25 agosto 2011

JOSE YA CONOCE EL PANTANO


Por fin, esta calurosa tarde de jueves, cuando agosto está quemando sus últimas naves y de qué forma, José -del Oliver-, ya conoce una de las rutas más señeras del Pantano de Cubillas, tantas veces referidas y aún pendientes.
Así que esta mediodía, cuando parroquianos y turistas abarrotaban el preciado bar donde mi amigo presta sus servicios desde no se sabe cuántos lustros, y mientras que, con la diligencia acostumbrada, José, me servía una fresquísima cerveza y una tapa de paella, le solté: hoy corro por el pantano, así que no te escapas. Y, efectivamente, a eso de las siete de la tarde iniciábamos una ruta rocosa de doce kilómetros, penetrando por carriles de olivos rompepiernas, secos como mojama y solitarios como un eremita que, efectivamente, es esa la sensación que sientes cuando en el seco estío te ves rodeado de un mar de olivos, dormitando a la espera de su mejor época creadora. Una especie de ruta de campo a través aderezada de lugares de asfalto, sin que ese elemento perturbara un ápice la tranquilidad y quietud de la ruta.
Una fuente de agua en el camino, en Caparacena y cuatro kilómetros finales dificultosos hasta volver de nuevo al Pantano, han completado esa ruta tranquila que Jose y yo hemos hecho a una media aproximada de 5' el mil, un ritmo cómodo que nos ha posibilitado hablar durante todo el trayecto de lo humano y lo divino.
Pero la realidad, como le indicaba a Jose, en mi organismo algo está débil. Sin duda, las secuelas del Veleta que ahora se manifiestan de manera más clara que en los primeros días.
Aunque Jose opina que debo cambiar el "chip", porque a nivel físico me ve bien. Lo ha dicho un experto.

21 agosto 2011

WACKEN OPEN AIR: APOCALYPTICA

Apocalyptica es una banda de Finlandia que tiene ya casi veinte años de vida, conocida como la banda de los chelos. De hecho son músicos de conservatorio. En realidad, se trata del chelo clásico al que ellos le dan ritmos metálicos. Se dice que hacen un estilo de heavy metal sinfónico, repleto de guiños a la música clásica, pero también explotan de vez en cuando con ritmos duros. De hecho, se trata de una banda metalera.
Comenzaron versionando temas de Metallica y otras bandas consagradas, pero cada vez adquieren más personalidad. Su último disco, "7th Symphony", -que adquirí hace casi un año- denota unos conceptos musicales cada vez más propios y definidos, sumando la batería a los chelos, a pesar de que éstos (tres) son los grandes protagonistas. Se supone que es una banda de estudio y arreglos, pero en directo suenan realmente bien a tenor del vídeo que inserto.
En el Wacken de este año gozaron de una magnífica oportunidad de mostrarse ante sus miles de seguidores, acompañando que ya cayera la noche -que no es igual que tocar a las cuatro de la tarde-. A mi me parece un concierto sorprendente:

17 agosto 2011

WACKEN OPEN AIR: SEPULTURA



Hace unos pocos días -entre el 4 y el 8 de agosto- se ha celebrado el festival anual Wacken Open Air, que es una de las citas mundiales más importantes con el Heavy Metal en sus muchos subgéneros y que se celebra en una pequeña localidad así llamada al norte de Alemania. Acuden una media de 70.000 espectadores de todo el mundo y por allí pasa lo mejor del metal mundial. Tienen la virtud de ofrecer sus conciertos completos con gran calidad de imagen y sonido en YouTube. Y, claro, desde esa ventana "asisto" a los conciertos de mis grupos predilectos y descubro e indago en otros no conocidos o menos conocidos. Si no recuerdo mal, por ese festival aún no ha pasado ningún grupo español, ni siquiera Mago de Oz, aunque sí es bastante usual que el grupo madrileño de Metal Folk acuda a los mejores festivales de Folk Metal de Europa.
Por tanto, comenzaré por insertar esos conciertos a modo de entrada en el blog, que es un excelente documento visual y sonoro de los grupos más señeros, interesantes, novedosos, etc., etc.
Comenzaremos por Sepultura, un grupo brasileño fundado allá por 1984 por los controvertidos hermanos Cavalera, que cultivan un Thrash Metal rotundo, con sonidos más "death" que los que cultiva Metallica, tal vez, porque introducen otros elementos sonoros cercanos al Death Metal.
Es un grupo veterano con muchos adeptos que sin llegar a fascinarme como Metallica (aunque no se trata, por supuesto, de idéntico estilo) me gusta la puesta en escena de su música.
Este concierto en el Wacken de este año es particularmente interesante.

