos políticos) y he pensado: pues utilizo mi blog, que para eso lo tengo, a pesar de que tampoco quiero enmierdarlo con asuntos políticos de poca monta. Pero en fin, tan negativo es lo mucho como lo poco.  
Lógicamente, no criticaré cómo es o no es a nivel personal porque no le conozco (hablé una vez con él una ocasión cuando yo era concejal y no me pareció mal tipo. Al menos, no le vi esa arrogancia que observaba en dirigentillos socialistas), pero sí lo haré en cuanto a la forma de entender la ciudad. Tampoco se trata de señalarlo como el más malo, porque en ese aspecto ha tenido serios rivales, que incluso le superan. Éste, al menos, tiene aspecto de bonachón.    
Sin ir más lejos este alcalde al que critico, hace unos días, hubo de desdecirse de una obsesión que tenía en mente y que le puso en contra de toda la ciudad, incluso, de miembros de su propio partido, el pepé. Tenía la desfachatada idea de montar la estación del futuro AVE, ése que jamás será AVE, o al menos no lo será cómo lo es el de Málaga, Madrid, Sevilla u otras ciudades más ricas y/o privilegiadas; tenía la desfachatada idea, decía, de abandonar la estación de tren que lleva situada desde siempre en un sitio magnífico y muy bien comunicado de la ciudad, en la Avenida de Andaluces, para hacer una de nueva planta en un barrio de las afueras -el mío precisamente-, por la simple razón de que uno de los ramales del tren entra por esa zona y porque es más barato. Lógicamente, ni propios ni extraños veían la estación dónde él decía. Mirabas los terrenos -yo hice ese ejercicio- y no había forma de imaginarse ahí la estación. 
Pero el buen hombre lo que quería era no contradecir a su partido, pero ni su propio partido había dicho nada sobre la ubicación de la estación; es más, el proyecto inicial de sus colegas del gobierno central lo pensaron para la actual. Lo que el hombre quería era ahorrarle dinero a sus colegas del gobierno de Madrid y, de camino, seguir haciendo amigos para seguir de alcalde o, quién sabe, aspirar a algo más. 
Pero ha sido tan enorme la respuesta de todos los sectores sociales, económicos y políticos de la ciudad que al final el propio gobierno -sus colegas del gobierno- han dicho que se deje de monsergas y que piense en reformar y ampliar la estación original. Incluso hubo de venir la ministra del ramo para garantizar que la estación del AVE -o lo que sea- sería la actual. Pero, en fin, al menos hay que destacar que el político-alcalde rectificó, algo que no es muy habitual en este país, dónde la prepotencia y la arrogancia de los políticos llega a cimas surrealistas. Para colmo de contradicción, él mismo propuso que las sempiternas obras del metro se adentraran -un obrón que tiene la zona de La Caleta hecha unos zorros- cerca de la estación, lo cual tiene su lógica. Luego, ¿si había propuesto ese obrón, a qué venía eso de que la estación se construyera en las afueras? 
Y es que, además, este alcalde cuenta con una obsesión que no le deja dormir: sacar todo lo que moleste del centro de la ciudad; ubicar todo lo que moleste en los barrios.  Y dejar el centro tan sólo para los turistas, la gente bien y la Semana Santa (no ha dudado en gastarse un pastón en arreglar una de las calles más simbólicas y céntricas de la ciudad y hacerla a  imagen y semejanza de los tronos semanasanteros que la abarrotan cada año. Me refiero a la calle Ganivet), que en ésta sí que pone el hombre interés y energía. Él y su equipo de gobierno. Yo los he visto emocionarse a todos cuando presentan el cartel oficial cada año. Y en el pregón observas cómo sus rostros se iluminan y sus ojos se convierten en húmedas piezas vítreas. 

