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20 noviembre 2013

IMAGINAOS QUE NOS OFRECEN IRNOS A UN PAÍS QUE.....

Imaginemos que somos apátridas y nos ofrecen irnos a un país que tiene estos 'nimios' inconvenientes:

-Una monarquía en continúa sospecha, con miembros imputados o a punto de estarlo (y si no lo están ya es por son quienes son y no hay güevos), mientras que la clase política, la judicial y la prensa los siguen protegiendo contra viento y marea.   
-Una clase política dotada de enormes privilegios y exenta de control. 
-Una clase empresarial que, por lo general, cuenta con una caja b más grande que la a.
-Unos partidos políticos que ajenos al artículo 6 de la Constitución se pasan la democracia interna por el forro.
-Unos sindicatos mayoritarios que ajenos al artículo 7 de la Constitución ni se molestan en defender los defender los intereses económicos y sociales que le son propios (los de los trabajadores) y viven instalados en las subvenciones gubernamentales.   
-17 Comunidades Autónomas y 2 ciudades autónomas que, no sólo van a su bola, sino que cada vez necesitan más financiación para seguir protegiendo sus intereses particulares (las de sus gobernantes, claro está), y cuyos casos de corrupción institucional no está ni en los manuales de Ciencia Política. 
-Un Poder Legislativo inexistente y entregado al Ejecutivo.
-Un Poder Judicial cada vez menos independiente.
-Una Fiscalía General que manda en todos los fiscales de carrera del país y cuyo Fiscal General es nombrado por el Gobierno.
-Un Tribunal Constitucional que es cada vez más político y cada vez menos intérprete de la Constitución.
-Una Constitución obsoleta y retrógrada, que nadie parece tener interés en reformar.
-Un sistema electoral pensado para que sólo favorezca a los dos partidos que se alternan en el poder y que, lógicamente, ninguno de ellos está interesado en reforma.
-Un Tribunal Supremo que cada vez dicta resoluciones judiciales más incomprensibles.
-Un gobierno y un legislativo que no dictan normas para evitar que tribunales exógenos puedan meternos los dedos en la nariz.
-Una tasa de empleo galopante que va camino de cargarse -si no lo ha hecho ya- a las clases medias y está provocando que los jóvenes más preparados tengan que emigrar cada vez más a Europa, Asia y América.
-Unas eléctricas que se comen con sus recibos la mitad de la nómina de los españoles ante la inactividad del gobierno que, eso sí, es donde se jubilan sus miembros con enormes emolumentos.
-Unos ayuntamientos que cada vez imponen más tasas a los ciudadanos porque alegan que el gobierno y las comunidades autónomas (que por lo general gobiernan sus propios partidos) no les envían el suficiente dinero para asumir sus competencias.  
-Un país al que llegan cada año miles emigrantes para ser favorecidos por los despojos del sistema de bienestar social que una vez parece ser que hubo y que danzan a sus anchas sin control. 
-Un país en el que el sistema educativo público cada vez es más privado, a pesar de que cuesta un pico mantenerlo.
-Uno de los países con más carga impositiva de Europa, pero con menos servicios públicos. 
-Un país con nacionalistas que se levantan cada mañana con la amenaza de convocar un referéndum ídem pero que jamás lo hacen porque lo que pretenden es más pasta para alimentar a sus burguesías rampantes. 
-Un país cuyo gobierno rescata a la banca pero no a los ciudadanos.
-Un país que permite que la banca rescatada eché a la gente de sus casas y que además le siga pagando una deuda que ellos mismos inflaron. 
-Un país en el que más ganan los futbolistas de todo el mundo, a pesar de que a los clubes no se les mete en cintura en cuanto a deudas con la Hacienda Pública y la Seguridad Social.
-Un país en el que la función pública cada es más denostada, cuando debería ser la garante del servicio público.
-Un país cuya ciudadanía, en gran parte, parece estar cómoda con la corrupción.  
-En definitiva, un país que una vez creyó ser rico y que se desangra por los cuatro costados por mor de la bestial deuda galopante.

Y a cambio nos ofrecen: 

-Sol.
-Playas.
-Tapas y paella. 
-Una selección de fútbol que te cagas.

¿Te irías a ese país? 

10 noviembre 2013

UN DILEMA SOCIAL

Hace unos días acudí a una farmacia de mi barrio y una observación me planteó un dilema social. Veamos. 
Una cliente, una chica que aún no llegaba a la mediana edad sacaba varias recetas e iba solicitando al farmacéutico distintos medicamentos. Se le veía segura y conocedora de lo que pedía porque iba recitándolos al mismo tiempo que el farmacéutico los leía. Cuando los tenía todos en el mostrador y conoció de primera mano el precio de cada uno de ellos, comenzó a objetar y a mostrar desacuerdo con dichos precios. De unos comentaba que habían subido un montón, de otros que el copago se había disparado y de otros más que, sencillamente, habían salido del sistema de receta. Con estos últimos mostró especial indignación. No obstante, no dejó ninguno sobre el mostrador y los pago todos. Pero se marchó con el gesto contrariado. Mi compra era muy modesta -¡ojalá siempre lo sea en las farmacias!- y la casualidad quiso que yo me montará en mi moto al mismo tiempo que ella se montaba en su coche. Se trataba de un vehículo enorme, de esos de gran cilindrada y luces led por todas partes y reluciente de blanco, cuya modelo se me escapa (siempre se me escapa). Creo que era un BMW. 
Y fue ahí cuando surgió el dilema, en el cual pensaba mientras conducía mi moto mecánicamente. Pensé: esta persona se ha quejado enormemente en la farmacia por la birria del sistema de salud que tenemos, cada vez más caro, pero conduce un coche que seguramente estará muy cerca de las seis cifras. Me dije posteriormente: me parece una actitud egoísta dado su evidente poder adquisitivo. Pero también pensé: es probable que tenga todo el derecho a quejarse porque, a lo mejor, paga muchos más impuestos que la mayoría, sencillamente, porque tiene talento, trabaja muchas horas y, por lo tanto, gana tanto dinero que por ello ha de pagar mucho a Hacienda y, además, puede permitirse comprar ese coche y, de camino, quejarse del sistema de salud porque contribuye poderosamente a que este se mantenga. Es una hipótesis válida. Luego, ¿es admisible que tenga más derecho a quejarse que quien paga menos impuestos a la Hacienda pública o, sencillamente, no paga impuestos? Puede que sí; o puede que no. Pero también es probable -pensé- que esa persona gane mucho dinero, de acuerdo con la muestra de poder económico de su coche, pero que todo sea en negro y que no aporte casi nada al erario público. Luego, en ese caso ¿qué derecho tiene a quejarse? ¿Hay, entonces, una actitud clara egoísta e insolidaria? Al menos, si ese fuera el caso, podría tener la decencia de no quejarse, me dije.
O pongámonos en el caso contrario: el emigrante sin papeles que llega a una farmacia y se le dispensa el medicamento de forma gratuita por ser una persona desahuciada. ¿Tiene éste más derecho o menos? Es decir, suponiendo que la del coche potente pagara sus impuestos de acuerdo a su enorme capacidad económica ¿tiene más derecho que el emigrante a obtenerlos gratuitos, toda vez que ella contribuye al erario público y el emigrante no?  ¿O tendrá menos derecho, toda vez que el emigrante no tiene nada? En fin, ya digo, un dilema que no quería dejar la ocasión de comentar aquí. Por si queréis dar vuestra opinión.   

