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08 mayo 2011

II GRAN PREMIO DE FONDO "VILLA DE SALOBREÑA" (8/5/2011)



Faltaron 350 metros para cubrir la distancia de 10 kms., pero la sensación al acabar la prueba era que habíamos corrido una clásica prueba de diez kilómetros. De hecho, contaba con casi todos los ingredientes que ha de tener una prueba de esta distancia, principalmente, rapidez, terreno llano y buen clima. Sin embargo, existen dos elementos que impiden que sea la prueba perfecta: uno de ellos es precisamente su distancia incompleta; el otro el exceso de vueltas por un mismo terreno, no tanto por el terreno en sí, sino por esas siempre indeseables "rotondas de conos" que tanto tiempo hacen perder, aunque es comprensible que esas repeticiones sean necesarias para cubrir diez kilómetros por una localidad no demasiado grande y que cuenta con un tanto por ciento muy elevado de casco histórico en terrible cuesta, en torno a su magnífico castillo árabe. Pero también existen otros elementos que hacen que esta prueba de Salobreña no sea perfecta: las enormes aglomeraciones de corredores en la salida, si bien este elemento es connatural en una prueba popular y mucho nos alegramos de una participación tan alta: casi setecientos atletas.
Además, se trata de una prueba muy cómoda en su logística porque llegar a Salobreña un domingo de mayo desde cualquier lugar de la provincia de Granada o de otras limítrofes o cercanas es fácil toda vez que existen un buen nivel de comunicación por autovía, si bien no desde todos los accesos, aunque sí desde Granada tras muchos lustros de ineficacia política.
Particularmente, ha sido una de las pocas pruebas "lejana" en las que he tenido tiempo más que suficiente, incluso, para trotar algo que no es demasiado habitual en quien esto suscribe. Elementalmente fui a correr y pocos minutos debí perder en la siempre necesaria y aconsejable vida social toda vez que a las doce de la mañana estaba tomando un segundo desayuno tardío en casa. Todo muy rápido. ¿Pero fue rápido mi concurso en la prueba? Yo diría que algo más discreto que en las últimas pruebas de diez kilómetros de las últimas fechas, si bien he de decir que en todo momento mantuve la convicción inicial de no forzar en exceso y sí correr por sensaciones. Creo que finalmente lo conseguí.
No puedo decir que no sufrí. Correr 9600 metros en 42'15'' para mí supone sufrimiento, pero me sentí bastante cómodo a lo largo de toda la distancia, a pesar de la apreciable humedad propia de una prueba en la costa y del progresivo calor a medida que avanzaba la prueba.
Exceptuando el rápido kilómetro 2 que corrí conversando con Víctor Bernier, de Las Verdes -que me contagió con su experiencia en el Maratón de Boston-, todos los demás estuvieron entre los 4'15'' y los 4'25'', ritmos que en estos momentos manejo con cierta solvencia para una prueba de diez kilómetros.
En la anterior entrada escribía sobre las series, indicando que me es posible actualmente hacer cinco de mil entre 3'52'' y 4'09'', por lo que poder manejar ritmos en diez kilómetros por debajo de 4'10'' de media implica mejorar esos tiempos en series. Todo corredor debe ser consciente de sus tiempos y de su estado de forma al tiempo que ha de comprender -antes que sea demasiado tarde- que la mejora sólo puede venir por la vía del entrenamiento, mezclando rodajes con calidad, pero sin olvidar el descanso, los ejercicios complementarios, la elongación, la técnica de carrera y la nutrición. Todos esos elementos son necesarios compatibilizarlos si queremos ver los resultado en la competición.
Dicho todo esto, he de decir que cuando conducía en dirección a Granada tras la prueba me sentía satisfecho. Satisfecho no sólo de poder seguir cumpliendo las expectativas en la competición sino de poder seguir corriendo y disfrutando con este deporte.
A estas alturas un corredor con casi un lustro de dedicación concienzuda ya debe saber que no corre sólo por motivos deportivos sino como una faceta fundamental de su existencia, algo que cada año que cumple tiene más sentido y significado.
Un último apunte con relación a esta joven prueba de Salobreña a la que deseo larga vida: no cuesta mucho que la camiseta sea técnica; de hecho las de algodón ya están progresivamente desapareciendo del panorama atlético popular. Por lo demás, buena organización en general en cuanto al control de los pasos, aunque mucho se agradecería que la logística en cuanto a la retirada de la bolsa del corredor fuera algo más eficaz y rápida, que es algo que agradecerá el corredor que viene de dejarse casi mil calorías por las calles y plazas de la localidad.
Una buena prueba en líneas generales, para rodar rápido y para disfrutar de su clima y entorno.
Y un inciso final con relación al club al que pertenezco, Esquí Atletismo Caja Rural de Granada, que está demostrando un excelente nivel, costando cada vez más estar entre los primeros lugares de llegada en la clasificación particular que arroja la organización, algo que me parece positivo y alentador y prueba del sacrificio y mejora de corredores, como es el caso de Fernando Medina, que está teniendo una progresión particular impresionante. Enhorabuena a él y a todos sus integrantes.