15 agosto 2011

BENDITA NORMALIDAD

Cuando hacía los test especializados de cara a la subida al Pico del Veleta, a pesar de que me encontraba a gusto haciéndolos y son muchas las mejoras que he experimentado, no podía evitar pensar en volver a la normalidad una vez acabada esta dura prueba.
Tras seis días sin correr desde el pasado siete de agosto -porque el descanso es tan necesario o más que el propio entrenamiento y la competición-, el sábado por la tarde me iniciaba con una pequeña rutina placentera de nueve kilómetros suaves por la Vega de Pinos Puente y Fuente Vaqueros (que he repetido al día siguiente por Caparacena, algo más duro). No existía propósito de subir el ritmo, pero encontraba las piernas ligeras, descansadas y fuertes, así que la medía bajo de 5' el mil sin que existiera ese propósito previo.
Cuando surcaba esos caminos secos propios de agosto en la Vega, a lo lejos veía el Veleta y, efectivamente, como ya apuntaba en el análisis de Ideal, lo veía con otros ojos. Con ojos de osadía por haberme atrevido a llegar hasta allí, que visto desde la Vega pareciera más la línea que divide el cielo de la tierra. Así que satisfecho y corriendo con muy buenas sensaciones me centré en los arroyos frescos de la Vega en dirección al cruce de Pedro Ruíz -pedanía de Santa Fé-. Fue un reencuentro con la normalidad, tal y como había imaginado. Una sensación de haber hecho los deberes correctamente.
Entrenamientos de este tipo serán los previstos para lo que queda de agosto. Entrenamientos cortos y pocos intensos con la idea de no perder el tono muscular y el ritmo de cara a los medios maratones de otoño, que prometen ser muchos e intensos.
Y para seguir con las buenas sensaciones, si sois amigos de la música fuerte no os perdáis este vídeo que inserto. Es más, poned a tope los altavoces si no es una hora intempestiva. Se trata de "Rise Of Sodom And Gomorrah" de Therion:


11 agosto 2011

DESMITIFICANDO EL VELETA



Con Luis y Jesús, antes de la salida, ilusionados, dispuestos a comerse el Pico como si fuera un merengue.

LA CARA: Subiendo sin demasiado esfuerzo las duras rampas dejado Pinos Genil. LA CRUZ: Andando por el Dornajo, incrédulo y contrariado por los problemas musculares surgidos.


El esforzado corredor, José Antonio Flores, en sus inicios como corredor, compraba y leía con avidez la revista Runner’s, pero no se detenía jamás en las páginas dedicadas a media maratón y maratón –a cualquier maratón-, probablemente por considerar que aquella no era una prueba para él y, tal vez (uno jamás sabrá los recovecos de nuestra alma), por miedo a lo desconocido, por negación a algo que no formaba parte de su entorno.

Correr, sí, pero correr tranquilo, correr distancias cortas, correr contemplativo. Con su ilusión de bajar de 50 minutos en 10 kms., por sus añorados caminos de la Vega le bastaba.

Sin embargo, en esto del correr como en la vida misma, las sorpresas, lo desconocido, lo imprevisto, está a la vuelta de la esquina, mucho más cerca de lo que creemos. Por tanto, si dando el primer paso se comienza a correr, conviene meditar muy en serio si conviene darlo porque una vez dado todo lo demás ya forma parte del destino.

Y el destino quiso que se acabara inscribiendo a una primera media maratón. La de Granada, en octubre de 2005. Ajeno aún a esa barbaridad de 21 kms., y con diez kilos más que hoy y un mayor porcentaje de grasa, la semana anterior a la celebración de la prueba y con el miedo escénico metido en el cuerpo, midió con el coche 21 kms., exactos y se dispuso a correrlos. Los hizo despacio y acabó totalmente derrotado, imbuido al terminar de un miedo escénico aún mayor ante la prueba oficial de la semana siguiente.

Y con esas dudas y temores se presentó en la salida de su primera media maratón, en la que faltando tres kilómetros casi desfalleció. Llegó en 1 hora y 51 minutos, que no estuvo nada más dada la escasa preparación que tenía. Su primera barrita energética –que luego ha utilizado muy poco- no era de la marca Isostar. Se llamaba “Huesitos”, que devoró en el kilómetro 18. Evidentemente, estaba escaso de esa sapiencia correril, como bien dice Alfredo.

A partir de aquel día, comprobó que no sólo leía con delectación los reportajes sobre media maratón sino que se detenía, por curiosidad, a ojear –y hojear- lo que se escribía sobre maratón, aquella barbaridad de prueba, opinión que aún mantiene.

Como ocurría en la excelente obra de Jonathan Swift, Los viajes de Gulliver, todo es relativo y dependerá del contexto y de la situación. En Liliput serás el más grande porque todo lo que te rodea es pequeño; pero en Brobdingnag será al contrario, un ser diminuto que podría ser aplastado por cualquier bebe del país sin apenas esfuerzo. Por tanto, la dualidad pequeño-grande es muy relativa, algo similar a lo que ocurre en el atletismo. Llegas a meta en el mismo tiempo que gente de la que nada sabes y te preguntas: ¿son excelentes corredores porque han llegado a tu par? O por el contrario: ¿son corredores del montón porque han llegado a tu par? Y esas preguntas adquieren una especial relevancia en pruebas dantesca como la de este tipo. Todo, totalmente relativo.

Y uno es grande en sus propósitos de acuerdo y – y no es una redundancia- con sus propios propósitos que para nada tienen que ver con los de los demás. Ahí estriba la grandeza de correr.

Y esos propósitos pueden ser infinitos. De hecho nuestro corredor acabó haciendo su primera maratón tan sólo año y medio después de correr su primera medio maratón.