16 octubre 2013

LA TRADICIÓN ORAL (O EL ARTE DE CONTAR HISTORIAS)

La tradición oral es anterior a la escritura. El hombre aprendió a hablar antes que a escribir, por lo que la literatura no es más que la plasmación de la tradición oral, de la buena tradición oral; esa que tiene como esencia el arte de contar historias, que es un arte bello como otro cualquiera y que en su día fue uno de los pocos conocidos junto a la pintura. Porque el hombre también aprendió a pintar antes que a escribir y la prueba está en las diversas pinturas encontradas en las cavernas rupestres a lo largo y ancho de todo el mundo. 
Particularmente, siempre me ha interesado la tradición oral, el arte de contar historias, el cual se ha ido perdiendo de generación en generación por culpa de la irrupción de las nuevas formas de comunicación.  
La televisión tomó el relevo de la radio e Internet y los medios de difusión digital e informática han ido desplazando a la televisión progresivamente, a pesar de que aún coexisten en una difícil convivencia radio, televisión, Internet  y las últimas tecnologías que están irrumpiendo con fuerza. Pero a excepción de la radio, ninguno favorece la tradición oral. La televisión, en sus orígenes, es posible que sí la favoreciera, pero los contenidos se han ido vulgarizando de tal forma que ya no es posible que sirva para tal fin, excepto en honradas ocasiones. 
Sin embargo, la literatura sí que es heredera directa de la tradición oral. Podríamos considerarla como la plasmación de ésta. De hecho, grandes obras de la literatura mundial han tenido su antesala en la tradición oral y de todos es sabido que en la antigua Grecia había filósofos, como es el caso de Platón, que jamás escribieron una línea y sus enseñanzas eran totalmente orales. 
Viene toda esta reflexión a cuento de la publicación en este blog de dos cuentos -valga la repetición-. Dos cuentos que insertaré la próxima semana y que tienen su origen en la tradición oral. 
Mi abuela paterna, persona muy inteligente que aprendió a leer y escribir por su cuenta, era una persona que dominaba la tradición oral. Era una excelente contadora de historias y sucesos que ella había vivido o había escuchado. Fueron muchas las horas en las que yo me deleitaba oyéndola contar historias. Y, entre éstas, aunque ella no lo supiera, había muchas historias góticas y de terror. En particular, dos se me quedaron en la memoria; dos historias góticas pero que, según contaba ella, habían sucedido en el pueblo en el que ella nació. Dos historias reales.
Esas dos historias serán dos cuentos breves que publicaré la semana que viene. Obviamente serán enriquecidas con detalles y palabras, así como novedosas descripciones, pero conservarán su esencia. Dos historias de terror que sucedieron en un lugar concreto y un día concreto y que pudieron ser explicadas como ocurre con la mayoría de las historias de terror que a priori no parecen tener explicación. La primera historia que publicaré se denomina: 'Una visita a medianoche'; y la segunda:  'La apuesta'       

24 septiembre 2013

EL ALCALDE DE GRANADA (UNA CRÍTICA)

Tenía ganas de criticar al alcalde de mi ciudad -Granada- y no sabía cómo hacerlo. No quería desperdiciar un artículo en Ideal en ese asunto (cada vez toco menos los asuntos políticos) y he pensado: pues utilizo mi blog, que para eso lo tengo, a pesar de que tampoco quiero enmierdarlo con asuntos políticos de poca monta. Pero en fin, tan negativo es lo mucho como lo poco.  
Lógicamente, no criticaré cómo es o no es a nivel personal porque no le conozco (hablé una vez con él una ocasión cuando yo era concejal y no me pareció mal tipo. Al menos, no le vi esa arrogancia que observaba en dirigentillos socialistas), pero sí lo haré en cuanto a la forma de entender la ciudad. Tampoco se trata de señalarlo como el más malo, porque en ese aspecto ha tenido serios rivales, que incluso le superan. Éste, al menos, tiene aspecto de bonachón.    
Sin ir más lejos este alcalde al que critico, hace unos días, hubo de desdecirse de una obsesión que tenía en mente y que le puso en contra de toda la ciudad, incluso, de miembros de su propio partido, el pepé. Tenía la desfachatada idea de montar la estación del futuro AVE, ése que jamás será AVE, o al menos no lo será cómo lo es el de Málaga, Madrid, Sevilla u otras ciudades más ricas y/o privilegiadas; tenía la desfachatada idea, decía, de abandonar la estación de tren que lleva situada desde siempre en un sitio magnífico y muy bien comunicado de la ciudad, en la Avenida de Andaluces, para hacer una de nueva planta en un barrio de las afueras -el mío precisamente-, por la simple razón de que uno de los ramales del tren entra por esa zona y porque es más barato. Lógicamente, ni propios ni extraños veían la estación dónde él decía. Mirabas los terrenos -yo hice ese ejercicio- y no había forma de imaginarse ahí la estación. 
Pero el buen hombre lo que quería era no contradecir a su partido, pero ni su propio partido había dicho nada sobre la ubicación de la estación; es más, el proyecto inicial de sus colegas del gobierno central lo pensaron para la actual. Lo que el hombre quería era ahorrarle dinero a sus colegas del gobierno de Madrid y, de camino, seguir haciendo amigos para seguir de alcalde o, quién sabe, aspirar a algo más. 
Pero ha sido tan enorme la respuesta de todos los sectores sociales, económicos y políticos de la ciudad que al final el propio gobierno -sus colegas del gobierno- han dicho que se deje de monsergas y que piense en reformar y ampliar la estación original. Incluso hubo de venir la ministra del ramo para garantizar que la estación del AVE -o lo que sea- sería la actual. Pero, en fin, al menos hay que destacar que el político-alcalde rectificó, algo que no es muy habitual en este país, dónde la prepotencia y la arrogancia de los políticos llega a cimas surrealistas. Para colmo de contradicción, él mismo propuso que las sempiternas obras del metro se adentraran -un obrón que tiene la zona de La Caleta hecha unos zorros- cerca de la estación, lo cual tiene su lógica. Luego, ¿si había propuesto ese obrón, a qué venía eso de que la estación se construyera en las afueras? 
Y es que, además, este alcalde cuenta con una obsesión que no le deja dormir: sacar todo lo que moleste del centro de la ciudad; ubicar todo lo que moleste en los barrios.  Y dejar el centro tan sólo para los turistas, la gente bien y la Semana Santa (no ha dudado en gastarse un pastón en arreglar una de las calles más simbólicas y céntricas de la ciudad y hacerla a  imagen y semejanza de los tronos semanasanteros que la abarrotan cada año. Me refiero a la calle Ganivet), que en ésta sí que pone el hombre interés y energía. Él y su equipo de gobierno. Yo los he visto emocionarse a todos cuando presentan el cartel oficial cada año. Y en el pregón observas cómo sus rostros se iluminan y sus ojos se convierten en húmedas piezas vítreas. 

15 septiembre 2013

¿NOS MERECÍAMOS LOS JUEGOS DEL 2020?