10 abril 2011

V CARRERA POPULAR MEMORIAL PADRE MARCELINO (10/4/2011)


El estar enganchado a la pala y al pañuelo en la frente no me ha impedido correr en la mañana del domingo en la ya casi clásica prueba en memoria del Padre Marcelino, en la capital granadina. Entre otras cosas porque estaba inscrito días ha.
Pero al margen de confirmar la excelente organización de esta prueba un año más -de la que, insisto, deberían aprender muchos ayuntamientos- haré una crónica personal, de aquellas clásicas con las que me inicié hace ya algunos años en aquel mítico Diario de un Corredor. Ese tipo de crónicas que inciden sobre sensaciones, pasos kilométricos, es decir, visión de la prueba desde los propios ojos del corredor.

LOS PROLEGÓMENOS

Este año me desplacé a la prueba en moto -como el año pasado- porque de otra forma es imposible, por dos motivos: Uno: muchas calles cortadas en los alrededor del Centro Comercial Arabial, sede de Hipercor y el Corte Inglés, que es donde están las instalaciones del colegio de los Agustinos, organizador de la prueba; dos: la imposibilidad de aparcar el coche ante la masiva afluencia de corredores, miembros de la comunidad educativa y familiares de unos y otros.
Sin embargo, el año pasado también fui en moto y no llegué a tiempo: me estaba acabando de poner el último imperdible del dorsal cuando dieron la salida. Una persona normal puede tardar en ponerse el imperdible entre dos y cuatro minutos. En mi caso, hay que triplicar ese margen temporal. Eso es algo que sé desde que comencé a competir. Lo mismo que sé que desde que comienzo a ponerme el dorsal hasta que acabo me habré pinchado un promedio de seis veces.
Así que el año anterior me quedé sin correr, lo que sirvió para asistir a magnífico espectáculo de la llegada del atleta negro, de no sé de qué país africano, que llegó en total soledad a la meta, en algo menos de treinta minutos.
Sobre ese asunto comentábamos mi buen amigo, el periodista de Ideal Manolo Pedreira, y yo mientras calentábamos charlando. Veíamos al atleta negro africano que corría en esta edición -desconozco si había dos, como el año anterior, o si era el mismo o no lo era-y nos admiramos de su porte, de su escaso cuerpo fibroso y comenté a Pedreira que esta gente ha nacido con una genética especial para correr, al margen de las horas de esfuerzo que dedican, no en vano es su profesión. Su morfología, la delgadez de sus piernas, todo su físico, es una máquina perfecta para correr. Así lo pude comprobar el año pasado. El resto de los mortales corremos -supongo que más de un noventa y ocho por ciento de los que estábamos allí esta mañana- porque no gusta, porque nos sienta bien y porque nos mantiene en forma, al tiempo que retrasamos las leyes de la gravedad del irremediable paso del tiempo; pero la genética nada tiene que ver con todo eso. Es algo parecido a cuando el balón está en los pies de Messi, las notas musicales en la garganta de Plácido Domingo o la pluma entre los dedos de Vargas Llosa. Desde luego que existe una predisposición hacía la maestría, algo que se acompaña desde la cuna, si no antes. Luego vendrá el esfuerzo, el trabajo y la dedicación, pero eso es ya otra cosa.

