23 diciembre 2009

X, EN NAVIDAD


No había sido fácil la convivencia entre X y Conchi tras aquella conversación que tuvo ésta con Luis.

Aquella conversación –no era posible negarlo- había acabado tensa. Una tensión generada por dos personas que aparentaban simpleza pero que, en realidad, estaban muy dotadas para la persuasión y sí fuera necesario para la manipulación, si bien en ese terreno Conchi podía ganar por goleada.

Habían transcurrido algunos meses, pero conviene conocer qué ocurrió desde que X llegara a casa tras acabar su primera carrera oficial.

X, tras cambiarse y tomarse una cerveza en un bar a la salida del pueblo, intentó armarse de valor. Desde la boda del sobrino de Conchi todo había ido de mal en peor, y para colmo sabía que la intervención de Luis había dejado las cosas más maltrechas todavía. Aún así, de nada le servía postergar el asunto: era su casa y tenía que volver tarde o temprano. Otra cuestión distinta sería conocer qué le repararía el futuro. Mejor dicho: que les repararía el futuro a él y a Conchi.

Ondeando un silencio de mediodía dominguero en la calle, X penetró en el portal de su casa. Al abrir la puerta del piso le pareció contagiarse del aire tenso que aún se respiraba en el interior del edificio. No pronunció el nombre de su mujer como era en él habitual. Tan sólo el leve murmullo de las llaves al dejarse caer en la base del armario del pasillo presagiaba de la llegada de X.

Sabía que Conchi estaba en casa. Pero también sabía que no contestaría.

Su primer contacto con su mujer fue tenso pero respetuoso. Ella parecía enviarle dardos con la mirada, pero en realidad ella tan sólo estaba preparando el terreno para una defensa a ultranza. Desde luego, no estaba dispuesta a renunciar a esa vida que le había ido tan bien en la que un X servil, amorfo e inopinado pasaba desapercibido para la cada vez más planificada y cómoda vida de Conchi. Si alguien consideró en alguna ocasión que esta mujer era de principios simples y básicos estaba muy equivocado.

Mientras tanto, Luis salió aturdido tras la entrevista con Conchi. El amigo de X también jugaba a la teoría de la confusión. De hecho, todo el mundo afirmaría que se trataba de un individuo bastante lerdo, cuyo máximo interés en la vida consistía en estar delante de un vidrio rebosante de coñac y cola. Pero, una vez más, todo el mundo estaba de nuevo equivocado. Y eso era algo que Conchi sabía muy bien. De hecho, las dos personas que franqueaban a X no eran dos angelitos precisamente. Dos personas que aparentaban precisamente lo que no eran. Y ambos lo sabían. Y por eso se temían y respetaban. Siempre había sido así.

Ante ese panorama, la iniciativa emprendida por X consistente en correr podría tratarse perfectamente como una estrategia escapista. Pero no lo iba a tener tan fácil

X en los siguientes meses siguió corriendo. Y siguió adquiriendo ropa técnica, zapatillas, revistas, libros y visitando blogs de corredores. Nada le importaba más que eso.

Por su parte, Conchi, inteligente y sagaz como una gacela observaba de cerca y callaba. Sin duda estaba preparando su estrategia.

En cuanto a Luis, seguía animando a su amigo facilitándole, incluso, el entrenamiento y procurando no hacerle caer en la tentación de la barra del bar.

De esa manera la vida seguía su curso. Y cuando quisieron darse cuenta llegó la Navidad.

Los campos estaban nevados y X seguía corriendo. En casa ya no existía un ambiente tenso, entre otras cosas porque ni siquiera existía ambiente.

Los amigos ya no llamaban, excepto Luis, que procuraba hacerlo cuando no estaba Conchi, y la familia, sin comprenderlo, comenzó a murmurar en cuanto se presentaba ocasión.

Se hablaba de separación, de desamor y de desdicha, pero nada de eso se llegaba a materializar.

Para entonces X ya había corrido cinco pruebas oficiales y había debutado con un tiempo de 1 hora y 45 minutos en una media maratón. Incluso ya no le avergonzaba llevar pantalón corto porque ya no había tanta grasa que ocultar. Su figura había cambiado y su forma de ver la vida también había experimentado un cambio.

Ante tal evidencia, Conchi había decidido no inmiscuirse en la vida de X. Incluso, se había apuntado a un gimnasio.