Por tanto, desmitificó la distancia reina de una forma más sencilla de lo que había previsto y esas páginas dedicadas al maratón de revistas especializadas se convirtieron a sus ojos tan placenteras y normales como las demás que hablaban de correr.

La vida se cuenta por etapas. Por ciclos que se cierran, como tanto gusta referir a su amigo y Álter, Jesús Lens. Superada la etapa del maratón, tenía mitificadas –como nos ocurre a todos- pruebas como la Subida al Pico del Veleta, pero como todo es relativo, no es exactamente lo mismo lo que uno se imagina sobre lo que serán las cosas con lo que son las cosas en realidad. Y se puede asegurar que la imaginación siempre altera la realidad, lo mismo que la memoria deforma los acontecimientos pasados.

Sin embargo, no se inscribió -según cuenta- en la prueba del Veleta para desmitificarla y afrontar el miedo a lo desconocido porque si así fuera a lo largo de su vida hubiera hecho cosas imprevisibles, como por ejemplo, rodear su cuello con aquella serpiente pitón que le ofreció un conocido dueño de una o haber hecho parapente ante la insistencia de otro conocido, que además era monitor de esa disciplina. No, al Veleta se apunté sin reflexión, sí, –acuérdense de su artículo en Ideal sobre la revelación- pero considerando que contaba con la preparación básica para afrontar esta prueba.

Pero la desmitificación de esta prueba, que se basa en acabarla, se consigue sin demasiado esfuerzo; de hecho, en su fuero interno considera que cualquier corredor bien preparado puede acabarla (igual que defiende que cualquier persona puede acabar una maratón), sabiendo que alternará correr con el andar. Ahora bien, si de lo que se trata es de trepar hasta la cima del Pico corriendo, la mitificación aún tiene cierta vigencia, piensa.

09 agosto 2011

XXVII SUBIDA GRANADA-PICO VELETA (7/8/2011)


El muy preciado y prestigioso trofeo.


La noche previa a la prueba había sido corta en sueño. Por lo general –y mucho menos en periodo estival- no es común levantarse un domingo a las cinco de la mañana para ir a correr a las siete. Pero sabedor de que siempre olvido detalles importantes (calcetines, vaselinas, protectores solares...), opté por anticipar la madrugada, a pesar de la escasa costumbre de irme a dormir temprano –he de reconocer que soy más ave nocturna que diurna y leo y escribo por la noche-. Me obligué, pero mandaban los biorritmos y no fue fácil conciliar el sueño. Por tanto, la noche corta y las horas de sueño escasas.

Para aparcar en una zona con no demasiado aparcamiento ¿mejor coche o moto? Pequeña diatriba que hay que solucionar. Para evitar problemas de última hora, moto pues, la cual atraviesa rauda un centro de Granada aún silente y dormido, aspecto que engrandece y singulariza aún más este tipo de carreras, pero curiosamente no me pregunté en ningún momento ¿qué hago aquí?

El ambiente es aún desangelado en la zona de salida, apenas unos cuantos corredores y numeroso personal de la organización trayendo y llevando cosas desde las furgonetas anárquicamente aparcadas al final del Paseo del Salón, en la zona más cercana a Puente Verde. Justo desde allí se inicia la prueba, previas dos vueltas a ese bulevar señero granadino. Sorprendente el nutrido grupo de espectadores -familiares de los corredores los más- que nos animaron a las 7,15 horas, que el horario de salida.

Prudencia decían todos los consejos de foros y relatos vivenciales. Prudencia en todo momento, principalmente –nos decía el ganador de edición de 2005, Oscar Alarcón- en esos primeros 11 kilómetros de falso llano hasta Pinos Genil, que al ser fáciles la tendencia es acelerar. Prudencia y cabeza fría que ya llegarán las puertas del infierno.

Y llegaron. El infierno cada uno lo vive de forma distinta y cada uno es esclavo de su genética, su capacidad mental y física y resultado de su propio entrenamiento. Para muchos las puertas del infierno podrían estar en las mismísimas primeras rampas pasado el pueblo de Pinos Genil, pero para otros, los menos, probablemente no atisben el inframundo hasta bien pasada la zona de los Albergues, en la Hoya de la Mora.

Yo comencé a vislumbrar esas puertas cuando comprendí allá por el avituallamiento sólido del kilómetro 23 que mis abductores –principalmente el derecho, que es mi pierna vaga- se cargaban más de lo aconsejado. Subí tranquilo pero solvente las duras rampas de la antigua carretera de la Sierra y me incorporé a la nueva sin demasiados problemas a pesar de la dureza del recorrido en esa zona de carretera nueva, pero en ese avituallamiento tras comer con delectación unos trozos de melón, sandía y plátano y beber líquido, comprendí que la segunda parte de la carrera para mí ya no iba a ser lo mismo. Antes, a la altura del Hotel El Guerra, Roberto Gil, en mitad de la carretera me ofrecía, a elegir, agua fresquísima o isotónico –creí ver- fresquísimo. Opté por el agua. En ese momento iba bien, y él mismo me asegura en un comentario anterior que no llevaba aspecto de sufrimiento. Pero mis problemas musculares comenzaron unos kilómetros más tarde. Ya dije en el análisis de Ideal que este tipo de factores pertenecen al grupo de los desconocidos. Pero no llegué a percibir tal dolencia como lesión; no, al menos, que me moderara en el esfuerzo.