LA PRUEBA DE 10 KMS. HOMOLOGADOS

El pasado jueves hice series por la Vega de Pinos Puente. Troté durante cuatro kilómetros para calentar y me dispuse a hacer series. Cuando acabé las tres de mil metros y la única que hice de dos mil ya sabía que no iba a bajar la marca de hace unos años en esta misma prueba, que bordeó los 42 minutos, a pesar de que aquella tuvo algo menos dificultad aunque sí una copiosa lluvia. Lo supe con seguridad porque la serie más rápida de mil la hice en unos pobres cuatro minutos y porque en la de dos mil -a pesar de disfrutar haciéndola- no bajé de los 8 minutos y 35 segundos. No estoy para más, me dije.
Así que trás unos ligeros cálculos y suponiendo que no hincara el pico demasiado estaba convencido que hoy correría entre los 43 y los 44 minutos.
Y sí, desfallecí, pero ya quedaba poco para acabar. Pasado el kilómetro siete y medio sentí que me estaba quedando sin fuerzas. Es cierto que había superado algún terreno difícil, aunque corto, pero esa quizá no sea la explicación más importante. Sencillamente: me ha costado aguantar el ritmo de 4'22''. Corroboró que no estaba para más.
Tras una salida lenta por la aglomeración de corredores, fijé el paso del kilómetro dos en 8'29'', es decir, seis segundos menos que la serie de dos mil que hice el pasado jueves. En principio, teniendo en cuenta que el primer kilómetro necesitó 4'30'', dada la aglomeración de corredores, el segundo bordeo los 4', e incluso, es probable que algún segundo menos. Era un buen augurio. Rodaba fácil y el terreno aún no era muy complicado. Pero se complicó en la subida hacia la Antigua Carretera de Málaga, desde el Camino de las Vacas. Un tramo, particularmente odiado por los corredores que corremos la Media Maratón de Granada. No se trata de una subida salvaje ni mucho menos, ni se reproducen aquí las rampas de Alhama. Nada de eso. Lo que ocurre es que rompe el ritmo, el cual se vuelve a romper por esa especie de realenga para superar la vía del tren, denominada Zarabanda, en dirección a Villarejo para enfilar el comienzo del Camino de Ronda. Los desechos de la subida anterior más esa pequeña dificultad última hacen que el ritmo del corredor se rompa. En mi caso, si por el Camino de las Vacas rodaba con poca dificultad a 3'53'', no conseguí bajar de 4'40'' hasta el Estadio de la Juventud, cuando llevaba más de trescientos metros totalmente llanos por el Camino de Ronda. Ese tiempo perdido, al final siempre se aprecia y todo dependerá de la facilidad que se tenga para recuperar. En lo que se refiere a mi caso particular he de decir que esos incidentes orográficos me dejaron algo tocado y sólo pude recuperar algo en el último tramo del accidentado Camino de Ronda, antes de doblar hacia Virgen Blanca y entrar de nuevo en la calle Arabial.
Y justo cuando rodaba cerca de Hipercor -o quizá un poco antes- en torno al kilómetro ocho, perdí fuelle. Así que decidí mantener los 4'28- 4'30, que sí eran llevaderos, y no aventurarme a los 4' - 4'05.
El paso por el barrio de las antiguas instalaciones de Sander, morada de mi paisano Mario -al que por cierto alcancé al final de Arabial, pero luego se me fue unos metros, sin poder ya seguirle-, por el paso de este barrio, decía, me quedé casi colgado en una ligera cuesta antes de afrontar el último kilómetro que nos conducía a la meta.
En ese último kilómetro intenté aumentar el ritmo -algo que conseguí en parte-, pero preferí perder unos cuantos segundos que agonizar en la llegada. Sencillamente no tenía ni piernas, ni pulmones, ni psicología para rodar más rápido, así que me conformé llegando a meta -marcando el Forer en ese momento 4'15''- dejándome llevar por la amplia recta cuando ya se atisbaba el alto arco de la llegada.
Cuando, al llegar, observé que el cronómetro oficial me daba una marca inferior a los 44 minutos consideré que la prueba había salido tal y como la barruntaba mientras hacía las series en la primaveral Vega de Pinos Puente.
Precisamente en el momento que escribo la crónica la organización me indica a través de SMS que mi tiempo ha sido de 43'40'', a un ritmo de 4,22'', quedándome en el puesto 147. Unos tiempos muy coherentes con mi estado general, ahora que mis desvelos se sustancian en otro deporte de matices totalmente distintos.

NOTA: CORRIJO ALGUNAS IMPRECISIONES, POR SI YA LA HUBIERAIS LEÍDO.