22 septiembre 2013

RELATO: EL INDIVIDUO DEL CEMENTERIO

Soy corredor y una de mis inquietudes como tal es buscar rutas nuevas, alternativas, distintas. Así que de tanto buscar y calibrar, tengo toda una colección de trayectos de todo tipo: en llano, en cuesta, terrenos serpenteantes, rompepiernas..., pero nunca había hecho la ruta que decidí hacer la otra tarde; o al menos, no idéntica ruta.  
Las tardes cada vez son más cortas, así que decidí comenzar el entrenamiento en una zona cercana a casa. Haría nueve o diez kilómetros, la distancia justa para que la luz del día diera paso a la arrebatadora luz de la noche. El sitio elegido fue a la salida del pueblo de Albolote, cerca de Granada. Dejaría el coche justo en la puerta del cementerio de la localidad que, curiosamente, se encuentra al final de la calle principal de la población y desde allí iniciaría mi ruta. El cementerio es el último inmueble -por llamarle de alguna forma- de la calle y de la población y tiene vecindad directa con las últimas casas del pueblo. Inmediatamente me adentraría en la carretera que conduce al Torreón y en un momento concreto, cuando el GPS reflejara una distancia aproximada de cuatro kilómetros y medio, me daría la vuelta. Sí, haría nueve en total.
El calculo fue correcto y el final de la ruta, como preveía, me sorprende casi anocheciendo en el puente anterior al cementerio, desde cuya posición alta existe una diáfana vista al mismo. El claroscuro azulado que proyecta la luna nueva, que emerge bellísima tras las estribaciones más altas de Sierra Nevada, mancha las lápidas de blanco mármol y dibuja un espectáculo magnífico que disfruto con delectación toda vez que ya estoy llegando a mi destino y he tenido unas sensaciones magníficas. Se trata de uno de esos momentos de dicha que solemos tener los corredores cuando estamos acabando un entrenamiento agradable.
Cuando llego al coche, la calle, quizá por respeto al vecino cementerio, se encuentra en completo silencio interrumpido tan sólo por algún que otro vehículo que accede a la población. El negro manto de la noche me sorprende cambiándome las zapatillas técnicas por las de descanso y estirando, mientras saboreo una manzana. Percibo que ya es completamente de noche gracias a la presencia cada vez más notoria de la mortecina luz de las farolas adosadas junto a la tapia del cementerio. Miro al mismo y observo cómo los negruzcos cipreses recortan sus inquietantes formas en el cielo, que posee un extraño color azul cada vez más oscuro. La luna ya se ha apoderado de los astros de la noche y el sol ya se ha ido hacia otras latitudes. Estoy inmerso en esos pensamientos y no percibo que a pocos metros de donde estoy estirando se encuentra una persona que me mira fijamente. Se trata de un hombre de mediana edad, de estatura media y complexión delgada. Me sorprende la blancura de su tez y sus ojos cóncavos. Viste ropa ajada y sus movimientos son lentos. Me mira con fijeza y con cierta curiosidad, pero es algo a lo que estoy acostumbrado porque a mucha gente le resulta curioso ver a un tipo en paños menores cambiándose junto al maletero de su coche. Entonces, de pronto, el individuo comienza a hablar conmigo. En un primer momento no comprendo lo que me dice porque posee una pronunciación algo extraña, pero estoy muy acostumbrado a hablar con gente desconocida cuando corro e inmediatamente atiendo a lo que quiera que me esté diciendo. ¿Cuántos kilómetros has hecho? me pregunta, como si me conociera de toda la vida. No me sorprendo, porque esa pregunta también me la hacen con frecuencia. Pero ocurre que ya me he acostumbrado a contestar de una manera u otra si quien pregunta es corredor o no lo es. Creo que éste no lo es y le contesto que he hecho nueve, un buen trote, añado, para no mostrar prepotencia. 'No me parece mucho', dice ante mi sorpresa, y añade enseguida: 'yo fui corredor en otro tiempo, pero no pude seguir corriendo porque tuve un grave accidente'. Yo seguía cambiándome y estirando, pero me interesó lo que decía y alcé la vista para decirle que lamentaba que no pudiera seguir corriendo. Pero el individuo ya no estaba allí. Me extrañó mucho que desapareciera de golpe; es más, me pareció una falta de consideración, toda vez que fue él el que inició la conversación. Rodeé el coche y llegué hasta la misma puerta del cementerio, pero no lo vi por ninguna parte. Eso me pareció irreal, incomprensible, pero intenté no darle más importancia. 
Acabé de cambiarme y me dispuse a entrar en el coche para marcharme a casa. El negro manto de la noche ya había caído por completo, por lo que los faros del coche son la única luz que me permite ver la cerrada y ajada cancela negra de hierro que da acceso al cementerio. Al maniobrar para dar la vuelta al coche y enfilar en dirección contraria a donde estaba aparcado, el halo de luz del faro derecho penetró directamente en el interior del cementerio, pudiendo observar con nitidez las primeras cruces y tumbas; y fue entonces cuando vi de nuevo a aquel individuo que había hablado conmigo minutos antes junto a una de esas primeras tumbas. No comprendía cómo había entrado dentro sin que yo lo hubiera advertido. Se encontraba de pie, quieto como una estatua y con la tez aún más lívida e inexpresiva, mirándome fijamente como había hecho minutos antes. Incluso, a pesar del desagravio anterior, alcé la mano para despedirme pero no devolvió el saludo.
Y aunque en ningún momento le vi portar herramienta alguna, decidí considerar que debía tratarse de un operario municipal haciendo algún trabajo urgente que no podía esperar, a pesar de las horas tan intempestivas.            