Para comprender esa aseveración basta con comprobar unos datos: la figurada media maratón la pasé sin demasiada fatiga en 2 horas y 10 minutos y al paso por El Dornajo, tan sólo cuatro kilómetros después, el Forer marcaba 2,42, es decir que empleé en esos duros cuatro kilómetros 32 minutos, o lo que es lo mismo, lo que supone correr cada kilómetro en, aproximadamente, ocho minutos. Dentro de ese intervalo de tiempo, lógicamente, se encontraba los minutos perdidos en el avituallamiento sólido, que no fueron excesivos. Estaba claro que tenía un problema.

Tenía un problema porque faltaban aún los siguientes 25 kilómetros y éstos eran los más duros de la prueba, no sólo por la dificultad orográfica, sino por la altura y la fatiga muscular ya acumulada.

Sin embargo, no me puse nervioso porque mi mente tardó poco en interpretar –al mismo tiempo que olvidar- que la segunda parte de la prueba nada tendría que ver con la primera. Así que con esa premisa inicié corriendo las primeras duras rampas del Dornajo produciéndose lo que ya era una realidad constatable: fuerte dolor y pinchazos en los abductores y una rigidez que daba la sensación fueran a partirse por la mitad. En esas circunstancias, la única opción que tenía era andar rápido. De esa forma, la zona se relajaba y me posibilitaba continuar.

No sabía con exactitud qué pasaría en los siguientes kilómetros, pero sí que subir el Dornajo corriendo iba a ser imposible, pensamiento éste que me produjo desazón porque entrené por allí y sentí muy buenas sensaciones: mi propósito e ilusión era subir esos mortíferos siete kilómetros iniciales corriendo, porque llegado a la zona de las Sabinillas podría buscar una mejor recuperación dada la menor dificultad de ese trayecto, para beber en el avituallamiento situado justo en el cruce que gira hacia la zona de los Albergues e intentar, sí era posible, subir esos pocos kilómetros hasta las puertas de la Hoya. Es lo que había hecho en el entrenamiento hace unas cuántas semanas y es lo que me planteaba hacer en esta prueba. Pero dada mi dolencia muscular –nueva en mi mapa fisiológico de lesiones- eso ya se quedaba en el plano de lo teórico.

La única opción era andar lo más rápido posible y, coyunturalmente, correr hasta que la zona dañada lo permitiera.

No recuerdo en qué punto de la subida al Dornajo apareció Víctor Bernier perfectamente pertrechado en su traje ciclista montando una bicicleta de carretera de aspecto inmejorable. Víctor me acompañó y animó durante varios kilómetros en los cuales le fui explicando mis dolencias. Posteriormente lo vería a falta de dos kilómetros aproximadamente. José Antonio que te veo muy bien, ya estás casi en la meta, me dijo mi paisano de adopción.

Como decía, me dio mucha rabia no poder subir El Dornajo y mucho más apenas arrancarme a correr por la zona de las Sabinillas, que sin saber porqué me parece estéticamente muy atractiva. Justo en ese trazado vi a lo lejos a José del Oliver con cámara en mano esperando mi paso y bromeando me puse a correr para la foto (¿habrá salido la foto?). Por tanto, si sobre el kilómetro treinta y cinco aún tenía ánimo de bromear no debía ser malo mi estado físico. Otra cosa era poder correr.

A partir de ahí, el cada vez más insistente goteo de corredores que iban andando me animó y ya comprendí que hasta el final de la prueba -unos quince kilómetros todavía- el andar rápido se iba a convertir en la "vedette principal". Ya me lo vino a decir Víctor: ahora te enfrentarás con los montañeros. Estos andan que vuelan.

Otro paso para mí simbólico -y psicológico- es el los "chiringuitos" de La Hoya de la Mora, unos metros antes de la barrera que impide el paso de vehículos. Por ahí, quería pasar corriendo y apretar los dientes si el dolor aparecía. En ese momento iba con un corredor jienense e íbamos hablando de entrenamientos y carreras. Le dije que por ahí iba a pasar corriendo y si se animaba. Él no se animó y yo pasé corriendo, pero a esas alturas -por encima de los 2750 metros ya-, el correr y el andar rápido prácticamente ya iban de la mano. De hecho, este corredor jienense llegó a mi altura al minuto de estar yo tomando liquido en el primer avituallamiento de carretera que conduce al Pico del Veleta. Un poco antes, el periodista de Ideal y también corredor, Manolo Pedreira, apostado con su bicicleta junto al Albergue militar me dijo que fuera pensando en el contenido del artículo para Ideal. Y cumplí su deseo en los siguientes kilómetros. Por tanto, si aún podía pensar en un artículo se demostraba una vez más que mi estado general no era malo. El problema, nuevamente, era poder correr.

A partir de ahí, la estampa es típica: corredores andando rápido y algún que otro intentando correr para parar casi enseguida. Ya estábamos a diez kilómetros de la meta.