09 febrero 2011

IMPRESIONANTE DESPLIEGUE DEL DIARIO IDEAL EN LA PRUEBA DE FONDO DE ARMILLA


El correr vende, sin duda.
Esa actividad, por lo general individual, que cada uno de nosotros -los corredores- desplegamos a lo largo de la semana, ya sea bajo un sol radiante o bajo una lluvia diluviana, despliega un colorido muy atractivo los domingos por la mañana y de ello se están haciendo eco los medios de comunicación. Es el nacimiento del correr social, al que yo prefiero llamar correr afición.
Hasta ahora un periódico de la ciudad de Granada, denominado Granada Hoy, ha ido colocando en sus páginas de los martes la lista clasificatoria más o menos completa de cada una de las pruebas del Circuito de Fondo de Diputación y de la Media Maratón de Granada, pero el periódico más leído y vendido, Ideal, que hasta ahora tan sólo solía hacer alguna referencia breve a las pruebas -excepto al tratamiento de la Medio Maratón de Granada, mucho más profusa- ha dado un giro de ciento ochenta grados y nos ha sorprendido con un despliegue impresionante tanto en su página virtual como en sus páginas escritas. De hecho, hoy miércoles nos ha obsequiado con espectacular especial repleto de fotos de todos los participantes que cruzaron la línea de llegada en la prueba de Armilla del pasado domingo, 6 de febrero. No sé el número de fotos incluidas pero ha sido un número inmenso (tan sólo de quien esto suscribe hay tres; calcular, pues).
Eso me parece una buena noticia, sin duda. No sabemos si ese despliegue será idéntico en cada una de las quince pruebas de que se compone el Circuito, aunque todo parece indicar que la apuesta es decidida.
Bienvenida sea, pues, la iniciativa.

30 enero 2011

XIV MEDIA MARATÓN CIUDAD DE ALMERIA (30/1/2011)



Creo que fue el excéntrico poeta británico Byron el que dijo que los éxitos y los fracasos son poco duraderos. Y algo de cierto debe de haber.
En nuestro mundo de corredores se dan ambas cosas: éxitos y fracasos, aunque ambas cosas siempre serán relativas porque ambos siempre serán interiores, por tanto, subjetivas.
Y puestos a seguir por la vía filosófica y existencial una pregunta que yo siempre me hago (probablemente todos nos hacemos): ¿Por qué un plácido domingo de descanso nos levantamos a las 6,30 con el Lucero del Alba -el planeta Venus, en realidad- aún en su esplendor y viajamos casi cuatrocientos kilómetros para correr 21 -como diría más o menos Marciano Durán-? ¿Por qué hacemos eso si sabemos que vamos a sufrir en esos 21 kilómetros y a lo mejor fracasar o lo que es lo mismo triunfar? Aunque insisto, siempre serán triunfos interiores, subjetivos.
Uno viene de correr una carrera larga y por un momento no sabe si ha ido rápido o ha ido despacio porque todo es relativo. Mucha gente llega delante y mucha gente llega detrás. Todo el mundo hace lo que puede.
Pero en el plano sugestivo es importante comprobar que he vuelto a los tiempos de los mejores tiempos. Y eso es importante. Lógicamente, en el plano subjetivo.
Los tiempos kilométricos que he marcado en la XIV MEDIA MARATÓN CIUDAD DE ALMERÍA señalados por el Forerunner -que, por cierto, marcó unos cien metros más- han sido éstos:

Kilómetro 1: 4'14''; km.2: 4'13''; km. 3: 4'19''; Km. 4: 4'19''; Km. 5: 4'15'';km. 6: 4'22''; km.7: 4'26''; km.8: 4'31'';km. 4'20''; km.10: 4'21'';km.11:4'31'';km.12: 4'28''; km.13: 4'29''; km. 14'27''; km. 15: 4'39; Km.16: 4,31''; km. 17: 4'29''; km.18: 4'41''; Km. 19: 4'46''; Km. 20: 4'50''; Km. 21: 4'36''.

Tiempo personal: 1:34:33 (unos diez segundos más según la organización).

Vaticinaba que estaba para hacer 1:35 y sabía que si todo salía más o menos bien esa marca se podía cumplir, pero es apreciable como me desinflo a medida que pasan los kilómetros lo que denota una falta de entrenamiento rápido a partir de los 13 o 14 kilómetros, porque somos lo que entrenamos, además, de que somos lo que dicta nuestra genética.
Por último, decir que confieso que he sufrido, principalmente en los tres últimos tres kilómetros, básicamente por problemas estomacales arrastrados desde la noche anterior (en Sorbas estaba tomando una infusión de manzanilla a las 8,45). Pero en fin, en general satisfecho. Supongo.
Lo importante es seguir en esa línea sin dar muchos pasos atrás.

31 octubre 2010

XVI MEDIA MARATÓN CIUDAD DE JAÉN (31/10/2010)




Podría mantenerse, sin apenas margen de error, que el corredor madruga un domingo horrible, cuando todos los partes meteorológicos advierten de alerta amarilla en la región, por un hecho que va más allá del mero dato de correr. Es algo que siempre se ha preguntado y nunca he sabido responderse.