Pero les gustara más o les gustara menos, al matrimonio se le planteaba un problema inminente: llegaba la Nochebuena y tenían que decidir a qué casa de familiares acudir.

X, ante tal disyuntiva no deseaba hacer papel alguno y prefería que los demás pensaran que la crisis matrimonial estaba muy avanzada. Por su parte Conchi, comprobaba como la losa de la soledad cada vez le aplastaba más, mientras observaba que la felicidad de X siempre estaba ataviada de malla y camiseta técnica. Si tenía algún problema él lo solucionaba corriendo.

Como sabemos el día de Nochebuena siempre es especial. Lo es desde que amanece y todo el mundo lo capta.

Esa mañana X, como era en él costumbre cuando el trabajo se lo permitía, se fue a hacer unos kilómetros. Ni siquiera desayunó con Conchi como había hecho en los últimos diez años. Tampoco proveyeron nada para la noche, ni decidieron a qué casa irían.

Por tanto, todo quedó en el aire en una casa que cada vez era más gélida.

Cuando X regresó de hacer 15 kilómetros por un campo helado y cubierto de la escarcha nocturna, sorprendentemente, se encontró a Luis en su casa. Justo en el sillón de enfrente se encontraba una compungida Conchi, que ofreció a Luis Anís de Rute y polvorones de Antequera. Sudoroso y maltrecho X hizo atisbo de sentarse pero con contundencia le dijo a sus principales seres queridos que mejor esperaran a que se duchara.

Cuando salió de la ducha Conchi y Luis aún no se habían cruzado una palabra, por lo que la presencia alegre y jovial de X cogiendo a su mujer y a su amigo de sus respectivos brazos fue como agua de mayo.

-Ahora nos vamos los tres a tomarnos unas copas al bar de la plaza, como colofón a la cena de Nochebuena, la que, por cierto, pasaremos juntos.

Conchi no pudo evitarlo y comenzó a llorar, mientras que Luis descubrió que sus ojos se tornaban cristalinos como la escarcha invernal del campo.

22 diciembre 2009

MAÑANABUENA



-Este año hay que correr con un gorro verde – dijo alguien del grupo.

¿Un gorro de verde? ¿Qué era eso? ¿Significaba que íbamos a hacer una excursión al Tirol o algo parecido?

Nada de eso. Se trataba de la “Mañanabuena”, una original combinación de deporte, celebración navideña y disfrute lúdico de la naturaleza por una Vega granadina, que esa mañana, si los elementos se congraciaban, podría estar cubierta con un manto nebuloso y frío. Un frío que se presiente con tan sólo otearlo.

Hace lustros que comenzó ese rito. En principio algo extraño y, tal vez, planeado contra corriente, en una mañana que adquiere una configuración distinta al resto de las mañanas del año. Una mañana que es el preludio de una noche que se torna mágica y familiar. Fría y misteriosa. Entrañable y nostálgica.

Una mañana en el que el ajetreo de las calles y plazas de los pueblos y ciudades se convierte en un saludo cálido y fraternal entre personas conocidas y no conocidas.

Con esa imagen en la retina, ese grupo de corredores, se imaginaba la población que iban dejando a sus espaldas, mientras avanzaban sigilosamente enfundados en sus mallas técnicas y resguardando sus manos con guantes oscuros. Tan sólo esos gorros verdes de Papa Noel hacían presagiar que nos encontrábamos ante el grupo que cada “Mañanabuena” surca bajo aquel manto nebuloso y frío un vasto territorio verde y precioso.

Mientras corrían gozosos, sabían que el pueblo del que partieron se estaba preparando para la madre de las fiestas familiares. Cada zancada, que hacía crepitar con estruendo las frías y secas hojas caídas del otoño, se conciliaba con el entorno, sin que importara no poder estar en ese momento plácidamente charlando en una de las muchas acogedoras tabernas de la localidad, que ya estaban disponiendo sus chimeneas de estruendosa llama para poder saborear junto a ella un polvorón de Antequera y una copa de Anís de Rute.

Pero ellos sabían que a cada paso dado tenían más cerca ese momento mágico en la calle Sacristía donde una generosa Carmela –madre de nuestro Compae Paco- nos ofrecería lo mejor de su despensa navideña.

