06 mayo 2010

NUEVA HISTORIA DE X: LA CHICA DEL CAMPUS


En los capítulos anteriores:

X, es un tipo descuidado, con sobrepeso y unos hábitos poco saludables. Su mundo giran en torno al trabajo y la barra del bar, en compañía de su amigo Luis.

Pero un buen día -quizá aconsejado por el frutero del barrio- decide correr. Decide cambiar.

Lo que, en teoría, debiera haber sido motivo de gozo de su mujer, Conchi, se va convirtiendo poco a poco en un problema. La razón: ella no ve con buenos ojos que X corra. Tampoco está convencido de ello su amigo Luis, principalmente, porque no quiere perder al amigo de barra.

La obsesión de X por correr llega a su punto más alto, cuando sin avisar se ausenta de la celebración de la boda del sobrino preferido de Conchi, renuncia a una completa noche de fiesta: tenía su primera prueba a la mañana siguiente.

La situación con Conchi cada vez es más tensa, cuando de pronto su amigo Luis cambia de registro y decide apoyarle en su propósito de correr. Es más, se ofrece para hablar con Conchi. Tras momentos de discusión tensa, estando ya cerca la Navidad, contra todo pronóstico X, Conchi y Luis hacen las paces y deciden pasar la Nochebuena juntos como antaño.

Sin embargo, las cosas aún están lejos de ir bien porque pronto se descubre que la aversión de Conchi a correr tiene relación con circunstancias oscuras del pasado. Precisamente ella era una gran corredora hasta que un día, de forma tajante, dejo de correr.

La historia completa se encuentra en la pestaña llamada X, a la derecha del blog.

Este es el nuevo capítulo:



LA CHICA DEL CAMPUS


Como sabemos, en casa de X y Conchi la convivencia se encontraba mermada en los últimos tiempos. Y lo más sorprendente es que la causa desencadenante no parecía tan nociva como posteriormente se demostró.

Correr. Algo tan aparentemente sencillo e intrascendente había provocado una amplia fisura en las vidas de ese aparente normal matrimonio. Sencillamente, un buen día, X, había decidido comenzar a correr y por lo que luego hemos ido sabiendo, esa sencilla acción significaba para la vida ambos mucho más de lo que inicialmente se pensaba.

X ya había comprendido. Tarde, pero por fin había comprendido. Y recordado.

Había comprendido que la acción de correr en esa casa significaba algo más que una mera actividad física. Y había comprendido que era incomprensible que hubiese olvidado todo aquello. Ese pensamiento le resultaba insoportable y se avergonzaba por ello. Y había recordado que como ocurría en la vida de todas las personas hubo un pasado. Un pasado, que en el caso de Conchi, tenía un contenido complejo. Un contenido que, además, tenía el correr como trasfondo. Eso lo supo X posteriormente, mucho después de conocer a aquella chica espigada y delgada que corría todos los días por el campus y que ahora atesoraba bastantes más kilos.

Sí, Conchi tenía toda la razón. Cuando se conocieron –principalmente, gracias al tesón de X-, Conchi corría. Conchi era corredora. Correr era su pasión. Su vida. Hasta que ocurrió aquello.

Pero para comprenderlo todo hemos de remontarnos diez años atrás.



Una chica alta y delgada pasa todas las mañanas corriendo por el Campus universitario. Tiene unas piernas largas y afiladas y su forma de correr es jovial y atlética.

Lo primero que sorprendió a X el primer día que la vio fue su saludable delgadez y su halo de mujer independiente y sofisticada. Totalmente inaccesible para él.

Quiso la casualidad o el destino que X y su amigo Luis recibieran el encargo de reformar el “hall” de entrada de la Facultad de Derecho. Para ellos fue su primera y única incursión en la Universidad.

Cuando acababan su jornada de mañana, a eso de las dos de la tarde, aprovechaban los buenos precios de la cafetería de la facultad y almorzaban el menú que ofrecían cada día, el mismo que tomaban los estudiantes. Posteriormente, salían a la terraza de la facultad a tomar un café, minutos antes de reemprender su faena que les tendrían ocupados hasta las cinco de la tarde. A una hora muy intempestiva para correr, un poco antes de las tres de la tarde, pasaba corriendo todos los días aquella chica espigada ante las miradas atentas de X y Luis.

Esta escena se repetía cada día de manera invariable y le hizo recordar a X una película que había visto hacía tiempo en la que aparecía una marmota y cuyo nombre no recordaba.

A los diez días de participar pasivamente en aquella escena repetitiva X y Luis ya sentían que conocían a aquella chica como si de una amiga se tratara. Pero X jamás, en su fuero interno, sentía esa amistad a la que se refería Luis (ya parece nuestra amiga, dijo Luis): sentía algo más. Sin embargo, ese sentimiento formaría parte de un secreto que jamás saldría al exterior, que es el material del que están fabricados los secretos. Pero un día no pudo guardar por más tiempo el secreto y se lo contó a Luis, que era una forma de seguir manteniendo el secreto ya que se trataba de su mejor amigo y confidente.

Cuando Luis supo que el sentimiento de X hacia aquella chica era más profundo no hizo aspavientos de sorpresa: ya lo sabía. Cómo que lo sabias. No hacía falta más que ver tu cara cuando la miras. A ti también te agrada y no por eso tendría yo que imaginar que tu sentimiento era más profundo. Es cierto X, pero te conozco demasiado. Ajá. Ahora bien, te aconsejo que te olvides, esa chica no es para ti.

Desde ese día X se encontraba como ensimismado. Su aspecto era melancólico y no daba palo al agua. De hecho, el “hall” de la Facultad se pudo terminar gracias a Luis.

5 comentarios:

  1. hola jose antonio: la presentacion del señor x fue muy buena, la trama o nudo esta cada vez mas interesante y reliada. que le habria pasado a conchi un accidente tal vez o una lesion irreparable......esperemos saberlo en proximas entregas. saludos roberto

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  2. Roberto, lo que hablamos en Baza: quedan muchas sorpresas pendientes y nada parece ser lo que era en un principio.
    Gracias por tu interés.

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  3. La historia de X es como una caja de bombones, nunca sabes que habrá dentro de cada uno de ellos.

    Se torna emocionante por momentos!!

    Saludos!

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  4. Más sorpresas nos esperan Abel. Saludos.

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  5. Ahora resulta que la maruja se torna en personaje misterioso y atractivo... hmmmm.... cuenta, cuenta.

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Sin tu comentario, todo esto tiene mucho menos sentido. Es cómo escribir en el desierto.

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