Un corredor es una persona corriente como todas, pero como todas, también tiene su forma de enfrentarse e interpretar el mundo que le rodea. Y ante ese hecho pocas conjeturas se pueden hacer. Poco margen queda para la especulación.

Esta mañana del domingo, 31 de octubre, es de esas en las que se decide romper con todo lo que te rodea y decides auto excluirse por unos horas. Una mañana en absoluta concebida para congraciarse con la naturaleza ni para erradicar el hambre en el mundo. Los cielos amanecen apocalípticos y el viento no es más que la llamada final para un hipotético fin del mundo.

Pero aún así el corredor coge el coche, introduce en la rendija del lector de cedés "Wishmaster" del grupo finés "Nightwish", provisto de unos potentes riffs y una voz lírica muy adecuada a esa mañana apocalíptica, que le acompañarán sin descanso hasta la cercana y antigua capital del Santo Reino. Porque ir a Jaén siempre le agrada, desde que hace tiempo se quedó atrapado por su historia y secretismo interior. Desde que supo que muchas civilizaciones buscaron resguardo en su solar y allí guardaron sus secretos más preciados.

Va sólo. Sin compañía alguna, que es una situación también muy adecuada si de lo que se trata es de observar ese mundo misterioso y apocalíptico que se abre ante sus ojos. Además, de esa forma, tendrá tiempo para pensar en cómo planificar esa carrera que tiene fama de dura en todos los foros y blogs de corredores. Y si la dureza del recorrido no fuera suficiente, el corredor se encontrará con la dureza meteorológica, que resultará ser la peor de las durezas dentro del catalogo de incidentes climáticos: el viento. El corredor aguanta bien la lluvia, cierto calor, el frío, la nieve, pero no soporta el viento. Mira al cielo y clama por un buena nube que le acompañe durante toda la carrera, pero también porque desaparezca el viento.

Llega a Jaén y la atraviesa, tal y como vio en Google Maps, pero está convencido que ha de haber otro acceso más idóneo. Sin embargo, como es natural, encuentra las calles exentas de tráfico y llega al lugar de salida en poco tiempo. Pero comprueba que ya parece que han llegado todos porque es imposible aparcar cerca, así que aparca a, aproximadamente, un kilómetro de distancia, en una imposible cuesta que podría ser el prefacio de lo que le espera. Y lo que le espera no sabe bien qué es ya que por estas tierras sólo ha corrido en esa mítica San Antón que se celebra cada festividad del mismo, en el mes de enero y por la noche.

Recibe una llamada de Alejandro para entregarle el dorsal y todos esos rituales que anteceden antes de la salida se suceden con tiempo y sin problemas. Antes saluda a varios compañeros de Caja Rural, a Roberto y a su mujer, Paqui.

Hace frío y viento. Pero no llueve. El corredor -ya lo ha dicho- quisiera que lloviera porque -entre otras cosas- el viento desaparecería en parte. Pero eso no está en sus manos y comienza a calentar, momento en el que ve a Juan Carlos con el que correrá los primeros nueve kilómetros, que serán tranquilos como es de esperar de dos corredores que aún no han salido con garantías de su respectiva lesión.

No ha querido llevarse el Forer porque no va a necesitar estar pendiente de velocidad media ni de tiempo. El corredor ha venido a correr suave. A hacer, como ya dijo en su blog, en torno a la hora y cuarenta y cinco o cuarenta y siete minutos.

-A cómo vamos, Juan Carlos

-A 4,45 por la bajadilla. En torno a los 5 minutos en llano.

-Esa debería ser la media.

-Sí.

Y, efectivamente, esa será la media hasta el kilómetro nueve aproximadamente. Pero el corredor incumple. O incumplen sus piernas, ya que al inicio de la subida del primer paso por el llamado "Gran Eje" se separa unos metros de su acompañante que le comenta brevemente que siga.

Fotografía gentileza de Paqui -mujer de Roberto-, siempre tan atenta.

El corredor ha comprobado que la parte baja del gemelo izquierdo dolorida los días anteriores no le está dando problemas -a pesar de que ha notado algún brevísimo pinchazo en la salida- y se encuentra con fuerzas para subir esa parte complicada de la carrera, a pesar del fuerte viento que, en ocasiones, parece casi detenerle en seco.

Cuando pasa por el kilómetro diez, que es la conclusión de la carrera de los que han optado por la prueba más corta, no advierte el tiempo que ha empleado, pero debe estar por encima de los cincuenta minutos.