Diez kilómetros que se hacen interminables. La estampa viene a ser ésta: en casi todo momento ves imponente el pico del Veleta. Lo ves cercano y tienes la sensación que ya lo estás tocando, pero olvidas que estás en alta montaña y que las carreteras en este terreno simulan una colmena: hay que rodear una y otra vez para llegar hasta arriba, complicándose cada vez el terreno. Pensaba más o menos en eso cuando me crucé al gran Daniel, que venía de correr la mini-subida, la "prueba de los niños" como él mismo me comentó con su gracejo habitual. Andó conmigo animándome durante unas decenas de metros.

Entonces fue cuando comencé a comprender la dificultad de andar rápido -o no- en altura y el porqué de la presencia de tanto bastón cuando semanas previas entrené por aquella zona. Definitivamente, correr por allí es casi imposible tras haber superado más de cuarenta kilómetros, pero andar se convierte en una tarea también titánica. Las piernas ya van rotas y el ritmo aeróbico cuenta ya mantenerlo. Son momentos en los que la prueba te abofetea la cara. Y efectivamente, corredores con experiencia montañera, pasaban raudos, tal y como aseveró Víctor. Pero si estaban ya por allí, también demostraban ser buenos corredores.

A falta de cuatro o cinco kilómetros ya no existe lucha interna sobre el correr y el andar. Quien haya realizado esta prueba sabe de lo que estoy hablando. Lo único que ya importa es llegar y, eso sí, dejar fuerzas para entrar en meta corriendo, asunto éste que se convierte una hazaña para muchos corredores. Hay quien ya no puede ni dar una zancada y llega andando y hay quien al llegar cae destrozado al suelo. La meta se encuentra en un desvío de la carretera y transcurre por un terreno muy irregular y pedregoso donde cuesta dar zancadas. Sin embargo, me sorprendí a mi mismo arrancando desde bastante antes del camino, en plena carretera, para doblar a la derecha y penetrar en el camino pedregoso sin problemas físicos, al margen de la afección muscular en los abductores. Llegué fuerte y pletórico y con un sabor agridulce. Dulce por haber culminado la prueba y agrio por no haber podido correr durante más kilómetros.

Pero en estas pruebas, definitivamente, mandan más los factores desconocidos que los conocidos y yo fui víctima de varios de ellos.

Como conclusión final diré que a pocas horas de haber terminado la muy temida y prestigiosa prueba del Veleta mi sensación ahora es más dulce que agria. He comprendido que esta prueba se puede hacer con muchas más garantías si se asume un entrenamiento más largo y sistemático que incluya gimnasio y mucho entrenamiento en altura.

Pero sí he sido sincero en toda la crónica también lo seré en la siguiente aseveración que suena un poco anormal y pretenciosa: no he tenido casi en ningún momento la sensación de sufrimiento infinito -aunque sí sufrimiento, por supuesto- que afirman sufrir muchos corredores. Es cierto que sufrí sobre los kilómetros 23 a 25, no tanto por un bajón de mi estado físico sino por la constatación de que algo no iba bien en mis abductores. Sin embargo, dicho esto, estoy totalmente seguro que el sufrimiento hubiera sido más infinito si no hubiera tenido esos problemas musculares y hubiera corrido muchos más kilómetros.

Asimismo, siguiendo con la racha de sinceridad he de decir, porque así lo entiendo, que acabar esta carrera es muy difícil, que hay que tener una buena base física, que hay que hacerse como corredor para emprender este tipo de pruebas, pero también afirmaré que si se alterna el correr con el andar puede estar al alcance de cualquier que cumpla con esos elementos mínimos. Otra cosa muy distinta es no dejar de correr en todo momento o, incluso, correr hasta el kilómetro cuarenta, algo que es posible conseguir -y me propongo hacerlo- con una preparación más concienzuda y temprana.

Por supuesto, dar la enhorabuena a todo el que ha conseguido llegar a la cima, con independencia del tiempo realizado -en mi caso, 6 horas y 45 minutos-, y agradecer muy sinceramente la excelente disposición de mi compañero de club Esquí-Atletismo Caja Rural, Bernardo de la Torre, -ya "veletero"- por esas cervezas Alhambra especial fresquísimas y esas viandas que nos tenía preparadas en Pradollano, al mismo tiempo que admirar la merecida progresión de mi también compañero de club Fernando Medina por esa progresión en su tercer "Veleta".

Gracias a todos (en el blog y en la vida real) por esos ánimos durante las semanas previas y animaros a que os inscribáis en el Veleta del 2012 donde muy probablemente nos veamos si las circunstancias acompañan.

Y si habéis llegado hasta aquí redoblar mi gratitud dada la extensión -que era necesaria- de esta sentida crónica.