Pero volvamos a los prolegómenos de la ruta de 15 kilómetros por la Vega. A ese momento mágico en el que, previamente a lanzarse a la fría Vega, estos corredores frente a una taza de humeante café se mezclan con los parroquianos en ese cálido bar situado a la entrada de la localidad.

¡Verde que te quiero verde! –dijo el poeta en su momento.

Un color y un grupo en torno a esa tonalidad cromática. Verde por la cerveza, verde por el estado físico de muchos de sus integrantes, verde por los escasos tonos en las hojas de las alamedas de la Vega de Pinos Puente. ¡Verde, verde, verde…!

El frío invernal hace su aparición en la mañana del recién estrenado invierno. Poco a poco van llegando al punto anual de reunión para esta fría, pero al mismo tiempo, calurosa mañana.

- ¿Habéis desayunado?

- ¡Yo sí! ¡Ponme una copa de coñac que me quite el frío! ¿Me dejas el periódico? Seguro que han publicado, como el año pasado, dos cuentos de Navidad en el periódico Ideal, surgidos de dos grandísimos dueños de la letra y amos del arte de escribir.

Y sin abandonar los guantes que enfundan sus templadas manos, de un trago, el fuego apagado del alcohol penetra hasta el fondo de su estómago.

- ¿Cómo puedes? A mí me pones un café bien caliente y una tostada. Con mantequilla y mermelada. ¡Energía y un poco de grasa, que falta nos van a hacer! –replica otro de los agregados a esta verde cita que comienza a hacer historia.

Saludos y más saludos. El grupo va creciendo por minutos. Es momento de compartir charla y zancadas. Lejos quedan esos momentos de tensión en las competiciones; de sufrimiento en largas tiradas, series o entrenamientos; de alguna cerveza compartida…

Alguien rompe este armónico desorden y activa la alarma de la Mañanabuena:

- ¡Vamos, que nos vamos!

Una quincena de kilómetros les espera para soltar las preocupaciones acumuladas del año, para charlar de lo que pudo ser y no fue, del trabajo, de la familia, de los querubines que nos trajo el 2.009… Incluso de algún amor que se cruzó en el camino y tal como vino, se fue.

El vaho que exhalan sus bocas tras las primeras zancadas se pierde en décimas de segundo. Alguien se pone a la cabeza pero rápidamente le instan a que afloje el ritmo. No es momento de hostilidades sino de disfrutar de ésta, nuestra pasión y locura. El asfalto refleja el sonido de las pisadas y, a lo lejos, una difusa neblina permite vislumbrar algún solitario cortijo y ese mítico castaño que aún se mantiene en pie tras el transcurso incesante de décadas pasadas.

Unos lejanos ladridos simulan la escasa presencia vital de la fría estación.

Cuando entraron por las puertas, Carmela no prestó ni la más mínima atención al Compae. Y eso que el muy malandrín llevaba varios días sin pasar a verla. Y, por una vez, tampoco se volcó en José Antonio, buen amigo de su hijo desde tiempos inmemoriales. Aquella mañana, Carmela sólo tuvo ojos para Javi, que llegaba maltrecho, un poco escacharrado.

- Pero muchacho ¿qué te ha pasado?

-Un perro, señora, un perro, que comenzó ladrando muy de lejos y acabó dándonos una buena corrida...

- Y una pequeña mordida. Eso os pasa por bullas, fuguillas y acelerados –dijo Gregorio, bromeando ante la malla rota de Javi, percance más aparatoso que realmente peligroso.

Javi, sonriendo, le echóla culpa a un Antonio que, además de hincarse un coñac, venía con mono de Vega, pero éste no dejó pasar la oportunidad:

- Si es que Víctor es un provocador, señora Carmela.

- ¿Provocador? Con esa cara de angelito que tiene...

Y todos prorrumpieron en estentóreas carcajadas.

Las Verdes, un heterogéneo puñado de amigos que habían conseguido convertir una primigenia relación virtual en una verdadera amistad, real, material y perdurable, consolidándose como una peña a la que no mueve otro afán que el de disfrutar de una afición común: correr.

- Pero ¿y esto? ¡A esta criatura no le podemos dar un anís!

Onio acababa de entrar en la casa de Carmela, tirando de uno de esos carritos adaptados para quiénes gustan de conciliar la vida familiar con la deportiva.

- Al niño no, pero a mí... ¡id poniéndome una copita!