Debo dejar claro desde un primer momento una cosa como aficionado al deporte: que otorguen a un país la organización y celebración de unos juegos olímpicos siempre es una buena cosa. No voy a entrar en dicotomías sobre los puestos de trabajo y todos esos ganchos que esgrimen políticos sin escrúpulos para justificar algo que va a suponer mucho gasto público. Es más, ni tan siquiera me voy a referir al vergonzoso papel de la postiza alcaldesa de Madrid porque, sinceramente, creo que esta persona no merece ni tan siquiera un par de líneas. En lo que voy a entrar es la importancia que ha tenido la situación de este país y la lamentable imagen de la situación política tan salpicada de corrupción (¿O es que pensamos acaso que desde fuera no están asistiendo a nuestro espectáculo?). 
Y es que en realidad, la visión que han tenido los acomodados miembros del COI de nuestra situación global no es desacertada. Porque si España, y dentro de ella Madrid, es un país con infraestructuras suficientes para organizar un evento de estas características como ya demostró en Barcelona'92; infraestructuras que funcionan razonablemente bien como son los aeropuertos (¡será por aeropuertos!), los puertos, las vías ferroviarias, las autovías, las comunicaciones digitales, las plazas hoteleras, las instalaciones deportivas y un largo etcétera, por qué motivo los prebostes del COI nos han dejado tirados como a perros. 
Lo venía a decir al principio: porque nos han calado. Han detectado que nada que tenga que ver por aquí con el dinero público es fiable y que dejar cuantiosas sumas (también el COI aporta pasta) en manos de esta clase política corrupta (que se salve quien pueda o quien lo demuestre) es un acto deleznable. Es más, dejar el dinero en manos de una señora que tiene por señor a un señor de la guerra y que tienen en casa a un yerno de oscuros negocios (se retiró o le retiraron de la política para administradlos desde London) no se ha visto como la mejor solución. Para colmo, también era miembro del COE y seguro candidato a serlo del COI el vivales yerno del rey y ya sabemos lo que ha salido de todas estas amistades peligrosas. De ahí que ese miembro agudo del COI justificara que España necesitaba centrarse en su situación. Creo recordar que dijo 'situación', sin más, término que deja más que una más que velada acusación, a la vez que justificación, sobre los motivos de no otorgarnos los juegos. 
Cuando conocí la noticia -el lunes, 9 de septiembre-, quiso la casualidad que me encontrara en Madrid y puedo jurar que no vi a nadie por las calles quemándose a lo bonzo por la noticia, lo que demuestra que la desazón ha sido mayúscula entre la clase dirigente, política, deportiva y económica, preocupados tal vez por no haber podido arañar más poder político y económico, pero ha pasado desapercibida para el pueblo llano, que bastante tiene con pagar el recibo de la luz cada mes. Y observando en las caras de los madrileños que esa noticia no les había hecho rasgarse las vestiduras comprendí que el pueblo -que en muchas ocasiones es sabio- ha conectado con el espíritu y las razones del COI. Como escuché en un bar donde tomaba café en el centro de la capital del Estado: 'menos comisiones que se chupan estos pájaros que nos dirigen'.          

11 septiembre 2013

¿DÓNDE RADICA LA FRONTERA ENTRE LA EDUCACIÓN Y LA ZAFIEDAD?

¿Dónde radica la frontera entre la buena y la mala educación? ¿Y la que hay entre la mala educación y la zafiedad?
Son las preguntas que me he hecho varias veces este verano, momento del año en el que las calles están más pobladas de personas. Lógicamente, no entro en el resbaladizo tema de la educación en otros lugares: en los domicilios o en el trabajo o en el cine, no nada de eso, en esta ocasión me quiero referir a la educación a cielo abierto, que parece menos palpable. En las calles, en las plazas, en las terrazas de los bares. Y me circunscribo al verano porque, precisamente, en estos meses todos salimos a los espacios abiertos como animales heridos, como si hubiéramos estado presos durante el resto de los meses del año, como si la calle, el espacio abierto, fuera el jardín prometido en el que podemos hacer lo que nos plazca, gritar lo que nos plazca, ensuciar lo que nos plazca, vestir como nos plazca.  Como dijo aquella infame ministra refiriéndose al dinero público: los fondos públicos no son de nadie.  
En España -por poner el ejemplo que tenemos más cercano- y, principalmente, en determinadas zonas de España, siempre se ha considerado la calle como el lugar en el que nos está permitido hacer lo que no queremos o no podemos hacer en los espacios cerrados -a pesar de que hay mucha gente que no distingue una cosa de la otra-, porque esos espacios no son de nadie. Es algo que está en nuestra mentalidad y que va a más, ahora que la crisis nos arroja aún más a la calle por la sencilla razón que es lo poco gratis que aún queda. 
Llevo observando varios veranos -igual es que me estoy haciendo mayor- que cada vez se guardan menos las formas en los espacios abiertos. No hay terraza, plaza, calle o parque infantil en los que no esté todo el mundo gritando y hablando con la mayor energía pulmonar que le es permitida, con independencia de la hora del día. Es más -y eso es lo más preocupante- observas que es una acción que se lleva a cabo de manera espontánea y que iguala a grandes y pequeños e, incluso, a diferentes condiciones culturales y sociales. 
Es factible llamar la atención a un vecino si hace ruido e, incluso, en el cine es posible -cada vez menos- amonestar a alguien que está hablando alto o contando la película a su acompañante, pero ¿quién se atreve a asomarse por el balcón y requerir a unos padres para que sus hijos no den gritos en un parque infantil? ¿O acercarse educadamente a una terraza de un bar y sugerir a los clientes y al propietario que, por favor, hablen todos más bajo, que total, están a pocos centímetros unos de otros? ¿O recriminar a alguien por dar gritos en la calle? Es más, estas sugerencias podrían ser lógicas, sobre todo a ciertas horas y considerando que junto a parques infantiles o terrazas de verano, o en las mismas calles, hay edificios en los que vive gente. 
Al parecer en España ese asunto no preocupa en absoluto y mucho menos en el sur de la piel de toro. Me cuentan -y yo mismo he comprobado- que en otros países de nuestro entorno, mucho más mentalizados y educados en el respeto a las otras personas, estas cosas no son así. En ese sentido -por poner un sólo ejemplo- aún se me cristalizan los ojos cuando pienso en aquella enorme terraza de Berlín a la que fuimos mi pareja y yo a tomarnos una cerveza nocturna y descubrimos que a pesar del gentío que la poblaba no se escuchaba una mosca...hasta que llegó un grupo de estudiantes italianos o españoles, que da igual. Obviamente, en esos países no so mudos, pero existe toda una mentalidad labrada desde la tierna infancia que consiste en comprender y admitir que respetando lo público nos respetamos más todos. Sin embargo, es curioso observar cómo esta gente suele adoptar nuestras costumbres ruidosas cuando llevan un tiempo entre nosotros. Por aquí no parece que hayamos aprobado esa asignatura. Al menos, todavía.  Y no lo hacemos porque, además de lo expuesto en cuanto a la mentalidad ciudadana, a las autoridades no les parece un asunto que deba ocupar su agenda de forma prioritaria, es más, son ellas mismas las que en ocasiones fomentan este tipo de ruido público cuando autorizan u organizan actividades ruidosas hasta altas horas en lugares plagados de edificios y, por tanto, de personas que, en muchos casos, necesitan descansar para trabajar a la mañana siguiente y seguir pagando impuestos a las arcas públicas.  En ese sentido sería conveniente que nos preguntáramos si la actitud más respetuosa en otros países, además de la mentalidad, también pueda ser debida a la existencia de normas más tajantes contrarias al ruido.       
Y de ahí que sea tan difícil responder a esas dos preguntas que me hacía al principio.  