Fotografía gentileza de Paqui -mujer de Roberto-.

A partir de ahí irá progresando a cada kilómetro, sin que el cansancio ni el dolor se hagan presentes en esa segunda vuelta que volverá a pasar por los mismos lugares.

Comprueba el corredor que es de las pocas pruebas en las que no le adelanta apenas ningún corredor, sino al contrario. Comprende que ha salido con los corredores de la hora cuarenta y ocho o cincuenta y poco a poco se va acercando a los que harán en torno a la hora cuarenta y tres o cuarenta y dos. Lo aprecia en el ritmo, pero no sabe si podrá seguir esa progresión. Pero no porque no se encuentre con fuerzas, que las tiene, sino porque teme que el gemelo se rebele.

Comprueba también el corredor que, a pesar, del fuerte viento, en la segunda vuelta comerá varios minutos al crono, pero aún así sigue llevando en mente la idea de que a esa carrera ha ido sin pretensiones de mejora en el crono. En primer lugar, porque no es una carrera adecuada para mejorar crono alguno; en segundo, porque puede recaer en la lesión.

Pero se siente con fuerzas para correr más deprisa y sube las cuestas con solvencia, incluso adelantando a mucha gente.

Cuando llega el tramo final, éste se hace infinito. No tanto por la falta de fuerzas sino por la dureza de los últimos tres kilómetros y medio, tal y como le advierte Roberto pasado el diecisiete. Una dureza que se acentúa extraordinariamente con el fuerte viento que de nuevo en el Gran Eje se convierte casi en una barrera que casi impide avanzar.

Entonces le pasa por la mente una breve observación, más que una idea en sí: se encuentra mucho mejor de lo que cree. Es más, observando como sube y lo poco cansado que se encuentra, se podría decir que está, a pesar del parón de octubre, en un momento-forma extraordinario. Casi rompedor. Y lo barrunta porque se encuentra tan fresco como lo estaba en la salida y porque las cuestas no parecen hacerle mella en la respiración, ni en el cansancio, ni en las piernas. Aún así, será prudente y no correrá el próximo domingo en Granada.

No sabe con exactitud cuál ha sido su tiempo en meta, pero sabe positivamente que está por debajo de la hora y cuarenta y cinco minutos.

Comprueba que ha vuelto a errar en su pronóstico y ha olvidado que es la carrera el único dato objetivo que a los corredores les pone en su sitio.

Rápidamente, cuando llega, la organización le encamina junto a los demás corredores al pabellón cubierto, en cuyo interior ya se observa el diverso material que va a ser entregado a los éstos.

Se pregunta el corredor si esta muestra de prodigalidad y generosidad en cuanto al material deportivo entregado no será uno de los motivos que esgrimen cientos de corredores para correr en esta mañana apocalíptica de la capital del Santo Reino.

06 octubre 2010

SÍ, CORRÍ.



¿ Corrió éste que suscribe la prueba de fondo de Almuñecar? ¿Sufrió? ¿Disfrutó con el recorrido? ¿Con el ambiente? Sí a todo ¿Hubo crónica? No, no la hubo. No la hubo por motivos estratégicos. Porque me interesaba que se siguiera leyendo la dura y verez denuncia que hago contra la reestructuración pública que quiere llevar a cabo la Junta. Porque me interesaba que la leyerais vosotros que, habitualmente, leéis este blog, y que la leyera la mayor gente posible e incluso en los altos palacios sevillanos de la Junta si fuera posible. Es lo que tiene la permanencia de las entradas: la suele leer más gente. Hasta desde Chile se ha leído por parte de un bloguero, que responde al nombre de Adán y que ya ha participado en alguna ocasión en este blog. Porque es gordo lo que se barrunta. Muy gordo. Algo que no sólo afectará a quienes un buen día tuvimos la ocurrencia de opositar para esta Administración sino a todo el espectro de ciudadanos andaluces y no andaluces que verán como la Administración autonómica de todos se va convirtiendo poco a poco en la Administración de unos pocos. Hay movida -quizá no tanto como debiera- y seguiré informando sobre todo esto.


Pero centrémonos en las preguntas del principio. Insisto: sí corrí en Almuñecar. Y no estuvo nada mal, pero no tuve buenas sensaciones a pesar de que la media por kilómetro no fue mala -aunque tampoco para tirar cohetes-. Noté falta de entrenamiento de calidad y más rodaje, que aunque he estado rodando parte del verano lo he estado haciendo sin pretensiones. He corrido, sin más.
Pero era necesario apretar los dientes porque no quería que me pasara lo que ocurrió en Guadix, lugar en el que se me olvidó competir la mayor parte de la prueba.

