Esta tarde he visitado una de las franquicias más conocidas dedicadas a la venta de material para correr, cuyo nombre como en aquel lugar de La Mancha, omitiré aunque sí lo recuerde. Lo omito porque lo que aquí escriba puede tener su efecto publicitario y porque lo que diré no es más que la apreciación neutra que hago tras esa visita.
Ojalá vaya muy bien porque el personal que atiende es joven y amable pero mucho me temo que deberán de revisar los precios o hacer animosas ofertas si quieren sobrevivir en un sitio como Granada. Esa es la verdad más descarnada que puedo contar y de ahí que omita el nombre (de todas maneras también lo omitiría si ocurriera todo lo contrario porque este no es un blog comercial a pesar de las tímidas ofertas recibidas).
Seguramente ya muchos conocéis de qué franquicia hablo, pero es posible que muchos no la conozcáis aún.
Todos sabemos que los productos técnicos para correr -o para cualquier otro deporte- son caros. Contienen materiales de primera calidad y mucho I+D+i. Estoy de acuerdo con todo eso y no me gustaría que fuera de otra forma porque cuando corremos -principalmente cuando pisamos- necesitamos que la calidad nos proteja de lesiones, lluvia, frío, calor u otros elementos igual de vitales, pero dicho esto nada justifica que esos precios -o esos márgenes- estén tan desorbitados en la mayoría de los casos (y el otro día lo hablaba creo que con Abel y Juan Carlos probablemente por tratar de quitar de la mente que nos esperaba una cuesta tremenda aunque no demasiado larga. Después se hizo el silencio, por lo que he bautizado esa cuesta como la "cuesta del silencio", nombre que demuestra que mi imaginación no da mucho más de sí).
Muchos corredores nos "hemos buscado la vida" como se suele decir vulgarmente y hemos trascendido nuestras fronteras para buscar esos mismos productos por mucho menos dinero; nos hemos arriesgado buscando tallas inexactas o productos que eventualmente hayan llegado en mal estado, aunque nada de eso jamás me haya pasado pero conozco a gente que sí. Pero eso no ha contribuido a una bajada de precios en nuestro suelo patrio, a excepción de eventuales ofertas o liquidaciones -esas en las que nunca hay tallas para nosotros-. Por tanto, hemos acudido -si nos hemos manejado bien con Internet- al mercado americano y británico, básicamente y nos hemos preguntado ¿Por qué en lugares donde la vida suele estar más cara estos productos caros son allí más baratos? Es cierto que no ocurre así en todas las economías más avanzadas que la nuestra porque he sido testigo ocular del precio de estos productos técnicos en la República Checa, Alemania e Italia y allí también están los precios por las nubes, pero eso no justifica nada.
En España existen unos márgenes enormes en estos productos o, probablemente poca competencia, de ahí que este mercado sea incierto incluso para los profesionales del sector.
Estas son las Asics GT 2150 por las que me he interesado hoy
No obstante, me he traído un catálogo de esta nueva franquicia y estoy estudiando precios, pero el primer producto que he estudiado -las Asics GT 2150- cuestan ya rebajadas 114 € cuando en una afamada franquicia británica, por poner un sólo ejemplo, es posible comprarlas con los gastos de envío gratis por 73,60 €. Hablamos de 40,4 € de diferencia, es decir 6.722 de las antiguas pesetas. Me parece excesivo. Comprendo que comprar presencialmente un producto, poder probártelo y comprobar que no tiene ninguna tara de fabricación, debe ser algo más caro, pero nada justifica que cuesten más del 50 % (el 55 para ser más exacto). Esas diferencias son muy comunes en casi todos los productos.
Por tanto, mucho me temo que las opciones seguirán siendo más o menos por este orden: comprar a través de Internet, esperar a las rebajas y poner la tienda de campaña en la puerta de los comercios, como suele hacer la gente desocupada para ver a sus ídolos musicales, o bien, rastrear liquidaciones y esperar el milagro de encontrar nuestra talla.
O, en el mejor de los casos, que nos toque la lotería.