05 septiembre 2013

UN PERIÓDICO YA NO DA NI PARA LO QUE SE TARDA EN TOMAR UN CAFÉ

El otro día mientras tomaba un café a media mañana y leía la prensa en una cafetería del centro (algo que siempre ha formado parte de mi vida) observé algo que me inquietó: ya había acabado de leer el periódico y aún me quedaba medio café. Eso, hasta hace poco, solía ser al revés y me fastidiaba comprobar que ya sin café aún me quedaba medio periódico por leer. 
Pero esta situación era completamente nueva. Nueva y desconcertante, a la vez que decepcionante. Pero, ¿a qué se debe que eso sea así? Las causas pueden ser varias. Es probable que la realidad que retrata la prensa cada vez sea menos interesante o que los periódicos en su afán de no perder lectores cada vez dediquen más secciones a temas irrelevantes (porque entienden que es lo que el lector medio demanda), muchos de ellos relacionados con la prensa rosa y la idílica vida de los ricos y famosos. Además, unido a ello, las páginas de actualidad política -que son demasiadas- cada vez interesan menos al ciudadano, harto ya de tanta corrupción y de tan pocas consecuencias jurídicas para los protagonistas de ese inmenso mar de baboso en que se ha convertido en España. Un marear la perdiz que ya no interesa a nadie. 
Como casi todo el mundo, yo siempre he leído los titulares de los periódicos como antesala de la noticia. Si estos titulares son interesantes, suelo adentrarme en el segundo nivel del titular y si ese segundo nivel sigue pareciéndome de interés, suelo leer las columnas completas, pero observo que ya no me detengo ni tan siquiera en los titulares de dos secciones cada vez más mayoritarias: la actualidad política nacional -y cada vez menos, la internacional-  y la prensa rosa. A eso hay que unir que jamás me he detenido en la sección dedicada a la fiesta nacional ni a la del horóscopo, anuncios y cosas así, luego ¿qué va quedando por leer? En realidad muy poco, cada vez menos. 
Dedico algún tiempo a las columnas de opinión (no a todas) y cartas al director y siempre leo todos los titulares de deportes (excepto carreras de motos, que no me interesan en absoluto), pero observo que en esta última sección cada vez paso más rápidamente las páginas dedicadas a las noticias seudodeportivas que tienen relación con los divos de nuestro fútbol porque, sencillamente, eso no me interesa y no me parece que sea deporte. Por tanto, si lo consideramos globalmente está justificado que la lectura de la prensa le aguante cada vez menos el tipo a una taza de café. 
Pero no creáis que me alegro de ello, de hecho no puedo alegrarme en absoluto porque yo mismo colaboro en un periódico. Además, considero que una sociedad sin prensa es una sociedad incompleta, pero esto que describo es un bocado de realidad que de no revertirse acabará por ir a peor. Es más, el ciudadano medio cada vez se muestra cada vez más contrariado con que los periódicos sigan insistiendo en las cuitas políticas a sabiendas de que ese asunto va camino de convertirse en algo residual si no nocivo. Y también sabe que los grandes grupos periodísticos cada vez barren más para casa y muestran sesgadas las noticias que les interesan y las que no.  Sin embargo, como el otro día le decía un amigo, lo realmente grave es que toda esta gentuza que nos gobierna decide cada día sobre nuestras vidas y nunca se sabe si es mejor darles la espalda definitivamente o ejercer sobre ellos un férreo marcaje. 
A menudo me pregunto si es esta la democracia a la que se referían los padres de la patria al poco de fallecer el dictador.    

04 septiembre 2013

FIDELIDAD A LAS RAÍCES

Quienes por diferentes motivos hemos dejado de vivir en la localidad que nos vio nacer y criarnos, por lo general, deseamos seguir manteniendo algún tipo de nexo de conexión con ella, pero cada vez éstos son más débiles por mucho que queramos evitarlo. Se supone que es ley de vida. 
Mi caso particular no es ninguna excepción. Los nexos con el pueblo en el que nací y crecí siguen existiendo pero percibo que cada vez son menos sólidos y cuesta un mundo seguir alimentándolos. Sin embargo, he de admitir que  ese cariño a la tierra -no tanto ya al ámbito social- sigue siendo inalterable y es bueno que así sea. Aún sigo disfrutando de sus rincones y espacios naturales. Es más mis entrenamientos suelo hacerlos por ellos. Se produce una dualidad curiosa. 
Hace muy poco se celebró en Pinos Puente, mi pueblo, la anual romería que suele ser el plato fuerte de las fiestas (lo sé muy bien porque fui concejal responsable en el periodo 1995-1999). Se trata de una romería más de las muchas que se celebran en todo el territorio nacional, aunque a decir verdad ésta tiene la particularidad de ser completamente laica, no hay santo ni virgen de por medio. Sea lo que fuere, desde siempre, ese acto festivo ha sido el lugar común donde todo el pueblo ha confraternizado y los amigos hemos coincidido. En los años de juventud se trataba de una bacanal de farra y alegría, pero con el paso de los años se ha ido convirtiendo en uno de los pocos nexos de unión con el pueblo. Y aunque aún sigo asistiendo con un cada vez menos numeroso de amigos del pueblo (este año se ha reducido a Emilio y a mí, de entre los más íntimos), cada vez lo hago con menos convicción, si bien algo en mi interior me pide que lo siga haciendo porque es de los pocos argumentos válidos que me siguen uniendo al pueblo y una de las pocas ocasiones para ver a los amigos de siempre. Siento que cuando deje de hacerlo ya se habrá roto lo poco que queda, aunque se supone que no tiene por qué ser así.
Y es que con el paso de los años nos cuesta cada vez más ser fiel a las raíces. La familia va desapareciendo, a los pocos amigos que quedan en el pueblo, absorbidos por su propia vida, cada vez los vez menos y muchos de ellos también se fueron de la localidad. Luego, ésta se va transformando y cada vez cuesta más reconocerla. 
No es aún mi caso, pero me temo que pueda serlo dentro de poco. Por lo pronto, deseo que sigan vivos esos pequeños nexos de unión porque siempre he considerado que hay que ser fiel al terruño y a las raíces. De hecho la foto que actualmente preside este blog es un homenaje a la tierra.

15 julio 2013

ENTRE EL RIGOR Y EL HEDONISMO

Reflexionaba ayer sobre la importancia que tiene la irrupción de la vida social en el régimen -más o menos cerrado- de los entrenamientos. Los corredores aficionados tenemos ciertas contradicciones en ese aspecto, pero hay que intentar no vivirlas como tales. Me explico. 
Por lo general, entrenamos un mínimo de tres días por semana. Y para cualquier corredor aficionado medio-avanzado o avanzado que se precie ese mínimo ha de ser sagrado. Además, se da la circunstancia que cada uno de esos entrenamientos no consiste en una mera sesión de jogging de parque de ciudad, cuatro o cinco kilómetros a ritmo muy trotón. Nada de eso. Cada sesión se habrá de convertir en un entrenamiento mínimo de diez kilómetros serios, con ritmos mínimos por encima del trotón -cada cual marcará su ritmo-, no inferior casi nunca a los 5'30'' el mil. Pero la sesión no terminará ahí ya que cada una de ellas exigirá un mínimo de calentamiento y no menos de 15 minutos de elongamiento posterior. Y eso exige dedicación.
Sumado a eso, esos 30 kilómetros mínimos semanales no serán posibles si durante toda esa semana -mucho más los días de descanso- no existe cierto orden en cuanto a la nutrición y la ingesta de líquidos varios o, en general, un estilo de vida saludable, que conllevará un mínimo de descanso y cierto orden. Y ahí es donde radica la contradicción.
Lógicamente, en unos corredores más que en otros. Para algunos esta dualidad se convertirá en un quebradero de cabeza, por la sencilla razón de que les atrae tanto el régimen cerrado de entrenos como las salidas sociales -nocturnas, por lo general-; pero para otros, eso no será un problema, por la sencilla razón que su régimen social está en un plano muy atrasado con respecto al del entrenamiento. No obstante, el asunto se estropea cuando a éstos últimos, en ocasiones, les da por dejarse llevar por el sosiego que suponen las alternancias sociales, principalmente ahora en periodo estival. Y como no es su costumbre, su rendimiento cae enteros.
Una reflexión que viene a cuenta de mi propia experiencia durante la semana pasada. Una semana dividida entre el entrenamiento y el alterne social y nocturno. Por lo general, pertenezco a ese segundo grupo de corredores que no suele frecuentar el ámbito 'farrero', pero cuando eso ocurre -y ocurre poco, lo confieso, por decisión propia- el entrenamiento se convierte en una birria. Hago la mitad de kilómetros y esa mitad nos lo hago con la dedicación y nivel que quisiera. Además, cuesta arrancar y centrarse en un ritmo normal de entrenos.
Pero comprendo y aconsejo que -como siempre digo- el corredor aficionado tiene la ventaja sobre el profesional de poder entregarse con mesura al dios 'Baco' y al Hedonismo. Lo importante es ser ecléctico y concienzudo. En otras palabras, no perder la cabeza ni en una cosa ni en la otra.      
        

29 mayo 2013

¿TE LLEVARÍAS EL CORRER A UNA ISLA DESIERTA?

Siguiendo las sabias recomendaciones de Alfredo -a quien por mucho que lo parezca, no lo conozco físicamente, o eso creo- y dejándome llevar por mi propio sentido común, no podré anunciar -como preveía- que correría la Media Maratón de Montaña La Calahorra-La Ragua. Lo lamento de verás, sobre todo cuando ya estaba preinscrito. 