Y, tras él, asomaron la cabeza Mario, Javi, José Manuel, Jesús, Txomin, Cristian... aquello amenazaba con convertirse en el caótico camarote de los Hermanos Marx.

Entonces llegó una tronante voz desde la calle:

- ¡A ver! ¿Qué escándalo es éste? ¡Fuera y alto a la Guardia Civil todo el mundo!

Y allí estaban, Abel y Daniel, disfrazados del Duende Verde de los tebeos de Spiderman, invitando a todos los miembros de Las Verdes que habían participado en la Mañanabuena a ponerse el gorro preceptivo y a brindar por el año que se terminaba, repleto de grandes momentos atléticos para todos y, sobre todo, a levantar los vasos por el año entrante, cambio de década, umbral para una nueva época de entrenamientos, largas tiradas, series, exigentes carreras y desafíos al límite que, sin embargo, al calor del hogar de la casa de Carmela, no parecían tan terribles, ni mucho menos...


Autores:

José Antonio Flores (Opiniones Intempestivas)

Jesus Lens (Pateando el mundo)

Gregorio Toribio (Estoy que no puedo)

Podéis leer este relato, indistintamente, en cualquiera de los tres blogs

PD: Probablemente sobre el kilómetro cinco de la Media Maratón de Granada -no recuerdo bien- Gregorio me soltó de golpe, muy fiel a su estilo: voy a escribir el día 22 sobre la Mañanabuena. Y yo, que intento ver un proyecto literario en multitud de sitios no me lo pensé y con el sosiego que daba ir corriendo a 5 minutos el kilómetro le arrojé este dardo: ¿Por qué no escribir un relato a cuatro manos?.

Inmediatamente se le comenté a Jesús Lens, cuya respuesta ya sabía antes de recibirla, dado que también olfatea un proyecto literario allí donde se intuya. De manera que tras unos primeros compases en el blog de Las Verdes y para no aburrir al personal, los tres comenzamos a cartearnos ciberneticamente como si fuerámos tres tortolitos.

No llego a alcanzar si nos lo pasamos mejor en esa correspondencia, alisando las aristas y retroalimentando el proyecto o ahora que ya está en marcha en los tres blogs.

Huelga decir que estamos ilusionados.

Con el misterio 408X3 os dejamos y ofreciendoos el relato navideño de Mañanabuena os deseamos a todos una Navidad dichosa en compañía de los vuestros.

20 diciembre 2009

LITERATURA NAVIDEÑA PARA EL DÍA 22


Estamos ya prácticamente en Navidad. El ambiente navideño ya se respira por calles y plazas.
Así que tenemos el martes 22 una sorpresa literaria, que espero os deleite. Versará sobre la Mañanabuena que celebraremos en la mañana de esa entrañable noche.
¡Estad atentos a este blog y a los de Gregorio y Jesús Lens¡

18 diciembre 2009

COMIDAS NAVIDEÑAS (IDEAL 18/12/2009)


Hoy, quienes hayáis tenido ocasión de leer la edición impresa del remozado Ideal, hipotéticamente os habréis encontrado con un artículo por mí firmado. Un artículo muy navideño.

Siendo época, como es, de las comidas de empresa navideñas, me ha parecido oportuno escribir sobre ello. Lo someto a vuestra consideración:


COMIDAS NAVIDEÑAS



Sospecho que existe una débil frontera entre la comida navideña fraternal y la comida navideña profesional. Y a la experiencia que pueda aportar el hipotético lector me remito.

Las comidas navideñas de empresa tienen un gran significado desde el punto de vista sociológico. Pero también desde otros puntos de vista, pues estos eventos tienen mucha relación con todo aquello que constituye el tejido de las relaciones laborales y personales tanto en el sector privado como en el sector público.

Se comentaba en este mismo periódico hace unos días que el coste de las comidas navideñas, en el momento de crisis actual, no es asumido por las empresas en la mayoría de los casos, sino por el propio comensal y a su vez empleado. Y, lógicamente, este detalle configura de forma muy distinta estas efemérides.