08 agosto 2011

UNA PRUEBA NO PENSADA PARA MORTALES


Sí amigos, llegué a la cima. En 6 horas y 45 minutos. Salió todo perfecto, excepto una carga excesiva de mis abductores en torno al kilómetro 25 que afectó sobremanera a la segunda mitad del recorrido, el más duro con diferencia. Ocurrió a la altura de el Centro de Visitantes de El Dornajo. Tiempo habrá de hablar de esta prueba, de crónicarla, de reflexionar sobre ella, de poner algunas fotos si me hago de alguna.
Sin embargo, la premura periodística manda y ahora colgaré el artículo-análisis que escribo para Ideal y que podréis leer esta misma mañana de lunes dentro de amplio reportaje que firmará el periodista Manolo Pedreira. Os dejo con ese artículo por si no pudierais leerlo en la edición papel:

El día que me inscribí en la edición de este año de la Subida al Pico del Veleta escribí en mi bitácora personal que este tipo de decisiones obedecen más a una revelación que a una reflexión. Acababa de terminar la dura carrera del Río Dílar y animado por las buenas sensaciones, al día siguiente, nada más abrir el banco, formalicé mi inscripción. Algo similar me ocurrió cuando corrí mi primera maratón, en Madrid. Y es que, como ocurre en la vida ordinaria, en el mundo del corredor las gestas arriesgadas no superan la segunda vuelta del tapiz de la reflexión. Sabía que no había cumplido por completo los cánones de un entrenamiento especializado para esta prueba en los últimos tres meses, pero la suerte ya estaba echada. Ya digo, se trataba de una revelación.

Correr esta prueba pertenece al mundo de lo vivencial. Hay pruebas que puedes imaginártelas cuando te las cuentan a pesar de no haberlas realizado, pero ésta no, siendo ese su principal dilema: solo podrás hacerte una idea de su dureza corriéndola.

Si te precias como actor de teatro no podrás ver culminada tu trayectoria si no has interpretado jamás "To be or not To be", y en la misma medida ocurre en la órbita del corredor: no conseguirás ver culminada tu trayectoria si no has participado en alguna ocasión -y has finalizado- en esta prueba, considerada la más dura del mundo por carretera. Pero esa culminación como corredor resulta mucho más significativa si además has nacido en Granada porque desde el momento en que llegas allí arriba, en lo sucesivo, verás el Pico del Veleta con otros ojos.

Asumir la participación en esta prueba conlleva tener en cuenta muchos factores, unos conocidos y otros desconocidos. De entre los conocidos es básico asegurarte que cuentas con una preparación básica para asumir este reto y que has realizado, al menos, algún test de entrenamiento individualizado. Sin embargo, los desconocidos, por su propia naturaleza, han de ser intuidos y pueden ir desde una aniquiladora pájara en mitad de la carrera hasta una lesión muscular sobrevenida. Y, además, tener en cuenta una premisa nuclear: la necesidad de alternar el correr con el andar rápido, requisito común para la gran mayoría de los mortales participantes, dadas las imposibles rampas, la dificultad de respirar durante muchos kilómetros por encima de los dos mil quinientos metros de altura y el tremendo desgaste muscular que se produce. Un poco de todo eso sufrió este corredor que firma. Un mortal que ha culminado una prueba pensada para dioses, que son los que suelen frecuentar las alturas.

JOSÉ ANTONIO FLORES VERA

Dorsal 131


06 agosto 2011

REPORTAJE FOTOGRÁFICO VELETA




Ya quedan pocas horas para reencontrarnos con ese paisaje que os brindo. Un reportaje fotográfico que hice mientras subía -y bajaba- andando el pasado miércoles con el fin de aclimatarme a la altura.
Esas rampas que veis son aún más terribles subiéndolas que observándolas. Llegar ahí con vida, significa que ya faltan tan sólo unos cuántos kilómetros para culminar la gesta.












04 agosto 2011

ESPAÑA YA NO ES DUEÑA DE SU DESTINO




España va camino de no ser dueña de su destino. Si el futuro de un país, hoy día, radica en el valor económico y su nivel de deuda, España está haciendo aguas, según las agencias de calificación norteamericanas. Es decir, que estamos en manos de desalmados especuladores con rostro anónimo.


Pero, ¿quiénes son esos especuladores con rostro anónimo que están llevando a la ruina a medio mundo? En realidad es un tema complejo, pero sí se sabe que el gran capital recorre el mundo varias veces al día a ritmo de teclado de ordenador y como rezaba el lema de la última entrega de la película Wall Street, el dinero nunca duerme.


Ese dinero que se mueve y que compra deuda de los estados si se le paga un magro interés es ciego pero tiene dueños. Sus dueños, lógicamente, son los grandes capitalistas que en el mundo habitan, desde grandes financieros hasta grandes estrellas del espectáculo y del deporte, pasando por ahorradores más modestos que entregan sus fondos a los bancos para que éstos lo muevan y les produzcan magnas ganancias y también por el dinero negro e ilegal que mueve el narcotráfico y el negocio del tráfico de armas, que suele blanquear el dinero de esta forma, introduciéndolo en el mercado. Es decir, que los estados, que tienen la potestad de regular con normas el abuso de los especuladores, están en manos de éstos, que aprovechándose de las flexibles normas de esos estados, llevan a éstos a la ruina.