Pero la leve dolencia del gemelo izquierdo exige cordura. Y para nada me gustaría reproducir esos malos momentos de incertidumbre que tuve en las primeras rampas de Órgiva. Principalmente, porque la prueba de La Ragua es otra historia muy distinta a la de Órgiva. Os lo puedo asegurar por partida doble (2008 y 2009) 
Ahora toca descansar y aplicarme todas esas mejoras técnicas que relataba el otro día (electroterapia, ultrasonidos, ultravioleta...) y aprovechar estos días festivos en Granada para alejarme del mundanal ruido unos días y olvidarse de correr. Nada vendrá mejor que un corto viaje pare regenerar y volver con más fuerza para asumir las pruebas que aún quedan antes de que llegue el tórrido verano (Valle de Lecrín, Río Dílar y Huéscar si es que decido ir, que creo que no). 
Un largo verano por delante para entrenar, para subir cuestas, para bajar laderas, para correr entre olivos, para atravesar cortijos y pueblos, para alzar la vista  y contemplar la recta que  nos queda por recorrer. Mucho que correr, mucho que contar. 
Porque la vida de un corredor popular se estructura en base a esa agenda, que te puede asfixiar y dar vida a partes iguales, pero que es la que nos gusta y la que hemos elegido.
Yo siempre lo digo a los amigos: es probable que en la vida pocas cosas tenga claras; en pocas haya puesto fe; o, sencillamente, en pocas crea. Pero siempre se salva el correr. Una de las pocas cosas que uno se llevaría a una isla desierta (tipo Lost) si se considerara un bien tangible. 
Permitidme por último para amenizar esta entrada que os reproduzca el anuncio sobre bares que mi amigo y Alter, Jesús Lens, ha reproducido en su blog y que tiene que ver mucho con lo que el piensa y escribe sobre los bares (y el cine, en su caso). Yo he escrito también varios artículos y relatos sobre los bares y éstos están muy presentes en algunas de mis entradas ¿de dónde creéis que surgió si no  aquel término que acabo en grupo: Las Verdes? 


28 mayo 2013

ALGUNAS RAZONES PARA CONTINUAR POR AQUÍ

En ocasiones tengo mis crisis de creatividad -como todo el mundo- y es entonces cuando me pregunto el por qué de administrar este blog; incluso las tengo cuando veo mis artículos publicados en prensa o en otras publicaciones físicas o virtuales. Creedme si os digo que en esas ocasiones me siento como desnudo y expuesto a las miradas. 
Cuando he escrito algún relato y lo he publicado en alguna parte también me ha ocurrido en ocasiones; y hubo un momento en los que me sentía extraño publicando poesía en alguna revista o en algún libro de poesía conjunto. 
Y es entonces, en esos momentos de interrogaciones descarnadas, cuando considero muy seriamente revisarlo todo. Fue a esa conclusión a la que llegué cuando cerré el mítico 'Diario de un corredor' y debéis creedme nuevamente si afirmo que han sido muchas las ocasiones en las que casi he decidido cerrar este espacio virtual. Por suerte, en todas esas ocasiones, esa fiebre es poco duradera y, finalmente, siempre hay otras circunstancias que compensan seguir en la red, sin otra satisfacción que la de escribir, comunicar y compartir, que no son divisas nada desdeñables en este momento histórico de codicia y en la que todo parece tener un precio cierto, sin que precio y valor tengan nada que ver en muchas ocasiones. 
Muchos de los motivos por los que uno decide continuar son exógenos y es ahí cuando vosotros-as, apreciados lectores y amigos, entráis en juego. Son muchas las ocasiones en las que escribir es llorar y pareciera que las palabras virtuales y físicas se pierden en la nada (como lágrimas en la lluvia), sin remedio, pero entonces, de pronto y sin previo aviso, un comentario, un reconocimiento virtual o real en la calle, unas palabras mínimas, algunas entradas y artículos reproducidos en otros blogs y foros (a pesar de algún que otro plagio incluido como denuncié no hace mucho con relación a una de mis entradas más reproducidas) o sencillamente el rebosante contador de visitas hacen que uno elimine de golpe esos pensamientos negativos. Esta tarea no es nada fácil y a lo largo de los años uno comprueba cómo cada vez se hace más complicado escribir algo sin que sea repetitivo e, incluso, comprobar con cierta tristeza como gente que comentaba asiduamente deja de hacerlo, algo que se compensa en parte con la nueva gente que se incorpora en algún momento. Nada que objetar; es ley de vida y poco de lo que ocurre en el mundo digital es distinto a lo que ocurre en el mundo real. Son mundos paralelos.
Pero de todo, lo que quizá más satisface a un bloguero es comprobarse citado en otros blogs amigos, ya se trate de gente a la que conoces físicamente o no. Y en ese sentido, mucho me han agradado estas palabras de un amigo remoto que gusta de la literatura y de la fotografía desde esas Islas que desde aquí en la península llamamos afortunadas: Os dejo con las palabras que José Gerardo escribió hace unos días  en su original blog de nombre poético 'Arena y Sal' (cuanto me gusta ese título) a cuento de una fotografía mía de la Alhambra que en algún momento inserté:  

Arena y Sal


 'Rulando por algún que otro blog, siempre nos encontramos sorpresas de gran calibre, maravillas que han salido de la mano del hombre y que muy raras veces, los que vivimos fuera, tenemos la oportunidad de admirar, "nos pilla un poco lejos".

Por esas tierras corre más que vive un chavalote que, cámara en mano, para, en un instante, tanta belleza; ya desde la distancia lo es; parece como si el clima quisiese echar una mano, ponerle su toque de color y su luz a tanta hermosura.
José Antonio, el de las Opiniones Intempestivas, a la par de preparar el trote por la zona, desde un punto de privilegio, el Sacromonte granadino, ¡clic, clic!, y momento para siempre, enésimo retrato, que no el definitivo, de la Alhambra.
No le daré las gracias, porque él ya es afortunado con publicitarlo al mundo, ni le pediré más momentos, ya él los plasma cuando los encuentra, ni tan siquiera le diré lo maravilloso que es el motivo, él sabe que lo es.
Tan sólo animarlo, para que siga subiendo éste y más momentos, para que, con el permiso de ustedes, nos alegren el rato, nos deje boquiabiertos ante tanta hermosura.'



Gracias sinceras.  

11 marzo 2013

HACIA LA MUERTE TERMINAL DE NUESTRA DEMOCRACIA

Desde mi perspectiva, muchas altas instituciones en este país podrían estar a estas alturas en estado de desahucio y descomposición si nuestra transición hubiera incluido mecanismos de transparencia para la democracia que se acababa de entrenar. 
Muchos 'padres de la patria', por entonces, consideraron que estando recién llegados de una dictadura y con una cruenta guerra civil cuarenta años antes, poco se podía hacer. Pero yo creo que sí se podía haber hecho mucho más, porque poco o ninguna relación tiene el haber pasado por esas dos etapas históricas tan perversas y el haberse dotado de mecanismos de transparencia. Hubiera bastado tan sólo con haber seguido el modelo de las democracias europeas más asentadas. Pero no se hizo y ahora estos gazapos se han de solventar en plena tormenta y con una democracia que hace ya tiempo dejó de ser menor de edad.
Esa falta de transparencia y trapisondía la parecen todas las instituciones altas de este país, pero en poco tiempo se comenzarán a ver las obras de restauración de una de las más principales: la monarquía -Jefatura de Estado-, en la que centraré esta reflexión. 