Días antes de correr en Almuñecar hice una ruta por la Vega de casi catorce kilómetros y busqué un ritmo similar al de competición, por lo que en la ciudad de la Costa Tropical debía de hacer lo mismo ¿Lo hice? En gran parte sí. Y eso que hice deberá de servir para manejar mejores ritmos en las dos medias que me esperan en este mismo mes de octubre, aunque todo dependerá de si no me duermo en los laureles entrenando. De hecho, en esta semana -llena de proyectos de todo tipo- ya me estoy durmiendo.
Mañana quisiera despertar, pero los problemas de agenda aconsejarán salir, probablemente, a una hora temprana, sin apenas almuerzo, algo que ya me fue mal hace un par de semanas. Veremos.

26 septiembre 2010

MEDIA MARATON DE GUADIX 2010 (26/09/2010)





Excelente temperatura para correr, me dije. Guadix está cerca de Granada. Mucho más si vas con Mario, con el que siempre conversas de múltiples temas. Sus comentarios son lacónicos y acertados. En el tercer o cuarto tema ya se atisban las altas torres barrocas de la Catedral de Guadix. Junto a sus muros se halla la Plaza de las Palomas, centro neurálgico de la ciudad, construida en los siglos XVI y XVII, que igual vale para albergar la sede del Ayuntamiento, que se transforma en escenario de grandes conciertos o bien -como es el caso de la Media Maratón de Guadix- se convierte en salida y meta de esta prueba dedicada al melocotón, fruto por excelencia de la comarca. El ayuntamiento publicita orgulloso sus símbolos. Hace bien.

Aparcamos bien y rápido. Calentamos bien y rápido. No salimos tan puntuales ni tan rápido dado que las características de la salida no lo permiten. Pronto despido a Mario porque yo me quedo. Y me dedico a correr turísticamente. Pasamos y contemplo excelentes palacios barrocos, renacentistas y neoclásicos y me place lo que veo. Pasamos cerca de la Alcazaba árabe construida en el Siglo XI, la cual contemplo y me place. Pasamos por el barrio de las cuevas, que contemplo y me place. Voy cómodo. Voy a gusto. El gemelo, muy bromista en su alarma en los días anteriores, decide colaborar. Escucho su bromista risa. No me duele en absoluto. Tercer kilómetro. Muy cómodo. Cuarto kilómetro. Muy cómodo. Se baja un poco la pantorrillera izquierda Medilast. Me extraña porque nunca me ha pasado. Me detengo trece segundos y la ajusto. Kilómetro cinco. Muy cómodo. Demasiado cómodo. Observo que la se aflojan el cordón izquierdo de la ya ajada Asics Kayano. Me detengo seis segundos y lo vuelvo a atar. Kilómetro seis. Muy cómodo (¿cuándo comenzarás a correr, lechón?). No lo sé, voy cómodo. He venido a acabarla. A entrenar. Ya hace que salimos de Guadix. Vamos hacia Purullena. Pero antes estará esa terrible cuesta a decir de muchos. En el kilómetro ocho. No tiene más de setecientos metros. No me parece tan terrible. Vas fresco y no la notas apenas. Llegas a Purullena. Un pequeño grupo de "trogloditas" te aplaude. Un cartel anuncia el "Museo Troglodita". Y piensas: que mal "suena" el término troglodita en español, pero que bien "suena" en alemán: Höhlhen. Qué gran nombre para un grupo metálico. Si pienso en todo eso es porque no voy nada mal. Tampoco estoy haciendo méritos para merecerlo. Atraviesas unas calles de Purullena y otra vez campo. Pasas por encima de la A-92 y pasan grandes motocicletas haciendo un gran ruido. Van a lo suyo. Nosotros vamos a lo nuestro. A todo esto, ya hemos pasado el kilómetro diez. Y vas bien, muy bien. Pero reconócelo pichón vas pisando huevos desde que te ha dado por hacer turismo corriendo, qué te importará a ti cómo se escribe troglodita en alemán, por qué no te centras en la carrera. Casi me ruborizo cuando mi interior me arroja a la cara todo eso. Pero ya estás en Bejarín y ya has atravesado el ecuador de la carrera; de hecho, ya estamos en el kilómetro doce largo. Hay una pequeña cuesta que atraviesa esta pequeña localidad, que supongo pertenecerá a Guadix. O tal vez a Purullena. Sales de la población y divisas la inconfundible figura animosa de Roberto. Va con unos compañeros del activo club de Armilla. Con ellos también va Eduardo, de la Zubia. Me uno a ellos bromeando que no sé si quedarme en ese grupo dado el ritmo que lleva. Roberto dice que no hay dolor y anima a sus compañeros a llegar al catorce en una hora diez. Un compañero va trazando el ritmo y lo relevo, pero voy bien y ya he decidido comenzar a correr más fuerte. Así que me he ido de Roberto, de Eduardo, de ese pequeño grupo. Me uno a dos corredores de Los Trotanoches. Uno de ellos es Paco, según reza detrás de su camiseta, con el que he hablado un poco antes de salir de Guadix. Me dice que hay unas vistas increibles subiendo a un cerro que me señala con su dedo: desde allí se aprecia los tres Guadix: el troglodita, el antiguo y el moderno. Está orgulloso de su pueblo. Como debe ser. Tengo que subir allí algún día le digo, que los Trotanoches además de correr son unos excelentes guías de su pueblo. Pero en fin, decía, que me había ido de Roberto, de Eduardo, de ese pequeño grupo y ahora ya voy camino del catorce, al que llego en una hora y nueve, un minuto menos del que planeaba Roberto (en ese punto kilométrico está la localidad de Benalúa, pero no pasamos por su centro). Así que me animo y abro algo más el ritmo. A pesar de los rompe piernas en que se convierte la carretera hasta llegar a meta. Voy pasando bastantes corredores porque la gente ya va algo tocada. Pero yo, aunque más cansado que antes, siento buenas sensaciones. No olvidemos que he estado vegetando más de la mitad de la prueba. Sin embargo, algunos corredores -pocos- me pasan. Pero también se les ve tocados. Desde Benalúa hasta Guadix hay un gran trecho de campo y carretera. Pero lo que vemos es bonito. Es una zona de la pequeña Vega de Guadix. Y pienso que en esa latitud deben de recogerse bastantes buenos melocotones. Es probable que hasta los que integran la bolsa del corredor, como cada año.