Cuando la empresa asume el gasto, el empleado no se atreve a no asistir al ágape. De no hacerlo podría ver planear sobre su cabeza el fantasma del desarraigo profesional o en el peor de los casos del despido. Así de estrictas son estas circulares que invitan a la comida. Porque es de conocimiento común que tras estas invitaciones existe todo un catálogo de intereses confesables o inconfesables que entroncan con el egocentrismo mal entendido del empresario, ya que éste no lleva bien que a su llamada los empleados le espoleen con el silencio y la ingratitud. Que sea el empleado raro, asocial, introvertido y solitario pase, porque se trata de un caso aislado, previsible e identificable, pero que el rechazo sea generalizado no es soportable para el jefe absoluto que observa cómo se va agrietando la relación laboral y de camino la falta de dirección y mando. Y por ahí no está dispuesto a pasar.

Por tanto, para evitar esas indeseables situaciones, el empresario podría buscar dos vías de muy desigual contenido: o bien favorecer durante todo el año un buen clima laboral y respetar los derechos de los trabajadores, que asegurará una aquiescencia en masa a la hora de asistir a la comida navideña; o bien no hacerlo, pero asegurarse por medios más o menos ortodoxos una asistencia masiva a esa comida, que suele convertirse siempre en un eficaz termómetro que gradúa las relaciones personales y profesionales en el seno laboral.

Si por el contrario el gasto lo asume el empleado, ya son muy otras las consecuencias, porque existe un mayor acto de libertad individual, en principio.

Digo en principio, porque tampoco la libertad total es posible, aunque esa pequeña dosis de libertad es mucho más democrática. De hecho, esos empleados no obligados por invitación alguna, suelen buscar integrarse en grupúsculos libres que dinamitan de manera decisiva la comida colectiva optando por comidas más tribales. Esos grupúsculos también existen en la comida teledirigida pero son menos identificables.

Sin embargo, tampoco estarán exentos de cierta presión esos empleados libres, aunque siempre podrán alegar coincidencia de actos o inventarse ocupaciones ficticias, amparándose en el mínimo derecho a la libertad que ofrece el dinero propio.

En esta selva social en que se convierten las comidas navideñas de empresa, no están ausentes las famélicas relaciones que pueden darse entre los propios empleados tras un largo año de encuentros y desencuentros, pero imagino que ese asunto daría para otro artículo.

16 diciembre 2009

EL CASO AMINATU HAIDAR



Reconozco que comencé a interpretar este caso con cierto desinterés. Como uno de esos casos que surgen de vez en cuando y que pronto se evaporan. Pero no, el asunto ya está calando hondo en la política y en la sociedad española. Y es importante que nos posicionemos.
Ahora es una ciudadana saharaui la que pone en aprietos al gobierno español. Y hace unos meses fueron unos pescadores gallegos y vascos.
El caso es que el gobierno español cada poco tiempo encuentra muros de lamentaciones y pareciera que todo es debido a su mala gestión. Eso es lo que opina el PP y otros partidos parlamentarios.
Pero resulta que acostumbrados como estamos en este país a ser el hazmerreir de tantos, ya nada nos extraña. Y, efectivamente, algo de culpa tiene el presidente del ejecutivo. Me explico.
Ocurre que todo el que llega a nuestro país, con independencia de su procedencia, de su entrada es ilegal o legal, se arroga derechos, sin que importen tanto las obligaciones. Seguramente secundando la voz del Presidente del Gobierno español, que en todos los foros internacionales apuesta por el "buen rollito".
Y sí, no seré yo el que niegue al individuo, con independencia de su país, credo o creencias, los derechos inherentes a la persona, pero en un mundo como el actual hay que tener mucho cuidado con lo que se predica, sobre todo si eres presidente de un gobierno.
A este ritmo a España se le llegará a conocer como el país de los derechos, pero no tanto como el de los deberes. Y todo ciudadano, venga de donde venga, exige derechos en España, los mismos que no puede pedir en su país. No afirmaré que el caso de la ciudadana saharaui sea estrictamente ese, pero creo que su crítica feroz a España no lo está siendo tanto hacia Marruecos, el país que está provocando el problema y que para colmo goza de un régimen totalitario encabezado por un monarca que además de inmisericorde, cree que tiene ascendencia divina. Y por eso no paso. Me vuelvo a explicar.
O mejor, me pregunto: ¿Por qué España no quiere decir una mala palabra a Marruecos? ¿Qué rábanos nos importa a nosotros los españoles ese país? ¿Porqué no damos un puñetazo en la mesa del Mohamed ese y le cantamos las cuarenta? ¿Qué está pasando?
Pues está pasando que con la habilidad que caracteriza a los vecinos del norte de África, están trasladando todo el problema de Aminatu Haidar a España, hasta el punto de que sí a esta señora le llega a costar su vida la huelga de hambre, el máximo responsable no será Marruecos, sino España.
Hay que decirlo claro. España erró al dejarla entrar en nuestro país sin que tuviera los requisitos legales para ello, pero lo que está totalmente claro es que quien no la deja regresar a su territorio es el monarca divino marroquí. Pero, claro, España es el país de los derechos y tal.
En mi opinión España debería de aplicar más dureza en sus relaciones internacionales, principalmente, con los países que deben a España muchas cosas y no tienen la lealtad esperada.
Guste o no guste lo voy a decir claro, porque es lo que pienso: España, con las excepciones obvias, se está convirtiendo en el asistente social de millones de marroquíes, que están en nuestro país utilizando los servicios públicos sociales, ocupando los paritorios y obteniendo becas de estudio y ayudas sociales. Aunque no negaré que otros -no muchos- están trabajando y creando riqueza en nuestro país.
Y si eso no quiere verlo el rey alauíta, España se lo debería de hacer ver y replantearse de camino esas ayudas, de las cuáles -espero que algún día lo explique- sabe mucho el infame Chaves, cuyas buenas relaciones con Marruecos son bien conocidas.
También sería muy importante que nuestro monarca hiciera algo más que llamar hermano al rey de los marroquíes.