Sin embargo, esto ocurre (es decir, los estados buscan dinero prestado para financiarse) porque los políticos que dirigen los estados gastan sin control y mesura y sin importarles quienes pagarán en el futuro esos suntuosos y megalómanos gastos. Lógicamente, al final siempre paga la ciudadanía, y dentro de la ciudadanía suele ser habitual que pague quien está sometido a presión fiscal porque produce y tienen ingresos permanentes. Es decir, paga quien está controlado por el fisco, pero no todo ciudadano o empresa lo está ya que existe un gran porcentaje que obtiene ingresos al margen del fisco en la economía sumergida.


Tampoco es muy habitual que paguen grandes cantidades al fisco los grandes potentados económicos porque éstos se mueven con facilidad en los paraísos físcales, creados expresamente para ellos.


Pero, ¿qué ocurre en España?


En España ocurre que, además del Estado, contamos con un sistema político que aún no ha copiado ningún país, ni tan siquiera los emergentes estados iberoaméricanos que acuden a nuestro país para copiar partes importantes de nuestra Constitución. Es decir, contamos con un Estado basado en las Autonomías, reconocidas legalmente en el artículo 2 y Título VIII de la Constitución.


Al parecer -y ahora lo estamos comenzando a descubrir-, las autonomías, a pesar de que han de respetar en todo momento el principio de solidaridad entre ellas y el equilibrio financiero y presupuestario, no tienen techo de gasto.


El Estado transfiere las competencias en la Constitución de 1978, previstas tanto en el artículo 148 -que son las competencias autonómicas- y las propias del Estado previstas en el artículo 149, básicamente, pero también por la vía del artículo 150, y esas competencias llevan aparejada su consiguiente financiación económica.


Por ejemplo, si Andalucía asume la sanidad y no el Estado, el coste estatal de ésta debe de ser transferido a Andalucía. Sin embargo, Andalucía (es sólo un ejemplo, ya digo) se suele endeudar mucho más porque no le basta con lo que le transfiere el Estado (algunos le llamán deuda histórica), llegando a generar un deuda inconcebible. Si esto lo multiplicas por diecisiete más las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, el gasto de enerva exponencialmente.


Ahondando mucho más, de un tiempo a esta parte, los partidos políticos han hecho bandera de su gestión por medio de la dotación de infraestructuras ruinosas. Véase, por ejemplo, el asunto del AVE de Cuenca que ha debido ser eliminado por falta de viajeros o el ruinoso aeropuerto de Ciudad Real, que se ha quedado sin una sóla línea aérea. Dos caprichos de los gobiernos socialistas castellano-manchegos que ahora habrán de pagar los ciudadanos. Pero no son los único ejemplos; de hecho, todos los partidos allí donde gobiernan suelen asumir ese rol sin trauma alguno.


Otro tanto ocurre con la Administración Local. Los Entes Locales -Ayuntamientos y Diputaciones, básicamente- también gastan más de lo que ingresan porque -es cierto- suelen prestar más servicios que los previstos legalmente en la Ley 7/1985, de Bases del Régimen Local. Lógicamente, para asumir esos servicios que prestan a los ciudadanos, no les basta la participación en los ingresos del estado, que está aproximadamente en el 13%. Luego, tienen que acudir a financiación privada, engordándose ésta de tal manera que acaba por ser imposible de pagar ya que, por lo general, en vez de cancelar los prestamos los renuevan "sine die", aumentando cada vez más los intereses. Además, desde hace lustros muchos ayuntamentos y diputaciones, basándose en la megalomanía del político de turno, asumen inversiones tan costosas, que en muchos casos duplican y triplican el presupuesto de ese ayuntamento o diputación. Véase, por ejemplo, el caso de la deuda del Ayuntamiento de Madrid, básicamente por la obsesión en acometer obras en la ciudad cuya financiación no puede asumir (ejemplo de ello es el sorretamiento de la M-30).


Si sumamos todo esto, más la enorme nómina del personal al servicio de las Administraciones Públicas (en otra entrada analizaré los despidos en la Administración Pública y la diferencia entre empleado público y personal contratado, aunque ya lo hice en un artículo publicado en Ideal), llegamos a una situación de gasto intolerable.


Además, como todos sabemos, a la casta política le gusta vivir muy bien y solicitar esfuerzos a la ciudadanía pero no predicar con el ejemplo. Sobre este asunto -que merece también un análisis propio- siempre se ha dicho que es el "chololate del loro", pero ocurre que son necesarias toneladas de chocolate para atender a tanto pájaro. Desde la monarquía -de la la cual no sabemos cuánto gasta hasta el concejal más triste del pueblo más triste -y hay excepciones muy honrosas entre los cargos políticos, no entre la monarquía-, aquí todo el mundo dispara con "pólvora de rey", nunca mejor dicho.


Pero, claro, España no puede ser intervenida por los países integrantes de la moneda única tan a la ligera como se hizo en los casos de Grecia, Irlanda y Portugal. Por dos motivos, España tienen un potencial económico superior al de estos países y no le bastaría con la inyección de todo el fondo de rescate previsto y, por otro lado, no interesa que sea intervenida porque pasaría a dejar de ser el cuarto país financiador de ese fondo de rescate. Por tanto, la única solución es que el Banco Central Europeo -y probablemente también la banca privada europea- y otros países sigan comprando deuda española y aguantar el tirón al máximo.


¿Cómo veis la situación? Yo la veo muy preocupante.