21 septiembre 2013

DE NUEVO, AMORPHIS (Finl. 1990-act.)

He estado escuchando completo el concierto ofrecido por Amorphis en el último Wacken -hace un mes y medio aproximadamente- y cada vez estoy más convencido de que esta banda escandinava no tiene par. Sin lugar a dudas se trata de una banda, que si se tratara de un libro podríamos ponerla en los anaqueles de los incunables. 
He hablado ya en otras ocasiones de esta banda finlandesa, que tiene un nombre que se corresponde muy bien con su estilo: amorfo, sin forma. Están muchos más interesados en crear que en adscribirse a ningún rama metálica concreta, si bien partieron en su origen del  Death Melódico que ya no cultivan y se adentran con bastante frecuencia en el Doom, pero para mí que están muchos más interesados en estilos metálicos más vanguardistas. Fuere lo que fuere, la realidad es que suenan muy bien y al ser tan heterogéneos nunca aburren. Experimentan con sus instrumentos -básicamente, dos guitarras, bajo, batería y teclados- pero no excluyen otros. De hecho, su actuación en el Wacken la comienzan con un saxofón acompañado de sonidos de percusión y estudio, guitarras españolas y bombos, para acabar introduciendo poco a poco los teclados, la voz de su cantante Tomi Joutsen -que en esta ocasión se acompaña de una voz de coro femenina-, siempre estrafalario micrófono, y poco a poco el resto de los instrumentos propios de una banda que cultiva el metal. A lo largo del concierto son varios los estilos metálicos que ponen en escena, sin excluir, por supuesto, el sonido duro que tanto me gusta en ellos y la voz gutural. En realidad, un concierto de esta gente en directo debe ser una experiencia muy divertida que inunda los sentidos. Actúan en Madrid en noviembre y mucho me gustaría acudir, pero dependerá de la agenda.   
Os dejo el concierto anunciado: 

