02 junio 2010

ENSOÑACIÓN


ENSOÑACIÓN, Óleo de Miguel Menassa

Hay quien me ha visto correr en la prueba de fondo de Órgiva. Me han llamado al móvil y me han dicho: te ví subiendo bien las rampas de Lanjarón, José Antonio; también me dijo alguien que se alegraba de mi recuperación.
Posteriormente por la Gran Vía un corredor conocido me saludó y me dijo con familiaridad que por fin este año la camiseta había sido técnica por primera vez; e incluso hay quien afirma que me reconoció mientras tomaba unas cervezas tras la carrera con José del Oliver en el bar en el que siempre nos detenemos a la entrada de Lanjarón, en la misma ruta de la carrera.
Muchos sabían la equipación de Caja Rural que vestía: la Nike nueva, roja y blanca; y otros aseguraron que llegaron a meta un par de minutos antes o un par de minutos después que yo.
Es decir, que estuve en la última prueba de fondo de Diputación. Estuve en Órgiva.
Sin embargo, en mi fuero interno conservaba esa sensación tan extraña que produce levantarse de la cama cuando la gran mayoría de los corredores ya llegaron a meta; desayunar cuando muchos ya estaban con su primera cerveza poscarrera; comprobar que ese mismo domingo tuve el tiempo suficiente tras la prueba para almorzar con la familia en un lugar muy cercano a la costa y que, misteriosamente, los casi 19 duros kilómetros no pasaron factura a mi cuerpo cuando por la tarde veía Página 2 mientras acababa la novela de José Luis Serrano.
Es más, al lunes siguiente no observé la más mínima molestia en el gemelo izquierdo y hasta es posible que mis compañeros de trabajo imaginaran que ese domingo había corrido. Hasta es posible, incluso, que alguno de ellos me preguntara por esas rampas alpujarreñas y yo le comentara la dureza de la prueba.
Fue tan avanzado ese estado de ensoñación, que hube de esperar hasta el martes para comprobar en un periódico local en qué puesto y con qué tiempo termine la prueba.

1 comentario:

  1. Y seguro que, además de todo eso, ¡¡TE TOCÓ UN JAMÓN!! en la rifa!!.....jajaja

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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