De hecho, no es un asunto que tan sólo competa a los propios integrantes de la Casa Real, también compete al conjunto de la sociedad, por un motivo principal a mi modo de ver: la institución menos democrática no puede seguir haciendo las cosas a su manera en una pretendida democracia. Es cierto, que lo ha estado haciendo hasta ahora, pero ya ha llegado el momento del punto y final. Opino, que de alguna manera todos -en mayor o menor medida- somos cómplices de mirar hacia otro lado con relación a las abusivas prácticas de esta institución. Entre todos hemos sido permisivos y hemos creado al monstruo, que ahora, ya crecidíto y desagradecido puede acabar devorándonos. Una especie de vuelta al mito de Frankestein.  
El proceso de putrefacción de esta alta institución es connatural a su esencia, que deriva de periodos históricos en los que la democracia no se sabía ni pronunciar, a pesar de que los griegos ya dieron lecciones más que precisas antes de nuestra era cristiana. 
Pero ocurre que nuestro país ha llegado tarde y mal a todos los procesos históricos renovados y en este país ha habido demasiada poca predisposición desde siempre a la transparencia y a la honradez; baste con leer nuestra historia desde que España se integra en la modernidad para comprender que por esta piel de toro tan sólo han pasado desarmados, bribones y trepas, con alguna que otra excepción que pronto se han procurado de quitar de en medio.
Y para colmo, somos un país tan recalcitrante, que no contentos con su nefasta impronta, volvemos a solicitar que nos reinen los borbones, símbolo de todos los males que ha sufrido este país. Así somos. 


Pero volviendo a nuestros días y siguiendo con el hilo argumental, considero que en un plazo más o menos corto, la monarquía española actual ha de sufrir una catarsis obligatoria porque no es de recibo que se sigan sucediendo los escándalos a que nos tienen acostumbrados sus miembros. No en una democracia que pretende serlo, porque ¿qué país serio se puede permitir la opacidad que se permite nuestra Jefatura de Estado? ¿Cómo es posible que se escondan los escándalos tan descomunales a los que estamos asistiendo? Necesitamos saber de una ver por todas todo lo que se está ocultando con la complicidad de los partidos políticos y el gobierno. Necesitamos saber de una vez por todas la relación de los negocios de Urdangarín con la Casa Real; necesitamos saber con exactitud en qué se gastan los fondos públicos de la Casa Real, hasta el último céntimo de euro; y necesitamos saber -por hablar tan sólo de lo último- quién es y qué papel desempeña o ha desempeñado la famosa princesa alemana y todo eso necesitamos saberlo ya, antes de que esta vencida democracia entré en un estado de muerte terminal, si no es que ha entrado ya.
Es más, ni tan siquiera reclamaré aquí la necesidad de una república porque tampoco me parece interesante la entrada de este sistema político si tan sólo es para limpiar por fuera 'los sepulcros blanqueados'. De nada serviría una hipotética III República si se continúan con estos mecanismos de opacidad, mercadeo, falta de transparencia y supuesta corrupción. De lo que hablo es de otra cosa. Hablo de mecanismos democráticos puros; de mecanismos que aseguren un Estado de Derecho real, en el que la separación de poderes sea efectiva y que tan sólo el imperio de la ley sea el inicio y el final del camino, sin distinciones en función de quién se sea, qué se represente o de dónde se derive. 
¿Es mucho pedir? Me temo que sí.    

10 marzo 2013

UNA MUJER TRABAJADORA GUAY

El pasado viernes fue el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y mientras tomaba una cerveza en una bar del centro de Granada reflexionaba sobre algo que tenía delante de mis ojos a raíz de lo que en ese momento escupía el televisor: una tipa de un partido, que se desgañitaba -bien vestida, bien peinada ella- ante un buen número de periodistas teorizando sobre los derechos de la mujer trabajadora; ella misma también mujer trabajadora guay a la que seguramente le estuviera esperando su coche oficial en la puerta. Con un par, como diría Pérez- Reverte.
Allí cómodamente sentada ante un sinfín de micrófonos de todos los colores, sintiéndose una diosa, se erigía en portavoz de todas esas mujeres abnegadas, es decir, dando ejemplo de mujer ídem. Y, claro, es para indignarse.... Pero en fin, hablaré de ello largo y tendido en los próximos días que no quiero hacerme competencia (ya me basta con que me plagien).
  

31 diciembre 2012

UN AÑO DA PARA MUCHO.

Un año da para mucho. O para poco. Depende de nuestra actitud y de las circunstancias personales. Puede ser un año fatídico y puede ser un año redondo, pero no estaría mal que fuera un año normal, sin más. 
Los que corremos habitualmente, podemos perfectamente resumir el año por kilómetros y por carreras. Es una buena referencia. Pero lógicamente, el año no se nutre solo de eso, aunque 'eso' sea lo que quizá hagamos con más constancia, al menos, en lo que se refiere a práctica deportiva. Una práctica deportiva que está presente, haya frío, lluvia, nieve o calor. Siempre está ahí; como lo está esa extraña estatua en mitad de la calle por la que pasamos cada día o ese árbol, que con hojas o no, floreciendo o no, con fruto o sin él, siempre está ahí, inmóvil, constante, presente... 
Un año, que en sus doce meses y sus trescientos sesenta y cinco días, sus ocho mil setecientos sesenta horas y sus doscientos diez mil doscientos cuarenta minutos, se despide dejándonos algo más pobres y mucho más desesperanzados con las instituciones, las leyes y la clase política de un país que cada día va más a la deriva y que permite que su clase pudiente siga aferrada a sus privilegios mientras que liquida progresivamente el estado de bienestar y la ciudadanía se desangra postrada en el desempleo, la carestía de la vida y la fuerte carga impositiva; y que observa cómo son cada vez más los jóvenes preparados que optan por traspasar las fronteras, mientras que recibimos una cada vez más preocupante inmigración social, que no funciona ya como contingente de mano de obra. 

Pero a pesar de todo seguimos haciendo kilómetros y compitiendo, completando este año menos kilómetros que el anterior, por la lesión de principios de año, y un total de 11 competiciones, de las cuales cinco han sido en la distancia de media maratón. Y, también, escribiendo. Han sido 247 las entradas escritas y varios cientos vuestros comentarios. Entradas en las que ha habido reflexión, correr, deporte, literatura, relatos, cuentos, artículos en prensa, cine, libros, vídeos musicales, viajes, fotografía música...y una lista interminable de asuntos. Ese es el sustrato que mueve este blog, que no es más que la plasmación del espíritu de su autor. 
Esperamos, por tanto, para el nuevo año que las circunstancias y las actitudes no sean muy cambiantes y podamos seguir compartiendo kilómetros y este espacio virtual. Pero eso nunca se sabe. 

Un venturoso y buen 2013 para todos y todas.  

PRUEBA DE ALHAMA


PRUEBA DE SALOBREÑA
PRUEBA DE HUÉTOR TÁJAR



PRUEBA DE ÓRGIVA

PRUEBA DE VALLE DE LECRÍN 

PRUEBA DE OTURA


MEMA DE GUADIX


MEMA DE MOTRIL
MEMA DE GRANADA

MEMA DE JAÉN





MEMA DE CÓRDOBA




10 octubre 2012

LO QUE ENSEÑA EL WESTERN

Nadie en su sano juicio debería de dejar de ver 'Centauros del desierto'. Por muchos motivos. 

Porque en los tiempos precipitados y de cartón piedra que atravesamos, los valores de la esta película de John Ford son mayúsculos. Veamos. 
El contexto. Una sociedad en ciernes, una civilización que comienza -la del hombre blanco-; y otra que se va extinguiendo -la de los pieles rojas y todas la subrazas derivadas-. Y entre medias, muchos valores puestos en juego. Todo un carrusel de valores, hoy practicamente perdidos. Personas que luchan por una vida colectiva mejor, por un progreso: personas de bien, frente a personas que sólo buscan ganancias en ese progreso y tan sólo les interesa una vida mejor, pero no colectiva, sino particular: personas de mal. Héroes que lo son sin querer serlo y quienes juegan a ser héroes sin tener madera para ello. 
Ilusiones y sueños rotos en un trasfondo de miseria y condiciones de vida muy duras. Pero lo que más me llama la atención de esta película -que es común a otras grandes del género- es el compromiso sin fisuras de unos pocos, la vocación de favorecer a la comunidad, jugándose la vida. O la perseverancia por conseguir algo que es de difícil consecución, cueste lo que cueste y se tarde lo que se tarde. 
Una simple carta recibida a lo largo de un lustro puede ser detonante de un noviazgo roto o esa misa carta, con otro contenido, el detonante de un compromiso estable. En una época en la que todo es lento, en la que se puede ir una vida entera para optar a una información o a una respuesta crucial. Mucho deberíamos de aprender de todo eso en esta época amorfa y sobredimensionada de información -la mayoría de ella inútil-. 
Por eso me gustan los western y si están dirigidos con la maestría que siempre mostró John Ford e interpretados con la credulidad y entrega de John Wayne, estamos hablando ya no de la culminación de un género, sino de obras de arte. Y de ahí, que se convierta en algo imprescindible para la existencia. Tanto como admirar en alguna ocasión el 'David' de Miguel Ángel en Florencia, leer 'El Quijote' de Miguel de Cervantes o asistir a alguna buena interpretación de la Misa de Réquiem de Mozart, por poner tan sólo tres ejemplos vivenciales -cada cual tendrá los suyos, lógicamente-.         