18 septiembre 2013

RELATO: NO DES LA ESPALDA A LAS SOMBRAS

L, paseaba a su perro como cada noche cerca del descampado sempiterno frente a su casa. Ya no hacía calor, pero tampoco frío. El otoño ya había entrado y eso era visible por las primeras hojas caídas de los árboles del parque, pero aún había regusto a verano. Pero ya era tarde y las calles ya habían perdido la alegría de unas semanas antes, todo el mundo había vuelto a sus obligaciones y por las ventanas se observaba el reflejo de los aparatos de televisión o algún flexo encendido por los estudiantes más previsores. 
L., pensaba en todo eso mientras que el perro iba olisqueando para hallar su lugar favorito en el que comenzaría su letanía diaria de decesos y orina, pero esta noche el animal, de natural pacífico, se encontraba algo más inquieto. Miraba constantemente a izquierda y derecha al mismo tiempo que estiraba las orejas como queriendo agudizar el oído. Pero todo estaba silencioso alrededor; tan sólo el animal podía escuchar lo que fuere que escuchara. 
Fue en ese momento cuando L., percibió una leve sombra y no le dio al hecho la menor importancia. Es cierto que por allí no pasaba nadie en ese momento y tampoco había ningún otro animal suelto, por lo que, con toda seguridad, se trataría de alguna nube o un pájaro que volara a rasante bajo. Pero el perro estaba cada vez más inquieto. Percibió otra sombra, más cercana en esta ocasión. Se podría decir que si la sombra hubiera sido corpórea le habría rozado. No obstante, siguió andando con su perro dándole la espalda a lo que fuera aquello. Intentó no darle importancia, aunque sintió un extraño escalofrío en la zona de la médula ósea. En ese momento no lo sabía -no lo podía saber-, pero al dar la espalda a la sombra estaba alimentándola y ésta no hacia más que aumentar. No quiso mirar atrás, a pesar de que el perro ya no dejaba de ladrar e intentar furiosamente desatarse de la correa que su dueño llevaba fuertemente asida a su mano izquierda. Pero a pesar de no volver la cabeza, pudo comprobar a ambos lados de su cuerpo cómo por mor de la luz mortecina de la farola de la calle se reflejaban en el suelo unas sombras de lo que parecían ser unas garras de felino muy desarrolladas. Instintivamente aceleró el paso cada vez con más miedo, pero eso tan sólo servía para que esa sombra fuera en aumento. Entonces fue cuando la sombra pronunció una palabra en forma de orden que le dejó helado: ¡Mírame! No se trataba de una voz humana en absoluto. Una voz que tan sólo había escuchado en algunas películas, amplificada y distorsionada por algún medio de reproducción acústica, pero en esta ocasión esa voz la tenía justo detrás de él y surgía de una sombra cada vez más gigantesca, amorfa e inabarcable. Obviamente, no se atrevió a mirar en ningún momento haciendo caso omiso a esa voz que tan sólo sonó en una ocasión. 
A día de hoy naufraga sin salida en una sombra inmensa que no deja de crecer. 

17 septiembre 2013

LINGUA MORTIS ORCHESTRA Y RAGE (LIVE, WACKEN 2013)

Sin lugar a dudas, como ya indiqué, en esta nueva etapa del blog voy a seguir introduciendo música. Lógicamente, la que a mi me gusta, que no es solamente la metálica; también me gusta y mucho -mi otra pasión- la clásica. Y por ese motivo, lo que voy a insertar en esta entrada es una mezcla de ambas cosas. Una de las actuaciones más esperadas del recién acabado Wacken 2013. Se trata de la irrupción en escena de un número de músicos colosal, que son los que forman la Lingua Mortis Orchestra y el veterano grupo teutón de Power Metal -pero un Power Metal duro, cargado, oscuro- Rage. 
El proyecto ha ido bien porque son ya cinco las colaboraciones entre ambas formaciones tan dispares y es que Rage junto a Therion y Rhapsody Of Fire, han sido las tres bandas que mejor han mezclado ambos géneros (también lo hizo hace algunos años Metallica con la Orquesta Sinfónica de S. Francisco). Descubrí hace años a Rage cuando grabaron el álbum llamado, precisamente 'Lingua Mortis' con la Orquesta Sinfónica de Praga y lo hicieron en el ambiente osuro más adecuado, en una Catedral, creo que la de Praga, pero no recuerdo bien. Porque la música cuando es de calidad tiende a unirse, a fusionarse y en el centro y en el norte de Europa la música clásica forma parte de la vida de la ciudadanía mucho más que en países como España y, por eso, no es extraño que muchos músicos que cultivan el metal tengan una buena formación clásica o que, incluso, comenzaran su carrera aprendiendo en algún conservatorio. Y he ahí los resultados. No obstante hay que decir para mérito de España que Rage también ha grabado un corte con una orquesta catalana, la Orquesta Barcelona Philarmonia.    
Este último disco de ambas formaciones se denomina -probablemente en honor de la orquesta que les acompaña 'Lingua Mortis Orchestra'.  
Añadir solamente que os concedáis la oportunidad de escuchar este prodigio musical de YouTube y comprobaréis cómo hay gente que hace cosas, que tiene una gran dosis de creatividad e ilusión, que es un antídoto muy recomendable contra la crisis: 

15 septiembre 2013

¿NOS MERECÍAMOS LOS JUEGOS DEL 2020?