Llegada. Gentileza de Paqui y Roberto.

Llega el kilómetro quince y siento que los kilómetros se van sucediendo con rapidez. Y me siento algo más cansado por dos motivos: la acumulación de kilómetros y el mayor ritmo impuesto. Pero no demasiado. Esa es la verdad. Veo el dieciséis. Veo el diecisiete. Y me siento bien, bastante bien. Pero hay que reconocer que el terreno no es fácil para coger ritmo. La carretera igual sube que baja e, igualmente, de pronto, irrumpe el terreno llano. Es la fiel fotografía de la orografía de esta original y extraña tierra del norte de Granada, antiquísima, milenaria. En el kilómetro dieciocho -el que no veo porque probablemente hay algún coche aparcado delante de la señal- ya se observan aún lejanos algunos edificios de Guadix. Pero, lógicamente, aún no se aprecia la Catedral ¿Cómo voy ya a estas alturas? Bien. A un ritmo casi siempre inferior a cinco el mil e incluso muy cercano a los cuatro treinta. En el diecinueve ya podríamos decir que estamos en Guadix. Al menos ya se aprecian a tiro de piedra las primeras viviendas en el margen derecho. Y al poco las naves industriales, grandes tiendas y supermercados que suelen anunciar la llegada a una población mediana o grande. Esa larga avenida que desembocará en el kilómetro veinte la conozco bien. Porque siempre se ha entrado por ahí; incluso cuando la prueba de Guadix no era Media Maratón. Se llama Avenida de Medina Olmos. Miro el Forer y voy a cuatro treinta. Pero no es mi propósito. Probablemente el estar ya en la ciudad, verse animado por el público y la ilusión de la llegada hace que las piernas vuelen. Nos pasa a todos siempre y cuando se vaya razonablemente bien. Y sí, yo llevo la mente lúcida y puedo observar la entrada a la ciudad, a la gente -muchos de ellos animando a sus propios familiares que hoy corren-, y por supuesto las torres barrocas de la Catedral, que preside toda esa zona alta de Guadix. Si ya veo los matices barrocos de la Catedral es porque ya estamos muy cerca y porque mi vista no está nublada. En línea recta no habría más de trescientos metros, pero no, hay que dar otra pequeña vuelta. Bajar como si fuéramos a las instalaciones deportivas, para rodear por su lado oeste el entorno de la catedral y -ya sí- entrar de nuevo en la animosa Plaza de las Palomas ¿El tiempo? ya lo dije al principio: ¡excelente para correr!



UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...