13 diciembre 2009

MEDIA MARATÓN DE GRANADA DE 2009 (13 DE DICIEMBRE)

Atrás quedaron aquellos tiempos en los que la Media Maratón de Granada se convertía en una referencia de la temporada. Y aunque no descarto que esos tiempos puedan volver, (el tiempo es siempre una espiral impredecible) en los últimos años esta prueba se ha convertido para mí más en un reto que en otra cosa.(SEGUIR LEYENDO EN VUELVO A LOS CAMINOS)

11 diciembre 2009

MURAKAMI, CORREDOR


"Las carreras de larga distancia (más o menos, para mejor o peor) me han moldeado en la persona que soy hoy, y espero que sigan siendo parte de mi vida por tanto tiempo como sea posible"

"Mi tiempo, mi puesto, todo eso es secundario. Para un corredor como yo, lo realmente importante es alcanzar el objetivo que me marqué a mi mismo, bajo mi propia voluntad. Doy todo lo que tengo, aguanto todo lo que puedo aguantar, y soy capaz, a mi propia manera, de acabar satisfecho. De los fracasos y las alegrías soy capaz de obtener una lección concreta"


Hoy he querido trasladar los asuntos de correr a este blog, si bien no es lo propio. Pero es que voy a hablar de Murakami.

Estas líneas en color rojo que acabáis de leer son de Murakami, el prestigioso escritor japonés autor de Tokio blues y After dark.

Resulta que este raro literato ha escrito un libro -aún no traducido al español- cuya temática entronca o está referida al mundo del correr. Porque Murakami es corredor desde hace 20 años.

Mi amigo Paco Montoro acertadamente me envió un email con algunas ideas de este escritor relacionadas con el mundo del correr. Y de todas las citas -sin desperdicio ninguna de ellas- he querido extraer éstas que incluyo.

Yo creo que será mucho más entendible lo que aquí escribe Murakami si gozamos de la experiencia de ser corredores como una actitud ante la vida. Y, por eso, se convierten en inapelables esas palabras del escritor nipón.

Esa hora de soledad en la que con nadie tengas que hablar ni a nadie tengas que escuchar entronca con aquel "dejad que me ausente" que pronunció en su día el Dr. Sheehan, tan admirado por Paco.

Quizá por eso me gusta correr en soledad, aunque también disfruto mucho de buena compañía. Pero correr en soledad, con la sola presencia del aire, de la lluvia, de la naturaleza, es esencial. Una milimésima de segundo de gobernabilidad sobre uno mismo, sin más ataduras que el dolor del esfuerzo, el cual se convierte, sin embargo, en el mayor aliado de esa libertad.

Estaremos pendientes de la traducción de ese libro a nuestro idioma, porque muchas cosas nos ha de revelar un escritor tan interior y al mismo tiempo corredor durante tanto tiempo.