Debo dejar claro desde un primer momento una cosa como aficionado al deporte: que otorguen a un país la organización y celebración de unos juegos olímpicos siempre es una buena cosa. No voy a entrar en dicotomías sobre los puestos de trabajo y todos esos ganchos que esgrimen políticos sin escrúpulos para justificar algo que va a suponer mucho gasto público. Es más, ni tan siquiera me voy a referir al vergonzoso papel de la postiza alcaldesa de Madrid porque, sinceramente, creo que esta persona no merece ni tan siquiera un par de líneas. En lo que voy a entrar es la importancia que ha tenido la situación de este país y la lamentable imagen de la situación política tan salpicada de corrupción (¿O es que pensamos acaso que desde fuera no están asistiendo a nuestro espectáculo?). 
Y es que en realidad, la visión que han tenido los acomodados miembros del COI de nuestra situación global no es desacertada. Porque si España, y dentro de ella Madrid, es un país con infraestructuras suficientes para organizar un evento de estas características como ya demostró en Barcelona'92; infraestructuras que funcionan razonablemente bien como son los aeropuertos (¡será por aeropuertos!), los puertos, las vías ferroviarias, las autovías, las comunicaciones digitales, las plazas hoteleras, las instalaciones deportivas y un largo etcétera, por qué motivo los prebostes del COI nos han dejado tirados como a perros. 
Lo venía a decir al principio: porque nos han calado. Han detectado que nada que tenga que ver por aquí con el dinero público es fiable y que dejar cuantiosas sumas (también el COI aporta pasta) en manos de esta clase política corrupta (que se salve quien pueda o quien lo demuestre) es un acto deleznable. Es más, dejar el dinero en manos de una señora que tiene por señor a un señor de la guerra y que tienen en casa a un yerno de oscuros negocios (se retiró o le retiraron de la política para administradlos desde London) no se ha visto como la mejor solución. Para colmo, también era miembro del COE y seguro candidato a serlo del COI el vivales yerno del rey y ya sabemos lo que ha salido de todas estas amistades peligrosas. De ahí que ese miembro agudo del COI justificara que España necesitaba centrarse en su situación. Creo recordar que dijo 'situación', sin más, término que deja más que una más que velada acusación, a la vez que justificación, sobre los motivos de no otorgarnos los juegos. 
Cuando conocí la noticia -el lunes, 9 de septiembre-, quiso la casualidad que me encontrara en Madrid y puedo jurar que no vi a nadie por las calles quemándose a lo bonzo por la noticia, lo que demuestra que la desazón ha sido mayúscula entre la clase dirigente, política, deportiva y económica, preocupados tal vez por no haber podido arañar más poder político y económico, pero ha pasado desapercibida para el pueblo llano, que bastante tiene con pagar el recibo de la luz cada mes. Y observando en las caras de los madrileños que esa noticia no les había hecho rasgarse las vestiduras comprendí que el pueblo -que en muchas ocasiones es sabio- ha conectado con el espíritu y las razones del COI. Como escuché en un bar donde tomaba café en el centro de la capital del Estado: 'menos comisiones que se chupan estos pájaros que nos dirigen'.          

14 septiembre 2013

'LA ODISEA' DE HOMERO. VERSIÓN DE RAFAEL ÁLVAREZ 'EL BRUJO'

Escenario de la representación en el Teatro Alcázar de Madrid. Foto de José A. Flores Vera 


Si hay algo que intento no perderme son las memorables interpretaciones de Rafael Álvarez 'El brujo'. Ese brujo del teatro, la comedia y la interpretación. 
Una de sus últimas adaptaciones, La Odisea de Homero, es algo mágico, único. Una brizna de genialidad en este mundo, en ocasiones (más de las necesarias), tan zafio y vulgar. 
Aprovechamos la última visita a la capital del Estado para no perdérnosla en el Teatro Alcázar, porque se trata una actuación, como digo, memorable, sin igual; impresa con su sello personal, este actor andaluz es capaz de explicarnos a la luz de nuestra época un clásico de casi 3000 años como es esta obra atribuida a un tal Homero (no existe unanimidad sobre su existencia), que relata el fantástico viaje del héroe Ulises desde Troya -lugar en el que ha guerreado- hasta su tierra y reino, Ítaca. 
Capaz de explicarnos este clásico y establecer al mismo tiempo un paralelismo con nuestra época actual que hace las delicias del público. Fina ironía, humor inteligente y mucho ingenio, imaginación y talento artístico a raudales. 
Y es que en este mundo en el que abunda por doquier la vulgaridad hay que intentar fomentar y sostener este tipo de espectáculos inteligentes a la vez que divertidos.       

Os inserto un corte de la parte final de la actuación de Youtube: 

   

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...