27 septiembre 2012

BUSCANDO RECOVECOS DE LA EXISTENCIA

Sería difícil explicar -y mucho menos convencer-, a alguien que no es corredor, que esta disciplina deportiva va mucho más allá del mero ejercicio físico. 
En la entrada de ayer apuntaba sobre lo que supone correr en el comienzo del otoño. Las días son mucho más cortos y la luz, que se esfuma cada vez antes, es más turbia y plomiza. Es posible que haya días lluviosos y que las hojas de los árboles ya comiencen a caer para, de esa manera, volver a comenzar su ciclo, que alcanzará su plenitud muchos meses más tarde, en primavera. 
Comenzarán a aparecer los primeros humos de las chimeneas, pero es probable que ese humo no sea otro que el de las castañas asadas. Ya hay bandadas de pájaros que inician su errático viaje en grupo hacia lugares más cálidos y las calles se quedan más despobladas, en la misma medida que las terrazas -¡gracias a Dios!- ya comienzan a plegar sus sombrillas y almacenar sus mesas y sus sillas.
Pero muchos más vacíos quedarán los caminos, veredas y carreteras por los que corremos habitualmente; y para colmo, hay que organizar la tarde -si somos corredores vespertinos- para que el astro rey no nos asombre con su retirada. 
Es otra época; es otro correr. Y a esas nuevas circunstancias hay que adaptarse porque el entrenamiento no puede detenerse de la misma manera que no se detiene la competición. Hay que volver a remover el armario y comenzar a sacar, al menos, las primeras capas de nuestras equipaciones técnicas, sin que sea prudente precintar aún la ropa técnica de verano. 
Cambian los bioritmos, cambia la forma de hacer la digestión, cambian muchas cosas. Pero a todo eso hay que enfrentarse sin más remedio. 
Además, el otoño es más melancólico, más cercano al hogar que a la calle, pero eso tampoco puede convertirse en un problema, ya que la inclinación al hogar siempre conlleva menos resistencia que la inclinación a patear caminos. Y es en ese momento en el que tiene sentido la frase del título: 'Buscando recovecos de la existencia'. 
Enfocada esa frase en el corredor, podría considerarse que éste se sumerge - como todo el mundo- en una existencia cotidiana, en la que cobra un principal protagonismo el trabajo, el estudio, la familia, las obligaciones cotidianas, de manera que ante ese marasmo difícil es buscar recovecos. 
Toda persona debería ser creativa y afrontar cada día como una nueva oportunidad de hacer una lectura distinta de la cotidianidad. La mayoría no lo hace porque se deja llevar por la magnitud de las obligaciones diarias: no hay lugar para la creatividad. Pero hay otras personas que intentan buscar cada día -yo lo intento al menos- una nueva motivación, un nuevo recoveco que haga despertar el alma y los sentidos. Unos lo buscan en la lectura, otros en la reflexión, otros en el cine, otros en la música. Todos esos argumentos son válidos. Los corredores, además de buscar esos recovecos en todo eso, tenemos el privilegio de hacer una lectura del día completamente distinta, simplemente, acudiendo a nuestro entrenamiento más o menos diario. Es más, si conseguimos que ese entrenamiento no se convierta en rutina habremos rizado el rizo. 
Para muestra un ejemplo propio: en esta tarde plomiza y lluviosa de miércoles, cuando la cotidianidad parece ahogar a todo el mundo, cuando las noticias sobre la crisis y los recortes planean por las atribuladas cabezas, consideré como lo más creativo hacer una ruta poco usual, perderme por una carretera prácticamente solitaria rodeada de la belleza que confiere el otoño a la naturaleza y desafiar a la fresca tarde vistiendo aún la ropa técnica que he utilizado en verano. Quería sentir la fría brisa del otoño  Era una forma de rebeldía, una forma de buscar un recoveco que la rutina jamás ofrecerá. Para colmo me salió, sin buscarlo, un ritmo casi de competición -¿sería por la motivación?-. Ese es nuestro privilegio al margen de ritmos, marcas, competición y otras cuestiones menores. Pero, claro, esto no es fácil explicárselo a quien no suele correr, pero confío que vosotros amigos y amigas corredores sepáis de qué hablo cuando hablo de correr (dixit Murakami).  

18 septiembre 2012

EL CORRER Y SU GRANDEZA

No sé si somos de otra pasta, como decía Rafa Bootello en un comentario a la anterior entrada. Pero, sí, es cierto que no somos demasiado normales. Una persona normal -que también lo somos en esencia-, por lo general, no suele madrugar un domingo, haga calor o frío, y coger el coche para desplazarse a otra ciudad o pueblo para correr a lo ancho y largo de 42, 21, 15 o 10 kilómetros. De hecho, tampoco es muy común hacer esos kilómetros sin que exista la necesidad de desplazarse. 
Cuando compraba pan y unas tortas en Guadix tras recuperarme de la Media Maratón del Melocotón, la dependienta reconoció en mí que venía de correr y me preguntó por la carrera. '¿Cuántos kilómetros son?', fue la pregunta que me hizo desde la tranquilidad de su comercio. 'Veintiuno' le contesté. 'Desde El Bejarín a Benalúa, debe ser duro', comentó la dependienta. 'Sí, en esta prueba y en estas fechas todo es duro, pero nos dedicamos a esto', ratifiqué finalmente. No es más que una breve conversación entre una persona que no se dedica a esto y otra que sí, aunque sea por mera afición. 
Paseé un rato por la bella ciudad de la Alcazaba nazarí, de la Catedral barroca, del buen pan y de los buenos churros, y pensé en aquella breve conversación: una ciudad que apenas acaba de levantarse, una panadera que vende su pan aún caliente y unos cientos de corredores que acaban de culminar veintiún duros kilómetros. Todo muy surrealista. Surrealista, porque mientras me dirigía al coche a dejar la bolsa de pan y tortas caseras, se daba el hecho casual que junto a donde estaba aparcado mi vehículo estaba el kilómetro 20 y que por él aún pasaban con cuentagotas algunos corredores. Eran los que iban a acabar en torno a las 2' 15'' y 2' 30''. Lógicamente, se les veía cansados, muy cansados, pero ilusionados por llegar, ajenos a cronos y a otras cuestiones menores. Animé a cada uno de ellos, y cada uno de ellos me devolvió las gracias. En particular, recuerdo a una chica, bastante gruesa. La observé dando sus agónicos pasos, sin apenas levantar las piernas del suelo y le dije que ni tan siquiera le faltaba un kilómetro -ocultándole que era el más duro-. Esa chica, bastante metida en carnes me inspiró heroicidad y convicción. A esa hora -casi las doce y media de la mañana- la mayoría de la gente estaba recién levantada, probablemente acicalándose para desayunar tardíamente, o bien, tomarse unas cañas. Coger relajadamente la prensa del día y sentarse en una vistosa terraza de un bar y ver pasar el domingo. Sin embargo, ella, llevaba levantadas varias horas y allí estaba luchando contra la onerosidad de su cuerpo y su último kilómetro. Me pareció algo lírico. Al poco, reconocía a un corredor que vestía la equipación de mi club. Se trataba de un conocido, con una edad aproximada a los 70 años, que con paso firme y estiloso se dirigía a culminar su enésima media maratón. El crono no importaba. Le saludé y me devolvió el saludo alegremente. A lo lejos les vi a ambos. La chica ya subía en dirección a la Catedral y el compañero de mi club curvaba hacía la derecha para enfilar los últimos ochocientos metros. Dos héroes silenciosos, que en una calurosa mañana de domingo y por un terreno agreste estaban a punto de culminar una gesta.  
Mientras tanto, en algún lugar, alguien sin mérito alguno -un político, el príncipe, el mismo rey o algún otro parásito del sistema- probablemente a esta ahora,  ante una cámara de televisión,  se bañaba en multitudes a cambio de contar mentiras y hundir aún más el país. Y pensé, con tristeza, lo injusta que es, en ocasiones, la vida.