08 diciembre 2009

VUELVO A LOS CAMINOS



Observo el contador de visitas y compruebo un número cada vez más creciente en éste, vuestro blog, que pretende intercambiar información y abordar asuntos que nos puedan parecer interesantes, tanto de la actualidad, la literatura, la música, el cine o tantas otras cosas que pueblan el alma humana.
Sin embargo, ese contador es mucho más modesto en Vuelvo a los caminos, blog que recoge las cenizas de aquel Diario de un corredor y que sigue con una filosofía similar, si bien dedicado sólo al corredor y su mundo.
Un blog que está elaborado básicamente de reflexiones sobre rutas y carreras, de las que me gustaría contar con vuestra participación porque el correr es nuestra pasión.
Os invito a que lo visitéis pinchando en el enlace de la derecha de vuestra pantalla, el cual siempre contiene el día en el que se ha actualizado y algunas palabras iniciales de la entrada.
Espero ansioso vuestras visitas y comentarios.

06 diciembre 2009

SENSATEZ CON LOS ASUNTOS RELIGIOSOS

Según establece el artículo 16.3 de la Constitución española de 1978, "Ninguna confesión tendrá carácter estatal". Es decir, que el Estado español se declara aconfesional -no laico como dicen algunos políticos-. Por tanto, la libertad religiosa y de culto está asegurada, estableciendo el límite del respeto al orden público, según establece el artículo 16.1.
Por tanto, que se eliminen los crucifijos como símbolo religioso de las escuelas estatales me parece congruente con la Constitución. Y esa acción que se reivindica, emanada del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, me parece lógica y razonable. Algo que siempre ha sido deseable por éste quien suscribe -ojalá se eliminara también el careto del borbón de los estamentos oficiales, aunque considero que esto será más difícil ya que es el Jefe del Estado, según la Constitución-.
Ahora bien, dicho esto, no pretendamos convertirnos enemigos de una tradición más allá de lo que establece el texto Constitucional (texto que también establece que se mantendrán relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones), que es la española y no nos abstengamos al mismo tiempo de ser igual de críticos con otros símbolos religiosos que la progresía snob de este país no parece observar. Me estoy refiriendo a los símbolos religiosos del Islam, muy presentes también en las escuelas aconfesionales estatales. Esos símbolos son los derivados del velo que lleven las mujeres árabes, que no los portan como adorno sino como símbolo religioso bien definido.
A ver si estamos vendiendo España a un precio irrisorio y no nos estamos dando cuenta. Y, lo que es peor, provocando de paso polémicas futuras indeseables.
Que eliminemos crucifijos -ya digo que me parece bien- no será un problema para los católicos españoles, que no protestarán más allá de lo razonable. Y no lo harán porque España hace ya años que ha dejado de ser un país fundamentalista en materia religiosa. Ahora bien, que reaccionen igual quienes profesan la religión de Mahoma lo veo más difícil.
Y hay que tener cuidado con todas estos asuntos de religión, ya que cuando no se está a un nivel avanzado de modernidad y adaptado a los nuevos tiempos, puede tornarse en algo peligroso.

02 diciembre 2009

"EL NIÑO 44" DE TOM ROB SMITH


Desde que leí el primer capítulo promocional de la novela "El niño 44" del joven escritor británico Tom Rob Smith no he podido eliminar la idea de leer esta obra.
Como soy muy dado a descubrir a autores noveles no me resisto a leer críticas y reseñas y capítulos promocionales acerca de éstos, así como de autores que hasta ese momento no conocía. Un ejercicio que me concilia con lo que se escribe actualmente y ayuda a seguir descubriendo toda esa literatura que uno lleva en la cabeza.
Por eso, la prosa de "El niño 44" me pareció fascinante. Utilizando con enorme dominio los puntos y seguidos, su forma de narrar se acerca mucho al concepto literario que busco insistentemente y que pocas veces he encontrado. Una forma de narrar con inherente magia en las palabras.
Me dejó mortalmente herido -letraherido- "Por el camino de Swann" del francés Marcel Proust, y Cervantes, Luis Landero y Saramago envenenaron mi mente con una prosa deliciosa, por lo que el descubrimiento del joven escritor Tom Rob Smith completa un circulo, que para nada se cerrará ya que mi gran pasión es seguir descubriendo.
Mañana adquiero este magnífico libro como colofón a dos duras semanas alejado de libros y deporte regular por cuestiones profesionales formativas.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...