02 agosto 2011

SOY NEUTRO


Ser neutro no es igual que no estar alineado en el ámbito político. Pero sí, en el terreno físico, mi pisada es neutra y mis tobillos están perfectamente alineados. Lo soy en la pisada, en las demás circunstancias de la vida en casi en nada.
Me lo confirmaban esta tarde en Bikila a la que acudí para adquirir una correa portageles, unos calcetines técnicos antiampollas y unos cuantos geles. Allí disponen de una máquina que analiza tu pisada, que es algo que deberíamos hacer todos los corredores para evitar comprar zapas que no se correspondan con nuestro pisada y provocar, por tanto, lesiones innecesarias.
No sé por qué, pero me alegré de conocer que era neutro. Consideraba que al abrir mucho mi pie derecho al correr eso me convertía en pronador o supinador, pero al parecer nada tiene que ver. De hecho, el vendedor -también corredor- puso el ejemplo de Grebre (¡vaya ejemplo!), que siendo quién es, también suele abrir uno de sus pies. Y -me comentaba también- yo he observado a muchos keniatas correr y te podrías quedar sorprendido de la forma de correr que tienen. Bien -dije yo- pero esta gente con esos genes se lo pueden permitir.
Pues nada, que saber que soy neutro amplía aún más los modelos de zapas que me puedo enfundar ya que hay muchos más modelos para corredores neutros que para pronadores; y no digamos que para supinadores.
Corremos de acuerdo a nuestra constitución de nacimiento, acabó por pronunciar el vendedor. Por tanto -dije yo-, nuestros padres son en última instancia los responsables. Sí -sentenció-.

01 agosto 2011

CULMINACIÓN

El pasado sábado, día 30 de julio, fue liquidado ese último asalto consistente en la tirada larga, que si es imprescindible para afrontar el maratón, mucho más si se trata del ultrafondo.
Los 32 kilómetros previstos, se convirtieron en 30,5 debido a ajustes técnicos de última hora (la necesidad de cambiar la ruta de los últimos 10 kms., para buscar una fuente de agua porque sospechaba -como así fue- que la que portaba en la correa de hidratación iba a ser insuficiente).
Treinta kilómetros y medio hechos al ritmo previsto de entre 5'15 y 5'20 el mil; finalmente el ritmo quedó en 5'17, un ritmo muy llevadero y cómodo que posibilitara acostumbrar piernas y psicología al gran kilometraje.
Con ese ritmo hubiera podido haber acabado un maratón en 3 horas 45 minutos, aproximádamente, lo que no estaría nada mal, sobre todo sin haber hecho un entrenamiento específico para tal fin. Por tanto, está claro que si salgo vivo de la prueba del domingo próximo, lo próximo será preparar un maratón para acabarlo por debajo de las tres horas y media. Hay que comenzar a buscar en el calendario.

SENSACIONES POS TEST

Los cuatro grandes entrenamientos planteados han sido llevados a cabo: subida desde La Hoya de la Mora hasta el Veleta, la subida a Moclín, la subida desde el Dornajo y la tirada de 30 kilómetros. Pero no nos engañemos, estos entrenamientos no han sido más que test. Unos test imprescindibles para comprobar en qué estado de forma me encontraba, pero que nada tienen que ver con la prueba final. Igual que cuando estudiaba en la Universidad aprobar tres cursos nada tenía que ver con acabar la licenciatura, ni cuando opositaba saberme la mitad de los temas nada tenía que ver con aprobar la oposición. Son elementos distintos, diferentes, que nada homologan y nada aseguran.
Pero era todo lo que podía hacer para afrontar la prueba con las máximas garantías dada la poca premura con la que comencé a prepararme (no olvidemos que fue una revelación). Es cierto que esos cuatro test me han infundido ánimo, pero la verdad verdadera se encuentra aún por descubrir, desparramada y dormitando aún por esos cincuenta kilómetros de asfalto, latente en sus subidas, en sus curvas, en esas dificultades de más del diez por ciento de dificultad, en el calor, en la hartura de los kilómetros, en el dolor de los pies, en la debilidad de la mente, en ese preguntarte una y mil veces: ¿qué hago yo aquí?
Pero llegarán las una o las dos del mediodía día siete de agosto y todo sufrimiento será olvidado aunque el cuerpo recuerde durante días las secuelas del esfuerzo; y me preguntarán por todas partes si fue capaz de llegar a meta; y escribiré aquí ese sobreesfuerzo...pero todo eso será después del sufrimiento voluntario.
Tengo claro que a esta prueba no hay que ir con miedo pero sí con mucho respeto e intentar no pensar en operaciones aritméticas para averiguar los kilómetros que restan. Pero, principalmente, tener mucha suerte ese día: que las piernas estén ligeras, que no te aborde ninguna pájara, que la musculatura resista, que la mente no te traicione. Se han de dar muchos ingredientes y coincidencias para que todo salga a pedir de boca. Todo lo demás vendrá sin ser llamado. Como suelen llegar las cosas importantes.

UN NUEVO PROYECTO ARRIESGADO

  Tras acabar mis dos últimas novelas, Donde los hombres íntegros y Mi lugar en estos mundos , procesos ambos que me han llevado años, si en...