03 septiembre 2012

UNA SENCILLA FÓRMULA: - RETRIBUCIONES= A - CONSUMO

Hay que decir que las previsiones de déficit les están saliendo al Estado como el culo. Otra genialidad de Luís de Guindos, el del ático de lujo de Madrid  Lógico que así sea. Servidor apenas tiene conocimientos de economía -una aislada asignatura de conceptos básicos en la licenciatura de Derecho y algún libro básico-, pero está claro que si el consumo está por los suelos dado el alto desempleo existente y la rebaja o congelación de la mayoría de las retribuciones, así como la subida de impuestos directos e indirectos, el producto interior bruto sin más remedio se tiene que reducir. Es decir, no hay potencial económico y apenas se produce al no haber un consumo alegre. Para colmo, estos microestados que hemos creado -sin parangón en ningún país del mundo- se han endeudado hasta las cejas y ahora acuden el papá Estado -incluso la independentista Cataluña- a pedir del dinero del Fondo de Líquidez  Autonómica; para colmo, los mercados sólo nos compran deuda si les damos magros intereses y como trasfondo de este desolador panorama, la casta política no se baja del burro y sigue manteniendo un sector público sobredimensionado ¿Cómo vamos a crecer? 
Sin embargo, estos datos del déficit en el 9%, un punto por encima del máximo previsto, se extraen sin tener en cuenta aún la reciente subida del IVA y el nuevo retroceso en el consumo que ésta provocará. Luego, a final de año será peor.
Un renglón aparte merece la supresión de la paga extra de todas las personas que trabajen para el sector público (unos tres millones), con independencia de su adscripción jurídica. Hagamos unas sencillas cuentas. 
Previamente, partamos de la base que la paga extra de Navidad es una paga que, por lo general, tiene un marcado carácter consumista. En otras palabras, es un dinero que la mayoría de las personas destinan a esos gastos extraordinarios que nos provoca la Navidad, el seguro del coche, algún impuesto, los Reyes de los niños y de los mayores, la comida fraternal -que en muchas casos, tanto para empresas como para familias y amigos, es más una declaración de guerra que una comida-..... Luego, si hacemos unas sencillas cuentas  y considerando que suele ser de unos 1.000 a 1.100 € de media- llegaremos a la conclusión que la no disposición de ese dinero -que yo calculo, aproximádamente entre 350 y 400 millones de euros-, provocará un serio colapso en el consumo, en perspectiva macroeconómica, y muchos actores productivos que gracias a esa paga hacen su diciembre, se verán avocados a una reducción drástica de sus ventas e ingresos, que les obligará a echar el candado de su establecimiento o despedir personal. 
Ocurre que esos 350 a 400 millones -que es posible que sea una cantidad calculada a la baja- se utilizan, como digo, para consumir no para guardarlo en el banco. Es decir, esa paga, por lo general, se evapora antes de que llegue el 15 de enero del siguiente año, y no disponiendo de ella, el ciudadano que trabaja en sector público tendrá que abstenerse del consumo que otros años sí ha podido hacer. 
Si en un sentido hipotético, las Administraciones Públicas -que se van ahorrar una pasta no pagando esa paga extra- destinaran el dinero a cuestiones sólidas, tendentes a buscar medidas para salir de la crisis y crear empleo, podría estar hasta justificado, pero mucho me temo que ese dinero que se ahorrarán servirá en la mayoría de los casos para lo mismo de siempre, es decir, el mantenimiento de los privilegios de su casta política (un dato: incluyo a la monarquía en ésta). Al tiempo.            

26 agosto 2012

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE LA POLÍTICA

Se me ha ocurrido dar como título a esta entrada un parafraseo de aquella excelente novela del escritor checo, Milan Kundera, con la idea de hacer ver hasta qué punto la política se está convirtiendo en algo insoportable -mucho más que nunca- y leve en su argumentario. 
Y, pensaba en ello, cuando el otro día fue miembro de una tertulia improvisada a pie de calle en mi pueblo, tras completar la ruta de 19 kilómetros a la que me refería en la anterior entrada. En esa tertulia participaban dos destacados miembros de la política local y viejos conocidos, con adscripciones políticas totalmente dispares. Pero lo curioso, es que había un total acuerdo en el argumentario de cada uno de nosotros en todos los temas que íbamos repasando (inmigración, prebendas políticas, crisis, desempleo, monarquía...), a pesar de haber representado en el pasado a opciones políticas totalmente opuestas en el Ayuntamiento de la localidad. Además, todos expusimos nuestra defraudación política actual y lo poco que ya nos interesaba lo que en otro tiempo formaba parte de nuestra existencia. 
Ocurre que la política, o los temas políticos, a estas alturas de nuestra mal llamada democracia ya se ha alejado definitivamente del pueblo -si es que alguna vez ha estado cerca-  y pertenece cada vez más a los intereses de los grandes partidos, que comulgan con una ideología cada vez más al servicio de intereses económicos y mediáticos. Y eso hace que los asuntos políticos cada vez sean más leves e insignificantes al haber perdido ya los partidos su verdadera esencia ideológica.  
Que los miembros de esa improvisada tertulia coincidieran en asuntos básicos no es más que un síntoma del enorme e irreversible divorcio que hay entre el pueblo y los políticos profesionales que, conscientes de su misión, no disimulan ante el cambio de rumbo que imprimen cada día a sus principios básicos que llegaron a prometer, incluso, en campañas electorales y programas recientes. 
De lo contrario, muy mal se puede comprender la deriva del PP -por ejemplo-, en asuntos relacionados con el terrorismo, salvaje subida de impuestos -incluso los directos-, la reducción de las retribuciones de los empleados públicos, aspectos éstos en los que han desarrollado, no ha mucho tiempo atrás, unas políticas completamente contrarias a las actuales (meses antes, el propio PSOE introdujo políticas más propias de la derecha, ajenas a su teórico credo político), traicionando de esta forma a sus votantes. Esa forma de actuar de los políticos en la alta política actual supone una nueva etapa hasta ahora desconocida, que consiste en olvidarse de todo credo político, olvidarse de votantes, simpatizantes e, incluso, afiliados si la ocasión lo requiere. No se trata de lo que conocíamos hasta ahora, es decir, incumplir promesas o programas, que es algo a lo que los ciudadanos ya estábamos acostumbrados. Se trata de un nuevo pragmatismo ajeno a ideologías y que pende de otros criterios inquietantes y hasta ahora desconocidos. 
Esos nuevos criterios pueden responder a diversas causas que, lógicamente, no nos van a explicar a los ciudadanos, pero posiblemente tengan mucho que vez con el obligatorio rescate de España a principios de otoño, del que la propia clase política y sus privilegios puede salir esquilmada. 


Es algo muy complejo -y que sólo intuyo- pero habrá muchas sorpresas en los próximos meses, ya que la capa de poder de los políticos españoles se verá superada por la de los de la Unión Europea -esos inquietantes 'hombres de negro'-. Habrá que estar atentos en los próximos meses.     

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...